Cuatro Estaciones Para Nuestro Amor

Para Sara no resultó rara la invitación, ya que cenaban juntos casi a diario, aun así quiso saber a qué lugar la llevaría esa noche y también obtener información sobre el tema a tratar; sin embargo, Carlos no quiso darle ningún detalle haciendo crecer la curiosidad dentro de ella.

Por el resto de la tarde Sara estuvo pensativa, en su cabeza hubo diversas ideas de la cena. Y es que deseaba que está vez él pudiera hablar de sus intenciones con ella, pero también se sentía nerviosa de imaginar que él pudiera declararse y ella no pudiera responder a sus deseos, es decir, que sus viejos traumas le impidieran entregarse por completo a su amor

_ Si él intentará besarme y yo no pudiera corresponderle? Que explicación podría darle? Entendería el porqué no me gusta que los hombres se me acerquen? Pensaba para sí misma sentada tras su escritorio. De un momento a otro sus pensamientos se convirtieron en recuerdos, en su mente recordó los gritos de una obscura tarde de hace unos años, las lágrimas llegaron a sus ojos y la agitación a su alma, de repente se cubrió el rostro con ambas manos y lloro amargamente.

_ Por qué a mí? Por qué me hicieron eso?¡No imaginan el daño tan grande que me causaron, espero no verlos nunca más! Con ese pensamiento limpio sus lágrimas y saco el computador para comenzar a trabajar aún sintiendo el nudo en la garganta y dejando caer algunas lágrimas más.

Al caer la noche se dio cuenta que Carlos había pasado a despedirse y que había pasado más tiempo del planeado en el trabajo, así que apagó la computadora, tomo su bolsa y salió de prisa para alistarse para su compromiso.

El departamento que le otorgó la empresa estaba muy cerca del trabajo, así que no tuvo grandes problemas para llegar, al entrar, aventó su bolso, se quitó los zapatos, recogió su cabello y se acercó al espejo del baño...

_ Soy un desastre! cómo justificare mis ojos hinchados?

Se puso una mascarilla y después se metió a bañar, al salir, se paró frente a su vestidor, ahora sí tenía suficiente ropa para poder escoger, mucha de ella fue elegida por Carlos, así que busco en sus recuerdos cuál de ella le había gustado más... Su mente la transportó al día que compraron un vestido negro, nada demasiado extravagante, por el contrario, un vestido que le llegaba abajo de la rodilla, satinado, con escote discreto, tirantes y en el pecho un sencillo bordado de lentejuelas. Decidió utilizar ese vestido con unos tacones bajos y un sencillo saco del mismo color, en realidad Sara siempre fue una mujer muy sencilla para vestir, pero con mucha clase para lucir cualquier atuendo.

Después de una rutina de maquillaje más compleja de lo habitual, escucho el timbre...

_ Un momento por favor, jalo su bolso del sillón y a brincos se fue acomodando uno de los zapatos. Abrió la puerta, saludo a Pedro y se dispusieron a viajar.

_ Esta colonia no la conozco, dijo Sara mirando por la ventanilla del auto, _ Nunca me ha traído por este rumbo a ningún restaurante.

Pedro sonrió, pero no dijo nada. Unos minutos después detuvo el automóvil frente a un impresionante edificio, la zona en la que estaba ubicado fue considerada la más costosa de la ciudad y, por lo tanto, la vista era de verdad impresionante.

Bajo Sara del auto dirigiendo la mirada a lo alto, pasándola de un edificio a otro y de una lámpara a otra.

_ Dónde estamos Pedro? El lugar es hermoso, pero no veo ningún restaurante cerca... dónde está el señor Douglas? Pregunto intrigada y sobando sus brazos por el frío.

_ Venga señorita, el señor Douglas la espera arriba, acompáñeme por favor.

Al ingresar al vestíbulo quedó aún más impresionada, la imagen ante sus ojos era de verdad hermosa, todo tan limpio, tan lujoso, todo impecable.

_ Por aquí señorita, el elevador la llevará directamente hasta donde está el señor Douglas, dijo Pedro señalando el camino al elevador.

Al entrar noto que el piso al que se dirigía era el último... _Valla, Luxury Hause, que modesto.. Sonrió y se arregló el vestido y el cabello, en ese momento se abrieron las puertas del elevador, Carlos estaba impaciente esperando tras ellas.