Escupiré Sobre Tu Cadáver

Escupiré Sobre Tu Cadáver

ASÍ COMENZÓ...

...Seattle....

Despierto con el punzante dolor de la resaca palpitando en mis sienes. Siento mis ojos llorosos y mi garganta reseca. Necesito tomar agua.

Miro mis alrededores con cierta confusión e intento recordar donde estoy. A mi alrededor veo muchos cuerpos inconscientes de adolescentes tan o más borrachos que yo, incluso hasta drogados. Están en todas partes, ya sea en el piso o las escaleras. No hay ni un solo mueble desocupado. A mi lado en el sofá, se encuentran Dylan y Jhon, dos idiotas del equipo de fútbol. Están totalmente dormidos y por la forma que roncan, nada parece que podrá levantarlos de su lugar. Aparto de mi hombro la cabeza de Dylan y lo empujo con cierta brusquedad. Hago una mueca de asco al ver su saliva en mi cazadora negra favorita y me la limpio con repugnancia.

Saco mi móvil del bolsillo de mi cazadora y observo la hora que es. Mi madre me va a matar, son las 6:00 de la mañana. Se suponía que debía estar en casa a las 12:00 en punto.

Me levanto del sofá con demasiada rapidez y enseguida mi vista se nubla un poco. Mis pies se tambalean sobre mis tacones negros y me habría caído directamente de cara al suelo de no haberme aguantado del borde de la chimenea frente al sofá. A mis pies se encuentra un extenso mar de envases de plásticos y botellas de vodka sour de cereza, mi favorita. Cierro mis ojos con fuerza y masajeo mis sienes con mis dedos para intentar aliviar el dolor de cabeza que ahora mismo penetra como un taladro en mi cráneo. Una medida nada factible.

Me dispongo a irme de este maldito lugar pero entonces recuerdo que no vine a esta puta fiesta sola. Cristina, mi mejor amiga, debe encontrarse en alguna parte de esta casa. Busco su cabello rubio entre el reguero de jóvenes en el suelo pero no la encuentro por ninguna parte.

—¿Cristi?

Emito su nombre en un casi imperceptible y ronco jadeo. Tenía la intención de gritar su nombre pero tengo la garganta demasiada reseca y la voz se me corta a medio camino.

Agarro mi bolso en el suelo cerca de la pata del sofá y camino hacia las escaleras de la enorme casa de fraternidad arrastrando mis zapatos sobre el suelo de madera caoba y esquivando los obstáculos durmientes en mi camino. Subo los escalones con lentitud apoyándome de la pared llena de marcos de fotos.

Llego al segundo piso, el cual se ve un poco más ordenado que el desastre de abajo. El pasillo está muy oscuro y apenas se puede ver algo.

—¿Cristi? —vuelvo a llamarla está vez con un poco más de firmeza pero no recibo nada más que silencio.

Camino por el vacío corredor con algo de dudas, asomándome en las habitaciones abiertas y buscando la cabellera rubia de mi amiga entre las camas pero no la veo por ningún lado.

¿Dónde diablos está? Esta fraternidad es enorme, la cantidad de habitaciones no tiene fin y muchas de las habitaciones no están abiertas. La cabeza no me deja de doler y tengo ganas de vomitar. Solo quiero dormir y olvidarme de todo por muchas horas. Juro que esta es la última vez que vengo a una de estas estúpidas fiestas.

—Mierda Cristi...

Finalmente llego a la última puerta en el fondo del pasillo y la abro sin pensarlo dos veces pero lo único que encuentro es un baño vacío. Suspiro con cansancio y me paso la mano con frustración por mi lacia cabellera negra.

Siento la vibración de mi móvil en el bolsillo de mi cazadora junto con la característica melodía de "El exorcista".

Cuando veo el nombre de mi madre en la pantalla, mi dedo tiembla sobre el táctil y entro en pánico. Ahora si voy a morir. ¿Por qué tuve que beber tanto? Nunca he sido una chica de baja tolerancia pero no acostumbro a beber tanto; mucho menos drogarme... si es que lo he hecho. La noche anterior está algo borrosa en mis recuerdos.

Estoy apunto de responder la llamada pero me detengo en seco al escuchar el sonido de cristales rompiéndose proveniente de la puerta cerca del baño, en el lado izquierdo del pasillo.

Me doy la vuelta rápidamente:

—¿Cristi? —no recibo respuesta.

Cancelo la llamada de mi madre y vuelvo a guardar el móvil con la vista fija en la madera de la puerta. Me acerco lentamente a ella y apoyo mi oído con la esperanza de escuchar algo...

—¿Cristi?

Coloco mi mano en el picaporte de la puerta y lo bajo con lentitud.

La puerta se abre con un suave chirrido que por alguna razón me pone los pelos de punta.

Era una habitación como cualquier otra, aunque algo oscura. Un rayo de sol entraba entre las persianas de la ventana, creando un pequeño camino en la madera del piso.

Justo en el suelo, al frente de la mesita de noche, se encuentra una lámpara de mesa totalmente destrozada con la luz del bombillo parpadeando.

En el fondo de la habitación al lado de la cama, avisto una mujer arrodillada en el suelo de cabello rubio ondulado y un vestido color turquesa que no tardo en reconocer. Estaba de espalda a mi por lo que no podía ver su rostro, pero no me hace falta verla para reconocerla. Emitía unos jadeos que me ponían los pelos de punta y movía la cabeza como si estuviese comiendo una posta de pollo.

—¿Cristi? ¿Estás bien? Tenemos que irnos amiga. Mi madre me va a matar... —le digo pero no recibo respuesta de su parte. Me acerco un poco más a ella al ver que no se ha inmutado con mis palabras— ¿Me haz escuchado?

Me detengo a escasos metros de su posición al sentir un extraño olor a hierro y podredumbre inundando mis fosas nasales. La bilis amenaza con subir por mi garganta y desparramarse por todo el suelo pero me la trago a tiempo y cubro mis vías respiratorias con mi mano derecha.

—¿C-Cristi? —tartamudeo sin poder evitarlo. Tengo un mal presentimiento.

Cristina deja de moverse bruscamente y los extraños sonidos se detienen abruptamente. Se levanta del suelo con una lentitud escalofriante y es ahí cuando lo veo...

Grito sin poder evitarlo al ver un cadáver a los pies de Cristi, con el abdomen totalmente destrozado y la sangre por todo el suelo.

Rojo.

Los intestinos se encontraban fuera de su vientre y le faltaba piel a su rostro y cuello.

Sangre

Me cubro la boca con ambas manos, totalmente horrorizada con este panorama.

—¡Oh Dios mío! ¡Cristi!

Vuelvo a escuchar sus extraños jadeos y lentamente se da la vuelta. Sin poder creerlo observo su aspecto. Su piel estaba más gris que un cielo nublado y sus ojos antes marrones habían perdido todo color y vida. Toda su boca estaba llena de sangre y vísceras al igual que la parte delantera de su vestido y sus manos sostenían un trozo de carne que no dejaba de gotear sangre en el suelo de madera.

Retrocedo varios pasos con la intención de alejarme de ella pero tropiezo con mis enormes tacones y caigo de culo en el suelo.

Cristina se acerca a mi, arrastrando sus pies descalzos en el suelo y emitiendo ese sonido gutural que en tantas películas había escuchado.

—¡No! —grito y me levanto del suelo con todo mi cuerpo temblando.

Salgo de la habitación sin siquiera mirar atrás y corro por el pasillo hasta llegar a la escalera.

Bajo los escalones lo más rápido posible pero vuelvo a tropezar y caigo, dando vueltas por los escalones hasta llegar al final de las escaleras.

No pasan ni cinco segundos y me levanto a toda velocidad del suelo, ignorando una punzada de dolor en mi brazo derecho. Me quito los tacones y empiezo a correr nuevamente con la respiración agitada y mis pies descalzos.

Abro la puerta delantera y sin siquiera detenerme a pensar en las personas durmiendo en el salón, salgo como un rayo y corro sin parar. La luz de sol penetra en mis retinas con brusquedad y por unos segundos me aturdo. Cubro mi rostro con mi antebrazo y continúo corriendo sin saber muy bien a donde ir.

Corro y corro como nunca lo había hecho en mi vida y con el aire frío de invierno rozando la piel desnuda de mis piernas y cuello.

Lo siguiente que escucho es el pitazo agudo de un claxon y luego, sin poder evitarlo, un fuerte golpe en mi costado que me levanta del suelo y me hace girar en el aire.

Vuelvo a caer en el asfalto y todo de nuevo se vuelve totalmente negro...

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Trixie Mercedes

Trixie Mercedes

Junto con Marco, el niño de d'Dahjlonica la mejor historia que he leído. Yo te apoyo sigue así

2023-02-19

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