A la mañana siguiente, en cuanto puse un pie en la escuela supe que algo no andaba bien. Los susurros y miradas de reojo entre los estudiantes eran más evidentes que nunca.
Al llegar a mi salón, varios compañeros se arremolinaron a mi alrededor con expresiones entre incrédulas y burlonas.
—Vaya, vaya, miren quién apareció...— comentó uno con sorna.
—El valiente que encaró solo a la temible bestia,— acotó una chica soltando una risita tonta.
Fruncí el ceño sin comprender de qué hablaban hasta que caí en la cuenta: mi confrontación pública con Harper el día anterior. Por supuesto, los chismosos de la escuela ya se habían encargado de difundir cada detalle.
—Eh...sí, bueno, no fue para tanto,— balbuceé incómodo ante la expectación general.
Por dentro maldije no haber controlado mejor mis impulsos. Lo último que quería era convertirme en el centro de atención por mis interacciones con Harper.
—¿Y bien? ¿Qué se siente encarar al mismísimo Rey de Hielo?— preguntó alguien con burlona admiración. Las risas y comentarios sarcásticos arreciaron.
Suspiré resignado. Iba a ser un largo día, soportando las inevitables burlas hacia el ingenuo que osó desafiar al temido presidente estudiantil.
Incómodo ante el interrogatorio, decidí tomar el toro por los cuernos y enfrentar la curiosidad y sarcasmo de mis compañeros de una vez.
—Okey, ya basta,— dije alzando las manos para callarlos. —Si tienen algo que decir o preguntar, háganlo de una vez.
Se hizo un silencio expectante. Los demás se miraron entre sí como animándose a dar el primer paso. Finalmente, una chica rubia llamada Hannah dio un paso al frente.
—Está bien, lo diré: ¿cuál es tu problema con Harper?— preguntó francamente encarnando las dudas de todos. —Nadie en su sano juicio iría a buscar pleito con él después de cómo te trató. ¿Eres masoquista o algo así?
Negué con la cabeza mientras los cuchicheos volvían a alzarse.
—No es eso...—, expliqué con paciencia. —Simplemente no veo justo juzgarlo sin conocerlo primero, por más insoportable que pueda ser, pienso que soy estúpido por ser el nuevo.
Los demás intercambiaron miradas escépticas. Rodé los ojos con impaciencia.
—Bien, ¿alguno ha intentado alguna vez hablar normalmente con él?— inquirí desafiante. Como imaginé, nadie respondió.
El silencio de mis compañeros lo dijo todo. Nadie había intentado realmente acercarse a Harper más allá de cumplir formalidades.
—Harper es el problema, no nosotros,— declaró uno de los chicos llamado Jake. —Siempre ha sido insoportable con todos.
Los demás asintieron con gestos adustos. Hannah dio un paso al frente con los brazos cruzados.
—Sólo por ser presidente estudiantil se cree con derecho a tratarnos como basura,— comentó irritada.
—Sí, nos ha hecho la vida imposible a todos en algún momento,— acotó otra chica. —Humillaciones, chantajes, lo que sea con tal de salirse con la suya.
A medida que avanzaba la conversación, más anécdotas surgieron sobre los abusos de poder y la prepotencia de Harper para con el resto del estudiantado.
Un sentimiento de indignación general sonaba en el ambiente. Harper parecía haber logrado granjearse el desprecio absoluto de todos a base de continuos desplantes.
Y ahora yo estaba pagando el precio de desafiar al intolerable tirano.
Mientras mis compañeros seguían quejándose de Harper, divisé a Sarah entrando al salón. Me acerqué buscando su consejo.
—Sarah, tú me entiendes ¿verdad?— comencé esperanzado. —Sólo trataba de darle una oportunidad a Harper de conversar...
Ella puso los ojos en blanco con escepticismo.
—Ay Ethan... era obvio que ese arrogante te mandaría al diablo,— señaló. —Harper es imposible de tratar, créeme que otros lo han intentado.
Asentí cabizbajo. En el fondo sabía que mi familia fue demasiado idealista al aconsejarme tender puentes mediante el diálogo.
—Ya lo sé, pero en casa me enseñaron que se pueden resolver las cosas hablándolas...—, repliqué encogiéndome de hombros.
No alcancé a terminar la frase cuando estallaron las burlas a mi alrededor.
—Ay sí, hablando, el dialogo lo puede todo,— corearon con sarcasmo. —Eres un iluso Ethan. Harper no sabe comunicarse.
Me sonrojé intensamente ante las risas. Sarah me dirigió una mirada compasiva y se alejó negando con la cabeza.
Tal vez mi idealismo había alcanzado un nuevo estilo de ridiculez.
Mientras soportaba las burlas de mis compañeros, mi mente comenzó a divagar hacia recuerdos amargos de mi anterior escuela.
Tambien allí tuve que lidiar con estupidos que aterrorizaban a los más débiles. Recuerdo cómo la mayoría se limitaba a criticarlos y reírse de sus víctimas por cobardía, sin enfrentar realmente el problema.
Incluso algunos que parecían mis amigos terminaron aprovechándose de mí cuando estaba en aprietos. Siempre con la excusa de —solo divertirse.
Fruncí el ceño ante la analogía con la situación actual. Una vez más, la masa enardecida juzgaba y condenaba sin tener ni idea de los verdaderos problemas que podrían llevar a alguien como Harper a portarse como un abusón insufrible.
Mientras el resto seguía despotricando contra Harper, me invadió una profunda reflexión.
¿Cuántos de ellos lo criticaban por auténtica preocupación y no simple animadversión? ¿Acaso alguien se había molestado en analizar sus motivaciones más allá de cómo los afectaba personalmente?
Yo mismo entendía ese egoísmo tan humano. ¿No fue esa misma búsqueda de aceptación lo que me llevó en mi anterior escuela a traicionar mis ideales para encajar con amigos abusones?
Recordé con amargura cómo tuve que dejar de ser el cerebrito, volverme uno de los estúpidos que se burlaba de los más débiles con tal de obtener la aprobación de los populares.
Pero el precio de esa falsa aceptación fue demasiado alto para mi autoestima.
No, definitivamente no iba a cometer ese error nuevamente. Si esta escuela rechazaba mi esencia por intentar ayudar a un marginado como Harper, no sería una pérdida en realidad.
Esta vez priorizaría seguir mis valores y ser feliz conmigo mismo, aunque eso implicara sacrificar cualquier posibilidad de encajar.
Estaba inmerso en mis cavilaciones cuando de pronto se hizo un silencio absoluto. Alcé la vista y todos regresaban rápidamente a sus asientos.
Harper acababa de entrar al salón.
Nuestras miradas se cruzaron un instante. Por un momento creí ver un atisbo de curiosidad en sus ojos al notar el evidente cuchicheo previo a su arribo.
Pero Harper simplemente alzó una ceja en su habitual gesto de fastidio y pasó de largo hacia su lugar, provocando que más de uno contuviera la respiración.
Sacudí levemente la cabeza mientras tomaba asiento. Tenía que dejar de darle tanta importancia a ese presumido. Si decidía menospreciar mis intentos de acercamiento, era su problema.
Yo debía concentrarme en cultivar mi autoestima sin obsesionarme por ganar la aprobación suya ni de nadie más.
Sonreí para mis adentros al sentir que recuperaba el control de la situación. Al final, ni toda la influencia y manipulación de Harper podrían hacerme desistir si mantenía la mente despejada.
Me había hecho la promesa de no hablar con Harper. Y eso parecía molestarle bastante más que cualquier insulto.
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Comments
💖mis tesoros💖🛐🛐
Uy hermano eso si llevatelo a la tumba , que alguien sepa eso si daria una fuerte verguenza 😓
2024-02-11
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💖mis tesoros💖🛐🛐
socio ya suelta el pasado 🥲🥲
2024-02-11
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