Capítulo 13

La vida realmente era una jodida montaña rusa de emociones, en un momento te encontrabas siendo la persona más feliz del mundo y luego de un momento a otro te convertías en la más miserable e infeliz.

Yo me sentía así en este momento.

— ¿Así que ya no piensas volver a tu casa? — cuestionó Dan con una mirada llena de escrutinio.

Lance un suspiro antes de contestar, ya hace mucho tiempo la taza de té de manzanilla se había terminado.

— Nunca fue mi casa — respondí con voz queda — La mayoría del tiempo la pasé siendo infeliz, no quiero volver ahí, no quiero seguir en aquel círculo vicioso.

Dan se acercó a mi lado y me dio un abrazo de oso, de esos que te hacen sentir segura y te hacen pensar que todo estará bien, sin embargo, era consciente de que nada salía bien en mi vida.

Después de todo me enamoré como una estúpida de alguien, fui demasiado vanidosa al creer que él podía llegar a amarme alguna vez y ahora que el peso de la realidad me golpeó con fuerza, no sabía que hacer con toda la maraña de emociones que guardaba en mi interior, sinceramente estaba tan confundida y tan dolida.

Aun cuando cerraba los ojos podía ver el rostro lloroso de Nicolás mientras susurraba su amor hacía mi hermana. Quería dejar de torturar mi mente, pero, me era imposible no hacerlo.

— Tienes razón, G — susurró Dan dándome una mirada amable — Ya sabes siempre puedes contar conmigo.

— Lo sé — susurré queriendo preguntarle lo que había visto hace un par de horas atrás, dude durante algún tiempo sin atreverme a hacerlo debido a que quería que fuera él la persona que me lo contará — Tú también puedes contar conmigo, ya sabes — dije mirando fijamente el café de sus ojos.

Dan me contempló durante algunos segundos que se sintieron eternos antes de resoplar. Justo cuando él iba a hablar mi celular empezó a sonar de manera descontrolada, al ver el identificador de llamada noté que era Nicolás Caruso. Con una punzada de dolor en el pecho rechacé su llamada, pero, parece que él esperaba que le contestara el celular porque volvió a marcar, cuando le colgué por tercera vez, mi celular me fue arrebatado de las manos, miré con algo de asombro como Dan se llevaba el celular a su oído antes de mirarme, creí que él iba a hablar, sin embargo, en el último momento le puso el altavoz.

— ¡Georgina! — proclamó Nicolás — Necesitamos hablar...

— Ya Georgina dejó las cosas claras contigo, no, tu maldito infeliz las dejaste bien claras, así que deja de llamar a G, olvídate de ella como ella se olvidará de ti — dijo Dan interrumpiendo lo que Nick iba a decir.

— Pásale el celular a ella, necesito hablar con ella — pidió Nicolás con un tono de voz algo irritado.

— Ella está escuchando, sin embargo, no quiere hablar contigo — replicó Dan con los dientes apretados haciendo que lo miré con estupefacción debido a la forma en la que hablaba — No la vuelvas a llamar, bastardo porque no te gustará lo que te podría pasar.

— Georgina, escucha debemos hablar, por favor, déjame explicarte...

Nicolás no terminó de hablar, ya que la llamada fue cortada de una manera para nada amable.

— Ni se te ocurra contestar sus llamadas o reunirte con él, sé que eres algo indulgente y perdonas con facilidad, pero, no puedes dejar que este tipo te engañe con sus mentiras, ya tienes suficiente mierda con lo que le pasa a tu maldita familia para que venga a echarle más leña a tus problemas — escupió Dan con ira mientras apagaba mi celular debido a que había empezado a sonar de nuevo.

— No te preocupes, no tengo la intención de volver a reunirme con él — susurré con melancolía — No seré débil, además no tiene nada más que explicar, ya todo quedó claro.

Entendí que él nunca podrá amarme.

Lo hice.

Así que ya no guardo falsas ilusiones de cuentos de hadas.

Dan suspiró mientras encendía el televisor haciendo que sintiera un escalofrío.

— Vamos a ver un par de películas, creo que necesitas una buena dosis de realidad para despreciar a aquel tipo — señaló mientras navegaba en su celular.

— No vamos a ver películas de tragedia ¿Cierto? — cuestione mientras trataba de parecer normal, la última vez aquellas películas me ayudaron a avanzar, sin embargo, esta vez no creí que fueran a hacer algún efecto.

Sí ya de por sí me sentía mal, al ver escenas desgarradoras sentí que podría agarrar papel higiénico y ahorcar mi frágil cuello en el proceso.

— Claro que no, esta vez vamos a ver algo mucho mejor — musitó con una sonrisa ladina — Vamos a ver un montón de empoderamiento femenino, aquí hay una lista de 5 películas de mujeres valientes que desafiaron su destino y convirtieron sus tragedias en éxitos, creo que necesitas una buena dosis de estas películas mi querida G.

Miré la lista de películas y me quedé impactada con los títulos, el más normal era el de la cenicienta que no tuvo su final feliz, los demás sonaban como películas +18.

— La primera dama necesita un azote — señalé con la cara llena de intriga — ¿Seguro que son películas "normales"?

— Obvio, si no te gusta que tal si vemos esta — dijo mientras me mostraba la imagen de una chica rodeada de cuatro tipos extraños.

— Seduje a los villanos y ahora soy la reina — comenté con ligereza mientras pensaba que ninguno de los títulos me convencía realmente — Tú eres el experto, pon cualquiera.

Y así fue como descubrí un mundo totalmente nuevo, con cada película que observé pude sentirme un poco tranquila, supongo que esa era la magia de Dan, porque al ver como muchas de aquellas heroínas después de ser ultrajada, utilizadas y humilladas, lograron vengarse de sus verdugos hasta obtener un final feliz, fue algo que me lleno de satisfacción, además de que dentro de mí sentí que algo iba cambiando.

Quizás me di cuenta de que al final de la tormenta siempre sale el arcoíris y que a pesar de que en este momento me sentía mal podía encontrar mi razón de existir dentro de los escritos que escribía.

— ¿Te sientes mejor? — susurró Dan mientras le daba un mordisco a un pedazo de pizza que había pedido hace un par de horas — ¿Te das cuenta de lo que vales?, aprende de ellas y no seas patética mendigando cariño.

— Yo no ando mendigando cariño — repliqué refunfuñando.

— ¿Quieres que te haga la lista? — refutó como si fuera la voz de mi conciencia, aunque pensándolo bien, Dan prácticamente lo era, él era la persona que siempre estaba llenando de consejos mi pequeña cabeza, la persona que me daba apoyo en mis momentos tristes, él que siempre estaba ahí para mí.

— ¿Por qué no eres hetero? — cuestioné haciendo un puchero — Eres demasiado perfecto para ser real.

— Me haces reír — se rio a carcajadas — Por eso solo puedes salir conmigo en tus sueños.

— Eres tan malo — señalé.

— Pero, te quiero, siempre lo haré, así como tu hermana Emilia te quiere, así como tu padre te quiere y así como David te quiere — sentenció con un aire lleno de cariño — Por eso no debes mendigar el cariño de nadie, ni el de la prejuiciosa de tu madre, ni el del imbécil del tal Nicolás.

Al mirar los ojos serios de Dan no pude decir nada, es verdad que en el pasado estaba tan necesitada de cariño que con una migaja me conformaba, es verdad que debido a lo hambrienta de amor que estaba no supe darme mi lugar, es verdad que era patética al entregarle tan rápido mi corazón a un chico al azar solo porque me pareció irresistible, sin saber que era el mismo diablo encarnado.

Por algo dicen que Lucifer fue el ángel más hermoso del cielo.

Negué con la cabeza al pensar como las apariencias engañan realmente, a veces juzgamos sin conocer realmente el alma de las personas, a veces ves a alguien con unas fachas terribles lleno de tatuajes y aros y tenemos la idea preconcebida de que no es una buena persona cuando puede ser un ángel bondadoso, así como a veces al ver un rostro angelical con ropas caras y sonrisas falsas pensamos que es una persona justa y amable cuando en su interior puede ser un demonio atroz.

— Gracias — susurré mientras lo observaba.

De repente el celular de Dan empezó a sonar, al principio colgó, al ver su rostro serio, tuve la ligera sospecha de que la persona que lo estaba llamando era mi hermano David. Otra vez el celular de Daniel empezó a sonar causando que lo miré con curiosidad.

— Deberías contestar, parece que es urgente — señalé.

— No — contestó Dan — No lo creo.

Aunque colgó un par de veces más la persona que lo llamaba parecía no entender la negativa así que no le quedó más remedio a Dan que contestar el celular.

Mi querido y poco convencional amigo se alejó de mí antes de entrar a su habitación.

Cuando estuvo algo lejos pude respirar con tranquilidad, me acerque a la ventana de su pequeño departamento mientras veía el cielo, el cual se encontraba de un color celeste haciendo que el sol se viera brillante como si fuera la única estrella en medio del mar.

No pude seguir mirando el cielo debido a la salida estrepitosa de Dan, su expresión se veía sería, como si algo malo hubiera ocurrido.

— ¿Qué pasa? — cuestioné intrigada.

— No quiero ser portador de malas noticias, pero, G, necesitas mantener la calma.

— Me estás asustando — dije con la voz quebrada — ¿Qué pasó? ¡Habla ahora!

Mientras llegaba al hospital de la mano de Dan hasta la puerta de la sala de espera en donde el me dejó sola debido a que su presencia en sí no le gustaría a mamá, recordé como si fuera alguna clase de maldición las palabras que me había dicho en aquella habitación acogedora que de un momento a otro se sentía llena de desolación.

Negué con la cabeza, tratando de calmar mi mente, pensando que todo esto era falso, que quizás, solo quizás el doctor se había equivocado, no, espera, que las personas que llamaron se habían equivocado y que la persona que se encontraba con su vida pendiente de un hilo no era mi hermana Emilia.

— Max y Emilia sufrieron un accidente en la tarde, ellos iban de camino a su luna de miel, sin embargo, su auto falló, dicen que los freno no funcionaron y se estamparon contra un tráiler, Max está en cuidados intensivos, aunque él era el que estaba manejando no resultó tan herido como Emilia, ella... ella puede perder a su bebé, G, la están operando en este momento, dicen que tal vez no despierte, su vida pende de un hilo — me informó Dan con los ojos cerrados.

Yo escuché lo que dijo pero no podía asimilar las palabras, era como si hubieran perdido el sentido.

Estaba en shock.

Sí.

Lo estaba.

Ayer ella estaba bien, radiante como solo ella suele ser, llena de esa luz que siempre brilla hasta en las situaciones más oscuras, así que no entendía como es que ahora ella estaba...

Me arrepentí como nunca el haber discutido con ella, él haber dicho que estaba cansada de ser su hermana.

No pude evitar sentirme culpable al pensar en aquellas palabras, la culpa me carcome las entradas, aunque sabía que estaba siendo loca no pude dejar de pensar que aquellas palabras que lancé al azar fueron como un presagio de mala fortuna para Emilia.

— ¡Mi hija! ¡Mi hija! — gritaba mi mamá en medio de la sala de espera.

— Cálmate mamá todo va a salir bien — consoló mi hermano, a su lado mi padre mantenía una expresión seria, pero, al ver sus manos temblar supe que él estaba de todo menos tranquilo.

— ¿Qué le pasó a mi hermana? — cuestioné con la voz rota.

Pero...

Creo que mi presencia en este momento no era necesaria, no, lo era.

— Ya se te cumplió tu deseo, estarás feliz, dijiste que estabas cansada de ser la hermana de mi niña y mira como resultó — exclamó mi mamá con el rostro desencajado mientras sujetaba mis brazos — Siempre has sido como una maldita estrella de la mala suerte trayendo desgracias, tu nacimiento fue un sinónimo de desgracia — proclamó.

Me dije a mi misma que no escuche sus palabras que ella solo estaba descargando sus frustraciones conmigo así como yo lo hice con Emilia, que nada de lo que salía de su boca era cierto, que ella estaba triste y enojada por todo lo que había sucedido, realmente intente muy duro de lavarme el cerebro, buscando justificar sus palabras y sus acciones, que casi creí que mis pensamientos eran la verdad.

— Mamá, me lastimas — susurré intentando alejarme de ella debido al fuerte agarre que mantenía en mis hombros.

— ¡Suéltala, mamá! — comentó David — Ella no tiene la culpa...

— Claro que la tiene siempre la tiene — replicó mi mamá con una expresión distorsionada.

Ella parecía una loca, era como si estuviera enloqueciendo.

— Lidia, cariño, suelta a Georgina — mencionó mi padre con una voz llena de impotencia — Ella es nuestra hija — añadió haciendo que mi madre negara con la cabeza como si lo que acabará de decir no fuera cierto.

— ¡Mamá! — mencioné con voz queda.

— ¡Sí! Es mi maldita hija y me arrepiento de no haberla abortado, mira como esta Emilia por su causa — comentó con el rostro desencajado.

— Solo, sueltala, cariño, mi solecito está asus...

— No le digas así, no le digas así, ella no es tu hija, Julian — gritó haciéndo que la mire con los ojos llenos de asombro — ¿Por qué la sigas tratando como si lo fuera? Deberías odiarla así como lo hago yo, deberías odiarla, ¿por qué no la odias? Ella es el fruto de mi traición.

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Comments

Adry Cuéllar

Adry Cuéllar

Yo crei que era producto de una violáceo y mira nomas .

2024-03-02

2

Bella Maldonado Beltran

Bella Maldonado Beltran

esto no lo esperaba ,pense cualquier cosa menos que no fuera el papá.,pero que culpa tiene georgina .si fue ella que engaño al papá .maldita vieja asi manipula a todos sus hijos

2024-02-27

1

Maura Pericana

Maura Pericana

muy cierto G lo que te dice Dani

2024-01-09

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