En este mundo puedes elegir dos cosas, ser un super héroe o una persona normal. Toda la población de la humanidad tiene por lo menos un poder, pero en el siglo XXI nace una persona que cambia por completo la humanidad y el planeta.
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Nicole, Ome y Figueroa
Habían pasado dos días desde la intensa batalla de Junior contra Ordóñez y sus compañeros, y desde que Karoth y Daniela se enfrentaron a la chica de gafas de décimo. En la zona donde se encontraban Junior, Karoth y Daniela, reinaba una tranquilidad inusual. Las dos chicas aprovechaban el momento para descansar, aunque no dejaban de observar a Junior, quien seguía inconsciente. Llevaba dos días en ese estado, lo cual preocupaba a Karoth y Daniela, aunque sus heridas habían dejado de sangrar, aún lucían graves.
Mientras tanto, cerca de un lago en otra parte del campo de prueba, Nicole, Ome y Figueroa se tomaban un merecido descanso. Los tres habían logrado descalificar a dos equipos enteros, lo cual los enorgullecía, pero también les había dejado agotados. Aprovechaban la pausa para beber agua y conversar.
—Esta prueba es un martirio —se quejó Nicole mientras se dejaba caer junto a sus compañeros—. Apenas han pasado dos días y siento que llevamos semanas luchando. ¿No es lunes ya?
—Tienes razón. Pero debemos ser fuertes y resistir —le respondió Ome, dándole una palmada en el hombro para animarla.
Figueroa revisó el agua del lago y luego preguntó:
—¿Alguien tiene un termo? Podríamos recolectar agua del lago para el camino.
—Yo traje uno, aquí tienes —dijo Nicole, sacándolo de su bolso y pasándoselo.
—Gracias, Nicole.
Nicole suspiró mientras los tres miraban el lago, tratando de recuperar fuerzas.
—Esto es realmente agotador. ¿Por qué se le ocurren estas cosas tan extremas a la academia, Ome? —preguntó Nicole, agitando la cabeza con incredulidad.
—¿Quién sabe? Pero así es, Nicole. Solo queda aguantar.
Nicole asintió, aunque su mente comenzó a divagar. Miró a sus amigos y comentó, en un tono de preocupación:
—Me pregunto cómo les estará yendo a los demás… No he visto a Isabela, Danna o Johan desde que comenzó la prueba. Y de Junior tampoco sé nada. Después de nuestra pelea, pensé que estaría bien, pero tengo un mal presentimiento…
—Tranquila, tu primo es fuerte —la consoló Ome—. Seguro que está bien, de alguna forma se las arreglará.
Nicole frunció el ceño, intentando ahuyentar la ansiedad. No le gustaba la idea de que Junior pudiera haberse enfrentado a algo demasiado peligroso.
—Espero que no haya intentado pelear solo… Karoth y Daniela pueden ayudarlo si es necesario —murmuró.
De repente, una voz burlona interrumpió sus pensamientos.
—¡No creo, niña! —gritó Ordóñez desde el otro lado del lago, con una sonrisa maliciosa.
Nicole giró rápidamente, con los ojos abiertos de sorpresa.
—¿Qué? ¿Ordóñez?
El chico avanzó con su típico aire de superioridad, acompañado por Suárez y Ricardo. Ordóñez lanzó una risa desagradable.
—Sí, tu primo fue tan estúpido que intentó enfrentarse a nosotros solo. ¿Y adivina qué? Terminó derrotado en algún lugar del campo.
Nicole sintió una oleada de rabia recorrer su cuerpo.
—¡Estás mintiendo! —gritó ella, furiosa.
—¿Tú crees? —dijo Ordóñez, riendo mientras una pequeña llama aparecía en su mano, jugando con ella amenazadoramente.
Ricardo asintió, aunque tartamudeando:
—Sí… es… verdad…
El miedo y la ira se apoderaron de Nicole.
—Ome… mi primo… —dijo con voz temblorosa, buscando apoyo en su amigo.
—Tranquila, Nicole —le dijo Ome, tratando de calmarla—. No sabemos si están diciendo la verdad.
Pero Ordóñez no dejó pasar la oportunidad y lanzó una bola de fuego en dirección a ellos. Figueroa reaccionó rápidamente y apartó a Nicole y a Ome justo antes de que el fuego explotara cerca de ellos.
—¡Buen movimiento, Figueroa! Esto va a ser divertido —exclamó Suárez, sonriendo con malicia.
Ome apretó los puños y, sin pensarlo dos veces, estiró su brazo hacia Ordóñez con un puñetazo alargado. Pero Ricardo intervino y lo interceptó, lanzándolo hacia el agua con una patada brutal.
—Tu pe… lea… es…conmigo —dijo Ricardo, mientras Ome salía del agua empapado, listo para la batalla.
—Está bien —respondió Ome, lanzándose hacia Ricardo.
Mientras tanto, Suárez sonrió burlonamente y miró a Figueroa.
—¿Y yo? ¿Quién peleará conmigo? —preguntó Suárez, disfrutando de la situación.
—Yo me encargaré de eso —contestó Figueroa, lanzándole un par de golpes rápidos que Suárez apenas logró esquivar.
Nicole quedó cara a cara con Ordóñez, quien sonreía con arrogancia, sin imaginar la rabia que tenia ella. Sin pensarlo, Nicole agitó sus manos, creando una fuerte ventisca que lanzó a Ordóñez contra una roca, dejándolo aturdido y tosiendo sangre.
—Eres un maldito hijo de puta —murmuró Nicole, enojada.
Se acercó a él y comenzó a golpearlo sin cesar, descargando toda su frustración mientras gritaba:
—¡¿Dónde está mi primo?! ¡¿Qué le hiciste?!
Ordóñez levantó las manos para defenderse y lanzó otra bola de fuego en un intento de escapar. Sin embargo, Nicole la contrarrestó rápidamente con un chorro de agua y lo lanzó contra el suelo con otra ventisca. La pelea se volvió más intensa, con golpes y poderes de un lado a otro.
Ordóñez, jadeante y con la nariz sangrando, miró a Nicole y le preguntó con una sonrisa burlona:
—¿Por qué no usas tus bolas de fuego, Nicole? —preguntó, esperando provocarla.
—Solo las uso en caso de emergencia —respondió ella, sin caer en la provocación.
—¿Y esto no es una emergencia?
Nicole lo miró con desprecio.
—No quiero matar a nadie, Ordóñez. Aunque lo merezcas, no voy a perder el control por ti.
Ordóñez soltó una risa amarga y dijo con sarcasmo:
—¿Y qué, acaso quieres terminar como tu querido primo? ¿Desangrado y derrotado?
La burla fue la gota que colmó la paciencia de Nicole.
—¡Cállate! —gritó, lanzando una última ráfaga de viento que lo estrelló contra el suelo, dejándolo sin fuerzas para levantarse.
Nicole, cegada por la furia, golpeaba a Ordóñez con toda su fuerza, sin contenerse. Suárez, por su parte, apenas mostraba signos de cansancio, mientras Figueroa luchaba para encontrar una forma de superarlo. Cerca de ellos, Ome y Ricardo se enfrentan en una feroz pelea, ambos intercambiando golpes sin descanso.
—Bien, terminemos con esto de una vez —dijo Ordóñez, en tono desafiante.
Concentrando su energía, Ordóñez formó una enorme bola de fuego en sus manos y la lanzó directamente hacia Nicole. Ella no tuvo tiempo de esquivarla y recibió el golpe de lleno, siendo arrojada hacia el lago, donde cayó con un chapoteo violento.
—¡NICOLE! —gritó Ome, alarmado al verla desaparecer bajo el agua.
—Muy bien, es hora de sacarla de allí y ponerle fin a esto —exclamó Ordóñez, avanzando hacia el borde del lago.
Ome intentó correr en dirección a Nicole, pero Ricardo se interpuso en su camino, dándole un golpe que lo obligó a retroceder. Figueroa también intentó acercarse, pero al descuidarse, Ordóñez la atacó con otra bola de fuego, obligándola a retroceder.
—Tú estas peleando conmigo, Figueroa —dijo Suárez, lanzándole una mirada desafiante.
—Primero quítate de mi camino —respondió ella, esquivando sus ataques con agilidad.
Ordóñez continuó acercándose al lago. Sin embargo, al llegar al borde y tocar el agua con los pies, algo lo detuvo en seco. De repente, sus piernas parecieron clavarse al suelo, incapaces de moverse. Suárez, al notar su parálisis, lo miró extrañado.
—¿Qué pasa, Ordóñez? ¿Por qué te detuviste? —preguntó Suárez, alarmado.
—No… no sé. No puedo mover los pies —respondió Ordóñez, en tono de pánico.
—No lo harás por un buen rato —se oyó una voz a sus espaldas.
Todos giraron para ver a Nicole, quien emergía del agua, envuelta en una aura de poder y con una mirada feroz. El agua del lago se arremolinaba alrededor de sus pies, sosteniéndola en equilibrio mientras avanzaba, firme y decidida. Su rostro reflejaba una mezcla de ira y tristeza.
—Esto es para que dejes de creer que mi primo y yo somos débiles —dijo Nicole, mientras lágrimas de furia se deslizaban por sus mejillas.
Alzó los brazos, y el agua del lago comenzó a elevarse a su alrededor, formando una gigantesca ola. La expresión de terror en los rostros de Ordóñez y sus compañeros lo decía todo. Ricardo alzó vuelo para escapar, mientras Figueroa corría hacia Ome, tomándolo del brazo y llevándolo a un árbol alto para evitar el impacto de la avalancha de agua que se avecinaba. Suárez, por su parte, no tuvo tiempo de reaccionar y fue arrastrado por la corriente junto con Ordóñez, quien también fue barrido hasta que Ricardo logró rescatarlo.
La ola arrasó el campo, arrastrando a varios estudiantes y llevándolos hasta el final del terreno de pruebas. Los profesores Rubén y otro instructor observaron desde una distancia segura cómo la avalancha dejaba fuera de combate a varios participantes, entre ellos a Suárez y algunos estudiantes, quienes quedaron automáticamente descalificados.
Cuando la ola disminuyó, el lago quedó en calma, con su nivel notablemente bajo. Nicole, agotada, dejó caer sus brazos y tambaleó antes de desplomarse en el suelo. Ome y Figueroa corrieron hacia ella, sorprendidos e impresionados por lo que acababan de presenciar.
Al caer la noche, Nicole y Figueroa descansaban mientras Ome vigilaba los alrededores, atento a cualquier peligro. En algún momento, Nicole despertó y, en lugar de intentar dormir de nuevo, se dirigió hacia Ome, quien se encontraba junto a un árbol, observando el cielo.
—¿Por qué no descansas? Hoy es mi turno de vigilar —le preguntó Ome al verla acercarse.
—Lo sé… pero no puedo dormir —admitió Nicole, sentándose a su lado.
—¿Después de lo que pasó hoy no estás cansada?
—Sí, pero aún así no logro conciliar el sueño.
Ome sonrió, admirando la resistencia de su compañera.
—Tú y Juan Pablo son increíbles —dijo, en tono de admiración.
Nicole soltó una risita.
—Oye, Ome…
—¿Sí? —respondió él, mirándola con interés.
—¿Crees que tenemos alguna oportunidad de ganar esta prueba? —preguntó Nicole, con un toque de incertidumbre en la voz.
Ome suspiró, pensativo.
—No lo sé, Nic. Hay estudiantes aquí con habilidades impresionantes. Lo de hoy es solo una muestra de lo que somos capaces de enfrentar.
Nicole asintió en silencio, mordiéndose el labio.
—Supongo que tienes razón. Y no puedo evitar preocuparme por Junior… y por mis amigas. ¿Estarán bien? —murmuró, más para sí misma que para Ome.
—Estoy seguro de que están bien. Son fuertes y saben cuidarse. Tú misma lo sabes, ¿verdad?
Nicole sonrió levemente, reconfortada por sus palabras.
—Tienes razón, no debería dudar.
Ome la miró a los ojos, y de repente, la tensión de los últimos días pareció disiparse.
—¿Qué te parece si después de esta prueba vamos al cine o hacemos algo para relajarnos? —sugirió Ome, con una sonrisa.
—Me encantaría eso, Ome —respondió Nicole, sonrojándose levemente.
Ome asintió, y ambos intercambiaron una mirada cómplice.
—¿Sabes? Espero que mis quince años sean especiales —dijo Nicole, soñadora.
—Lo serán. Y estaré allí para celebrarlo contigo —dijo Ome, tomando su mano con suavidad.
—Siempre sabes cómo levantarme el ánimo. Te amo, Ome.
—Yo también te amo, Nicole —respondió él, antes de inclinarse y darle un beso.
Después de unos momentos, Nicole se recostó en su hombro, disfrutando de la tranquilidad del momento.
—Oye, Nicole… ¿Saavedra conoce a… Va…?
Antes de que pudiera terminar, Nicole se tensó y lo interrumpió bruscamente.
—¡NO, OME! ¡No la conoce! —respondió, casi en un grito.
Ome la miró, sorprendido por su reacción.
—¿Por qué te pones así? —preguntó, en tono amable.
Nicole se relajó un poco, bajando la mirada avergonzada.
—Lo siento. Es solo que… Junior…
—¿Qué pasa con él? —insistió Ome.
Nicole dudó, mordiéndose el labio, y luego suspiró profundamente.
—No puedo decirlo… Le prometí a Junior que guardaría el secreto.
Ome la miró con comprensión.
—Nicole, puedes confiar en mí. Lo que me digas quedará entre nosotros, lo prometo.
Después de unos momentos de duda, Nicole asintió. Sabía que podía confiar en él, y la presión de llevar el secreto sola era demasiada.
—Está bien… pero no debes decirle a nadie, ¿entendido? —le advirtió.
Ome asintió, y entonces Nicole comenzó a contarle el secreto de Junior y la chica que despertó su poder a los trece años.