—Sólo déjeme descansar, ya se me pasará— refunfuñó Harper con su acostumbrado tono malhumorado cuando la enfermera intentó limpiarle la sangre del rostro.
Yo me había sentado a su lado en la camilla de la enfermería, visiblemente preocupado por su herida. Harper podía ser hosco con todos, pero sabía que en el fondo no era mala persona.
—Permítame ayudarle— le dije gentilmente a la enfermera, quitándole el trozo de gasa de las manos.
Ella asintió y me dejó relevarla en la tarea de limpiar la frente ensangrentada de Harper. Él intentó resistirse, pero al final cesó de forcejear y me permitió hacerlo.
Con mucho cuidado, fui retirando los coágulos de sangre de su piel, revelando una fea cortada en la sien producto del pelotazo. Harper siseó adolorido cuando la gasa hizo contacto con la herida abierta.
—Lo siento— murmuré, intentando ser más suave en mis movimientos. Me partía el alma verlo así de vulnerable. Aunque Harper jamás lo admitiría, estaba claro que necesitaba que alguien cuidara de él de vez en cuando.
—Lamento mucho lo que pasó en el partido, no debió suceder— le expresé a Harper mientras limpiaba los últimos rastros de sangre. —Fue un acto de cobardía por parte de Will—.
—No te preocupes, sé que lo ocurrido fue solo un accidente, no tengo resentimientos...excepto con ese idiota de Will, claro está— expresó con un resoplido.
—Sí, es un abusivo. No entiendo cómo Sarah puede ser su novia— comenté negando con la cabeza.
Harper soltó una risita.
—Pobre Sarah, tener que lidiar con semejante troglodita—. Luego suspiró. —Pero supongo que el amor es ciego e inexplicable—.
Asentí lentamente. Aunque no compartía ese tipo de sentimientos románticos, sabía que el amor era patético.
Harper sólo emitió un leve gruñido sin comprometerse, manteniendo su expresión adusta. Pero pude ver un atisbo de gratitud asomando furtivamente en sus ojos entreabiertos.
—Entonces, ¿piensas vengarte de ese pobre imbécil de Will en algún momento?— pregunté entre risas cómplices.
Harper puso una expresión pensativa y luego sonrió con picardía.
—Digamos que por ahora lo dejaré tranquilo...pero quién sabe qué pueda pasarle si algún día tiene la mala suerte de encontrarse solo conmigo en algún pasillo oscuro—.
Ambos volvimos a estallar en carcajadas ante la evocada imagen de Harper desquitándose sigilosamente de su agresor.
—Vaya, realmente eres alguien genuino— apunté negando con la cabeza, aunque en el fondo me encantaba esta creciente camaradería con él.
—No lo sé...quizás sea al revés y quiero arreglar las cosas con Will antes de que tomes la delantera— manifestó Harper con un brillo travieso en sus ojos habitualmente opacos.
Verlo así, relajado y bromista en confianza, sin perder la oportunidad de burlarse de mi, llenó mi pecho de una agradable calidez. Estaba descubriendo a un nuevo Harper que me gustaba mucho.
Y teniendo en cuenta su ingenio, ahora casi sentía pena por ese pobre diablo de Will cuando Harper finalmente decidiera cobrar venganza.
Terminada la limpieza, mi pulso se aceleró porque llegaba la parte más incómoda según el procedimiento habitual: Harper tendría que quitarse la camiseta empapada en sangre para poder limpiarse.
Podía simplemente indicarle el espejo del baño para que él lo hiciera solo. Pero en mi fuero interno sentí el impulso de hacer ese gesto personal de ayudarlo a desprenderse de la camiseta, pero era algo que no me correspondía.
Inspiré hondo para calmar mis ansias y le señalé el baño.
—Puedes...puedes usar el espejo de ahí para terminar de limpiarte y revisarte— tartamudeé sonrojado, dándole espacio.
Harper arqueó una ceja, quizás extrañado por mi súbito nerviosismo. Pero finalmente se encaminó sin decir palabra al baño para quitarse la camiseta ensangrentada tal como le indiqué.
Luego regresó para aplicarse una venda en la frente ante mi atenta e indiscreta mirada, aún irresuelta entre mis crecientes sentimientos encontrados por él.
Noté que su semblante lucía más distendido. Incluso me pareció vislumbrar una leve sonrisa en sus labios.
Aprovechando la creciente camaradería con Harper, decidí sincerarme sobre un incidente de mi pasado que pocos conocían.
—¿Sabes? Te contaré lo que pasó en la cafetería, supungo que debes de estar contento— le confesé en voz baja.
Harper alzó las cejas, claramente sorprendido de mis palabras.
—No tienes que hacerlo, dije que ya no me importaba—.
—A mi me importa, quiero que sepas lo que pasó, ahora mismo estoy a punto de hacer una locura como la otra vez, fue por defender a quien fue mi mejor amigo en la infancia, antes de que nuestras familias se distanciaran—.
—Ese día unos abusones lo habían acorralado para burlarse de él. Y yo no lo dudé ni un instante para intervenir y parar la humillación, repartiendo incluso algunos golpes en el proceso, es como su mi cerebro no entendiera de razones— relaté con mirada sombría.
Harper me miraba con atención e interés creciente en sus facciones siempre hoscas.
—Supongo que nunca perdemos cierta inclinación protectora hacia viejos afectos, sin importar el tiempo y distancia transcurridos...— reflexioné melancólico.
Harper escuchó con atención mi relato, sin interrumpir ni juzgar en ningún momento. Cuando terminé, asintió lentamente en un gesto de empatía.
—Sabes...no te veo para nada como un idiota por lo que hiciste— manifestó, para mi grata sorpresa. —Entiendo que solo querías defender a tu amigo—.
Luego esbozó una media sonrisa.
—Quizás tu único error fue no asegurarte antes de que no hubiera testigos—.
Solté una carcajada incrédula.
—Vaya, ¿me estás sugiriendo que tendría que haber planeado mejor dónde golpear a esos idiotas? Eso suena muy propio de ti—.
Harper se encogió de hombros con una sonrisa pícara.
—¿Qué puedo decir? A veces la mejor lección es darles a los bravucones un poco de su propia medicina—.
Reímos juntos por lo absurdo de la situación, dos adolescentes compartiendo consejos para repartir golpizas furtivas. Era una faceta tipica de Harper, me alegraba mucho descubrir que tenía un excelente sentido del humor detrás de esa fachada huraña.
Las bromas de Harper me hicieron reflexionar con seriedad.
—Sabes...he sido un idiota— admití. —Necesito aprender a manejar mis emociones, pero tienes que hacer algo por mí—.
Harper enarcó una ceja, expectante a que me explicara.
—Me refiero a que no necesitas ser odioso conmigo como mecanismo de defensa— aclaré. —Sé que no eres una mala persona. Pero tu hostilidad constante hace que te vean como un abusivo, me molesta cuando hablan idioteces de ti—.
Harper bajó la mirada y un velo de tristeza cruzó sus facciones.
—Sí, parece que puedes ver a través de mí después de todo—.
Le puse una mano sobre el hombro en señal de apoyo.
—Al menos conmigo, puedes intentar mostrarte tal como eres. No tienes que fingir ser alguien que no eres—.
Alzó la vista para cruzar su mirada con la mía. Creí atisbar un nuevo brillo de esperanza en sus ojos. Como si acabara de descubrir que no estaba solo en esto.
Por un momento, Harper pareció estar a punto de decir algo. Entreabrió los labios y el brillo de sus ojos se intensificó, como armándose de valor. Pero luego los volvió a cerrar y me miró resignado, encerrándose de nuevo en su caparazón.
Asentí comprensivamente. No iba a presionarlo a abrirse antes de que se sintiera listo. Si realmente existía algo que quisiera confiarme, tendría que ser en sus propios términos.
—Está bien, me lo dirás cuando creas que ha llegado el momento— mencioné, dándole una palmada de apoyo en la espalda.
Él me miró largamente con una mezcla de tristeza y gratitud en sus pupilas azules, como nubes de tormenta contenida. Luego esbozó un amago de media sonrisa.
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Comments
LUNA24
cada vez avanzan mas, espero y Harper se de la oportunidad de tener un buen amigo, sincero, genuino y xq no, disfrutar del amor antes de partir.. o mejor espero un milagro y se salve, no quiero llorar al final..
2024-03-23
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