Se supone que enamorarse te lleva a las nubes, pero Ariel no tiene experiencia en ese tema. ¿Qué debes hacer cuando tienes pretendientes que quieren conquistar tu corazón? ¿Cómo debes reaccionar cuando uno de ellos te rompe el corazón? Ariel tendrá que explorar su corazón romántico para poder tener su primer romance de verdad y así lograr ser feliz de verdad.
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ES PERFECTA
...Un mes después......
—¿Por qué me vendaste los ojos?
—Quiero que sea una sorpresa inolvidable —dice él.
—Bueno. Como tú digas.
Su mano estaba unida a la mía y juntos caminábamos por el bosque. El viento soplaba de forma agradable.
—Yo sé que te gusta la cacería.
—Te dijo mi padre.
—Sí. Ya llegamos a donde quería traerte.
Su mano me suelta y me quedo parado allí, a oscuras.
—¿A dónde fuiste? —Me atrevo a preguntarle.
—Puedes quitarte la venda de los ojos.
Le hago caso. La luz me deslumbra un poco y cuando al fin se aclara mi mirada, lo veo frente a mí. Rodrigo sostiene un ramo de flores envuelto en papel transparente y sonríe ampliamente.
—¡Muchas gracias por esto! —Le digo.
Acepto sus flores, se acerca a mí y me abraza con mucho afecto. ¡Me siento muy contento!
—También te compré otra cosa —dice.
—¿Me compraste otra cosa?
—Sí. Busca detrás de ese árbol y lo encontrarás.
Quiero descubrir que otra cosa me ha comprado, tengo emoción en mi corazón y me dirijo al lugar que me dijo. Detrás del árbol, encuentro un rifle nuevo recargado contra el tronco. ¡Tiene un moño de color azul marino!
—¡No inventes! Está bien chido —agarro el rifle y lo abrazo con todas mis fuerzas—, muchas gracias por regalarme esto. ¡Si me hacía falta!
Sonríe, mi felicidad parece hacerlo feliz.
—Tu padre me dijo que ese sería un buen regalo para ti.
Asiento con emoción y sonrío ampliamente. Ahora tengo dieciocho años.
—¿Está cargado? ¡Quiero disparar!
...🩵🩵🩵...
—Por lo que me cuentas y por lo que veo, te la estas pasando muy bien con Rodrigo.
—Sí, es un buen camarada. ¡Me regalo un rifle! Dice que tú le dijiste.
Papá sonríe.
—Sí. Él me preguntó sobre tus gustos y cosas que te alocan. Le dije que te hacía falta un rifle.
—¡Qué buena onda! Pues sí, me lo regaló.
Asiente. Nosotros dos estamos charlando en su estudio.
—¿Y cómo te has sentido?
—Bien. Todo está en orden conmigo.
—¿Has hablado con Héctor?
Su pregunta me hace recordarlo. Mi sonrisa desaparece.
—No. Él no responde mis mensajes y aún sigue mandándome a buzón de voz cuando le marco. ¡No sé qué ha pasado con él! —Le hago saber a mi padre.
—¿Sientes algo por él?
—Bueno, ¿qué se supone que debo sentir por Héctor?
—Amor. Cariño. Nostalgia. Felicidad.
Medito en las tres palabras que papá me dice y en mi mente hay muchas posibles ideas. ¿Qué será lo más acertado en mi corazón?
—Quizá lo único que siento por Héctor es nostalgia. Cuando estaba conmigo me dijo varias veces que él sentía atracción por mí. ¡Es más! Hasta tuvimos una primera cita y me dejo en claro que su afecto por mí era seguro —no me da pena admitir todo esto frente a mi padre—. Si me saca de onda y no entiendo por qué no es capaz de llamarme o de responder mis mensajes, cuando vino a despedirse me dijo que yo no debía olvidar que mi corazón ya estaba apartado por él, porque Héctor es mi pretendiente.
Mi padre escuchó con atención cada palabra y no se apresuró a decirme nada. Hubo un silencio agradable, me gustaba mucho hablar con papá.
—¿Sabes lo que significa la palabra pretendiente? —Me pregunta él.
—Bueno, tengo una idea. Un pretendiente es cuando alguien está detrás de una persona con la intención de ganar su corazón.
—En parte, ese es el significado que le damos regularmente. Pero en realidad, un pretendiente es un aspirante.
—¿Un aspirante?
—Sí. En este caso un aspirante a tu corazón y no necesariamente tiene que estar detrás de ti todo el tiempo. Como solo es un aspirante, no puede apartar nada porque aún no le confirmas que tú estás de acuerdo en darle tu amor. ¿Si captas el punto?
—¿Me está diciendo que Héctor no tiene derecho a apartar mi corazón?
—Exactamente. No estoy diciendo que Héctor no sea un buen muchacho, le daremos el beneficio de la duda por no responder a tus llamadas ni a tus mensajes, pero, no puedes estar esperando a que él se digne a reaparecer en tu vida para que experimentes otras oportunidades. ¡Otros pretendientes!
—¿Otros pretendientes?
—Rodrigo ha sido muy franco conmigo y me dijo de frente que tú le atraes y que le gustas mucho.
—¿Yo le gusto? Pero somos camaradas.
—Y eso está bien. Que mejor que enamorarte de un amigo con el que te sientes en confianza.
—¿Apruebas a Rodrigo?
—Sabes lo que pienso sobre la felicidad de mis hijos. Ustedes son lo más importante para mí. Te he notado un poco triste y nostálgico cada vez que miras tu celular o cuando Magda pasa a saludarnos. ¡Sé que esperas algo de Héctor! Y no está mal, pero debes seguir adelante.
¿Seguir adelante?
—Entonces, cómo me planteas las cosas, me doy cuenta de que tengo dos pretendientes, es decir, dos aspirantes a conquistar mi corazón.
—Es correcto. Aunque, por ahí, puede existir la oportunidad de que aparezca un tercero.
—¿Un tercero? ¿De qué hablas?
—La vida y el amor son cosas que a veces pueden resultar complejas. Solo te digo, busca tu felicidad.
Me mira a los ojos y su charla me ha gustado bastante.
—¡Gracias por hablar conmigo sobre esto! Tendré en cuanta tus palabras.
—Para eso estoy hijo, para ayudarte a tomar buenas decisiones.
—Qué chido.
Asiente complacido.
—Y, por otro lado, Jimena ya se va a comprometer. Marcos vino a hablar conmigo esta tarde.
—¡Ya se va a casar!
—Muy rápido estoy viendo como mis hijos se van de casa para crear sus propias vidas con los respectivos amores de sus vidas. ¡El tiempo vuela!
Los sentimientos de mi padre brillaron en sus ojos, en esas lágrimas que contenían felicidad, cariño, nostalgia y amor.