Keren Lombardi, un hombre apuesto, rico y poderoso, cuya vida cambia drásticamente cuando es abandonado en el altar por su prometida. Traicionado y con el corazón endurecido, Keren jura no volver a creer en el amor. Su único objetivo ahora es satisfacer el último deseo de su abuelo moribundo: encontrar una esposa y asegurar el legado de la familia Lombardi.
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Capítulo 10 Al día siguiente
Emma llegó temprano a la empresa, sintiendo las miradas de sus compañeros. Desde que Keren había comenzado a mandarla a llamar con tanta frecuencia, los rumores habían comenzado a circular. Sabía que el personal de limpieza y algunos de los empleados administrativos hablaban de ella a sus espaldas. Las miradas curiosas y las sonrisas maliciosas le habían hecho entender que su cercanía con el jefe no había pasado desapercibida.
"¿Por qué Lombardi llama tanto a la chica de la limpieza?", había oído decir a una de sus compañeras el día anterior. Los rumores solo crecían con cada día que pasaba, y Emma sabía que pronto sería el tema de conversación de toda la empresa. Pero no tenía tiempo para preocuparse por eso; su enfoque estaba en su madre y su hija.
Al llegar a su estación de trabajo, uno de los asistentes de Keren la interceptó.
—El señor Lombardi quiere verte en su oficina —dijo con tono serio.
Emma asintió, respirando hondo para calmarse. Sabía que hoy sería el día en que hablarían de los detalles del contrato, y aunque se había preparado mentalmente, el miedo seguía presente.
Cuando llegó a la oficina, Keren la esperaba sentado detrás de su gran escritorio de madera oscura. Parecía tranquilo, con una expresión que no dejaba entrever sus pensamientos. Emma cerró la puerta detrás de ella, sintiendo el ambiente pesado.
—Emma, siéntate —dijo Keren, señalando la silla frente a él.
Ella obedeció sin decir una palabra, nerviosa ante lo que vendría a continuación. Él no perdió tiempo en entrar en detalles.
—He estado preparando el contrato —dijo Keren con voz firme—. Quiero que entiendas que este acuerdo no es solo un trámite legal. Es un compromiso de tu parte. A partir de hoy, tendrás que seguir mis instrucciones y cumplir con tu responsabilidad. A cambio, tu madre seguirá recibiendo la atención que necesita, y no tendrás que preocuparte por nada más.
Emma asintió en silencio. Sabía que estaba atrapada en una situación de la que no podría escapar fácilmente.
—No es un matrimonio normal, como ya te dije —continuó Keren, mientras sacaba una carpeta de su escritorio—. No espero que finjas que somos una pareja enamorada, pero sí tendrás que actuar como mi esposa en eventos públicos. Tendrás que asistir a las fiestas y reuniones de la empresa. Quiero que representes bien mi apellido, y eso implica que aprendas a manejarte en esos círculos.
Emma parpadeó, procesando sus palabras.
—¿Quieres que actúe como tu esposa en público? —preguntó, sintiendo cómo la presión aumentaba.
—Exactamente —respondió Keren—. Mi círculo social no es sencillo, y necesito a alguien que no solo se vea bien, sino que también sepa comportarse. Habrá cenas, fiestas de la empresa, y reuniones con socios importantes. Tú serás mi acompañante en esos eventos, y quiero que estés a la altura.
—Pero yo… no tengo experiencia en ese tipo de situaciones —dijo Emma, bajando la mirada—. No sé cómo actuar en ese ambiente.
Keren la observó por un momento, como si ya hubiera anticipado su respuesta.
—No te preocupes por eso —dijo con frialdad—. Te proporcionaré lo que necesites para adaptarte. Ropa, entrenamiento en protocolo… Lo que sea necesario para que cumplas con tu papel.
Emma sintió que el nudo en su estómago se hacía más grande. La idea de estar rodeada por la élite empresarial y tener que fingir una relación con Keren era más intimidante de lo que había imaginado.
—Y hay otra cosa más —añadió Keren, su voz firme—. Tienes que conocer a mi abuelo.
Las palabras la tomaron por sorpresa.
—¿A tu abuelo? —preguntó Emma, sin entender del todo.
—Sí —dijo Keren, levantándose de su silla y caminando hacia la ventana—. Mi abuelo es la razón principal por la que estamos haciendo esto. Él está enfermo, y su único deseo es verme casado antes de morir. No podemos seguir adelante sin que lo conozcas. Quiero que él te vea y crea que somos una pareja real.
Emma asintió, pero en su interior, todo parecía derrumbarse. Conocer al abuelo de Keren hacía que todo esto pareciera aún más real, más comprometedor. Sabía que, a partir de ese momento, no habría vuelta atrás.
—Entendido —dijo Emma en voz baja, resignada a lo que se venía.
Keren la observó por un momento más antes de hablar.
—Entonces estamos de acuerdo —dijo, con un tono de cierre—. Te haré llegar el contrato final mañana para que lo firmes. Asegúrate de estar preparada para todo lo que esto conlleva, Emma. A partir de ahora, no hay margen para errores.
Emma asintió una vez más, y con un nudo en la garganta, se levantó para salir de la oficina. Sabía que lo que venía a continuación sería el inicio de una nueva vida, una que nunca había imaginado, pero una que no podía evitar.
Antes de que pudiera cruzar la puerta, la voz de Keren la detuvo.
—Y recuerda, Emma —dijo él, con una mirada intensa—, nada de esto es un juego. A partir de ahora, eres mía ante los ojos del mundo.
—Y una cosa más, Emma —dijo, con una mirada intensa—. No me importa lo que los demás piensen o digan. Si empiezan a murmurar sobre ti o sobre mí, ignóralos. Aquí, yo soy el que manda.
Emma asintió, sabiendo que los rumores eran inevitables, pero al menos Keren parecía estar dispuesto a ignorarlos.
A lo que Emma salió, llegó el amigo de Keren. Adrián, como siempre, no podía contener su curiosidad sobre la situación con Emma.
—Estás metiéndote en aguas profundas, amigo —dijo Adrián, apoyándose en el escritorio de Keren—. Todos en la empresa están hablando de esa chica. La gente empieza a notar que la llamas demasiado. No puedes evitar que los rumores se propaguen.
Keren sonrió con ironía y se encogió de hombros.
—Que hablen lo que quieran. No me importa. Al final, solo importa que ella cumpla con su parte del trato.
Adrián arqueó una ceja.
—¿Y tú? ¿Estás seguro de que sabes lo que estás haciendo? Porque no parece el tipo de acuerdo que normalmente harías.
Keren lo miró con una mezcla de seriedad y determinación.
—Sé exactamente lo que estoy haciendo —dijo, su voz firme—. Y te aseguro que esto es solo el principio.
Adrián suspiró, sabiendo que cuando Keren se proponía algo, no había vuelta atrás. Pero algo en su tono le hizo preguntarse si su amigo realmente estaba preparado para lo que vendría.