De Hombre Común a Amo del Poder

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Satria seguía de pie en su lugar, los 5 hombres avanzaron uno por uno. Satria retrocedió dos pasos, tomando la posición correcta. El primer hombre que avanzó miró a Satria con desprecio, creyendo que tenía miedo.

"¿Qué pasa? ¿Tienes miedo?" preguntó. Pero Satria no respondió.

El hombre atacó a Satria girando su cuerpo y pateando hacia él. Satria retrocedió para evitar la patada, porque parecía muy fuerte.

"¡Maldito!" maldijo el hombre. Satria solo sonrió.

El hombre volvió a atacar, esta vez su patada giró varias veces, pero ninguna tocó el cuerpo de Satria, lo que hizo que el hombre se enfureciera aún más.

"Eres bastante bueno, jovencito, nunca nadie ha escapado de mi ataque", dijo el hombre.

"Acabad con él", dijo uno de sus amigos.

"Avanzad todos", les indicó Satria.

"Este tipo está buscando la muerte", murmuró uno de ellos.

Luego avanzaron al mismo tiempo, haciendo un círculo, de modo que Satria estaba en medio de ellos en ese momento.

Un hombre avanzó y ágilmente pateó a Satria. Satria atrapó la pierna y la giró, haciendo que el cuerpo del hombre también se moviera y finalmente cayera al suelo.

Al ver a su amigo caer, los demás se sintieron menospreciados y atacaron al mismo tiempo.

Esta vez Satria luchó contra ellos más en serio. Satria buscó una abertura para contraatacar, porque solo estaba bloqueando sus ataques.

Satria rompió el ataque de un hombre, haciéndolo volar varios metros y rodar por el suelo.

"Solo quedan 3", dijo Satria. Se enfadaron aún más porque se sentían como si Satria se estuviera burlando de ellos.

Mientras tanto, la mujer había huido al ver que dos de sus subordinados habían sido derrotados, al ver a Satria tan relajado luchando contra sus subordinados, era predecible que sus subordinados perderían.

"Maldita sea", maldijo el primer hombre.

Luego volvió a atacar a Satria, Satria solo bloqueó, y cuando hubo una abertura, Satria golpeó el cuerpo del hombre. Un solo puñetazo en el pecho del hombre fue suficiente para hacer que el hombre cayera y vomitara sangre.

"Es vuestro turno", dijo Satria.

Los dos hombres se miraron y luego huyeron del lugar. Ambos corrieron en direcciones opuestas. No importa a dónde fueran, lo importante era que estuvieran a salvo de Satria.

Satria se palmeó las manos como si estuvieran polvorientas. Luego continuó empacando sus compras para que no se cayeran al llevarlas en moto.

Satria salió del lugar y condujo su moto a una velocidad moderada.

Satria llegó a la empresa, los dos guardias de seguridad se inclinaron respetuosamente. Satria les dio dos paquetes de bocadillos a los guardias.

"Gracias, señor", dijeron ambos. Estaban muy contentos con el regalo de Satria.

En el vestíbulo, Satria reunió a todos sus empleados, y pronto se reunieron. Satria distribuyó uno por uno los bocadillos que había traído.

Dewi, que acababa de salir del ascensor, sonrió al ver a su joven amo distribuyendo los bocadillos. Luego Satria le dio uno a Dewi y otro a Ariel.

"Ven a mi oficina", ordenó Satria.

"Sí, joven amo", respondió Dewi.

Luego, ambos entraron en el ascensor y subieron al piso donde estaban sus oficinas.

Al llegar a su oficina, Satria se sentó en su gran silla y Dewi se sentó frente a él, cara a cara.

"¿Qué pasa, señor?" preguntó Dewi.

"Por favor, investiga a esta mujer y a este niño", ordenó Satria. Satria mostró la foto de la mujer y el niño que había tomado en secreto antes.

"Sí, joven amo", respondió Dewi. Satria envió la foto a Dewi. Luego Dewi salió de la habitación.

"Me pregunto, ¿quiénes son en realidad?" murmuró Satria.

Satria hizo su trabajo, porque no podía quedarse quieto sin hacer nada.

Después de 3 horas, Dewi volvió a entrar en la oficina de Satria. Antes de entrar, Dewi llamó a la puerta. Solo después de recibir una orden desde dentro, Dewi entró.

"Joven amo, ya he obtenido la información que me pidió", informó Dewi. Luego entregó un mapa marrón.

Satria abrió y leyó lo que estaba escrito allí. Satria lo leyó uno por uno por temor a que se le escapara algo.

"¿Así que son la esposa y el hijo del señor Shun, el gobernante de la región oriental?" preguntó Satria.

"Así es, joven amo, se informó que desaparecieron hace algunos años y ahora han sido encontrados", respondió Dewi.

"Y también el señor Shun es el gobernante más poderoso después de nosotros", dijo Dewi de nuevo. Satria asintió.

"Pero nunca los hemos ofendido, señor", explicó Dewi.

"Hmmm. Bien, lo entiendo ahora", dijo Satria.

Satria no los conocía, así que Satria tenía que tener cuidado de no ofender su poder.

Después de obtener la información, Satria salió de su oficina. Quería ir a ver a su jefe y renunciar a su trabajo.

Después de despedirse de Dewi, Satria salió de la empresa. En el estacionamiento, Satria fue molestado por una hermosa mujer.

"¡Señor!" llamó la mujer con un tono mimado.

Satria se giró, "¿quién eres tú?" preguntó Satria.

"Soy Desi, señor", respondió.

"¿Trabajas aquí?" preguntó Satria de nuevo.

"Sí, señor, también puedo servirle", dijo con coquetería.

"¿Todavía quieres trabajar aquí?" preguntó Satria.

"Por supuesto, señor", respondió.

"Bien, entonces cuida tu actitud y cuida tu dignidad", dijo Satria con dureza. Luego encendió el motor de su moto y se fue inmediatamente del lugar. Satria negó con la cabeza al recordar el comportamiento de la mujer.

"Cuando era pobre, a nadie le importaba", pensó Satria.

Satria llegó a su lugar de trabajo. Satria fue directamente a ver a su jefe. Satria llamó a la puerta de la oficina de su jefe.

"¡Adelante!" ordenó una voz desde dentro. Satria abrió lentamente la puerta y entró.

"Satria, ¿has llegado?" preguntó.

"Jefe, vengo a entregar esto", dijo Satria.

"¿Qué es esto?" preguntó el jefe, aunque ya lo sabía.

"Quiero renunciar, jefe", respondió Satria.

"¿Por qué? ¿Es el salario demasiado bajo? ¿O han vuelto a hacer de las suyas?" preguntó el jefe.

"He conseguido otro trabajo, jefe. En una empresa", respondió Satria.

El jefe suspiró, "para ser honesto, lamento mucho que tengas que dejar de trabajar. Pero tampoco puedo obligarte".

Luego el jefe le dio el salario a Satria, aunque hoy no había trabajado. Satria no pudo decir nada más, al despedirse Satria no dijo nada. El jefe abrazó a Satria, como si nunca más se fueran a encontrar.

"Espero que te vaya mejor en tu nuevo lugar", dijo el jefe.

"Gracias", respondió Satria.

Luego Satria salió de la oficina, el jefe se secó lentamente los ojos llorosos. Tenía que perder a un trabajador diligente y competente. Nunca se quejaba, todo lo que se le ordenaba siempre se cumplía dentro de los límites razonables.

Satria también se despidió de sus compañeros de trabajo, se disculparon repetidamente y creyeron que era por ellos que Satria había dejado de trabajar.

Antes de que Satria se fuera, Satria compró herramientas de pintura para Fisya. Porque Satria quería conocer a la chica. Una chica de solo 20 años que ya le había robado el corazón.

Satria condujo su moto hacia la casa de Fisya. Su sonrisa nunca se desvaneció al recordar a la chica.

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