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Renacida para Vengar mi Destino: Promesa Sellada en el Tiempo

Renacida para Vengar mi Destino: Promesa Sellada en el Tiempo

Status: Terminada
Genre:Romance / Venganza / Mujer poderosa / Matrimonio arreglado / Reencarnación / Completas
Popularitas:506
Nilai: 5
nombre de autor: Bruna Chaves

Traicionada por su propia familia, usada como pieza en una conspiración y asesinada sola en las calles... Ese fue el cruel destino de la verdadera heredera.
Pero el destino le concede una segunda oportunidad: despierta un año antes del compromiso que la llevaría a la ruina.

Ahora su misión es clara: proteger a sus padres, desenmascarar a los traidores y honrar la promesa silenciosa de aquel que, incluso en coma, fue el único que se mantuvo leal a ella y vengó su muerte en el pasado.

Decidida, toma el control de su empresa, elimina a los enemigos disfrazados de familiares y cuida del hombre que todos creen inconsciente. Lo que nadie sabe es que, detrás del silencio de sus ojos cerrados, él siente cada uno de sus gestos… y guarda el recuerdo de la promesa que hicieron cuando eran niños.

Entre secretos revelados, alianzas rotas y un amor que renace, ella demostrará que nadie puede robar el destino de la verdadera heredera.

NovelToon tiene autorización de Bruna Chaves para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo 23

La mansión Valente nunca había parecido tan vulnerable. A pesar de la seguridad reforzada, Serena no conseguía librarse de la sensación de que las paredes lujosas ya no ofrecían protección. Isabela estaba al acecho, como una sombra que se infiltraba por fisuras invisibles. Desde la noche en que la vio en el jardín, Serena lo sabía: la falsa heredera no descansaría hasta destruir todo lo que ella amaba.

Aquella noche, la tensión era palpable. Serena caminaba por los pasillos con pasos firmes, aunque el corazón latía acelerado. Los padres estaban recogidos en un cuarto seguro de la mansión, guardias posicionados en cada entrada, y Cássio permanecía a su lado, con la mirada vigilante, a pesar de que su cuerpo aún no se había recuperado por completo.

—Ella va a intentar algo mayor —dijo Serena, en voz baja, al bajar la escalera—. No es mujer de amenazas vacías.

—Y es exactamente por eso que tenemos que estar preparados —respondió Cássio, la voz grave resonando por el hall—. Hoy, si ella viene, no saldrá de aquí impune.

El reloj antiguo de la sala principal dio las doce de la noche cuando llegó la primera señal: las luces externas de la mansión parpadearon y se apagaron de repente, sumergiendo los jardines en la oscuridad. Un silencio tenso se apoderó del ambiente, roto solo por el sonido distante de un motor apagándose.

—Están aquí —murmuró Serena, sintiendo que la sangre se helaba.

En segundos, el estruendo resonó por la entrada lateral. Puertas derribadas, pasos pesados, voces ahogadas. Los guardias corrieron a interceptar, pero el ruido metálico de las armas denunciaba que los invasores estaban preparados. Serena agarró la mano de Cássio, tirando de él en dirección al salón principal.

Isabela surgió por la puerta rota, envuelta en sombras, pero con el rostro iluminado por la furia. Usaba ropa oscura, los ojos brillando de odio. Detrás de ella, cuatro hombres armados invadían los pasillos, esparciendo destrucción.

—Así que aquí está la princesa renacida —dijo Isabela, la voz cargada de veneno—. Protegida por seguridades, escondida en paredes de mármol. ¿Pero sabes lo que pasa cuando el mármol se agrieta, Serena? Nunca vuelve a estar entero.

Serena alzó la barbilla, firme a pesar del miedo que ardía en el pecho. —No vas a destruir a mi familia otra vez, Isabela. No vas a robar lo que nunca fue tuyo.

La falsa heredera rió, un sonido cortante. —¿Crees que has vencido porque mostraste papeles y ADN? La sociedad olvida rápido, Serena. Lo que queda no es la verdad, sino el espectáculo. Y yo voy a ofrecerles el mayor espectáculo de todos: la caída de la nueva heredera ante sus propios ojos.

Uno de los hombres armados avanzó, apuntando a Serena. Cássio se colocó frente a ella, incluso aún debilitado, el cuerpo tenso como el de un guerrero en prontitud.

—Tóquenla y verán lo que pasa —dijo, la voz firme, implacable.

Isabela alzó la mano, mandando al matón retroceder. —Aún los necesitamos vivos… por ahora.

El enfrentamiento parecía a punto de explotar cuando el sonido de vidrios haciéndose añicos resonó desde el piso superior. Otro grupo de invasores había entrado. Serena sintió que el estómago se contraía. Sus padres estaban allá arriba.

—¡Mamá! ¡Papá! —gritó, intentando correr, pero Isabela se interpuso, con una sonrisa cínica en el rostro.

—Ah, sí… tus preciosos padres. ¿De verdad crees que voy a perdonarlos después de que me quitaran todo?

Serena avanzó, los ojos brillando de furia. —Si los tocas, yo misma acabo contigo.

Las dos mujeres quedaron frente a frente, la tensión electrizando el aire. Isabela sostenía una pistola en las manos, el dedo leve sobre el gatillo. Serena, desarmada, pero erguida como una muralla. Detrás de ellas, el caos se esparcía: guardias luchaban contra los matones, disparos ahogados resonaban por los pasillos, y el brillo intermitente de las linternas creaba sombras grotescas en las paredes.

En el segundo piso, gritos sonaron. Serena sintió que el corazón se paraba. Pero antes de que pudiera reaccionar, Augusto surgió corriendo por el pasillo lateral, con uno de sus padres amparado. —¡Están bien! —gritó, jadeante—. Conseguí sacarlos del cuarto a tiempo.

El alivio duró solo un instante. Isabela alzó la pistola, apuntando directamente a Serena. —Siempre tú, siempre escapando, siempre renaciendo. Pero ahora se acabó.

El mundo pareció desacelerar. Serena miró hacia el arma, después hacia los ojos llenos de odio de la rival. La rabia quemaba en su pecho, pero junto a ella había también una calma cortante.

—Dispara, Isabela. —Su voz salió firme, casi desafiante—. Porque si no me matas ahora, yo juro que voy a acabar contigo.

Isabela tembló. Por un instante, la máscara de certeza se agrietó. El dedo en el gatillo vaciló, y fue en ese momento que Cássio, reuniendo la fuerza que parecía imposible para alguien en recuperación, avanzó. Con un movimiento brusco, golpeó el brazo de ella, haciendo que el arma cayera al suelo.

El estampido de un disparo resonó, pero la bala rebotó en la pared. Guardias se lanzaron sobre los matones, neutralizándolos en medio del tumulto. Isabela fue inmovilizada, gritando, los cabellos despeinados, la expresión de furia y desesperación.

—¡Esto no ha acabado! —berreó, mientras era arrastrada—. ¡Ustedes creen que han vencido, pero aún voy a destruirlos!

Serena permaneció de pie, el pecho jadeando, observando a la rival ser llevada. Cássio sostenía su mano, apretándola con fuerza, como si quisiera recordarle que estaban juntos.

Cuando finalmente el silencio cayó sobre la mansión, restaban solo los destrozos: puertas rotas, vidrios en el suelo, muebles destruidos. Pero dentro de Serena había algo inquebrantable.

—¿Terminó? —le preguntó a Cássio, la voz baja, cansada.

Él la miró con firmeza. —No. Pero comenzamos a vencer.

Ella asintió, dejándose apoyar en su hombro. La guerra aún no había acabado. Pero, por primera vez, Serena sentía que estaba cerca del fin, un fin en que la verdad prevalecería, y el legado de la verdadera heredera sería finalmente restaurado.

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Topy71 🇦🇷
Tiene que esvonder a los padtes donde nadie sepa nada ni los conosxa
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