Sangre Y Hueso
La hora del té antes de ir a dormir, era un momento muy preciado para la señorita Celeste, quien preparaba personalmente aquella mezcla para tener un agradable sueño. Por lo normal no pasaba esta pequeña velada sola, ya que su sirvienta personal le acompañaba la mayoría de las veces. Aquella noche era diferente, no solo la noche si lo pensara bien, la sirvienta había estado ausente en la mansión por todo el día, aún Celeste esperó por ella pacientemente, no podía hacer nada más de todas formas.
–Si tan solo estuviera en la capital... podría acudir al teatro a ver algunas de las obras nocturnas– Pensó Celeste mientras se llevaba su copa de té a los labios, estaba algo tibio debido al tiempo que había esperado. –Pero me encuentro atrapada en esta villa con una sirvienta totalmente inútil...
Como si llamara al demonio, la puerta de la habitación se abrió lentamente, dejando ver a la figura de una chica envuelta en un pijama de seda muy parecido al de Celeste. Sin prestarle mucha atención a la mirada agobiante de su ama, la sirvienta se sentó en el borde de la cama como si fuera suya.
–¿Llegamos al punto en que te desquitas conmigo hablando a mis espaldas? No recuerdo haberte educado para que hables así.– Dijo la recién llegada, mirando a Celeste con una expresión totalmente sería. La chica por otro lado continuó bebiendo de su taza de té sin hacer contacto con ella.
–No recuerdo que me enseñaras algo, Lene. Apenas haces el trabajo por el cual mi padre te contrató.
Lene, quien recién llegaba, se encogió de hombros mientras quitaba su expresión seria a una más indiferente. –Recuerdo haberte enseñado varias cosas, pero al parecer las has olvidado casualmente. Tan poco es que importe, siempre puedo volver a enseñártelas.
A las últimas palabras, Celeste por primera vez en el día le dirigió la mirada a Lene. El ángulo de sus cejas dejaba dicho lo molesta que estaba claramente. Pensó llevarse la taza a sus labios, pero se percató que ya estaba vacía. –Llegas tarde, apenas queda té... Eso no importa ¿Dónde estuviste todo el día? Desde la mañana desapareciste, las demás sirvientas estaban ocupas limpiando la casa por lo que tuve que apañármelas sola...
–Me disculpo por aquello, mi hermosa dama.– Lene se levantó de la cama realizando una leve inclinación con su brazo por delante, como hacían los nobles frente a otro. –Esta sirvienta inútil suya tuvo mucho trabajo que hacer. Podría perdonarme.
–No estamos en una obra de teatro para que dramatices...
–Si mi señora quiere el teatro citadino, haré todo lo posible para traérselo hasta sus pies– Esta vez Lene sonrió, encantada de ver la expresión molesta de su ama, pero de cierta manera reflejaban que ninguna de sus palabras eran mentiras.
–Entonces escuchaste todo desde el inicio, pudiste entrar y tomar una taza conmigo cuando el té aún estaba caliente– Celeste se levantó del asiento para acercarse hasta su sirvienta, quien aún permanecía inclinada.–Te perdono, pero debes contarme sobre el trabajo que tuviste hoy.
Celeste posó suavemente sus manos en las mejillas de Lene, levantando su rostro para poder mirarla fijamente. Sabía lo buena que era su sirvienta esquivando preguntas que no quería responder y desviando los temas a su favor. Por otra parte Lene no apartó la mirada de su ama, ya que de ninguna manera quería mentirle.
–Tuve que matar a un hombre...– Finalmente dijo luego de varios segundos de silencio, los cuales parecieron una eternidad para ambas. La expresión de Celeste no cambió, simplemente se quedó mirando a su sirvienta mientras pensaba.
–¿Fue por mi padre nuevamente?– Celeste no estaba sorprendida de la respuesta de su sirvienta, de hecho, sabía que cuando se ausentaba de esa manera era debido a asuntos de carácter ilegal. Después de todo, Lene no solo trabajaba como la sirvienta personal de ella.
–Por mucho que me gustaría decir que sí, esta vez no fue debido a su padre. No me gustó la manera en que te trató ese muchacho en la academia...– Lene bajo su rostro para evitar la mirada de Celeste al dar su respuesta, sabía lo monstruosa que podía ser y que ella estaba al tanto de la situación, pero aun así no quería ser odiada por su ama. –Sé que me lo prohibiste la última vez, pero no puedo dejarlo pasar. Aceptaré el castigo que desees ponerme.
Celeste dejo a su sirvienta para sentarse en el borde de su cama. No era la primera vez que esto pasaba, tampoco la segunda, sabía que junto a ella se encontraba una asesina a sangre fría que no dudaba siquiera en matar a nobles. La razón por la que pidió a su padre, el Duque de las Tierras Ponientes, que le dejara mudarse a una de las villas secundarias era debido a su sirvienta. Después de todo, no podía separarse de ella, sus destinos estaban unidos desde el primer día que se conocieron.
–¿Desde cuándo eres castigada por mí? ¿O es que acaso has desarrollado algún gusto excéntrico en mi ausencia? Es tarde y quiero dormir, por eso te estaba esperando.
Lene levantó su mirada, la expresión de angustia finalmente había abandonado su rostro. Se acercó a la cama en un rápido movimiento, deslizándose entre las sabanas junto a su ama. –No me importaría ser castigada por ti–
–Siempre te pones rara cuando regresas a casa tarde. Duérmete, debes estar cansada y espero que mañana no esté sola en la cama.
–No, no lo estarás... pero estoy agotada...
Con estas palabras Lene quedó dormida, el día de hoy le había pasado factura. Celeste al igual que su sirvienta cerró los ojos, lo que verdaderamente necesitaba para dormir no era el té nocturno. Era aquella sirvienta de la cual estaba enamorada desde el primer día que la vio entrar en la mansión.
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Comments
estoy ocupada
Que neutralidad
2021-07-07
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