Un par de días habían pasado desde la expulsión de Lene de la villa. A raíz de este suceso los sirvientes habían estado más ocupados que nunca, en especial evitando el mal estado de ánimo de su ama. Desde que despidió a su sirvienta personal su carácter había cambiado, cada vez sonreía menos y se mantenía demasiado tiempo en su escritorio. Quien pasaba todo el tiempo con ella era el mayordomo de la villa, encargándose ambos de los asuntos con respecto a la aparición de criaturas peligrosas en la región; sin embargo, esta mañana el mayordomo trajo consigo una carta. Llevaba el sello del Duque de Tierras del Poniente, lo cual dejó con dudas a Celeste. Muy pocas veces su padre le mandaba cartas, por lo general se reunían un par de veces en el año en la mansión principal en familia. Con cierto recelo la joven utilizó el abridor para desellar la carta; el mayordomo se limitó a salir de la habitación para dejarla a solas.
"En estos últimos días me han estado llegando reportes de Buenaventura. Algunos sobre los sucesos de hace unos días, como la milicia motivada por tus palabras logró hacerse cargo del asalto nocturno y rescate de los habitantes. Pero por otra parte también han llegado noticias de mi desagrado, estos tienen relación con el fallecimiento del sucesor de la familia de Leones. Espero que sepas limpiar estos asuntos, para esto puedes disponer de las habilidades de Leneria. El tema será discutido en familia en la próxima reunión que acontecerá en un mes. Espero que para la fecha este todo solucionado."
Por último, estaba la firma del Duque de las Tierras Ponientes, Celeste acercó la carta a una vela para prenderla en fuego. El contenido de esta no debería llegar a manos de otros, por un lado, no le extrañaba que su padre asumiera que el asesinato del joven de Leones tuviera algo que ver con ella; pero que la Baronesa estableciera alguna relación era algo muy difícil. Aun así, el hecho que su padre le instara a tomar carta en el asunto significaba que habían realizado algún movimiento en la región de Buenaventura.
–Puedes entrar ya– Celeste dijo con un tono de voz apagado, llamando al mayordomo que esperaba del otro lado de la puerta. Sin hacerla esperar mucho, el sujeto de mediana edad entró al estudio y se detuvo a pocos pasos de la mesa. –Necesito que me averigües que extraño ha llegado en estos días a Buenaventura y que sucesos han ocurrido.
–Entiendo, mandaré a un grupo de sirvientes a buscar la información
–Que se encarguen de una manera discreta, en caso de encontrar algo deberán acudir inmediatamente
–Les informaré. Con respecto a los sucesos, hace dos días una de las casas del pueblo, la que está cercana al linde del bosque, fue incendiada. Mandé algunas personas a revisar los escombros, pero no habían cuerpos en el lugar.
–¡¿Cómo?! ¿Por qué no fui notificada antes? – Celeste se llevó la mano al entrecejo maldiciendo lo lento que eran sus sirvientes en hablar. –Si Lene estuviera aquí me hubiera informado aun el fuego estando vivo.
–Disculpe mi señorita. No me parecía un asunto de gran importancia, quien vivía allí era un pequeño huérfano que a duras penas sobrevivió la noche del asalto.
–Espera ¿Uno de los sobrevivientes del asalto de los trasgos? – Había algo que Celeste obvió hasta ese momento y es que su padre aún pensaba que Lene estaba con ella. –¿No ha llegado ninguna notificación de Lenaria regresando a la mansión principal?
–No ha llegado ninguna información, tampoco fue vista tomar algún carruaje de regreso. Por otro lado, cuando se marchó dejó casi todas sus pertenencias, solo salió con una maleta, la ropa fue desechada…
¿Por qué no regresó a la mansión de mi padre? A pesar de que la despedí mi padre nunca se dispondría e ella tan fácilmente ya que es un operativo valioso. Si ese incendio tiene que ver con ella podría ser problemático, que indaguen sobre su participación aquella noche la pondría en peligro. ¡¿Por qué demonios no pudo regresar en silencio?!
–Prioriza la búsqueda de Leneria, quiero saber dónde está. Dudo que decidiera marcharse a pie, por lo que debe estar en alguna parte de la región de Buenaventura.
–¿Priorizamos buscar a esa pequeña mal agradecida?
Celeste se quedó mirando sin pestañear a los ojos del mayordomo, estos no mostraban ningún ápice de confianza o empatía; en su lugar eran tan profundos y siniestros como un abismo –En este mundo solo hay una persona con el derecho de insultarla y esa persona soy yo, si quieres que tu lengua permanezca en donde esta sal de aquí ahora y búscala. No admitiré fallas, será mejor que no regreses con las manos vacías.
El mayordomo se quedó helado en el lugar, había servido a la señorita desde que puso un pie en la villa y la consideraba como una persona alegre pero impulsiva. Nunca había visto tanta oscuridad en su mirada hasta ahora, sus palabras se clavaron en su piel y cuando la última fue pronunciada abandonó el estudio de inmediato. Se movía con prisa para transmitir la orden, debía hacerlo lo más rápido posible ya que su vida corría peligro por primera vez en muchos años de trabajo.
–¿En qué momento la basura ha comenzado a pensar que puede insultarte? – Celeste pronunció para sí mientras regresaba a su asiento. Sus manos no paraban de temblar, temía que el incendio estuviera también relacionado con la carta de su padre y que hubieran lastimado a Lene. –Si solo no hubieras sido tan obstinada, si pudieras confiar en mí un poco más…si solo yo no hubiera sido tan estúpida…
En el linde del bosque, justo donde los restos carbonizados de lo que una vez fue un hogar, se encontraba una figura observando los escombros. Se trataba de un hombre joven, en una armadura que era cubierta parcialmente por una capa color marrón. A simple vista podía tratarse de un caballero, pero el emblema de un sol saliendo detrás de una colina era suficiente para decir que se trataba de un miembro de la Santa Orden. En silencio miraba los escombros, aprovechando que los chismosos del pueblo ya no se encontraban en las cercanías.
–Esto no fue quemado a propósito. El fuego no inició desde el interior, sino desde fuera ya que las marcas son más oscuras allí. Quería encontrar al niño que vive aquí para hacerles algunas preguntas, pero al parecer se me adelantaron. El templario chasqueó su lengua, no podía maldecir en alta voz, pero la situación actual era molesta para él. –Pero la Baronesa de Leones al menos tiene razón en algo, en esta región está pasando algo extraño. No solo se ha visto en aumento la cantidad de criaturas malignas, hasta desapariciones, asesinatos y un recién incendio en la casa de un testigo valioso…
Sin nada más que hacer en aquel linde, el templario se adentra en el bosque con la tarea de buscar algún rastró que le ayudase a solucionar su problema en manos.
***¡Descarga NovelToon para disfrutar de una mejor experiencia de lectura!***
Updated 43 Episodes
Comments