Ella es Sofía, quien después de morir en una época antigua, terminó en un mundo diferente al suyo.
Paso de ser la capitana del ejército imperial, a ser una mujer engañada por su esposo, en un mundo diferente
Su objetivo es vengarse y ser libre de ese matrimonio.
En busca de un aliado, termina metida en un romance prohibido
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Pregunta incómoda
Fuera de la plaza, aquel hombre tenía una mirada sombría, y su semblante era de tristeza.
Una vez más el destino se empeña en querer recordarle que su amor no será correspondido nunca.
Él nunca ha deseado la muerte de nadie, pero en lo más profundo de su ser desea que su primo se vaya al más allá.
Lamenta tanto su mala suerte de no decir sus sentimientos antes que ese zopenco, de hacerlo, no tendría que guardar todo lo que siente por Fernanda, en lo más profundo de su corazón.
Eso sí, si algún día tiene la oportunidad de tenerla, sería capaz de lo que sea por ella, no necesita mucho, solo que ella quiera estar a su lado.
Esos sentimientos lo hacen sentir inquieto, y por tal motivo saca un cigarro electrónico y fuma un poco.
No es que sea adicto a esos aparatos, es solo que cuando piensa en ella, su mente y corazón le mandan a su cuerpo una sensación de tristeza que no le gusta, y solo así se siente mejor.
Su asistente llegó a él con una bolsa, en la cual estaba el traje que usará en el evento de la familia Ayala.
Evento al que tiene que asistir quiera o no.
Con una mirada, ambos se ponen de acuerdo en salir de ese lugar, hoy aún le queda trabajo pendiente que hacer.
Mientras que dentro de la tienda, estaba Fernanda midiéndose un último vestido, ya que los demás no le quedaban bien según Rebeca.
Cuando por fin se puso ese vestido, ella sale del vestidor y Rebeca al verle levanta las dos manos en señal de que ese es el ideal.
Aquel vestido era un hermoso vestido rojo, con un escote en V, bien pronunciado, y la parte de atrás descubierta, aquel vestido tenía una abertura en la pierna derecha, y era el tipo de vestido que hacía que cualquier mujer se vea como la misma diosa Afrodita.
—Este es definitivamente, sí con este vestido no brillas, no lo harás con nada, resalta tus atributos bien, que envidia te tengo, en comparación contigo yo soy toda una tabla de planchar, por delante y por detrás— se lamenta Rebeca y eso le hizo gracia a Fernanda.
—No exageres, tienes buen cuerpo, no digas esas palabras que me hacen sentir apenada— dice ella con un poco de pena.
—Tu siempre tan modesta, pero gracias amiga— dice ella alegre y ambas terminan la conversación porque era el turno de Rebeca en medirse un vestido, y Fernanda se quitó el suyo, para que lo empaquen adecuadamente.
Fue lo mismo que con Fernanda, después de algunas probadas, uno azul le quedó hermoso, le hacía ver divina, Rebeca tenía buen cuerpo, aunque a ella no le gusta admitirlo.
Cuando por fin escogieron vestido, fueron por lo que complementaria dicho vestido y ambas salieron de allí pasado el mediodía. Tenían las manos llenas de bolsas de compras, porque no compraron solo un vestido, sino algunos otros más.
Ya saben, son mujeres al final.
Al ser mediodía, ambas tenían hambre y se fueron a un restaurante italiano a comer pasta y mucha carne asada.
Nada mejor que comer hasta estar satisfecho después de comprar.
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Las dos amigas después de comer deciden ir a un spa a relajarse, para cuando el día terminó, ambas estaban relajadas y hermosas.
De paso ambas compraron hasta muebles para la casa, en dónde los infieles tienen sus encuentros románticos.
Fernanda invita a su nueva amiga a quedarse en la mansión con ella unos días, ya que su compañía era agradable.
Por supuesto que ella aceptó, y como tal se fue a la mansión con su jefa y amiga.
En el lugar estaban los dos traidores.
Ambos cuando vieron llegar a Fernanda fueron a su encuentro, fingiendo estar preocupados.
Aquel sujeto se atrevió a tomar por los hombros a Fernanda con fuerza, y la sacudió, cosa que causó molestia en ella.
—No se dónde estabas metida, pero te estuve llamando toda la tarde— le grita Ricardo mientras sacude a Fernanda, y ella muy enojada aparta las dos manos de ese idiota de su cuerpo.
Si bien se le había quedado el teléfono en casa, pero eso no es motivo para que ese idiota le grite y menos le toque con sus manos sucias de sabrá Dios que.
—Nunca más vuelvas a gritarme, y menos a invadir mi espacio personal — dice ella muy furiosa.
Cómo siempre, Alicia entra en la discusión.
—Amiga, Ricardo no lo hizo por mal, es solo que tiene tiempo esperando por ti, y está preocupado— dice ella y Rebeca se mete en la conversación, esa sinvergüenza no tiene que opinar en lo que su amiga hable con aquel infeliz.
—Alicia, siempre me he preguntado algo ¿Por qué siempre te metes en la relación de Fernanda y Ricardo, acaso te interesa Ricardo o que?— pregunta Rebeca y ambos amantes se ponen pálidos. Alicia responde a lo dicho por Rebeca.
—Que cosas dices mujer loca, además, una empleada como tú, no tiene que estar opinando en la conversación de su jefa— dice Alicia y Rebeca se ríe.
—Claro, tú eres parte de la familia Ayala, eres socia de una de las empresas familiares — se ríe con burla Rebeca y Fernanda por lo bajo también lo hace.
Ricardo salió a defender a su amante.
—Vas a tener problemas con mi esposa si continúas metiéndote en lo que no te importa— le gritó aquel hombre y Fernanda salió a defender a su amiga.
—Basta ya, parecen unos plebeyos gritándole a la gente, ambos no tienen derecho a hacer sentir mal a nadie, sin importar su posición económica — le grita Fernanda a los dos agresores de su amiga. Ellos estaban sorprendidos por su tono de voz tan alto.
Fernanda después de decir a esos dos aquellas palabras, sale de allí con Rebeca, quien estaba asombrada, nunca había visto a su amiga gritarle a su esposo y menos a esa mujer ridícula y traidora.
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Es todo por el momento, nos vemos mañana con más.
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