Diana Johnson, una mujer exitosa pero marcada por la traición, muere a los 36 años tras ser envenenada lentamente por su esposo, Rogelio Smith, un hombre frío y calculador que solo la utilizó para traer de vuelta a su verdadero amor, Maribel Miller. Sin embargo, el destino le da una segunda oportunidad: reencarna en el cuerpo de Mara Brown, una joven de 20 años sin hogar, desamparada pero con una belleza natural escondida tras la suciedad y la miseria. Con todos los recuerdos, habilidades y contactos de su vida pasada, Diana (ahora Mara) planea retomar lo que le arrebataron y vengarse de quienes la traicionaron.
Pero en su camino de venganza, conoce a Andrés García, un seductor mujeriego que parece tener más capas de las que muestra. ¿Será Mara capaz de abrir su corazón al amor otra vez, o la herida de su traición pasada será demasiado profunda?
NovelToon tiene autorización de A.Gaby para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.
Tejiendo el Engaño
El día del viaje llegó, y Mara subió al jet privado de Vitalia Foods S.A. junto con Rogelio y un grupo reducido de ejecutivos. La idea de compartir una habitación adyacente con Rogelio la incomodaba, pero sabía que era una oportunidad perfecta para seguir manipulándolo y, al mismo tiempo, avanzar en su venganza.
La llegada a España fue todo un espectáculo: lujos, atenciones y reuniones importantes. Mara se mantuvo en su papel de asistente profesional, mostrando respeto hacia Rogelio pero dejando escapar pequeños gestos de "inocente coquetería" que seguían alimentando el interés de él. Rogelio la observaba cada vez más, y Mara sabía que su trampa estaba funcionando a la perfección.
Tras cerrar con éxito la negociación con un importante socio español, Rogelio sugirió que fueran a celebrar a un exclusivo antro en el centro de Madrid. Mara, aunque no era fanática de esos lugares, aceptó con una sonrisa. Sabía que era el ambiente perfecto para ejecutar la próxima parte de su plan.
En el antro, Rogelio bebió más de la cuenta. Con cada copa, se volvía más relajado y menos consciente de su entorno. Mara, por el contrario, apenas tocó su bebida. Se aseguraba de mantener su mente clara para lo que venía.
Pasada la medianoche, Rogelio estaba tan borracho que apenas podía mantenerse en pie. Mara lo ayudó a salir del lugar y lo llevó de vuelta al hotel. Una vez allí, lo guió hasta su habitación, donde lo dejó caer pesadamente en la cama.
Con calma, Mara sacó su teléfono y marcó el número de un servicio privado. Había investigado todo antes del viaje; sabía exactamente a quién llamar. Unos minutos después, una mujer alta, con cabello rubio y labios rojos, llegó al hotel.
—¿Eres la persona que llamó? preguntó la mujer con una voz cargada de sensualidad.
Mara asintió.
—Él está en la habitación. No tiene idea de nada absoluta discreción.
La mujer sonrió de manera maliciosa y entró en la habitación. Mara observó desde la puerta mientras la mujer se besaba a Rogelio en la cama y Rogelio comenzó a caricias el cuerpo de esa mujer, la escena perfecta. Una vez satisfecha con el resultado, Mara salió de la habitación, cerrando la puerta con un suave "clic".
Mientras regresaba a su propia habitación, Mara sintió que alguien la seguía. Al voltear, se encontró con Andrés, quien la observaba con una mezcla de sorpresa y algo más intenso.
—¿Andrés? ¿Qué haces aquí? preguntó, intentando mantener la calma.
Él cruzó los brazos, su mirada fija en ella.
—Podría preguntarte lo mismo. Pero, por lo que acabo de ver, no creo que quieras responder.
Mara se quedó en silencio, evaluando la situación. Andrés parecía haber visto más de lo que deseaba.
—No es lo que piensas dijo finalmente, aunque no sabía si lo decía para convencerlo a él o a sí misma.
Andrés dio un paso hacia ella, acortando la distancia entre ambos.
—Siempre hay algo contigo, Mara. Eres un misterio que no puedo dejar de querer resolver.
Antes de que ella pudiera responder, Andrés la tomó por la cintura y la besó. Fue un beso apasionado, cargado de deseo contenido. Mara, atrapada entre el impulso y la confusión, no se resistió.
Sin decir una palabra, Andrés la guió hasta su habitación. El calor de su beso aumentaba con cada segundo, y cuando cerraron la puerta, todo lo demás quedó en el olvido.
En la cama de Andrés, Mara perdió el control que había mantenido durante tanto tiempo. Aunque su mente le decía que debía detenerse, su cuerpo reaccionaba de manera diferente. La intensidad de Andrés la envolvía, haciéndola olvidar, por un momento, su plan de venganza.
Horas después, cuando todo terminó, Andrés la sostuvo entre sus brazos, sus dedos trazando líneas suaves en su espalda. Mara, aún aturdida por lo que había sucedido, notó una pequeña mancha roja en las sábanas. Su corazón dio un vuelco.
Andrés también lo vio, y su expresión pasó de sorpresa a una mezcla de ternura y orgullo.
—¿Eras virgen? preguntó, su voz cargada de emoción.
Mara, incapaz de mentir en ese momento, asintió.
—Este cuerpo lo era... murmuró para sí misma, pero solo le afirmó con la cabeza a Andrés .
Andrés la miró con curiosidad, pero no insistió. En cambio, la besó suavemente en la frente.
—No te preocupes. Esto queda entre nosotros.
Mara cerró los ojos, dejando que las lágrimas se acumularan detrás de sus párpados. Andrés no sabía nada de su plan, de sus secretos, de la verdadera razón por la que había permitido que esto sucediera.
Mientras Andrés se quedaba dormido, Mara se levantó silenciosamente y se vistió. Antes de salir de la habitación, se volvió para mirarlo una última vez.
—Esto no estaba en mis planes... susurró, cerrando la puerta tras de sí.
De vuelta en la habitación de Rogelio, Mara despidió a la mujer que se acostó con Rogelio,se sentó en la cama y enterró la cabeza entre sus manos. Lo que había sucedido con Andrés no solo complicaba sus planes, sino que también había despertado algo en ella que había intentado suprimir: su necesidad de sentir amor, de ser amada.
Pero no podía permitirse ese lujo. No cuando su objetivo estaba tan cerca.
Mientras tanto, Rogelio, el hombre comenzaba a despertarse, confundido por la presencia de Mara. El caos estaba a punto de desatarse.