Tercera parte! En emisión asique no se desesperen que vamos a paso lento pero seguro. Escribo con mucho amor asi que espero lo mismo de ustedes 🖤
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Cap 9
Capítulo 9
Mis tíos se ponen de pie, al igual que mi padre y mis abuelos. Veo cómo todos quieren acercarse a mí, y reacciono rápidamente. No puedo dejar que esta mentira se salga de control, así que es mejor hablar ahora. Prefiero que me castiguen por mentirosa antes que permitir que esto se convierta en algo mucho peor.
—Esperen un momento, quiero hablar con todos ustedes sobre lo que acaba de pasar —les pido antes de que lleguen a donde estoy—. Por favor, siéntense, solo será un momento.
—Chicos, pueden retirarse —Dice mi padre mientras vuelve a su asiento, y los demás lo imitan, aunque no dejan de observarme. Mis primos y hermanos se levantan para irse, pero...
—No, lo que tengo que decir lo tienen que escuchar todos, porque aquí todos piensan que yo...
—No tienes por qué explicarnos nada, hija. Si tú… —mi padre empieza a hablar, pero levanto la mano, deteniéndolo mientras me acerco a él.
—No me gustan las chicas —lo interrumpo antes de que siga con el discurso de apoyo que ya conozco—. Eso es lo que quiero aclarar. Y no es que si me gustaran tendría que ocultarlo o sería algo malo, porque si ese fuera el caso, les tendría que importar un carajo mi sexualidad.
Mi padre asiente, y mis tíos también, y es por eso que los amo tanto.
—Entonces, ¿Qué fue lo que pasó? ¿Por qué Ares dijo lo que dijo? —pregunta mi tío Iván, extendiendo su mano hacia mí. Ahora sí, las lágrimas empiezan a salir, no por el dolor físico, sino por la vergüenza. Tomo su mano y me quedo en medio de mi papá y él—. ¿Quieres que hablemos a solas, siniestra?
Niego con la cabeza y recorro la habitación con la mirada. Mis primos y hermanos me observan con atención, pendientes de cada palabra que voy a decir.
—Lo que pasó aquí es... —Dima y Vlad asienten, animándome a seguir tranquila, y sé que ellos también me apoyarán—. Ayer le dije a Aiden que me gustaban las chicas cuando intentó convencerme de aceptar comprometerme con él, para que dejara de insistir. Lo hice sabiendo perfectamente que es un homofóbico de mierda. Fue estúpido, lo sé, pero dejó de insistir y se alejó mostrándome su rechazo. Hoy hice lo mismo con Ares, porque sé lo que ambos tramaban desde el principio. Fingieron quererme, pero solo mostraron un falso interés por la segunda posición más importante en el sistema criminal.
Mi tío Iván asiente, porque ya me lo había dicho todo, la primera noche que llegaron aquí y entrenamos juntos. Me contó sobre los hijos de Theo, quienes habían discutido con sus padres, rechazando casarse conmigo porque una de sus normas más sagradas es que, si se casan con una mujer, esa mujer debe ser italiana. Y claramente, yo no lo soy. Los hijos de mis tíos Eliot y Emilie tampoco querían hacerme una propuesta, ya que tenemos la misma edad y quieren disfrutar más de la vida antes de dar un paso tan importante como el compromiso.
—Pido disculpas por lo que hice, tío —le digo mientras él frota mi mano cariñosamente, como de costumbre—. Debí manejarlo de otra forma, pero en ese momento fue lo primero que se me vino a la cabeza. Y, siendo sincera, estoy tan decepcionada de ellos dos que ya no quería tenerlos cerca. Una cosa es que compitan entre hermanos por la chica que les gusta; otra, muy diferente y dolorosa, es que me demostraran afecto e interés durante años, haciéndomelo creer. Y no hablo de sentimientos románticos, hablo de cariño real, como el que ustedes me demuestran.
—Lo siento, pequeña. No sé qué clase de hijos crié —Dice mi tío Iván, mi padre suspira, y mis tíos se relajan. Mis abuelos no saben qué cara poner, pero el más afectado es el abuelo Declan, porque ellos también son sus nietos—. No tienes que disculparte conmigo. Si rechazaste a mis hijos, hiciste bien. Ninguno de ellos es digno de ti…
No es justo que meta en el mismo saco a Vlad, que siempre se ha comportado bien conmigo.
—Vlad sí lo es. Y es por eso que también quería hablar con ustedes, porque no quiero comprometerme aún, pero a ambos nos gustaría conocernos mejor y ver si funciona. Y si funciona…
Mi padre parece no poder creer lo que le estoy diciendo a mi tío. Tío Theo suelta una risita, típica de él, mientras Eliot fulmina con la mirada a Vlad. De todos, Eliot es el más celoso, pero eso ya lo había mencionado antes.
—Pediré su mano como corresponde, tío. Claro que está de más decir que respetaré tus condiciones y las de tía Sam — Aclara Vlad, sorprendiendo a todo el mundo, ya que es callado y rara vez habla en las reuniones—. Cuando llegue mi madre, y nuestra señora, me gustaría pedir permiso formalmente para salir con Dess.
Los minutos pasan, y el silencio en el salón es interrumpido por mi hermano León.
—Lo que mi hermana decida está bien para mí, pero creo que no hace falta que te advierta que si la lastimas, te partiré la cara, ¿verdad? —No se levanta, pero sus ojos se clavan en los grises de Vlad—. Tú no te andas con idioteces, eres el único de los hijos de mi tío que es responsable y no está en boca de nadie. Por eso confío en que la vas a cuidar y no dejarás que nada le pase, esté contigo o no.
—Yo también apoyo a mi hermana, pero también te romperé la cara, por muy mayor que seas . —añade Christopher, cruzándose de brazos.
Sonrío ante sus palabras, y Patrick, mi hermano más pequeño, sonríe apoyando la moción, aunque, al ser el menor de los cuatro, rara vez dice algo.
—Pueden quedarse tranquilos —dice Vlad, con calma.
—No es el deber de mis hijos amenazarte, es el mío —interviene mi padre, y su voz se vuelve más grave—. Yo te romperé algo más que la cara, ¿estamos claros?
—Sí, tío. Me queda claro.
Dios mío, creo que hubiera sido más fácil el compromiso.
—Bueno, parece que aquí estamos todos de acuerdo, y no creo que mi esposa ni la tuya se opongan —continúa mi tío Iván, mirando a su hijo con el ceño fruncido—. Y tú...
—¿También me romperá la cara, mi Pakhan? —responde Vlad, con una leve sonrisa. Él y su hermana gemela, Anastasia, son los únicos que lo llaman así. No solo es su padre, también tienen claro que es su líder, y le tienen un respeto absoluto.
(Vladimir, es su primogénito, no Aiden como la mayoría piensan, es hijo de la primer pareja de mi tía Roisin, Alexander Harrington, pero que mi tío crio como propio y es el heredero de la mafia rusa.)
—Dess es mi ahijada, y sabes cuánto la adoro —hace una pausa, y su tono se vuelve siniestro—. Si te atreves a jugar con sus sentimientos, te corto los genitales y los cuelgo en el árbol de Klaus. Un compromiso pactado entre dos familias es una costumbre que se respeta, el amor viene después, como bien sabes. Pero ahora estás haciendo las cosas de manera diferente. Quieres ir por el amor antes del matrimonio, y eso está muy bien, pero no jugarás con ella. Te doy un plazo de un año como máximo para pedirles la mano a Sam y a Peter, porque aquí las normas se respetan. No perderás tu tiempo ni harás perder el de Dess. ¿Estamos claros, hijo?
—Sí, mi Pakhan —responde Vlad, serio.
Observo el intercambio entre padre e hijo, y siento la mirada de mi padre fija en mí. Hasta hace un rato parecía que iba a desatar una guerra en el salón, y ahora todos están de acuerdo en que Vlad y yo nos conozcamos antes de comprometernos. Tengo dieciocho, él veintiocho, son diez años de diferencia, y sé que no será fácil, pero...
—¿Estás de acuerdo, Dess? —pregunta mi padre.
El sonido y el asiento.
—Sí, papi, estoy de acuerdo.
No tardan en ponerse de pie para abandonar el salón. El desayuno se arruinó, y espero que el almuerzo sea mejor.
—Dime, pequeña siniestra. ¿Te duele algo? ¿Quieres volver al gimnasio? —pregunta Dima mientras me abraza por el cuello, como de costumbre, solo para que Vlad lo aparte inmediatamente.
—Suelta a mi chica o te ahogo en la piscina —gruñe Vlad, apartando el brazo de Dima de mi cuello—. Ella es mía.
Suelto una risita. Suena bien, ¿No? Su chica. Pero algo en la forma en que lo dice me hace sentir diferente, una sensación nueva y extraña que recorre mi cuerpo.
—No es tu novia aún, que se conozcan antes de eso no la hace tuya, mezquino de mierda —Dimitri, con su talento especial para hacer enojar a Vlad—. Déjame abrazar a mi primita. A saber cuándo volveré a disfrutar de pasar tiempo con ella.
—Abraza a Klaus si quieres demostrar afecto, y déjate de idioteces, porque Dess, sí es mi novia.
Aclara usando ese tono bajo tan característico de los Volkov.
— ¿Lo somos? —Me separo de Dima y me planto frente a Vlad—. Porque, que yo recuerde, no me lo pediste.
Vlad me mira con esos ojos grises que, hasta ahora, siempre habían sido misteriosos, pero hoy brillan con una intensidad diferente. Mi corazón late más rápido, aunque intento mantener la calma.
—Tu padre, tus hermanos, y hasta mi propio padre amenazaron con romperme la cara por ti. ¿Crees que eso no te hace mi novia?
—Bésame —le digo, intentando no mostrar lo nerviosa que estoy, pero sintiendo la emoción crecer dentro de mí.
Me toma de la cintura, su toque firme pero gentil. En ese momento, el ruido de la conversación alrededor se desvanece. Siento su aliento cálido cerca de mi rostro, y todo mi cuerpo se tensa de anticipación. Cierro los ojos cuando sus labios finalmente rozan los míos, y el mundo se detiene por completo.
Es un beso suave al principio, lento, como si Vlad estuviera tomándose su tiempo para asegurarse de que yo también lo sienta. No es solo un beso; es una conexión que me atraviesa, como una corriente eléctrica que comienza en mis labios y se expande por todo mi cuerpo. Un cosquilleo agradable recorre mi espalda y baja por mis piernas, haciéndome sentir ligera, casi flotando.
El calor de su cuerpo contra el mío me envuelve, su mano en mi cintura me sostiene, y por un instante me siento segura, como si estuviera exactamente donde debo estar. Mis manos se aferran a su camiseta, y la suavidad de sus labios sobre los míos es tan intensa que me sorprende. Nunca pensé que algo tan simple como un beso pudiera hacerme sentir así, tan... Feliz.
Abro los ojos lentamente mientras se separa un poco, y sus ojos grises, ahora más cálidos, me miran fijamente. No hay palabras, pero en ese momento sé que algo ha cambiado entre nosotros. No es solo la curiosidad de conocernos. Es algo más profundo, algo que aún no puedo definir.
El aire en la sala se siente más pesado, pero no me importa. Todo lo que noto es el latido acelerado de mi corazón y el agradable hormigueo que sigue recorriendo mi piel.
—¿Fuegos artificiales? —Pienso para mí. No, no hay. Pero esto... esto se siente mucho mejor.
—Adiós a mis planes de seducirte y llevarte a Rusia —dice Dima, trayéndonos de nuevo al mundo real—. ¿Qué más da? Seguirás siendo mi prima de todos modos.
Me río, y Vlad le pone una mala cara, pareciendo no entender que Dima está bromeando.
—De verdad te voy a ahogar. No juegues —gruñe Vlad, pero toma mi mano, entrelazando nuestros dedos, mientras salimos de la casa y nos dirigimos al jardín.
Me siento extraña, pero no en un mal sentido. Es... raro, agradable y confuso, y siento tantas cosas en este momento que no sé cómo describirlas. La calidez de la mano de Vlad en la mía me da un cosquilleo que sube por mi brazo, y su cercanía hace que mi corazón palpite con fuerza.
—¿Ya te convenciste o quieres una segunda muestra? —me pregunta, levantando la mano para apartar un mechón de cabello detrás de mi oreja. Su toque es suave, y la mirada en sus ojos me hace sentir vulnerable, como si pudiera ver más allá de mi fachada.
—Porque no me importaría hacerlo. He esperado mucho por esto. ¿Sabes?
No sé cómo responder a eso, pero estoy completamente consciente de lo que está diciendo. La mezcla de emoción y nervios me inunda. ¿Cómo puede ser que, a pesar de todo, sienta que esto es justo lo que necesitaba?
Mi mente da vueltas, entre la incertidumbre de lo que vendrá y el deseo de quedarme en este momento, justo aquí, justo con él.
—Sí, me convencí, pero todavía no me lo creo. Sucedió tan rápido que... —el sonido de su móvil interrumpe lo que estaba a punto de decir.
—¿No vas a contestar? —pregunto, sintiendo que la tensión en el aire se corta con esa llamada.
—Estoy de vacaciones, Dess. Volveré a sumergirme en el trabajo el lunes cuando regrese —responde tranquio, pero el teléfono sigue insistiendo, y eso me resulta molesto.
—Responde, porque no soporto el sonido. Además, si te llaman directamente a ti, debe ser importante.
Suspira, sacando el móvil de su bolsillo.
—Dejé expresamente claro que no quería ser molestado. Si llamaste, debe ser importante, y si no lo es, considérate despedido, Edward —dice, y hace una pausa, escuchando lo que le dice el tal Edward. Su expresión se tensa, y la atmósfera a su alrededor cambia.
—Ocúpate y quiero un reporte cada dos horas —ordena, su voz firme y autoritaria— Debiste llamar a mi padre, no a mí, pero estoy con él asique le diré que te llame.
—No es mi problema, es el tuyo por hacer cosas que no te fueron autorizadas.
Cuelga el teléfono, la frustración claramente marcada en su rostro. El enojo se refleja en sus cejas fruncidas y en la tensión de su mandíbula, aunque intenta disimularlo con una sonrisa cuando me mira.
—¿Malas noticias? —pregunto, adivinando que algo grave está sucediendo.
Asiente y deja escapar una sonrisa forzada.
—¿Tendrás que volver? —insisto, observando cómo su mirada se dirige al cielo nublado, cargado de nubes oscuras que anuncian una tormenta inminente. Respira hondo, como si buscara encontrar una respuesta que lo tranquilice.
—Espero que no, porque de ser así, me perderé la fiesta y la cacería —murmura, con una mezcla de frustración y resignación en su tono—. Pero eso no es lo que más me molesta... Lo que realmente me jode es que si me voy, no puedo llevarte conmigo. Ya no quiero irme si eso significa dejarte aquí.
Se acerca, y con un gesto que apenas oculta su preocupación, me da un beso corto en los labios, casi como una promesa silenciosa de que esto no será por mucho tiempo.
—Acompáñame, tengo que hablar con papá y el abuelo Declan —dice, tomando mi mano con una leve presión.
—Creo que lo mejor es que hables con ellos a solas —respondo, sabiendo que este tipo de conversaciones familiares suelen necesitar espacio—. Te esperaré en la cocina, ¿sí?
Asiente, y comenzamos a caminar de regreso hacia la casa. Puedo sentir el peso de sus preocupaciones incluso en su silencio, algo denso en el ambiente que hace que mis pasos se sientan más pesados.
—¿Pasó algo grave? —pregunto al llegar a la puerta, temiendo la respuesta.
—Aiden y Ares retiraron una cantidad muy grande de dinero de la empresa, y es muchísimo dinero.—Hace una pausa. — De la empresa de la que los cuatro somos dueños, y ahora Ana y yo tenemos problemas, porque corremos el riesgo de que quiebre y tu más que nadie conoce los negocios de la familia.
Mi corazón da un vuelco al escuchar la palabra "quiebra". Esto es más serio de lo que imaginaba, aunque sé que la pérdida de una empresa no generara grandes daños en su economía.
—¿Cuál de todas las empresas? —pregunto, aunque una parte de mí ya sabe la respuesta, claramente es para joderlo porque a él no lo eche y no son estúpidos, saben contar dos más dos.
—La de Nueva York —dice, su tono grave. Justo en ese momento, su móvil vuelve a sonar. Mira la pantalla y suelta un suspiro.
—Es Ana —me dice—. Debo contestar; ella sí debe estar furiosa.
Lo dejo irse, observando cómo responde la llamada de su hermana gemela. Aunque no estoy presente en esa conversación, puedo sentir la magnitud de los problemas que están afectando a su familia. Algo me dice que esto es solo el principio de lo que está por venir.
Ya no quiero cumplir dieciocho.