Enamorada De Una Mentira

Enamorada De Una Mentira

Capítulo 1

La vida tiene giros y vueltas inesperados, algunos son de buen agrado, otros no tanto. Siempre he sido catalogada como estúpida e inútil en mi familia, en el pasado creí que estaba siendo menospreciada, solo ahora me daba cuenta de que ellos siempre tuvieron razón. Después de todo solamente alguien tan estúpido como yo podría creer que él alguna vez me amó, cuando nunca lo hizo, porque en su corazón no había lugar para mí, debido a que ya había alguien que había consumido esos sentimientos.

Porque para Nicolás simplemente era una sustituta.

2 meses atrás...

La fiesta se encontraba en pleno auge, algunas personas se hallaban bailando en la pista de baile, otras simplemente conversando mientras bebían, en fin, el ambiente en general se sentía ameno.

Al mirar a mi hermana Emilia en el centro del salón junto a Max no pude evitar sentirme feliz, al ver que todo marchaba bien.

— Georgina, ¿bailamos? — mencionó alguien detrás de mí.

Al girar me di cuenta de que era mi mejor amigo Daniel, al que llamaba de cariño Dan. Él había sido mi mejor amigo desde siempre, en algún momento de mi vida tuve un pequeño flechazo con él, sin embargo, tuve que desistir debido a su orientación sexual.

Dan se veía bastante guapo, tenía una espalda ancha y cintura estrecha que envidiaba, sus ojos color cafés se veían brillantes mientras esperaba mi respuesta.

— ¡Sí! ¡Vamos, Dan! — contesté alegre antes de arrastrarlo a la pista de baile en donde moví mis caderas al son de la música.

No sé por cuánto tiempo bailé, pero, tuve que parar debido a las inmensas ganas de orinar.

— Voy al baño — informé antes de alejarme de Dan.

Caminé tratando de no tropezar con las personas alrededor hasta llegar al baño. Mientras caminaba pensé que si está fiesta hubiese sido hecha en casa como mi madre lo había sugerido hace tiempo hubiese terminado al ver todas las cosas desordenadas que hacían, si solo llegar al baño era toda una odisea debido a las personas que se encontraban fumando, o teniendo sexo en zonas no aptas para hacerlo, sin duda alguna mi madre hubiera puesto el grito en el más allá, gracias al cielo, decidimos alquilar un espacio lejos de los ojos ansiosos de nuestra madre.

Cuando salí del baño no encontré a Dan por ningún lado, tal vez se había ido con algún chico al azar, él era el tipo de persona que hacía amigos rápidamente.

— Georgina, ven te presento a alguien — gritó mi hermana desde algún lugar.

Emilia se veía radiante con su vestido blanco, su pequeña nariz junto a sus grandes ojos de color azul la hacían ver como una muñeca a pesar de su edad.

— Ya voy — grité antes de acercarme a ella.

A su lado se encontraba Max Rinaldi su novio y tal vez futuro esposo.

Max era alto quizás de 1.80 cm, de hombros anchos y piernas largas. Él tiene un aspecto fornido que lo hace parecer como alguna especie de oso, sin embargo, los hoyuelos en sus mejillas pálidas y labios rojos lo hacían ver bastante atractivo.

Pero...

El otro hombre que se encontraba al lado de mi hermana era de un tipo de belleza superior, no pude emitir ni un sonido al ver su aspecto que denotaba sensualidad. Aquel par de joyas que tenía por ojos eran de un color gris casi translúcido, sus pestañas espesas, su mandíbula cuadrada y esa sonrisa atrevida que poseía hacía que pareciera que te estaba haciendo una invitación a pecar. Y ni hablar de su altura, podía ver a muchas señoritas mirarlo con la boca abierta, yo era una de estas.

Claramente, este hombre parecía un dios griego que había bajado del Olimpo a la Tierra.

— Este es Nicolás Caruso, un amigo de la secundaria que recién regreso al país — presentó mi hermana risueña — Nicolás esta es mi hermana Georgina, la niña que te tiro agua cuando viniste a visitarnos aquella vez — anunció haciendo que me quedara con la boca abierta porque yo no recordaba esa escena, tampoco deseaba hacerlo porque podría morir de la mortificación.

— Encantada — dije tratando de no verme para nada perjudicada debido a aquella presentación demasiado ofensiva.

Nicolás tomó mi mano de manera galante y se la llevó a los labios.

— El placer es todo mío — comentó mirándome con una intensidad atrayente.

Era imposible no sentirme enamorada al verlo.

— ¡Oh! Ya casi es hora — mencionó Max antes de alejarse con rumbo desconocido.

— ¿Qué le pasó? — cuestioné intrigada.

— No lo sé, pero, dijo que me daría una sorpresa, supongo que lo hará ahora — comentó mi hermana con una sonrisa en sus labios.

De pronto, las luces del salón se apagaron haciendo que el sonido de la música estrepitosa desaparezca, en la oscuridad del salón las cuerdas de una guitarra empezó a sonar, la melodía que se escuchaba fue acompañada de la voz rasposa de alguien.

Cuando las luces volvieron a encenderse pude ver a Max cantando en el escenario improvisado mientras tocaba la guitarra.

— ¡Esa es nuestra canción! — exclamó mi hermana con alegría antes de ponerse a tararear.

— ¿Fuck Love? — cuestionó Nicolás algo confundido.

Yo también tenía esa duda.

— No lo entenderían, pero, cuando nos conocimos esa canción fue un detonante para que empecemos a salir — alegó risueña.

Cuando Max terminó de cantar, tomó el micrófono y miró directamente hacia donde nos encontramos.

— Emilia, sé que soy un poco idiota y a veces te se hacer rabiar, pero, debo decirte que te amo demasiado y no veo mi vida sin ti — dijo con voz temblorosa antes de acercarse con pasos rápidos hasta donde estaba mi hermana para luego arrodillarse.

— ¡Oh, no! — susurré como si yo fuera la persona a la que le estaban proponiendo.

— ¿Aceptarías casarte conmigo? — cuestionó mientras sacaba un anillo con un diamante gigante que brillaba más que mi futuro.

— ¡Sí! — respondió mi hermana mientras se colocaba ella misma el anillo — ¡Sí! — repitió sonriente.

Max se levantó del suelo para luego abrazar a mi hermana de manera dulce y darle un beso que no era para nada apto para que lo vea ningún niño.

— ¿Ellos se van a casar? — cuestionó Nicolás con voz suave haciendo que lo miré.

Él se veía algo asombrado.

— Han sido novios desde la secundaria, han estado juntos cerca de 7 años — contesté alegre — Sin duda alguna, ellos dos son la definición del amor — respondí con voz soñadora — Yo quisiera tener un amor como el de ellos — susurré en voz baja.

— ¡Oh! — contestó Nicolás mientras le daba un sorbo a su copa — ¡Sí, lo son! — exclamó con una expresión indescriptible.

Al ver su endiablado rostro no pude evitar morderme el labio.

Él es tan sexy, hasta su forma de beber es magnífica.

Nicolás hacía que me sintiera como una polilla que va directo a las llamas a pesar de que sabe que se va a quemar.

Después del anuncio que hizo Max la fiesta se descontroló totalmente. No supe en qué momento saqué a bailar a Nicolás aunque este se mostró algo renuente, tampoco estaba segura si él fue el que me besó primero o fui yo la que lo inició. Pero, besar su boca se sentía como tocar el cielo, sus besos eran ardientes, sabían a fuego y lava.

Luego no supe nada...

Cuando desperté a la mañana siguiente me sentí algo desorientada, me dolía la cabeza, no, me dolía el cuerpo entero, sentí como si un camión me hubiera atropellado. Sin embargo, no pude evitar sorprenderme al notar mi desnudez.

¿Qué había pasado? ¿Qué pasó anoche?

De repente, algunos recuerdos dispersos llegaron a mi mente.

¡Oh, no!

Miré detenidamente al hombre que se encontraba acostado a mi lado, el hombre al que le di mi virginidad, aunque él me gustaba demasiado y quería que se enamore de mí. Acostarme con él no estaba en mis planes. Mientras le suplicaba al cielo para que no se despierte me deslice de la cama antes de ponerme rápidamente el vestido rojo y escabullir mi escuálido trasero de la habitación.

Por suerte había venido en un auto, porque sería terrible si mi hermana o alguien más me viera en estas fachas, ya de por sí me sentía tan avergonzada.

Inhale y exhale varias veces antes de conducir el auto, aunque me sentía algo incómoda, no había nada que un buen baño y una noche de sueño lo arreglara.

Cuando llegué a casa traté de hacer el menor ruido posible antes, pero, fue inútil mi madre de igual manera me descubrió.

Trate de mantener una expresión seria, pero al ver la mirada de desaprobación de mi madre la cual me había acompañado durante casi toda mi vida me deprimió.

— Georgina, ¿qué son estas horas de llegar? Tu hermana llegó a las dos de la mañana como lo prometió, mientras que tú amaneciste quien sabe en donde y con quien — reclamó con las manos en la cadera — ¿Por qué no eres como Emilia? Hasta cuando tendré que soportar tu actitud inmadura, a tu edad Emilia ya había terminado sus estudios universitarios y estaba iniciando su postgrado mientras que tú solamente piensas en divertirte — señaló haciendo que bajara la cabeza.

Solo escuché sus reclamos sin decir nada por qué no valía la pena, en el pasado había tratado de explicar, de defenderme, pero, era algo inútil.

La mujer alta delante de mí y de mirada fría no escuchaba de razones porque para ella siempre sería una mancha, la oveja negra de la familia que no era tan perfecta como mi hermana Emilia.

— ¿Qué está pasando? — cuestionó mi abuelo confundido detrás de mi madre — ¿Por qué están discutiendo?

Mi abuelo tenía 76 años, aunque era un poco mayor él luce como si solo tuviera 50 años.

— Tu nieta que anda de zorra — señaló mi madre haciendo que quisiera protestar por sus palabras hirientes — Y no digas nada que los chupetes en tu cuello hablan por sí mismo — recalcó seria — Anda, entra rápidamente y báñate que hueles a degeneración.

— Buen día, abuelo.

Con algo de vergüenza saludé a mi abuelo antes de alejarme de ellos.

Desde la distancia podía escuchar el chasqueo de lenguas tanto de mi madre como de mi abuelo.

— Te lo dije que este día llegaría algún día, ja, cosechas lo que siembras — murmuró mi abuelo con voz ronca — Después de todo, la manzana no cae tan lejos del árbol.

Este día no podía ir más mal porque en el camino me encontré con mi hermano David el cual me dio una mirada un tanto espeluznante.

— ¿Qué hiciste para hacer enojar a mamá? — cuestionó arrugando sus cejas.

Me sentí algo intimidada por sus ojos azules y gran altura.

— Nada, ya sabes como es — musité en voz baja — Ten un buen día, hermano — dije antes de entrar a mi habitación para bañarme y dormir durante mucho tiempo, me sentía exhausta, realmente fue una noche loca.

Amaba a cada miembro de mi familia, pero, no podía evitar sentirme melancólica debido a todo el drama que tenía con mi madre.

Cuando fui al baño dejé caer el jabón debido al susto que me pegue al ver los chupetes que adornaban mi cuerpo. Ahora entendía el enojo de mi madre, parecía que en vez de acostarme con alguien había tenido una orgía.

Nicolás...

¿Qué habrá pensado cuando se levantó? ¿Pensará que soy una fácil?

No pude evitar suspirar y sentirme algo arrepentida por no haberle echado un buen vistazo a su cuerpo. Ahora solo me debía conformar con los recuerdos dispersos.

Cuando salí de la ducha me eche en mi cama sin siquiera secarme el cabello, me sentía deshecha. Sin saberlo me quedé dormida.

A la mañana siguiente desperté rejuvenecida, me coloqué una falda junto con un buzo de cuello alto.

— Buenos días — saludé con voz cantarina.

— Buenos días, hermanita — contestó Emilia con una dulce sonrisa mientras me pasaba un pan con mermelada — ¿Qué vas a hacer hoy día? — cuestionó.

— Nada — respondí mientras veía a mamá bajar.

— Es lo único que sabe hacer: nada — señaló mi madre desde las escaleras — No sirve para estudiar, no sirve para nada, es una inútil.

— Mamá no digas eso, a Georgina le va bien como escritora — señaló mi hermana con una expresión seria — Sí ella quiso abandonar sus estudios para perseguir su sueño de ser escritora, no debemos inmiscuir nuestras narices — comentó.

— ¿Escritora de libros homoeróticos? — negó con la cabeza — ¿Cómo puedo siquiera hablar de lo que escribe?

— Ya mamá, ven toma tu pan — comentó mi hermana con una expresión triste.

Le di una sonrisa tranquilizadora mientras pensaba como ella era la única persona de mi familia que apoyaba mis sueños. Bueno, ella y mi papá que ahora se encontraba en un viaje de negocios, si no fuera por ellos hace mucho tiempo me hubiese ido de la casa.

— ¿Y tú anillo? — cuestionó mi madre con suspicacia — ¿Por qué no lo estas usando?

Mi hermana sonrió de manera dulce antes de hablar.

— Es demasiado grande el diamante así que decidí guardarlo en mi cuarto — respondió.

— Max es un excelente partido — comentó con voz suave — Siempre serás mi orgullo, has sido buena desde pequeña, siempre sacando las mejores notas, siempre siendo la mejor, también supiste elegir muy bien a la persona que va a ser tu compañero, sin duda alguna un ganador en la vida — comentó mientras me miraba — No como otras que quizás terminen casándose con un muerto de hambre o algún homosexual en el armario.

— Ya basta, mamá — gritó mi hermana haciendo que casi riegue la leche que mantenía en mi boca — Deja de tratar mal a Georgina, ella es tu hija, no la menosprecies en cualquier oportunidad, tampoco la compares conmigo en cualquier ocasión, no es justo para ella, ni para mí, aunque ella diga que no le importa, sé que lo hace, si sigues así solo harás que ella me odie.

Mi mamá arrugó las cejas antes de resoplar.

— Te preocupas tanto por ella — sentenció antes de tomar un sorbo de leche.

Mi hermana tenía razón, aunque hace mucho tiempo me había dejado de importar lo que decía mi madre no podía evitar sentirme herida cada vez que me llamaba inútil o me hacía sentir menospreciada.

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Comments

Jesus Castro Montero

Jesus Castro Montero

Pobre Georgina debe vivir sola y ni con sus padres eso ke hace mucho daño y ahora que hara Georgina si ya se acosto con Nicolas y seguro que el mi siquiera piensa en Georgina muy buena novela

2024-11-14

1

Bella Maldonado Beltran

Bella Maldonado Beltran

Nicolas seguro está enamorado de Emilia ,solo espero que no juegue con Georgina

2024-09-10

0

Martha Gomez

Martha Gomez

Si, demasiada dulzura, por parte de la hermana y la mamá...una bruja.

2024-06-19

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