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HERENCIA DEL SILENCIO

HERENCIA DEL SILENCIO

Status: Terminada
Genre:Romance / Comedia / Malentendidos / Amor-odio / Atracción entre enemigos / Grumpyxsunshine / Completas
Popularitas:17.5k
Nilai: 5
nombre de autor: Yazz García

Manuelle Moretti acaba de mudarse a Milán para comenzar la universidad, creyendo que por fin tendrá algo de paz. Pero entre un compañero de cuarto demasiado relajado, una arquitecta activista que lo saca de quicio, fiestas inesperadas, besos robados y un pasado que nunca descansa… su vida está a punto de volverse mucho más complicada.

NovelToon tiene autorización de Yazz García para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Esa chica

*⚠️Advertencia de contenido⚠️*:

Este capítulo contiene temáticas sensibles que pueden resultar incómodas para algunos lectores, incluyendo escenas subidas de tono, lenguaje obsceno, salud mental, autolesiones y violencia. Se recomienda discreción. 🔞

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...M A N U E L L E...

...🖤🖤🖤🖤🖤🖤🖤...

El sol me golpeaba en la cara como si me odiara personalmente. Abrí un ojo. No sabía dónde estaba.

Bueno, sí lo sabía. Solo que durante un segundo lo había olvidado.

El edredón olía a vainilla, y una pierna suave reposaba sobre mi muslo.

Clarissa.

Giré apenas la cabeza y la vi dormida, desparramada sobre la cama como si no existieran las preocupaciones del mundo. Me incorporé con cuidado para no despertarla, buscando a tientas mi teléfono en el suelo.

Cuando lo encontré, se encendió la pantalla y me cegó. Tuve que entornar los ojos para ver cuántas notificaciones tenía.

Eran muchas.

Una que otra notificación de redes sociales, etiquetas, mensajes de Camila y mi adorada madre. Finalmente, cómo diez llamadas perdidas de Elio. Veinte mensajes de Aina.

Veinte.

Deslicé para abrirlos y empecé a leer como si me estuviera enfrentando a una novela de crimen real. Primero pasaban por el enojo:

La amenaza final fue la que me sacó una carcajada silenciosa.

Qué ternura.

Me froté los ojos y miré la hora. 11:04 AM. La primera clase estaba a punto de terminar. Me estiré y sentí cada hueso crujir. Mi cuerpo estaba adolorido, pero en el buen sentido.

Un mensaje más arriba, vi uno de Elio:

Clarissa se movió a mi lado y murmuró algo incomprensible. Tomé una foto mental del caos que era mi vida y suspiré.

Apoyé la espalda en el cabecero de la cama, aún desnudo bajo las sábanas, y respondí con los dedos pesados de sueño:

Pensé si debía decirle algo más, como “estoy con tu mejor amiga medio desnudo en su cama y tu parte del trabajo es lo último que tengo en la cabeza”, pero opté por mantener la dignidad (y la supervivencia).

Luego contesté a Elio con algo más acorde al nivel de idiotez que manejábamos:

Guardé el teléfono, me volví hacia Clarissa que se había cubierto la cabeza con la almohada y le di un beso en la espalda desnuda.

—Buenos días, CEO de las malas decisiones —murmuré.

Ella soltó un suspiro risueño sin quitarse la almohada de encima.

—¿Te vas a portar romántico?

— Tal vez. Eres muy hermosa como para evitarlo.

Se ríe sonrojándose un poco y acomoda su cabello hacia un lado.

— ¿Tienes que irte?

—Estoy intentando que Aina no me mate antes del almuerzo.

—Salúdamela —murmuró burlona—. Dile que me desbloquee, creo que se enojó porque la dejé sola en la fiesta. Pero igual le mando besitos.

Me reí bajo.

Me levanté para buscar mi ropa tirada en el suelo y dirigirme hacia el dormitorio.

Ya era hora de enfrentar el mundo otra vez.

...****************...

Cuando entré al café, el olor a espresso y croissants intentó abrazarme como una madre indulgente, pero yo ya venía con la mirada baja, el paso medio arrastrado y esa sensación en la piel de que me estaban por crucificar.

Aina estaba sentada en la mesa más alejada de la puerta, como si lo hubiese hecho a propósito para que tuviera que caminar bajo su mirada hasta llegar a ella. Luca ya estaba ahí, revisando algo en su portátil, mientras se bebía un té verde con la solemnidad de un monje budista.

Me acerqué sin decir nada, puse mi mochila sobre la silla vacía y me senté. La atmósfera era bien pesada y no entendía por qué realmente.

—¿Qué? —pregunté mientras sacaba mi IPad con mis planos.

Ambos me miraron al mismo tiempo, pero no dijeron nada.

—¿Por qué me miran como si acabara de matar a alguien?

Fue Luca el primero en hablar, con su típica voz relajada.

—No mataste a nadie, pero veo que pasaste bien la noche.

Parpadeé, confundido, hasta que lo vi. Aina había bajado lentamente la mirada hacia mi cuello.

Mierda.

Me llevé la mano instintivamente a la zona y sentí uno, dos… ¿tres?

—¿En serio? —pregunté, sin poder evitar una sonrisa incómoda.

—Parecen mordidas de piraña —comentó Luca, volviendo a su pantalla con total normalidad.

Aina no dijo nada al principio, solo cruzó los brazos y me lanzó una de esas miradas que harían temblar a cualquier profesor de arquitectura.

—¿En vez de hacer tu parte del trabajo estuviste… teniendo actividades extracurriculares?

—No fueron actividades, fueron prácticas físicas intensas con elementos sensoriales —bromeé.

Luca se rió, Aina no. Al contrario, resopló con fuerza, agarró su carpeta y la abrió como si estuviera a punto de destriparme con gráficos.

—Solo dime que al menos hiciste tu parte.

—Claro —le mostré la tablet con los planos y las referencias—. Todo aquí. Está organizado por secciones. Me inspiré.

—No quiero saber de qué te inspiraste, gracias —gruñó.

Luca volvió a reír, y yo solo asentí, evitando mirarla directamente.

En realidad, mi parte del trabajo la terminé esta misma mañana… justo después de salir del apartamento de Clarissa.

Todavía con el cuello lleno de evidencias y la ropa arrugada, tomé un café doble y me obligué a delinear cada maldita línea del plano antes de que me cayera una bomba nuclear por parte de Aina.

Lo logré… o eso creía.

Porque bastó que abriera el archivo en la IPad para que Aina encontrara, en menos de veinte segundos, todos los errores posibles: medidas que no coincidían, anotaciones a medio escribir, una sección en la que había escrito “ventana sexy” en vez de “ventana vertical”.

—¿Esto es una broma? —dijo con la ceja arqueada y el tono de alguien que planea tu asesinato.

Yo solo me encogí de hombros.

—¿De verdad hiciste esto tú o lo garabateó un niño con sobredosis de azúcar? Vas a tener que repetirlo todo, Moretti. Y eso va a retrasar todo el cronograma. ¡Bravo!”

Cada palabra era como una piedra lanzada directo a mi autoestima.

Intenté desconectarme, bajar la cabeza y disociar, pero entonces mi teléfono vibró. Lo saqué con disimulo y vi su nombre: Clarissa.

No pude evitar sonreír. En ese momento, justo cuando estaba por responder, llegó una nueva imagen. Ella, frente al espejo, con una bata entreabierta que dejaba muy poco a la imaginación. En el texto escribió:

Me atraganté con mi propia saliva.

Luca me miró con curiosidad, luego volvió a desviar la mirada hacia su IPad 

Oh 

Por

Dios… 

Hazme fuerte para no caer ante las tentaciones como hombre.

¿De todos los genes que pude heredar… por qué tenía que sacar justo el más coqueto de mi padre?

Se me escapó una risita involuntaria. Pequeña. Apenas un suspiro.

Pero fue suficiente.

Aina me clavó la mirada.

—¿De qué te ríes? —preguntó como quien interroga a un criminal.

—Nada, solo… recordé un meme —mentí con una torpeza criminal.

—Ah, ¿sí? Porque tras no hacer bien tu parte, ahora te pones a holgazanear. Me tocó el compañero más responsable del mundo —dijo con una sonrisa tan sarcástica que si hubiera sido más afilada me habría cortado el cuello—. Ojalá no termine con un mal promedio por tu culpa.

—Aina, de verdad voy a corregirlo, lo juro.

—Eso espero —murmuró, volviendo a su pantalla como si me estuviera concediendo una última oportunidad antes del apocalipsis.

Yo solo miré de nuevo la foto de Clarissa, como un náufrago aferrado a una tabla de salvación.

Sí, me iba a matar haciendo planos toda la tarde.

Pero por esa noche…

Valía totalmente la pena.

1
Carmen Cañongo
MUCHAS bendiciones para ti autora sí sufrimos a lo grande sobretodo por Aina qué sé convirtió en una mujer sin piedad pero cómo siempre triunfó él amor, y sí té decides a escribir una nueva historia porque no la dé los hijos dé Manuelle
Carmen Cañongo
Clarissa tu sí qué supistes ganarte a toda la familia Moretti, eres tu sin duda la indicada pará un final feliz
Carmen Cañongo
ay sí declárate a Clarissa antes qué la pierdas, lánzate sin miedo por algo eres un Moretti
Anonymous
Muchas felicidades escritora! Leí la primera parte y ahora esta, realmente las dos están buenísimas, pero creo que está saco más mis sentimientos, en la parte final, me hizo pensar y pensar que todos podemos tener un final feliz! De verdad te felicito mil gracias y porque no más delante la historia de las gemelas, muchas gracias
Carolina Nuñez
muy bueno
Linilda Tibisay Aguilera Romero
me facino muy bonita todo un caos Pero me encantó
Linilda Tibisay Aguilera Romero
que bellos me encantó esta historia todo un caos Pero muy bonita
Linilda Tibisay Aguilera Romero
me encanta como es Clari con ellos disfruta de esos momentos no como era la estirada y perfecta Aina
Linilda Tibisay Aguilera Romero
me encanta que tomarás cartas en el asunto para que Aina no te jodiera la vida, Pero ahora toma acción en tu relación es hora del siguiente paso
Denys Aular
yo creo q ese hijo no es Manuelle porq sino van a caer en mismo círculo vicioso y q de una vez la desenmascare a la fina ella siempre le tuvo envidia a clarisa y no es secreto q es caprichosa así q se le quite de una vez el papel de víctima y en realidad se muestre lo q realmente es igualita al padre de manipuladora y poner todo a su favor y en cuanto a clarisa Manuelle ellos se quieren realmente q qde juntos y ya
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Aina está muy mal necesita ayuda ella siempre lo que ha sentido es un capricho ella solo quiso estás con Manuelle porque era lo contrario a lonqoe quería el papá para ella y por qué Clarissa era feliz con el siempre fue puro capricho
Carmen Cañongo
bravo por fin sé dan otra oportunidad no la cagues Manuelle defiende ése amor y manda a Aina al carajo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
tienes una segunda oportunidad con Clari por favor no dejes que Aina lo arruiné
Linilda Tibisay Aguilera Romero
busca ayuda psicológica para Aina
Linilda Tibisay Aguilera Romero
Aina tu necesitas psicólogo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
al fin Manuelle dijiste lo que tenías que haber dicho hace tiempo no era el momento pero Aina con su forma de ser te llevo al límite dándose golpes de pecho y haciéndose la víctima pero ella también fallo
Linilda Tibisay Aguilera Romero
jajajajajajaja me encantó este capitulo me rei mucho un papá y hermano súper celosos y tóxicos jajajaja
Dark
Esta vez Manuelle no la cagues y dale el mugar de Reina que se merece en tu corazón, y sobre todo respeto. Respeta la cono mujer y pon límites con la otra,q fue siempre un envidiosa.
Carmen Cañongo
provoca taparle la boca uyy qué cansona Aina
Carmen Cañongo
y todavía tienes el descaro dé reclamar Aina no jodas
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