Williams, un joven adolescente, descubrió su orientación sexual con su amigo más cercano. Al revelarlo a su familia, se encontró con una oposición feroz y fue expulsado de su hogar sin ayuda. Desesperado, buscó a su amado solo para descubrir que también lo había abandonado. Destrozado, vagó por las calles en busca de un lugar donde vivir. En su camino, se cruzó con Luke, un hombre bondadoso que, junto a su esposa, le ofreció refugio y apoyo. Años después, Williams conoció a Steven, un lobo delta que lo reclamó como su pareja, trayendo consigo una nueva esperanza y un futuro lleno de amor y aceptación.
tercer libro de Génesis la gran luna
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capítulo 11
El apartamento era pequeño pero acogedor, decorado con muebles de madera y colores cálidos que parecían abrazar a quienes cruzaban el umbral. Williams entró con cierta inseguridad, echando una rápida mirada al lugar mientras Luke cerraba la puerta detrás de él. Al fondo, cerca de una ventana que dejaba entrar la luz de la tarde, estaba una joven en silla de ruedas. Su cabello castaño caía sobre sus hombros, y sus ojos reflejaban una mezcla de curiosidad y cautela. A su lado, una mujer alta y elegante, con una presencia que irradiaba calma y autoridad, se levantó lentamente del sofá.
—Williams, te presento a mi hija, Averi, y a mi esposa, Emilia, —dijo Luke, posando una mano en el hombro del joven.
Williams asintió tímidamente y esbozó una sonrisa breve, aunque forzada. No estaba acostumbrado a estar en lugares tan personales, y mucho menos a conocer familias completas.
—Es un gusto, —dijo, inclinando ligeramente la cabeza hacia ambas mujeres.
Emilia avanzó un paso hacia él y le tendió la mano. Había algo en su mirada que lo hizo sentirse expuesto, como si ella pudiera ver más allá de su fachada. Dudó un momento antes de aceptar el saludo.
En el instante en que sus manos se tocaron, Williams sintió un calor extraño que subió por su brazo, pero antes de que pudiera apartarse, los ojos de Emilia brillaron con un resplandor sutil, casi imperceptible.
—Tranquilo, todo estará bien. Toma asiento, por favor, —dijo ella con una voz suave pero firme, soltando su mano con delicadeza.
Williams parpadeó, intentando procesar lo que acababa de ocurrir. Algo en su interior, una sensación de calma que no había sentido en años, comenzó a asentarse. Asintió lentamente y se sentó en un sillón cercano, mientras Luke tomaba asiento en otro junto a Emilia. Averi, desde su lugar cerca de la ventana, no apartaba la mirada de Williams, como si intentara descifrarlo.
El silencio que siguió fue pesado, pero no incómodo. Parecía más bien un momento de evaluación mutua.
—Entonces, Williams, —comenzó Emilia después de unos segundos—, ¿cómo conociste a mi esposo?,---
Williams miró a Luke, buscando una señal de aprobación antes de responder.
—Nos encontramos por casualidad, señora. Estaba... en un mal momento, y él ofreció ayuda,---
La explicación fue vaga, pero suficiente para que Emilia entendiera la situación.
—Puedes llamarme Emilia, —dijo ella, sonriendo ligeramente. Luego se volvió hacia Luke—. ¿Le has contado ya?,----
—No, aún no, —respondió Luke, cruzando los brazos. Se giró hacia Williams, quien parecía aún más confundido—. Escucha, hay algo que necesitas saber. Emilia no es como las demás personas.---
Williams frunció el ceño.
—¿Qué quiere decir?,----
—Emilia es... especial. Es una bruja, —respondió Luke con una naturalidad sorprendente, como si hablara del clima.
Williams se quedó helado.
—¿Una bruja, como en Harry Poter?,---
Emilia asintió con una pequeña risa, pero no dijo nada. Dejó que sus ojos hablaran por ella, transmitiendo comprensión y paciencia.
—Sé que es mucho para asimilar, —intervino Luke—, pero es la verdad. Emilia puede sentir cosas... percibir lo que otros no pueden.---
—¿Eso fue lo que pasó antes? —preguntó Williams, recordando el extraño brillo en los ojos de Emilia cuando le estrechó la mano.
—Exactamente, —dijo Emilia. Su tono seguía siendo tranquilizador, pero ahora tenía un matiz de seriedad—. Pude sentir tu dolor, Williams. El peso que llevas contigo.---
Williams apartó la mirada, incómodo. No quería que nadie supiera lo que había pasado en su vida, y mucho menos una desconocida que se proclamaba bruja.
—No tienes que hablar de ello si no quieres, —continuó Emilia—. Pero quiero que sepas que estás a salvo aquí. Nadie te va a juzgar ni te va a hacer daño.---
Averi, que hasta ese momento había permanecido en silencio, habló por primera vez.
—Mi madre tiene razón. Este lugar es... diferente. Te ayudará.----
Williams giró la cabeza hacia ella, sorprendido por el tono seguro en su voz. Averi era joven, quizás un poco menor que él, pero había algo en su forma de hablar que lo hacía confiar en ella, aunque no quisiera.
—¿Qué quieren de mí? —preguntó finalmente, su voz cargada de desconfianza.
Luke negó con la cabeza.
—Nada. Solo queremos ayudarte.---
—¿Por qué? —insistió Williams, alzando un poco la voz—. No soy nadie. No tengo nada que ofrecer.----
Emilia se inclinó hacia adelante, apoyando los codos en sus rodillas.
—Eso no es cierto, Williams. Todos tenemos algo que ofrecer, incluso cuando no podemos verlo.----
El joven no supo qué responder. Había pasado tanto tiempo sintiéndose invisible, inútil, que las palabras de Emilia lo desconcertaron.
—¿Qué viste cuando me tocaste? —preguntó después de un momento, su voz más baja.
Emilia suspiró, su expresión volviéndose sombría.
—Vi mucho dolor. Culpa, pérdida, miedo... pero también vi esperanza. Una chispa que aún no se ha apagado.-----
Williams tragó saliva, luchando contra el nudo que se formaba en su garganta.
—No sé si puedo confiar en ustedes, —admitió finalmente, mirando a cada uno en la habitación.---
—Es normal, —respondió Luke—. Tómate el tiempo que necesites. Nadie te está presionando.----
Hubo un largo silencio antes de que Averi rompiera la tensión con una sonrisa leve.
—Por cierto, ¿te gusta el café? —preguntó.
Williams la miró, desconcertado por el cambio repentino de tema.
—Supongo que sí, —respondió, aunque no estaba seguro de por qué lo había dicho.
—Perfecto, porque hago el mejor café que probarás en tu vida. Papá, ¿Le enseñas dónde están las tazas? ----
Luke resopló, pero se levantó y guio a Williams hacia la pequeña cocina. Mientras tanto, Emilia y Averi intercambiaron una mirada significativa.
—¿Crees que se quedará? —preguntó Averi en voz baja.
Emilia asintió lentamente.
—Lo hará. Pero necesitará tiempo.----
Desde la cocina, las voces de Luke y Williams se oían apenas, mezcladas con el sonido del agua hirviendo y el choque de las tazas contra la encimera. Averi observó a su madre por un momento antes de hablar de nuevo.
—Lo que viste... ¿era muy malo?,----
Emilia no respondió de inmediato. Cerró los ojos y tomó una respiración profunda antes de mirar a su hija.
—Lo suficiente como para saber que está al borde de perderse. Pero no si podemos ayudarlo.---
Averi asintió, comprendiendo la gravedad de las palabras de su madre.
Cuando Williams y Luke regresaron con las tazas de café, la atmósfera en el apartamento parecía haber cambiado ligeramente. El joven aún estaba lleno de dudas, pero por primera vez en mucho tiempo, sintió una pequeña chispa de algo que apenas podía reconocer, esperanza.
Sentado en la mesa, Williams sostenía su taza, sin mirar,--- yo, soy hermafrodita, quede embarazado, pero debido a los golpes de mi padre lo perdí, fui abandonado en un hospital, me escape, solo tengo 17 años, fui en busca de mi novio, bueno eso creía yo, él estaba con una chica, ----
viene la calma en tu camino de cruzaron personas con un gran corazón