Desde que era niña, siempre soñé con tener mi propia familia: un refugio donde sentirme segura y rodeada de personas que me amaran. Sin embargo, ese anhelo parecía inalcanzable, ya que crecí en un orfanato, un lugar donde las sonrisas eran escasas y el tiempo para los demás aún más. Me sentía invisible entre aquellos muros grises. Todo cambió el día en que cumplí la mayoría de edad; ya no podía quedarme allí. La directora del orfanato me ayudó a conseguir un trabajo en una empresa, sin imaginar que ese sería el comienzo de mi verdadera desgracia. Esta es la historia de mi vida, una travesía marcada por el amor y la traición
NovelToon tiene autorización de Crisbella para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Capitulo XXIII El último aliento
Enrique y Cristina se encontraban sentados esperando que los dejarán pasar a ver a Míriam, después de diez minutos salió una enfermera y con amabilidad le pregunto a Enrique si él era el señor Sarmiento a lo que él afirmó con la cabeza.
"La señora pide hablar con usted".
Cristina la miro confundida a la mujer. "¿Está segura que pidió hablar con él? ¿Acaso le dijo que yo estaba aquí?"
"Si, señora. La paciente pidió hablar con el señor Sarmiento y ella está al tanto de su presencia aquí".
Enrique pensó que seguramente la señora Míriam quería hablar con su padre y no con él así que quiso aclarar la situación: "Creo que ella pide hablar con mi padre: Rafael Sarmiento".
"La señora pidió hablar con Enrique Sarmiento y fue muy clara en eso". La enfermera aclaró la situación para luego llevar a Enrique hasta la habitación.
Por su lado, Cristina se quedó confundida con lo que acababa de pasar, no entendía que era eso tan importante que Míriam quería hablar con Enrique.
Mientras tanto en el interior de la habitación el sonido de las máquinas que ayudaban a la mujer a mantenerse con vida inundaba cada rincón del pequeño espacio. La respiración entrecortada de Míriam llenó los sentidos de Enrique. "Acércate hijo, necesito contarte una historia". Dijo Míriam, su voz apenas audible y sin fuerza.
"Señora, debe guardar sus fuerzas para que se recupere pronto". Aconsejo, Enrique dándole ánimos a la mujer.
Míriam sonrió débilmente "Está vez no lograré sobrevivir, sé que es mi final y no puedo irme llevando este terrible secreto".
Enrique frunció el ceño al escuchar las palabras de la mujer, él no estaba entendiendo nada. "Señora ¿De qué está hablando?"
Míriam le pidió a Enrique que buscara en la ropa que había traído una carta. Él hizo lo que le estaba pidiendo y le entrego un papel que se veía que llevaba años con la mujer. "Aquí está la verdad del origen de Cristina y el tuyo".
Enrique tenía la carta en sus manos temblorosas sintiendo una mezcla extraña entre esperanza y culpabilidad.
"Cristina no es tu hermana, perdón por no haberlo dicho antes. Pero yo solo buscaba protegerla". Las palabras de Míriam resonaron en los oídos de Enrique, su corazón se aceleró de forma abrupta queriendo salir de su pecho.
"¿De qué está hablando?" Pregunto, con ansiedad.
"La vida de Cristina está en juego y solo confío en ti para protegerla. Lo que hiciste por ella es la prueba de tu sincero amor, ahora ve y dile que pase. Quiero despedirme de ella".
Enrique salió con la carta en la mano, se acercó a Cristina despacio. Su corazón brincando de felicidad al saber que su amor no era pecaminoso y que ellos podían ser felices juntos. Sin decir una palabra abrazo fuertemente a su pecho a la mujer frente a él.
Ella, pensando lo peor, se alejó. "Míriam... Míriam". Las palabras se atascaron y ya no pudieron salir.
"Ella quiere que entres, necesita hablar contigo". Enrique habló con dulzura, como lo hacía antes de alejarla de él.
Cristina corrió a la habitación de Míriam quería verla, quería pedirle que no la dejara, que no la abandona como hacían todos los que ella amaba. Pero al ver que su mamá del corazón estaba sufriendo se tragó cada palabra y simplemente se acercó para darle el último adiós.
Con el corazón destrozado le dio un beso en la frente para que las máquinas que hace unos segundos confirmaban que Míriam seguía con vida, empezaron a marcar la falta de signos vitales. "Descansa madre mía, descansa".
La voz de Cristina se apagó y las lágrimas empezaron a salir de sus ojos sintiendo el peso del adiós.
El doctor entró para confirmar la hora del fallecimiento y detrás de él Enrique. Quien se acercó a Cristina para mostrarle sus condolencias. "Siento mucho tu perdida".
"Estoy acostumbrada a que las personas me dejen sola". Dijo Cristina alejándose de Enrique, aunque ella deseaba sentir su calor, también tenía claro de que él fue el causante de su dolor y eso no se lo iba a perdonar.
Cristina sentía que por causa de Enrique ella no había podido estar en sus últimos años de vida con Miriam.
Ella salió de la habitación pareciendo un cuerpo sin alma, camino hasta llegar con Laura. "Míriam se acaba de ir, ya está descansando".
Amabas mujeres se abrazaron llorando desconsoladas, sin percatarse de que Adele se les había escapado para ir a buscar a su abuela.
La niña iba llorando por los pasillos del hospital buscando la habitación donde se encontraba Míriam, pero en el camino se tropezó con una piedra, al menos eso pensó ella.
"Lo siento señor", dijo la niña con una voz muy dulce.
"Pequeña, ¿Dónde está tu mamá?", pregunto Enrique bajando a su nivel.
"Ella está llorando porque mi abuela acaba de irse al cielo..." respondió la pequeña visiblemente afectada.
"Dime cómo se llama tu mamá, para poder ayudarte a buscarla".
Adele estaba por decir quien era su mamá cuando Cristina y Laura aparecieron en escena. "Ahí está mi mami". Dijo la niña señalando en dirección de ambas mujeres.
Enrique se quedó de piedra al ver la dirección hacia donde apuntaba la niña, pero Laura se adelantó salvando una vez más a Cristina de ser descubierta. "Adele, mi amor me preocupaste mucho".
Laura tomó a la niña en brazos y la saco corriendo del hospital, Cristina quiso ir detrás de ellas, pero Enrique la detuvo. "Por un momento pensé que la pequeña era tu hija".
Cristina rodó los ojos para luego decir: "Tal parece que se le olvidó que la única vez que estuvimos juntos me obligó a tomar una pastilla para no quedar embarazada".
Esas palabras de Cristina fueron como dagas que se enterraron en lo más profundo del corazón de Enrique. Recordar ese día hizo que su corazón se rompiera nuevamente. Pero ese mismo recuerdo lo llevo a la carta que Míriam le había entregado.
Había una posibilidad de que Cristina y el no compartieran lazos de sangre y si eso era así no descansaría hasta recuperarla.