DRAGÓN DORADO

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La mañana llegó con un sol que entibiaba el rostro con la suavidad de una pluma.

Aria desayunaba tranquilamente con Ely mientras disfrutaban los rayos del sol que entraban por la ventana de la cocina.

—Mi hermano te quiere conocer, piensa que eres invisible, que solo estás en mi imaginación —dice Ely estirándose como un gatito.

Aria dudó un poco. Solo sonrió asintiendo, aunque no quería saber nada de príncipes.

—Ely, antes de que nos vayamos a la guardia… tengo que decirte un secreto —miró a todos lados.

《Tengo que decirle a Ely, no puedo aguantar más》

Ely la miró igual de ansiosa, asomándose despacio.

—Yo tengo el poder del Dragón Dorado —susurró en su oído.

Ely abrió los ojos.

—¿Es otra de tus bromas, Ari? Como lo de “chipa por chismosa” —frunció el ceño.

Aria rió al recordarlo, negando.

—Es en serio, Ely. Te lo prometo —se puso completamente seria.

—¿Puedes probarlo? —preguntó dudosa.

Aria mostró sus manos y de ellas invocó fuego dorado. Ely gritó de la emoción.

—¡Ahhhh, lo sabía!— Aria le tapó la boca.

—Ely… No quiero que nadie lo sepa… —dijo. Ely asintió y Aria la soltó.

—Sabía que lo eras… Lo presentía… ¿Es por lo que dijiste ayer? ¿Por eso no quieres que sepan? —preguntó.

Aria asintió.

—Además… siento que algo más fuerte pasará. Y sé que si descubren mi poder, intentarán usarme.

Aria no podía decirle que sospechaba de los príncipes, menos del hermano de Ely. Aunque no lo conocía, debía prevenir todo.

—Entiendo, Ari. Gracias por contármelo —la abrazó—. Pero… ¿cómo harás en la ceremonia? Notarán tus poderes —se preocupó.

—No los usaré. Haré lo mismo que los demás —hizo comillas con los dedos— “sufriré” en los entrenamientos.

—Qué modesta eres, Ari —bromeó Ely, haciéndola reír.

En ese momento llegó Ricardo.

—Niñas, nos vamos… —sonrió. Las chicas asintieron.

Tomaron rumbo a la guardia. Ely era la primera vez que salía con una amiga; miraba por la ventana como un cachorro emocionado. Ricardo le contaba sobre algunos lugares y ella escuchaba con atención, como si memorizara cada palabra.

Llegaron y un joven de unos veinte años los atendió.

—Bienvenido, General. Señorita Aria y… —el joven quedó impresionado al ver a Ely, poniéndose rojo como un tomate.

—Princesa Ely Kvalir —dijo filosa Aria, cubriéndola. No le agradó la forma en que la miró.

—S-sí… Princesa Ely. Discúlpeme —dijo nervioso bajo la mirada de Aria y el General.

Aria tomó a Ely de la mano y entró con ella, dedicándole al joven una mirada mortal que lo dejó rígido.

—Ely, no dudes en defenderte… Y no permitas que te miren así. Eres una princesa, ¿está bien? —dijo Aria con enojo todavía.

—Ari… tranquila, respira. Estoy bien —sonrió.

—Respiro… respiro… —masculló Aria entre dientes. Ely rió.

Siguieron a Ricardo y al joven, que a veces miraba de reojo a Ely, quien le sonreía con amabilidad. Él se ponía rojo y agachaba la cabeza. Aria observaba esa interacción.

《Parece que la mira con algo más que asombro》, pensó.

Llegaron a la zona de entrenamiento. Muchos jóvenes practicaban. Al ver al General, se alinearon, aunque no pudieron evitar mirar de reojo a las dos chicas.

—Quiero informarles que mi hija Aria entrenará con ustedes. Ella participará en la ceremonia —anunció Ricardo con voz firme.

Los soldados miraron a Aria, que dio un paso adelante luego de que su padre hiciera un gesto para presentarla.

—Mucho gusto. Espero que nos llevemos bien —dijo con una sonrisa—. La princesa Ely estará conmigo algunos días. Espero que nadie la ofenda… porque sería una lástima empezar con el pie izquierdo —agregó filosa.

Algunos se miraron entre sí, incómodos, pero asintieron. Sus miradas se posaron en Ely, que sonreía orgullosa por cómo Aria la defendía.

《Espero tener un novio tan protector como Ari》

Pensó Ely, riéndose un poco. Notó que el joven soldado la miraba y le devolvió una sonrisa. Él se puso rojo como un tomate.

《Parece que está avergonzado》, pensó.

Los entrenamientos comenzaron. Ely estaba en un asiento con Ricardo, que supervisaba.

Aria siguió todo al pie de la letra. Sus compañeros no le hablaban, pero sí la observaban.

—Bien —anunció Ricardo—. Empezaremos con arquería. Será la primera competencia en la ceremonia. Irán en grupos de cuatro. Son ocho…

Aria se sentó a tomar agua. El joven soldado estaba de pie junto a ella como una estatua.

—¿Crees que te elegirán? —susurró Ely.

—Mira sus caras. Entré en su territorio y están alerta… es como ver lobos queriendo cazar a un león —dijo Aria. El joven soldado hizo una mueca de sonrisa.

—Un león muy malhumorado —agregó Ely. Ambas rieron.

《No es ninguna tonta…》 pensó el joven al escucharlas.

—Seguro se elegirán entre ellos y quedaré con quien no complete su grupo… —suspiró Aria.

—Aria, estás en el grupo de Lucas —dijo Ricardo, terminando de anotar los grupos.

—Uh… Lucas —susurró Ely burlona. Aria rodó los ojos.

Ricardo explicó cómo medirían el tiempo: treinta minutos para completar el recorrido de arcos, acertando siempre al punto rojo. Solo en grupos pasarían a la siguiente etapa.

Aria se acercó al grupo de Lucas. Todos la miraron con un dejo de desdén.

—Iremos en posición de escalera. Mientras más rápido avancemos, más rápido ganaremos —dijo él con firmeza—. Y apunta al medio —añadió casi con rabia hacia Aria.

—Claro… capitán —respondió Aria sin darle importancia.

《Idiota. A tu cabeza le apuntaré》

—Recuerden que los errores de hoy deberán corregirlos mañana —finalizó Ricardo.

Todos asintieron.

El entrenamiento comenzó.

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