Capítulo 6

No me sentía bien, no lo estaba, las palabras que me dijo mi madre aún mellaban en mi mente como un bucle sin fin. Cerré los ojos antes de suspirar de manera melancólica. Miré las palabras que había escrito antes de levantarme de la cama.

Aún me debatía entre bajar a cenar junto a los Rinaldi o quedarme en el interior de mi habitación, el único lugar que me hacía sentir segura.

Ciertamente, sabía que la empresa no estaba bien, no había liquidez, papá necesitaba de manera urgente nuevos inversores, aunque aún no habían hablado de ese tema con el novio de mi hermana, mamá daba por hecho que ellos nos iban a ayudar, sin embargo, yo no estaba tan segura.

Al pensar en Ángelo Rinaldi sentí náuseas debido a que claramente el tipo no era una buena persona, era un idiota en todo el sentido de la palabra, alguien que solo pensaba con su entrepierna, solo imaginar que tenía que ser amable con él me estaba dando un dolor de cabeza.

Contemplé mi reflejo en el espejo por un momento pensando las razones por la que ese tipo se había fijado en mí.

Yo no era alguien humilde, sabía muy bien que era bonita, pero, había miles de chicas más y mejores que yo.

Al mirar mi largo cabello negro que posaba en mi espalda como alas de cuervo, me sentí feliz por todo el tiempo que lo había cuidado hasta obtener este resultado. El vestido blanco que me había dado Nicolás me hacía lucir como una muñeca, al ver mi reflejo sentí que podía salir de la sombra de mi hermana Emilia y disfrutar de todas las cosas que me había prohibido debido a mi temor a siempre ser comparada con ella.

¡Ah!

Miré la hora en la mesa de noche, el reloj marcaba las 5 pm, era un poco tarde, decidí asearme, aunque me encontraba algo renuente a bajar debía ir, al menos hasta que se case mi hermana.

Cuando baje, ya todos se encontraban reunidos en el salón.

Emilia usaba un bello vestido blanco que le llegaba hasta las rodillas, a su lado Max se cernía como una especie de guardián al menos a mí me daba ese tipo de vibra, todos se veían animados, pronto supe la razón.

— Hemos decidido casarnos dentro de un mes — comentó mi hermana con voz dulce.

— Eso es demasiado rápido — comenté mientras bebía un sorbo de jugo haciendo que mi hermana me mire con culpabilidad — ¿Estás embarazada? — cuestioné.

— No seas imprudente, Georgina — resoplo mi madre — Aunque es poco tiempo creo que podemos realizar una boda fabulosa.

— Yo seré el padrino de bodas — comentó Ángelo con una sonrisa ladina antes de posar sus ojos sobre mí — Y tú serás la madrina.

Ante las palabras que salían de sus labios solo pude abrir los ojos con asombro debido a que mi hermana nunca me lo dijo, bueno, en realidad, creo que no tuvo el tiempo de hacerlo debido a que todo estaba sucediendo demasiado precipitadamente.

— Estaría encantada — comenté mientras veía los ojos dulces de mi hermana.

— Gracias, Georgina — dijo Emilia con una sonrisa.

Aunque pensé que la cena iba a ser otro campo de sura, pero, no fue así, todo estaba remotamente tranquilo que daba un poco de miedo.

— El sábado será la fiesta de compromiso — comentó Max con una voz animada.

Ciertamente, nada podía sacar de mi cabeza que Emilia estaba embarazada, después de todo, esa era la única razón justificable para su apremio por casarse tan rápido.

Luego de aquel episodio Emilia salió a con Max dejándome a solas con mi madre y Ángelo.

El chico de ojos cafés sentado al lado mío me hacía sentir incómoda cuando me miraba de manera fija. Mientras buscaba una excusa para regresar a mi habitación, aquel sujeto detestable colocó una de sus manos sobre mi pierna mientras conversaba con mi madre de manera amena.

Negué con la cabeza, en mis labios el sabor del chocolate me supo amargo, intente calmarme, lo hice, pero, me fue una tarea imposible porque cuando Ángelo deslizó su mano de una manera que no era para nada amable no pude contener mis emociones así que sin miramientos utilice el tenedor que mantenía en mi boca para apuñalar su asquerosa mano.

— ¡Auch! — exclamó.

— ¿Qué te pasó? — cuestioné cómo si yo no hubiese sido la persona que apuñaló su mano.

— Nada — respondió con voz fría — Ya es hora de que me vaya — añadió antes de levantarse.

— Georgina, acompaña al joven Ángelo a la puerta — ordenó mi madre.

Sin embargo, antes de que protesté, Ángelo se negó.

— No se preocupe Sra. Rizzo conozco el camino — mencionó, aunque su rostro se veía oscuro, no, más bien siniestro.

Cuando estaba a punto de salir me miró fijamente haciendo que sienta escalofríos antes de darme una sonrisa que solo indicaba perdición.

Le devolví la mirada sin temor alguno para indicarle que no me daba miedo, que no le temía, que podía contemplar mi aspecto, pero, yo no me iba a amedrentar.

— Ten un buen viaje — dijo mi madre con una sonrisa amable, una que nunca me había dedicado a mí.

Guardé un suspiro y me levanté de la mesa con una expresión indescriptible.

— Me retiro — informé.

Mi madre ante mis palabras solo levantó una ceja mientras seguía bebiendo su taza de té.

Era como si lo que hiciera o dejara de hacer no le importara nunca más.

Subí a mi habitación con miles de pensamientos, me eché en la cama mientras recordaba las palabras que me había dicho mi madre como la masoquista que era. Encendí mi laptop antes de empezar a escribir algo diferente de las novelas homoeróticas que estaba acostumbrada a escribir. Seguí escribiendo por un largo tiempo, cuando estaba llegando a un punto muerto en el que no sabía que hacer con los protagonistas mi teléfono empezó a sonar.

— Hola — contesté con una sonrisa de oreja a oreja.

— ¿Qué estás haciendo? — cuestionó Nick con aquella voz profunda que tanto amaba.

— Escribiendo — respondí dándome un golpe mental debido a que debí haber dicho algo más atrevido — ¿Y tú?

— Leyendo lo que escribes — sentenció dejándome impactada — Aunque debo decir que tienes un gran talento.

— Gracias — musité con las orejas sonrojadas — Aunque escuchar que lees historias BL es algo que no me lo hubiese imaginado.

— No las leo — comentó con ligereza — Está es mi primera vez.

Luego de aquellas palabras no supe que decir, la línea cayó en un silencio muerto en donde solamente podía escuchar el sonido de nuestras respiraciones.

— Quiero verte — musité en voz baja esperando que no interpretara mis palabras como un té extraño.

— ¿Y qué estás esperando? — cuestionó con voz grave.

Después de esas palabras acordé reunirme con él antes del fin de semana.

Cuando la llamada termino no pude evitar revolcarme en la cama como una niña pequeña.

Me sentía feliz, esperaba que esta felicidad no tenga una fecha de caducidad o sea de corta duración, tampoco quería que después me traiga una gran cadena de amargura.

Los días pasaron lentamente, al menos así lo sentí, en las mañanas escribía o salía a encontrarme con Dan que ahora se encontraba viviendo en el centro de la ciudad, por las tardes ayudaba a mi hermana a preparar su boda y en las noches cuando todo estaba oscuro y no había luz le dedicaba mi tiempo a Nicolás.

Las noches eran mi tiempo favorito.

Él y yo conversamos de muchas cosas, no habíamos podido reunirnos porque él se encontraba fuera del país debido a algunos negocios, así que solo podía esperar a que regrese, sin embargo, estar alejados no fue ningún impedimento para que esta relación que se estaba gestando bajo algunas normas no tome un ritmo diferente.

Nicolás se mostraba atento, hablaba de muchos temas al azar, me preguntaba por mi día, sobre cosas de mi infancia, que a veces su interés me hacía pensar que él realmente en algún momento podía llegar a amarme.

Yo quería destruir las paredes alrededor de su corazón para que pueda dejarme entrar, para sanar su dolor.

Era demasiado ingenua aun creyendo en cuentos de hadas.

Cuando regreso al país lo fui a esperar al aeropuerto, fue una sorpresa que preparé, al verlo mi corazón empezó a latir de manera desordenada, lo había extrañado, no sabía como, pero, Nicolás se había metido debajo de mi piel de una manera que a veces me encantaba y otras me aterraba.

Aunque llevaba poco tiempo de conocerlo, pero, para el amor no hay tiempo perfecto, solo sucede y aunque podía parecer una tonta por enamorarme tan rápidamente de él, no podía negar la avalancha de sentimientos que Nick despertaba en mí.

— ¡Sorpresa! — exclamé haciendo que sonría.

— ¡Georgina! — proclamó — ¿Qué haces aquí?

— Vine a recibirte — mencioné mientras depositaba un beso en su mejilla — ¿No es bueno ver que alguien espera por ti?

— Es una grata sorpresa — agregó mientras tomaba mi mano — Estoy algo cansado, vamos a comer.

— Has estado en el avión durante mucho tiempo, así que no debes comer comidas pesadas — titubee mientras evitaba sus ojos — Hice un poco de comida para ti, pero, no esperes mucho porque no sé cocinar muy bien, no, mejor no lo comas y vamos por comida.

Nicolás se río antes de besar mi frente.

— Estaría encantado de comer algo que han hecho tus manos — suspiro — Sería todo un honor para mí, nena.

No sé qué fantasma me poseyó para decidir traer algo de comida para él, tal vez fueron los miles de artículos que había leído en Internet en donde explicaban que la mejor forma para llegar al corazón de un hombre era la comida y el sexo.

Por decisión unánime decidimos ir a su departamento, cuando llegue noté que todo estaba tal como había recordado, aún podía sentir el aire hogareño que denotaba cada parte de su casa.

Al momento de servir los alimentos que había preparado contuve el aliento mientras un aire lleno de expectación me invadió.

— ¡Sabe bien! — alabó.

— Come más — añadí colocando un panecillo de queso en su plato.

Al ver que se comió todo lo que había traído me sentí satisfecha que no pude evitar soñar despierta mientras me perdía en el gris de sus ojos.

— Sí sigues mirándome así pensaré que quieres...

Nicolás no pudo terminar debido al mensaje que llegó a su celular, el timbre era algo diferente de los que había escuchado en el trayecto del viaje, no, creo que estaba pensando demasiado.

Parece que sea lo que sea que leyó no le gustó porque todo rastro de sonrisa desapareció de sus ojos.

— ¿Malas noticias?

Nicolás negó con la cabeza mientras me atraía a sus brazos.

— No, es solo una estúpida invitación a la que no asistiré — comentó con ligereza.

— Por cierto, hablando de invitaciones, mi hermana va a celebrar su compromiso mañana — mencioné con alegría — Ella se va a casar dentro de un mes, aunque no me ha dicho creo que ha de estar embarazada, mi mamá nunca permitiría que se case tan rápido si no fuera por eso — comenté — ¿No te ha mandado invitación para mañana?

— Sí, pero no iré tengo cosas que hacer — anunció con voz cansada.

— ¡Que pena! Me hubiese gustado verte — alegué con voz mimada.

Nicolás negó con la cabeza mientras me atraía a sus brazos.

— Vamos a dormir niña malcriada — comentó haciendo que levante una ceja — Estoy muy cansado para hacer algo más chica pervertida.

— Yo no dije nada — señalé — Lavo los platos y te sigo.

— Déjalos en el lavador, después yo lo hago — dijo antes de tomar mi mano y guiarme hasta aquella habitación que en el pasado fue testigo de muchas cosas que ahora hacían arder mi cara.

Y aunque estaba algo escéptica pude ver que Nicolás era un hombre de palabra porque todo lo que hicimos en la cama fue acurrucarnos y dormir. No hubo nada indecente, solo él y yo durmiendo en los brazos del otro compartiendo un momento dulce fuera del caos que en un futuro íbamos a enfrentar.

— Ten dulces sueños — susurró.

No dije nada solo cerré mis ojos mientras pensaba que mis sueños serían dulces porque él estaría en ellos.

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Comments

Elisa Patico

Elisa Patico

Si, definitivamente está enamorado de la hermana

2024-01-19

5

Maura Pericana

Maura Pericana

cómo que quiere que se enamore de él para luego darle la estocada final

2024-01-09

1

Sol

Sol

deja mucho que pensar su actitud... le dice que no espere amor de su parte pero como la trata es como decirle... enamorate de mi y cuando lo hagas te rompo el corazón como lo hizo tu hermana con el mio...

2023-09-09

5

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