El Presidente De La Clase Está Loco
Entré nervioso al aula, sintiendo cómo todos los ojos se posaban en mí. Podía escuchar los susurros y las especulaciones mientras me dirigía al único asiento vacío disponible. Era mi primer día en esta nueva escuela después de que mis padres decidieran mudarnos durante el verano.
Tragué saliva, intentando ignorar las mariposas en mi estómago. Eché un vistazo rápido a mi alrededor sólo para confirmar que sí, todos me estaban mirando como bicho raro. Genial. Un par de chicas guapas cuchicheaban y soltaron unas risitas, lo cual sólo consiguió que me pusiera más nervioso.
El profesor eligió ese momento para entrar al aula.
—Clase, este es Ethan, nuestro nuevo estudiante—, anunció con demasiado entusiasmo para mi gusto. Murmullos de bienvenida recorrieron la clase mientras yo forcé una sonrisa incómoda. Lo único que quería era esconderme bajo mi escritorio.
Conforme la clase avanzaba, intenté concentrarme en mis apuntes y evitar el contacto visual con los demás estudiantes. No obstante, la chica sentada junto a mí me dirigía tímidas sonrisas de vez en cuando. Tenía unos bonitos ojos color avellana. Quizás hacer un nuevo amigo aquí no estaría tan mal después de todo. Con algo de suerte, este primer día de clases no resultaría ser un desastre completo.
Mientras el profesor comenzaba a escribir en el pizarrón, los murmullos a mi alrededor se intensificaron. Podía distinguir mi nombre susurrado entre las conversaciones de mis nuevos compañeros. Era obvio que estaban comentando sobre mí, el chico nuevo que acababa de llegar.
Intenté concentrarme en copiar los apuntes de la clase, pero los cuchicheos a mi alrededor hacían que me sintiera cada vez más nervioso. Me preguntaba si se estaban burlando de mí o si sólo sentían curiosidad. Unas risitas provenientes de la esquina del salón hicieron que mis orejas se pusieran rojas.
La chica sentada a mi lado debe haber notado mi incomodidad.
—No les hagas caso—, susurró gentilmente. —Sólo están emocionados de tener carne fresca a quien molestar.
Me dirigió una sonrisa tranquilizadora que hizo que mi estómago diera un pequeño vuelco. Quizás no todos aquí fueran unos bravucones después de todo.
Seguí tomando notas, tratando de ignorar las miradas furtivas y los susurros que ahora eran sobre mí y la chica desconocida a mi lado. Fantástico, ya estaba dando de qué hablar cuando lo que realmente quería era pasar desapercibido. Solté un suspiro, resignado a que este día sería una montaña rusa emocional. Al menos tenía a alguien de mi lado.
Los murmullos a mi alrededor continuaron mientras la clase avanzaba. Alcancé a oír algunos comentarios sobre mi aspecto y especulaciones sobre de dónde venía. Claramente era la novedad del momento.
Intenté concentrarme en la lección, pero los constantes cuchicheos estaban poniéndome cada vez más nervioso. Me sudaban las manos y sentía un nudo en el estómago. Comencé a preguntarme si había tomado la decisión correcta al inscribirme en esta escuela.
La chica sentada a mi lado notó mi creciente ansiedad.
—Oye, no pasa nada. Siempre causas furor cuando eres el chico nuevo—, susurró, dándome una palmada de apoyo en el brazo. Su toque enviaba una agradable calidez a través de mí.
Sonreí con timidez.
—Sólo desearía poder volverme invisible—, admití. —Odio ser el centro de atención.
—Te entiendo—, dijo ella. —Pero no les des el gusto. En un par de días se aburrirán y buscarán el siguiente chisme.
Asentí, sintiéndome un poco mejor. Al menos tenía a esta chica de mi lado. Quizás, sólo quizás, podría sobrevivir en esta nueva escuela después de todo.
Estaba guardando mis libros después de que sonara la campana cuando una figura alta se paró junto a mi pupitre. Levanté la vista para encontrarme con un chico de cabello rubio y brillantes ojos azules que me dedicaba una amplia sonrisa blanca. Era el tipo de persona imposiblemente guapa que atraería las miradas a donde quiera que fuera.
—Hola, soy Harper. Presidente de la clase—, dijo, extendiendo su mano. Su firme apretón de manos reflejaba una seguridad que no concordaba con la mía propia.
—Ethan—, respondí con torpeza.
—Bienvenido a la escuela, Ethan. Sé que puede ser difícil ser el chico nuevo, pero pareces simpático. Estoy seguro de que te integrarás en poco tiempo.
Asentí, inseguro de cómo responder. Había algo intimidante en Harper, con su atractivo casi irreal y su porte de absoluta confianza. Sin embargo, la amabilidad en sus ojos no era genuina. Observé cómo un grupo de chicas cuchicheaban aterrorizadas mientras nos miraban. Claramente, Harper estaba acostumbrado a tener toda la atención sobre él.
—Si necesitas algo, cualquier cosa, házmelo saber—, ofreció. Su tono era tan serio y sincero que no quedaba duda de que hablaba en serio.
Antes de que pudiera responder, la chica sentada a mi lado se unió a nosotros. Para mi sorpresa, Harper la saludó con frialdad.
—Así que, Ethan, estabas un poco perdido durante la lección de hoy, ¿no?— preguntó Harper después de saludar a la chica.
Me sonrojé, sabiendo que mi confusión había sido obvia. —Sí, me costó trabajo seguirle el ritmo al profesor. Todo aún es nuevo para mí.
Harper asintió con simpatía.
—No te preocupes, a todos nos pasó igual el primer día. Oye, puedo pasarte mis apuntes si quieres ponerte al corriente. Tengo buena letra.
—Oh, eso sería genial. Gracias, Harper.— Una ola de alivio me invadió. No tendría que preocuparme por gaps de información.
Harper restó importancia con un gesto de su mano.
—Para eso están los compañeros. Puedo imprimir una copia extra.
Me apresuré a responder.
—Te lo agradecería mucho. Y me aseguraré de devolverte el favor en cuanto pueda—. No acostumbraba aceptar caridad, pero no estaba en posición de rechazar su amable propuesta.
Harper soltó una carcajada jovial y me dio una palmada en la espalda.
—Me agradas, Ethan. Creo que nos llevaremos muy bien.
Sonreí, sintiendo como una pequeña semilla de esperanza comenzaba a florecer. Quizás este lugar no estaría tan mal después de todo.
—. Puedo acompañarte a la copiadora por esos apuntes o, si quieres, te presento a algunos de nuestros compañeros— ofreció Harper.
Eché un vistazo alrededor. Varios estudiantes reían en grupos pequeños, pero parecían evitar acercarse a donde estábamos Harper y yo. Era como si hubiera un espacio vacío a nuestro alrededor.
—Um, claro, me encantaría conocer a algunas personas— respondí, pensando que hacer amigos debía ser mi prioridad.
—Perfecto, este es tu hombre—, dijo Harper con una amplia sonrisa. Se giró hacia un grupo cercano. —Eh, Kai, Amy, vengan para acá!
Dos estudiantes levantaron la mirada, sorprendidos. Intercambiaron una rápida mirada antes de acercarse con cautela.
—Ethan, estos son Kai y Amy, algunos de los mejores de nuestro curso—, nos presentó Harper.
—Hola...— dijeron sin mucho entusiasmo, dirigiendo miraditas curiosas hacia mí y Harper.
Harper no pareció notar su extraña actitud y comenzó a contarles divertidas anécdotas sobre nuestros profesores. Yo reía con educación, pero no podía evitar preguntarme por qué la atmósfera se sentía tensa e incómoda.
Claramente había algo más entre Harper y el resto de mis compañeros. Y tenía el presentimiento de que me iba a enterar muy pronto qué era.
Intenté seguir la conversación mientras Harper charlaba animadamente con Kai y Amy. Pero su lenguaje corporal gritaba incomodidad y se notaba que estaban desesperados por escapar.
Finalmente, Harper consultó su reloj.
—Cielos, miren la hora. Será mejor que vayamos por esos apuntes antes de la siguiente clase, Ethan—.
—Oh, claro.— Respondí, un poco desconcertado por la abrupta despedida.
Kai y Amy aprovecharon la oportunidad para escabullirse rápidamente. Vi cómo lanzaban una última mirada preocupada en nuestra dirección.
Una extraña sonrisa cruzó el rostro de Harper mientras los veía marcharse. No pude evitar un escalofrío. Había algo inquietante en esa expresión.
—Vamos, las copiadoras están en la biblioteca, al otro lado del campus—, me apresuró Harper, indicándome que lo siguiera. Tropecé tras él, sin estar seguro de querer quedarme a solas con este tipo tan popular pero claramente temido.
Mientras salíamos del aula, una mano sujetó mi brazo. Me giré para encontrarme con la cálida mirada café de la chica que se había sentado conmigo ese día.
—Ten cuidado con Harper—, susurró crípticamente antes de desaparecer entre la multitud de estudiantes.
Seguí a Harper por los pasillos hasta una sala vacía que resultó ser la copiadora de la escuela. Tan pronto como entramos y empecé a sacar las copias, Harper cerró la puerta y se recargó contra ella, bloqueando la salida con sus brazos cruzados. Una sonrisa extraña curvaba sus labios.
—Así que, Ethan... Escuché un pequeño rumor muy interesante sobre ti,— dijo arrastrando las palabras.
Tragué saliva, repentinamente nervioso.
—Oh, ah, ¿sí?.
—Al parecer causaste toda una conmoción en tu antigua escuela cuando golpeaste salvajemente a un compañero tuyo. Lo mandaste directito al hospital. ¿Es eso cierto?—. Sus ojos azules centelleaban.
Mis puños se apretaron recordando el incidente. Había sido apenas un par de semanas antes de mudarnos. El idiota de mi compañero, a quien consideraba mi amigo, hizo algo que no pude perdonarle. Algo en mí simplemente estalló.
—...Es cierto,— murmuré después de una larga pausa, viendo cómo la sonrisa de Harper se ampliaba aún más.
—Lo supuse. Sabes, tengo un talento para identificar a ciertos tipos de persona. Y creo que tú y yo no nos vamos a llevar extremadamente bien, Ethan.
Un escalofrío recorrió mi espalda al escuchar el tono sugerente en su voz. Esto no era para nada lo que esperaba de mi primer día.
—Voy a estarte vigilando, Ethan,— dijo Harper, sus ojos azules como témpanos de hielo. —En esta escuela no toleramos a los bravucones y buscapleitos.
Tragué en seco, sin saber cómo responder. Harper continuó.
—Pero creo que podemos llegar a un acuerdo beneficioso para ambos. Siempre y cuando sigas mis reglas...—. Dejó la frase suspendida sugerentemente.
Mis nervios se transformaron en indignación. ¿Quién se creía este tipo para chantajearme de esa forma apenas conocerme?
—No necesito tus reglas ni tus acuerdos. Y no soy ningún bravucón,— siseé entre dientes apretados.
Harper alzó las manos en un gesto conciliatorio, aunque la sonrisita socarrona no abandonó su rostro.
—Como digas, amigo. Nos estaremos viendo por ahí, por cierto, ocuparé mis libretas— canturreó antes de marcharse tranquilamente del salón, silbando una melodía.
Me quedé solo, con las copias arrugadas en un puño y un amargo sabor en la boca. Este primer día distaba mucho de ser lo que esperaba. Tendría que andarme con mucho cuidado de ahora en adelante.
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Updated 110 Episodes
Comments
POLA
Ok, Harper es aterrador
2024-05-15
0
Elizabeth Moreno
qué le pasa a harper cono sabe todo eso?
2024-03-09
0
Elizabeth Moreno
y a harper que le pasa como lo supo
2024-03-09
0