La Maldición de mi Esposa

El cuerpo de Alya tembló violentamente cuando esas palabras salieron de sus labios: "¿Acaso olvidaste nuestro acuerdo prenupcial?"

El rostro de Vandra cambió al instante. Los ojos, que normalmente estaban llenos de confianza, ahora estaban vacíos, como un enfermo obligado a enfrentar un castigo.

"Cariño... eso..." La voz de Vandra se apagó de repente.

Antes de casarse, Alya y Vandra hicieron diez puntos de acuerdo y consecuencias para quien los violara. Ahora, esos puntos parecían estar estampados frente a sus ojos.

Contenido del acuerdo prenupcial de Alya y Vandra:

Vivir de forma independiente, no se permite vivir con los suegros.

Ser abiertos y no mentir en nada al llevar un hogar. Si surge algún problema, se resolverá juntos.

Prohibido llevar el trabajo a casa, para concentrarse en la familia.

Priorizar los intereses de la pareja o la familia, por encima de la familia de cada uno.

Las finanzas serán gestionadas completamente por la esposa, para todas las necesidades familiares, tanto a largo como a corto plazo.

Al comprar algo que requiera muchos fondos, se debe consultar con la pareja.

Mantener los secretos de la pareja y proteger su honor.

Prohibido dañar a la pareja tanto física como mentalmente.

No hay poligamia. Cuidar los sentimientos de la pareja, prohibido humillarse y prohibido mirar o echar miradas furtivas al sexo opuesto.

Si hay traición o infidelidad, el culpable se irá de la casa sin llevarse nada. Todos los bienes y el hijo (si lo hay) se darán a la parte perjudicada.

Desde el principio, Alya y Vandra tenían el principio de casarse para adorar, no para divorciarse. Por eso, el acuerdo prenupcial se centra más en la vida familiar que llevarán.

"Perdóname, cariño. Todavía te amo. ¿No podríamos llevar una vida matrimonial polígama?"

"¿Acaso el Sr. Vandra olvidó el punto "no hay poligamia" en nuestro acuerdo prenupcial de antes?"

Vandra no pudo decir nada más. La vida matrimonial que había durado casi diez años según sus sueños, lo hizo olvidar el acuerdo prenupcial, especialmente con los puntos que habían acordado juntos, hasta que el hombre leyó el acuerdo prenupcial frente a mucha gente antes de que se llevara a cabo el ijab kabul.

En lugar de sentirse satisfecha al ver al hombre acorralado, el corazón de Alya se sintió aún más dolorido. Desde hacía seis meses, sabía que Vandra le ocultaba algo. Entonces, la mujer rezó pidiendo que se le abriera el corazón y la mente, para poder saber qué le pasaba a su marido.

Las pistas en los sueños y las bromas de los amigos de Vandra en el grupo de chat, a menudo eran rechazadas por Alya debido a la falta de pruebas. Sin embargo, Alya sintió realmente el cambio de actitud de su marido.

En su silencio, Alya parecía hablarse a sí misma. "Oh, Dios, ¿es esta la recompensa de mi amor?"

Alya se secó las lágrimas con su hiyab, pero eso hizo que cayeran aún más rápido e inconteniblemente. Contener el llanto solo hacía que su pecho se sintiera más oprimido. El dolor que sentía ya no era solo una herida, sino que se convirtió en un abismo profundo que la tragó por completo.

"Mas." La voz de Alya chirrió casi inaudible.

"¿Lo sabes? Todos los días rezo para que nuestro hogar sea bendecido. Lo dejo todo en manos de Alá. Pero resulta que lo que me das es solo traición".

Vandra no respondió. Sus labios temblaron, pero no salió ningún sonido. Su silencio apuñaló más profundo que miles de palabras duras.

"Bismillah. Estoy lista para divorciarme de ti, Mas".

Vandra sintió como si un golpe de mazo le diera justo en el corazón. "¡No, Alya!"

Alya respiró hondo, su pecho tembló violentamente. "Destruiste mi autoestima, Mas. Permitiste que mi nombre se manchara por las noticias de tu aventura. Fuiste capaz de hacerme tener que responder a las preguntas de la gente".

Para proteger el buen nombre de su marido y de su familia, Alya no quiso buscar problemas en un lugar público. Por eso, ayer le pidió a Zara que recogiera a Vandra en el hotel, en cuanto recibió la información.

Sin embargo, la gente que vio el incidente y lo grabó también se sintió indignada. Entonces, lo subieron a las redes sociales para dar una lección a la pareja adúltera.

Rianti y Maria miraron a Alya, observando cómo el dolor salía en forma de palabras dolorosas. Sabían que su amiga había estado aguantando el dolor durante demasiado tiempo.

"¿Podrán tú y los niños vivir sin mí?" preguntó Vandra muy molesto y conteniendo la ira.

"Por supuesto. Nosotros tres hemos estado aprendiendo a vivir sin ti durante los últimos seis meses, Mas".

"¡No seas egoísta, Alya!"

Alya levantó la vista, mirando el techo de la casa que de repente se sintió tan sofocante. Sus labios temblaron, pero esta vez lo que salió fue una oración, una oración llena de amargura.

"Oh, Dios, mi paciencia para Mas Vandra se ha agotado. Ya me he caído muchas veces y él sigue lastimándome. Si este es el camino que has establecido, hazme sincera. Pero no lo dejes tranquilo. No dejes que Vandra disfrute de la felicidad del resultado de su traición".

La mano de Vandra se cerró con fuerza. No esperaba que Alya rezara por él de esa manera.

"Oh, Dios, haz que su corazón sea árido. Si todavía respira en este mundo, no permitas que sienta un amor completo que no sea de mí, la mujer a la que ha traicionado. Si todavía quiere descendencia, haz que sea imposible para él. Deja que su descendencia nazca solo de mi vientre, para que nunca olvide a quién ha lastimado".

Las lágrimas fluyeron aún más rápido. La oración puede sonar como una maldición, pero ¿acaso la oración de la persona oprimida no tiene ningún velo entre ella y Alá? ¿Acaso un corazón destrozado puede invocar una maldición?

Alya cerró los ojos, tratando de ordenar su fuerza. Por un lado, quería rendirse, quería huir lejos de todo esto. Pero por otro lado, estaban Vero y Axel. Los niños que necesitaban el abrazo de su madre, que necesitaban un hogar cómodo y lleno de cariño.

"Oh, Dios, lo dejo todo. Si realmente tengo que ser fuerte, entonces fortaléceme. Si realmente tengo que perder, entonces haz que esta pérdida sea un camino hacia tu misericordia. Pero no permitas que aquellos que se ríen de mi dolor se sientan victoriosos".

Alya abrió los ojos, volviendo a mirar a Vandra que todavía estaba agachado. "Mas, tal vez ya no soy la esposa que amas. Pero recuerda, la oración de una esposa herida se pegará a ti para siempre. Puedes menospreciarme, pero no puedes menospreciar a Alá".

La sala de estar estaba en silencio, tan espeluznante. Solo se escuchaban los sollozos de Alya que a veces se interrumpían por su llanto. Vandra permaneció en silencio, su cuerpo petrificado, como si hubiera perdido la vida. En ese momento, Alya supo que sus palabras, sus oraciones y el dolor que llevaba se convertirían en una sombra oscura de la que Vandra nunca podría escapar.

Frente a ella, Vandra estaba de pie petrificado. El hombre al que una vez amó con toda su alma, al que una vez abrazó con oraciones de bondad cada noche. Ahora se había convertido en la persona que la hacía hundirse, sumergiéndola en el barro de la traición.

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