Charlotte que fue engañada por el hombre que juraba amarla, vuelve en el pasado para cambiar su pasado y proteger a su esposo, a quien ella mato con sus propias manos tras haber sido manipulada.
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capitulo 10- Preparación
— Escuché lo que pasó. — Charlotte voltea donde proviene la voz, encontrándose a Killian quien entraba en la habitación, con rostro de preocupación.
— Los dejaré solos. —La madre emperatriz se levanta saliendo de la habitación, dándoles espacios.
— Cariño, sabes que nunca tomaría una concubina. — Se acerca sentándose en la cama, mientras que Charlotte se gira, dándole la espalda cruzada de brazos. — Lo sabes, Charlotte, contigo ya me es suficiente. — Besa la chica en el hombre. — Créeme.
— ¿Y si los ministros llegan a presionarte para tomar concubinas? — Cuestiona dándose vuelta mirando a Killian.
— Entonces yo mismo les cortaré la cabeza uno por uno.— Besa la chica en la mejilla tratando de calmarla. — Sin importar lo que digan, jamás te haría eso a ti.
«Pero en el pasado lo hiciste», pensó la chica, pero ella sabía muy bien, que no tenía derecho de reclamar aquello, cuando ella había hecho algo mucho peor. Ella era una maldita perra que no tenía derecho de reclamar nada de lo que Killian haya hecho en el pasado y lo sabía muy bien, solo temía que los de la concubina volviera a repetir, pero tiene claro de que muchas cosas han cambiado ahora.
Con sus pensamientos desordenados, baja la cabeza, mientras que Killian quien la observaba, la toma del rostro.
— Te lo prometo. — Mira la chica. — Jamás, nunca tomaré concubina. — La besa en la frente.
— ¿Promesa? — cuestiona y el emperador asiente acercándose a sus labios.
— Te lo prometo. — La chica sonríe levemente tras escuchar las palabras del emperador y unos segundos después junta sus labios con los de Killian no duda un segundo en corresponder profundizando el beso, mientras toma a Charlotte en la cintura alzándola para ponerla sobre sus piernas.
Cada segundo que pasaba, la intensidad subía hasta que finalmente se alejaron para tomar un bocado de aire. Antes de volver a unir sus labios, Killian se deja caer de espalda en la cama con Charlotte encima.
Sus manos se adentran en el vestido de la chica y cuando estuvo por subirlo, alguien tocó la puerta, arruinando por completo el ambiente. El emperador gruñe cuando Charlotte rompe en beso sentándose en sus piernas.
— Su majestad, el emperador, se encuentra ahí. — Charlotte lo mira, reconocía esa voz del secretario de Killian.
— ¿Vas a ir?
— Volveré enseguida, cariño. — Levanta Charlotte y la deja en la cama. Mientras se levanta, dirigiéndose en la puerta, sale de la habitación, cerrando la puerta tras suyo.
Mientras que Charlotte apenas oía su voz desde afuera, aunque estaba escuchando, no podía saber exactamente de qué estaban hablando, hasta que minutos después Killian volvió a entrar en la habitación acercándose a ella.
— ¿Qué pasó? ¿Pasó algo malo? — Respira aliviada cuando está niega. — ¿Y qué era?
— No es nada importante, cariño. — Frunce los ceños, desde hace día sentía que había algo que Killian no le estaba diciendo y no solo él, sino la mayoría de la gente en el palacio, era como si le estuvieran escondiendo algo, algo que no querían que ella supiera.
— ¿Me estás ocultando algo? — Lo mira fijamente y ahí está. Killian ni siquiera podía mirarla, como si realmente estuviera escondiendo algo.
— Ya te dije que no es nada.
— Hace días que he sentido que todos aquí me están escondiendo algo, incluso tú… — Lo señala con el dedo. — Dímelo, o yo misma lo averiguaré.
— Charlotte.
— ¿Vas a hablar? — Se cruza de brazos, mientras que Killian respira rindiéndose. Sabía que de todos modos Charlotte lo descubriría, y era mejor que él mismo se la dijera antes de enterarse por otra boca.
— Edwin va a regresar y estamos preparando un banquete para mañana en la noche. — Charlotte abre los ojos sorprendida tras escuchar las palabras de Killian. — Regresará mañana temprano. — Continúo sin ser capaz de ver a Charlotte.
Él más que nadie sabía que ella llevaba años enamorada de Edwin y nadie le asegura que la chica siente algo por él, así que se imaginaba lo peor. ¿Charlotte lo dejaría? ¿Iría con Edwin? ¿Pediría el divorcio?
Desde que se enteró de que Edwin regresaría pronto, esas preguntas no dejaban de rondar por su cabeza durante todo el día.
— Sé que debí decírtelo ante, debe importarte mucho su regreso, pero en serio lo intenté, pero no fui capaz de hacerlo porque pensé que volvería a mirarlo a él.
Charlotte, que estaba procesando lo que acaba de escuchar, mira Killian.
La fiesta de la emperatriz madre había llegado en un abrir y cerrar de esos.
— ¿Por qué debería importarme? — El emperador gira a mirarla. — Si regresa el príncipe Edwin o no, no es mi problema, Killian. — Se acerca a este quedando enfrente de este. — Y no culpo, de seguro pensaste que te dejaría e iría con él, cuando regresará, pero Killian no es así. — Niega con la cabeza mirándolo. — Yo jamás te dejaría, ni por el príncipe Edwin y por cualquier hombre. — Los ojos del emperador no pudieron evitar brillar. — Edwin, solo fue un capricho mío de adolescentes, pero ahora es diferente, mi futuro ahora es contigo. — Se pone de puntillas enrollando sus brazos alrededor del cuello del hombre. — Así que no vuelvas a pensar que te dejaré, porque eso jamás.
— Charlotte…
— Estaré contigo hasta que muera, hasta que seamos viejitos. — Mira Killian con una sonrisa y este suelta una risita.
— Perdóname, cariño. — Acaricia el rostro de Charlotte. — Por dudar de ti, no debí hacerlo. Lo siento mucho.
Charlotte lo abraza, mientras que Killian corresponde el abrazo, hundiendo su rostro en el cuello de la chica.
Minutos después, ambos se encontraban en la cama acostados mientras se encontraban abrazados.
Charlotte se encontraba pensada en cómo las cosas han cambiado. Se suponía que Edwin no debería de estar de regreso, ya que faltaban muchos meses para hacerlo. Como es posible que esté de regreso tan rápido, ella todavía no quería verlo, ni menos dejar que él le hiciera algo a Melisa.
Entrando en cuenta, se dio una idea de inmediato de quién podría ser el motivo de regreso de Edwin. Por supuesto, su querida hermanastra, sabía que esos dos desde hace muchos años han estado involucrados.
«Maldita sea Eloise». Ahora tendrá que armar un plan más rápido para deshacerse de Edwin, antes de que esté, comience a hacer de las suyas en el palacio.
Y por supuesto, también se encargaría de la maldita de Eloise.