En la época medieval todo es complejo y los matrimonios forzados siempre son la cereza del pastel ¿será nuestro príncipe capaz de afrontar su amor o dejarlo ir y sufrir en un matrimonio forzado?
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Revelaciones
El agua del lago los envolvió en un abrazo cálido y mágico, llevándolos a través de un túnel de luz que parecía no tener fin. Aric sintió cómo el mundo exterior se desvanecía, y con cada latido de su corazón, una mezcla de temor y esperanza crecía dentro de él. ¿Qué significaba todo esto? ¿Acaso el lago era un refugio o una trampa?
Finalmente, emergieron en un lugar desconocido, un claro iluminado por una luz suave y plateada. El ambiente era etéreo, como si estuvieran en un sueño del que no deseaban despertar. Aric miró a su alrededor, maravillado por la belleza del lugar. Sin embargo, su mente estaba centrada en Kael.
—¿Estás bien? —preguntó Kael, su voz resonando con una mezcla de preocupación y alivio.
Aric asintió, aunque sentía que el peso de sus pensamientos lo oprimía. Sabía que había llegado el momento de hablar, de abrir su corazón a Kael. Pero el miedo a lo desconocido lo mantenía anclado en la indecisión.
—Es… es hermoso aquí —dijo Aric, tratando de desviar la atención de sus verdaderos sentimientos. Solo podía pensar en la belleza de Kael y en la madurez y serenidad con la que enfrentaba todo.
Kael sonrió, pero en sus ojos había una chispa de inquietud. —Sí, es mágico. Pero… ¿dónde estamos exactamente?
Aric tomó una respiración profunda. Era ahora o nunca. —No lo sé, pero creo que este lugar tiene algo que ver con nosotros. Con lo que hemos vivido juntos.
Kael lo miró fijamente, como si intentara descifrar las palabras de Aric. El silencio entre ellos se volvió palpable, cargado de emociones no expresadas.
—Hay algo que necesito decirte —continuó Aric, sintiendo que su corazón latía con fuerza—. Algo que he estado guardando desde hace tiempo.
Kael frunció el ceño, su expresión cambiando a una mezcla de curiosidad y preocupación. —¿De qué se trata?
Aric dio un paso hacia adelante, sintiendo cómo la distancia emocional entre ellos se hacía más pequeña. —Desde que te conocí, he sentido una conexión contigo que nunca había experimentado antes. Me has mostrado una parte de mí que no sabía que existía… y eso me asusta.
Kael se quedó en silencio, sus ojos reflejando una mezcla de sorpresa y confusión. —Aric… yo… No sé si deberíamos hablar de esto.
—¿Por qué no? —interrumpió Aric, sintiendo cómo la frustración comenzaba a surgir—. No puedo seguir ocultando lo que siento. Te quiero, Kael. Y no solo como amigo.
Las palabras flotaron en el aire entre ellos, pesadas y electrizantes. El rostro de Kael se tornó pálido mientras procesaba la confesión. —Pero… somos diferentes. Tú eres un príncipe y yo… yo soy solo un campesino.
Aric sintió cómo su corazón se hundía ante la respuesta de Kael. —No importa eso. Lo que siento por ti es real y no debería verse limitado por nuestras circunstancias sociales.
—Es fácil decirlo, Aric —respondió Kael con voz temblorosa—. Pero la realidad es dura. Tu vida está llena de responsabilidades y expectativas. Yo… no sé si encajo en tu mundo.
Aric dio un paso más cerca, su mirada fija en los ojos de Kael. —No quiero que encajes en mi mundo; quiero que construyamos uno juntos. Estoy cansado de vivir bajo las expectativas de otros. Quiero ser libre para amar a quien elija.
Kael apartó la mirada, luchando con sus propios sentimientos. Aric podía ver la lucha interna en su rostro; la confusión y el deseo se entrelazaban en una danza caótica.
—Pero… ¿y si te metes en problemas? ¿Y si esto arruina lo que hemos construido? —preguntó Kael, su voz apenas un susurro.
—Lo arriesgaría todo por ti —declaró Aric con firmeza—. No puedo ignorar lo que siento. Cada vez que estoy contigo, el mundo parece desvanecerse y solo existimos nosotros dos.
Kael cerró los ojos por un momento, como si estuviera tratando de encontrar claridad en medio del torbellino emocional. Cuando los abrió nuevamente, había lágrimas brillando en sus ojos. —Aric… yo también siento algo especial por ti, pero tengo miedo.
—El miedo es natural —dijo Aric suavemente—. Pero debemos enfrentarlo juntos. No tenemos que hacerlo solos.
Kael se mordió el labio inferior, luchando contra las emociones que amenazaban con desbordarse. —¿Y si esto termina mal? ¿Y si nos separan? Mi vida aquí es sencilla, pero al menos tengo estabilidad…
—A veces hay que arriesgarse para encontrar la verdadera felicidad —interrumpió Aric—. No quiero vivir sin saber qué podría haber sido entre nosotros.
Un silencio pesado se instaló entre ellos mientras Kael contemplaba las palabras de Aric. La luz del claro brillaba intensamente a su alrededor, como si el propio lugar estuviera esperando su decisión.
Finalmente, Kael respiró hondo y miró a Aric a los ojos. —No puedo negar lo que siento por ti… es tan real como este lugar mágico en el que estamos.
Aric sintió cómo la esperanza comenzaba a florecer en su pecho. —Entonces… ¿quieres intentarlo? ¿Quieres explorar esto juntos?
Kael asintió lentamente, una mezcla de emoción y temor reflejada en su rostro. —Sí… quiero intentarlo.
La alegría inundó a Aric mientras tomaba las manos de Kael entre las suyas. Era un momento decisivo; habían cruzado un umbral hacia lo desconocido juntos.
Sin embargo, antes de que pudieran celebrar su conexión recién descubierta, un estruendo resonó desde el bosque circundante. Ambos se giraron rápidamente hacia la dirección del sonido; sombras comenzaron a moverse entre los árboles.
—¿Qué fue eso? —preguntó Kael, su expresión cambiando instantáneamente a preocupación.
Aric sintió un escalofrío recorrer su espalda mientras recordaba a los hombres que los habían perseguido antes de llegar al lago. —No lo sé… pero debemos estar alerta.
De repente, figuras oscuras emergieron del bosque: eran los hombres del palacio, armados y decididos a recuperar a Aric. Uno de ellos, el capitán de la guardia, avanzó con una mirada feroz.
—¡Príncipe Aric! ¡Sabemos que estás aquí! —gritó el capitán con voz autoritaria—. Regresa inmediatamente al palacio.
Aric sintió cómo la presión aumentaba en su pecho mientras miraba a Kael, quien parecía paralizado por el miedo y la confusión. —Tienes que irte… ¡rápido! —exclamó Aric, consciente del peligro inminente.
Kael asintió lentamente, pero su mirada estaba fija en los hombres acercándose rápidamente. —No puedo dejarte solo con ellos…
—Confía en mí —dijo Aric con determinación—. Encuentra un lugar seguro y escóndete hasta que pueda volver por ti.
La expresión de Kael era una mezcla de terror y desafío. —No voy a dejarte enfrentar esto solo.
Aric sintió cómo su corazón se rompía al ver la angustia en el rostro de Kael. Pero sabía que debía protegerlo a toda costa. —Por favor… hazlo por nosotros.
Con una última mirada llena de amor y desesperación, Kael retrocedió lentamente hacia el bosque mientras los hombres se acercaban cada vez más.
—¡No te atrevas a moverte! —gritó el capitán mientras levantaba su espada hacia Aric—. Eres un príncipe y debes regresar al palacio.
Aric levantó la cabeza con valentía, sintiendo cómo la determinación ardía dentro de él. —No voy a volver contigo ni con nadie más hasta que tenga mi libertad.
Los hombres comenzaron a rodearlo, pero justo cuando estaban a punto de avanzar hacia él, un destello brillante iluminó el claro; era la Dama del Lago emergiendo nuevamente entre las sombras.
—Deténganse —ordenó con una voz poderosa que resonó como un trueno—. Este lugar es sagrado y no permitiré que lastimen al príncipe ni a su compañero.
Los hombres se detuvieron en seco, sorprendidos por la aparición mística de la dama. Aric sintió una oleada de esperanza al ver a la mujer mágica interponerse entre él y sus captores.
—¿Quiénes son ustedes para desafiar mi dominio? —preguntó ella con firmeza—. Este joven tiene derecho a elegir su propio camino.
El capitán frunció el ceño, incapaz de ocultar su temor ante la presencia sobrenatural. —Solo estamos cumpliendo con nuestras órdenes…
—Las órdenes pueden ser desafiadas cuando se trata del corazón —interrumpió la Dama del Lago—. Ustedes no comprenden el verdadero poder del amor ni las decisiones que deben tomarse para protegerlo.
Aric sintió cómo la tensión aumentaba mientras observaba la escena desarrollarse ante él; el destino de todos pendía de un hilo frágil.
La Dama del Lago extendió su mano hacia él y Kael, creando un campo luminoso entre ellos y los hombres armados. —Ahora es el momento de decidir: ¿quiénes realmente quieren ser?
Las palabras resonaron en el aire como un eco profundo; Aric sintió cómo todo se ralentizaba mientras contemplaba su futuro incierto junto a Kael y la lucha por su libertad.
Cada camino era una solución momentánea para ellos, el de Aric lo llevó hasta su cama unos minutos antes de salir aquel día, pero él recordaba todo, por otra parte, el camino de Kael lo llevó justo su habitación, donde en su cama reflexionaba sobre todo lo que pasaba.
— Joven príncipe ¿No saldrá? —preguntó Elyas mientras lo esperaba.
— No Elyas, está bien, ya he descubierto lo que quería.
Elyas no dijo palabra alguna, poco comprendía pero si esa era la decisión del príncipe le hacía feliz que no se metiera en problemas.
¿Qué pasaría después? La incertidumbre llenaba el aire mientras las sombras amenazantes se cernían sobre ellos…