La Emperatriz Calypso

Estábamos en el puerto de Lirio y a lo lejos veía a la familia de mi madre, todos se veían como si hubieran llorado demasiado. Suspiré y bajé del barco.

Al tocar el piso, mi tío se abalanzó hacia mí y me abrazó fuertemente.

—Lo siento tanto, mi querida sobrina —dijo mi tío con voz entrecortada.

—Ya enviamos a los mejores rescatistas al mar para seguir con la búsqueda de tu madre —dijo mi abuela.

—Gracias —dije—. Pero quisiera que llamaran al mejor médico para que atienda a mi hermana.

—Claro que sí —respondió mi abuela—. Román, lleva a Calypso al palacio. Me encargaré personalmente de escoltar a Cataleya y a su padre —dijo en voz baja, pero aún así lo escuché.

Román me llevó al carruaje y subió conmigo. No dijo nada en todo el camino porque sabía que no quería hablar. Se sentó a mi lado y tomó mi mano en forma de consuelo.

Al llegar al palacio, me ayudó a bajar y en la entrada estaban los mellizos. Al verme, corrieron a abrazarme. No dijeron nada, pero con ese abrazo dijeron todo.

—Déjenla respirar, debe ir a descansar. Padre viene en camino con Cataleya y deben mantenerse tranquilos y no molestar —dijo Román a sus hermanos.

—Sí, hermano —respondieron.

—Vamos, Calypso, te llevaré a la habitación —dijo Sandra.

Yo solo asentí y me dejé guiar. Me llevó hasta la habitación y cuando estaba por entrar, ella me habló.

—Sé que al principio no me caías bien, pero con el pasar de los días entendí que somos familia. Ahora realmente lamento por lo que estás pasando y si necesitas a alguien con quien hablar, aquí estaré para escucharte —dijo sinceramente.

—Gracias, Sandra. Lo tendré en cuenta. Ahora solo quisiera descansar —dije.

—Claro, te dejo para que descanses —respondió Sandra.

Entré directamente a dormir. Ya al anochecer desperté por el toque en mi puerta. Al abrir era Román.

—¿Qué pasa? —pregunté.

—Quería saber si estabas bien —dijo Román—. ¿Necesitas algo?

—No, gracias —dije—. ¿Cómo está Cataleya?

Vine a buscarte porque el médico ya revisó a Cataleya y debes escuchar lo que tiene que decir —dijo Román.

Asentí y salí con él directo a la habitación de mi hermana. Dentro ya estaba mi tío, mi abuela y el médico. Me acerqué a ellos y mi tío le ordenó hablar al médico.

—Mis saludos, princesa. Su hermana, la princesa Cataleya, físicamente está bien, pero al parecer sufrió un golpe en la cabeza que hizo una inflamación interna. Por esa razón, en este momento ella se encuentra en coma. Se le dará medicamento y solo queda esperar a que ella despierte —dijo el médico.

—¿Cuánto tiempo puede durar en coma? —pregunté.

—Pueden ser días o incluso semanas. Todo depende de que tan rápido baje la inflamación —respondió el médico.

—Entiendo. Gracias —dije.

Después de escuchar todo lo que dijo el médico, sabía que debía regresar al imperio, pero no podía llevar a Cataleya en ese estado. Así que la única opción era dejarla al cuidado de mi tío hasta que ella estuviera en condiciones de viajar.

No quería dejarla, pero tenía que regresar al imperio para poder darle una sepultura a mi padre y hacerme cargo del imperio. Con eso en mente, decidí hablar con mi tío.

—Tío, podemos hablar en su despacho —dije.

—Claro, vamos. Madre, quédate con Cataleya —dijo mi tío.

Al salir, nos dirigimos al despacho de mi tío y al entrar, me pidió que tomara asiento.

—Primero que nada, quisiera agradecer toda la ayuda que nos está brindando —dije—. Pero también quisiera pedir un favor.

—No tienes que agradecer nada, Calypso. Ustedes son parte de la familia y es más que claro que ayudaría en lo que pudiera. Dime, ¿qué favor quieres? —dijo mi tío.

—Debo viajar de regreso para darle sepultura a mi padre, pero mi hermana no puede viajar en ese estado. Así que me gustaría que se quedara bajo el cuidado de ustedes —dije sinceramente.

—No tengo ningún problema por cuidar de ella, pero tú estás bien con eso. No sabemos cuánto tiempo le llevará despertar —dijo mi tío.

—No quiero dejarla, sin embargo, no puedo evitarlo. Debo viajar para hacerme cargo de nuestro imperio —dije.

—Bien, entonces, ¿cuándo partirás de regreso? —preguntó mi tío.

—Mañana mismo pienso partir. Me tomará algún tiempo regresar, pero planeo ir al reino vecino. Me tomará 2 semanas llegar. Ahí tienen un portal que conecta a un reino cerca del imperio y está a 5 días de distancia —dije.

—Entiendo. Solo hazme saber si necesitas ayuda. No dudaré en ofrecerte apoyo ahora que llevarás en tus hombros el peso de un Imperio —dijo mi tío.

—Gracias, tío Rudolph. También quisiera pedirte que no dejes de buscar a madre —dije con tristeza.

—Mi querida Calypso, nunca dejaré de buscarla. Es mi hermana de quien hablamos. No me rendiré hasta encontrarla —dijo sinceramente.

Después de esa conversación, salí del despacho y me dirigí a buscar a Obeth. Al encontrarlo, le pedí que alistara todo para partir mañana al amanecer. Después, me fui a la habitación de mi hermana y ahí se encontraba mi abuela.

—¿Cómo estás, Calypso? —preguntó mi abuela.

—Estoy bien, abuela —respondí.

—Es bueno saberlo —dijo abrazándome.

—Abuela, mañana partiré al imperio, pero dejaré a Cataleya a su cuidado hasta que esté en condiciones de viajar —dije.

—Sé que tienes que regresar por tu deber como princesa, pero si no puedes, pide ayuda, mi niña. Tu familia aquí está dispuesta a ayudarte en lo que sea necesario —dijo mi abuela.

—Gracias, abuela —dije.

Ella asintió y me dejó a solas con Cataleya. Me senté a su lado y, mientras acariciaba su rostro, le contaba lo sucedido.

—Caty, debo regresar a nuestro hogar y cuidar de nuestro hermano. Por favor, no pienses que te abandono. Me fue difícil tomar la decisión de dejarte aquí, pero sé que entenderás que no puedo dejar solo a nuestro hermano. Papá ya no está para protegernos, pero le prometí cuidar de ustedes. Así que eso es lo que haré. Regresaré al imperio, me haré cargo y cuidaré de Arslan. Cuando despiertes, regresaré por ti. Te lo prometo. Pero por el momento, te dejaré al cuidado de nuestra familia materna. Te amo demasiado y espero que te recuperes rápidamente para poder estar juntas al lado de Arslan. Max, quédate siempre a su lado —dije acariciando al pequeño cachorro que me observaba atentamente.

Al terminar de hablar, salí de ahí con Badru en brazos, rumbo a la habitación para dormir un poco más, dado que mañana a primera hora partiría al reino vecino para poder usar el portal.