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Gingerline

Gingerline

Status: Terminada
Genre:Completas / Intrigante / Matrimonio arreglado / Amor-odio / Amor eterno / Secretos de la alta sociedad / Mundo de fantasía
Popularitas:126.1k
Nilai: 5
nombre de autor: thailyng nazaret bernal rangel

Precuela de la saga colores

Emiliana Roster quedará atrapada en un matrimonio impuesto que sus hermanos arreglaron para salvarla del despiadado Duque Dorian Fodewor. Creyendo que todo fue una conspiración para separarla del que creía ser el hombre de su vida, intentará luchar en contra de lo que siente por Lord Sebastian, el desconocido que ahora es su esposo.

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7. Una decisión que no se puede romper

...SEBASTIAN:...

No lo soporté, tuve que sacar a la señorita Emiliana de la biblioteca antes de que se me ocurría romper mi palabra de tener solo un matrimonio por apariencia. Con esas preguntas demasiado atrevidas ya yo estaba endurecido, la señorita era demasiado curiosa e inocente, no comprendía que no se podía tratar ese tema sin que me afectara, una mujer no debía hacer ese tipo de preguntas y menos sino quería que hubiera una respuesta de necesidad por parte del hombre, pero ella no entendía ese tipo de cosas porque desconocía el deseo y la lujuria.

Por lo que pude ver, no tenía ni idea, ni siquiera sabía que lo que tenía entre mis piernas era mi masculinidad y que no solamente se usaba para fines reproductivos.

¿Cómo se podía ser tan inocente?

La señorita Emiliana parecía una niña haciendo preguntas ingenuas, tal vez debí aclararle muchas cosas, pero con semejante tensión en los pantalones no quise tenerla cerca por más tiempo.

No me concentré en lo absoluto después de que se marchó, últimamente no me concentraba en nada. Debía terminar esas cuentas rápido, me gustaba trabajar en la biblioteca porque era el lugar más tranquilo de la casa, pero ya no podría estar allí sin que la señorita entrara en cualquier momento y se le ocurriera preguntar por otra cosa de la intimidad.

Tomé mis cosas para dirigirme al estudio, mientras me moría por ganas de correr al baño de mi habitación para sacudir la dureza que me estaba molestando.

"¿Cómo hace para que quepa?"

Me tensé de nuevo.

Nunca toqué una mujer virgen, con Rossan no llegué a ese punto.

Me estaban dando ganas de romper con mi decisión y llevar a la señorita a los aposentos para responder a todas sus preguntas de la manera adecuada.

Sería un poco difícil, tendría que hacerlo con cuidado, con mi miembro tan grande tendría que entrar con cuidado en ella, le dolería mucho, pero en unos intentos más se acostumbraría.

Sacudí mi cabeza, ya lo estaba pensando como un hecho.

Recordé que yo no le gustaba y toda mi necesidad se apaciguó.

Era solo curiosidad, la señorita Emiliana solo preguntó por esa razón y lo de las amantes, ese tema seguramente lo sacó para ver si podía considerar a su duque como un amante.

Jamás permitiría tal cosa, por muy enamorada que estuviera de ese asesino, yo no dejaría que me hiciera infiel, antes me separaba de ella o la enviaba lejos para no tener que verla nunca más.

Yo no tenía amantes, la mayoría de las damas me consideraban aburrido por estar metido de cabeza en el trabajo de campo, no tenía tiempo para complacer, podía mantenerla, pero se hartaría rápido de mí por la falta de atención.

Antes de casarme, tenía un horario, a veces iba dos veces a la semana con alguna cortesana para aliviarme, pero en ocasiones faltaba a ese horario, podían pasar hasta cinco semanas y yo no iba a aliviar mis apetencias.

Conseguir alguna cortesana tampoco era fácil, algunas no les parecía cómodo mi tamaño, sobre todo las menos experimentadas.

Escuché una melodía de piano y no pude evitar desviarme antes de entrar al estudio, seguí la música hasta el salón y me asomé en la entrada, las puertas estaban abiertas así que pude ver a la señorita Emiliana tocando el piano con mucha agilidad, sus dedos se movían delicadamente y con fluidez por las teclas.

No pensé que fuese tan buena tocando.

"¿Por qué se pone así?"

Aunque fueron preguntas sin una doble intención, no pude evitar sentir la lujuria, imaginar como sería.

Esa melodía era hermosa, sus ojos se movían por el libro de composiciones y brillaban de forma especial, también tenía los labios entreabiertos y las cejas elevadas.

Quería probar esa boca, ver su rostro cuando me enterrara por primera vez en ella.

Es que hasta tocando el piano no podía verla sin pensar en tenerla en mi cama.

No pensé que la mujer que elegiría como esposa, me tendría tan descontrolado.

A pesar de eso, no iba a tocarla, no iba ni a mirarla, a menos que ella estuviera dispuesta o me tomara en serio como su esposo.

Dejó de tocar y giró su vista hacia la entrada, me oculté rápidamente.

Me marché al estudio antes de que me descubriera en el pasillo y cuando estuve allí tomé una larga respiración.

Tomé asiento en el escritorio y me concentré de lleno en las cuentas.

...****************...

— ¿Qué haces aquí? Primo.

Tuve que dejar las cuentas de lado, no por mi esposa, sino por la visita repentina de mi primo Alber, un chico demasiado irresponsable para tomar su presencia como algo serio.

Era rubio y un poco delgado.

Lo recibí en el vestíbulo y no estaba solo, venía acompañado por mi prima Tiffany. Una chica que era igual de imprudente que su hermano.

— Vaya, deberías por lo menos saludar — Dijo, cruzando sus brazos.

— ¿Vienes a pedirme dinero?

— ¿Cómo te atreves a insinuar algo así? — Gruñó, haciéndose el ofendido — Tienes una mala impresión de mí.

— No será por gusto, siempre vienes cuando necesitas algo.

— Te gustan las bromas pesadas — Resopló.

Tiffany se aproximó — Yo si vine a saludar, primo, estoy muy feliz de verte — Me abrazó de forma atrevida y luego se separó — Pienso que te ves más guapo, estando casado.

No comenté nada — Haz crecido mucho, creo que pronto serás más alto que tu hermano.

— Verdad que sí, mi madre dice que seré toda una belleza, como una princesa — Se rió escandalosamente y su hermano frunció el ceño.

— Tiffany por favor, deja tu impertinencia, mira que prometiste comportarte.

— Por favor, ya fui presentada en sociedad, ya no tengo que esconderme, además, estamos entre familia — Me guiñó un ojo y me tensé ¿De dónde aprendería esas cosas tan inapropiada? No me sorprendería si le iba mal en los bailes y en conseguir esposo.

— Dije que haría de chaperon, pero tu también tienes que poner de tu parte — La tomó del brazo y la alejó de mí — Distancia prudente, aprende.

— No eres la persona más digna para corregirme. Te he visto en los jardines besándote con las sirvientas y no me lo niegues.

El mayordomo que estaba junto a la puerta, abrió sus ojos como platos.

— Esas son cosas que no debes decir — Gruñó Alber y luego me observó — Primo, tienes que invitarme un trago.

— Yo también quiero — Dijo su hermana.

— Tú vas a beber té — Alber le lanzó una mirada — Y colócate los guantes — Ella hizo lo que le pidió a regañadientes.

— Es nuestro primo, además está casado.

Intuí las razones de la visita.

— Viniste por la cotilla — Le lancé una mirada a Alber.

— No, tampoco así — Se incómodo — Quiero conocer a tu esposa, mi tío me dijo que te casaste con una Roster, espero que no sea la chica del bastón porque esa está reservada para mí.

— ¿Te interesa la señorita Eleana? — Pregunté con el ceño fruncido.

— Por supuesto, es muy hermosa a pesar de llevar bastón y estar un poco pasada de la talla ideal, pero a mí me gustan así.

No quería acabar con las ilusiones de mi primo, me sorprende que no se hubiese enterado de que Eleana ya estaba casada y no con cualquier caballero, sino con el más peligroso del reino o por lo menos uno de los más peligrosos, se decía que el hermano de la Reina Vanessa era igual de despiadado que él.

Mejor que se enterase por si mismo.

— Dime ¿Te casaste con esa señorita?

— No, me casé con Emiliana Roster.

— Vaya, ella fue el alma de la celebración, todos los caballeros querían bailar con ella — Dijo Tiffany, con un poco de recelo.

— Sí, la ví un par de veces en la celebración — Concordó Alber — Pero, yo estaba muy concentrado con la señorita Eleana, de no ser por un entrometido que llegó a arruinar mi plática, tal vez estuviera pidiendo su mano.

— Alber, pienso que todavía no estás preparado para asumir la responsabilidad del matrimonio, ninguna responsabilidad en si.

— Me sigues ofendiendo, pienso que con una esposa, mi familia dejará que me vaya a vivir a una de las propiedades para que así dejen de meterse en mi vida.

— Hermano, le diré a nuestro padres.

— Creeme, Tiffany no quieras hacer eso — Le advirtió y la señorita cerró la boca.

— ¿Quieren pasar al salón a tomar té o se van a quedar allí parados? — Pregunté.

— Vino, quiero vino — Aclaró Alber, con una sonrisa abierta.

— Ni modo, tendrá que ser el aburrido té — Suspiró su hermana.

Nos marchamos hacia el salón, pero no donde mi esposa estaba tocando, sino en uno pequeño que estaba en el primer piso.

Ordené a una de las sirvientas traer vino y té.

Me senté en unos de los sillones.

Tiffany me regaló varias sonrisas mientras esperábamos las bebidas.

Esa señorita tendría que aprender a comportarse.

— ¿No vas a llamar a tu esposa? — Preguntó Alber.

— Está ocupada en este momento.

— Yo no buscaría ocupación, contigo como esposo — Dijo Tiffany y su hermano le dió un codazo en el costado.

— Ya te lo advertí.

— Soy una buena señorita — Se aclaró la garganta — Primo... ¿Para cuándo los bebés?

Me tensé.

La sirvienta llegó con la bandeja, sirvió té, dejando un recipiente con galletas y dos copas con vino.

Se retiró en silencio.

— No lo sé.

— Serán unos bebés muy lindos, la Señorita Emiliana es muy hermosa y tú querido primo, no te quedas atrás — Tomó la taza de la mesita y bebió.

— Es muy pronto para pensar en niños, no creo que Sebastian quiera andar oliendo a caca y escuchando llantos tan pronto — Mi primo era demasiado fastidioso con su forma de hablar, ambos les había fallado la educación.

— No tengo eso en mente.

— El que si está lejos de tener eso en mente es el Conde Roster, tal vez ahora que ya se casaron sus hermanas, el decida encontrar su condesa — Comentó Tiffany, con un tono interesado.

Alber casi se atraganta con el vino.

— No, hermanita, no consideres a el conde, te quedarás sola si lo haces.

— Alber, ya, si los recibí fue por cortesía, no quiero cotilleos y menos delante de la Señorita Tiffany — Advertí.

— Lo siento Sebastian, pero tengo que hablarle con la verdad a mi hermana, ese hombre no tiene interés en ninguna mujer, tal vez la razón es que tiene un amorío con otro.

Solté un chasquido — Es del hermano de mi esposa del que te estás expresando, si sigues en lo mismo voy a pedir que te retires.

— No, primo, ya no seguiré.

— Bien.

— ¿Cuándo piensas hacer un baile para presentar a tu esposa? — Preguntó Tiffany.

— Aún no lo sé.

— Deberías hacerlo pronto.

— Pronto será otoño — Comentó Alber, derramó un poco de su vino en su traje — Oh, creo que tendré que ir al baño, lo siento por esto.

— Ya conoces la casa.

Mi primo se levantó y salió del salón.

Tiffany se movió un poco y me sonrió de nuevo.

— ¿Viajaste mucho este año?

— Siempre viajo.

— ¿Y a tu esposa no le molesta? — Se levantó y se sentó en mi mismo sillón, tomé distancia.

— No, no le molesta.

Ella lo prefiere así.

— Cuando tenga esposo, voy a querer viajar con él. No lo dejaré solo en ningún momento.

— Espero que sea un buen hombre.

— Lo será, pero prefiero que sea así como tú, primo.

La observé, queriendo fruncir el ceño.

— ¿Cómo yo?

— Cuando era pequeña te veía como un príncipe, todo alto y bien parecido, más que siempre estabas ausente, cuando nos visitabas yo me emocionaba — Confesó, muy sonrojada y me levanté.

— El día está fresco para ir al jardín, iré a buscar a Alber...

Ella se aproximó — No, primo, no hace falta, espera a que venga.

Tocó mis hombros.

— Le sugiero guardar su distancia — Le quité las manos de mis hombros — No quiero que se meta en un lío.

— Meterme en líos es mi segundo nombre — Bromeó, riendo.

— Señorita, no debería tomarse eso a la ligera, está en una edad casadera en la que debe cuidar su comportamiento.

— No es un secreto que antes me gustabas, pero por supuesto que respetaré — Dijo, tomando distancia — Además, te casaste con la joya de la temporada y tienes que cuidarla.

Me dió otro abrazo.

La Señorita Emiliana entró y se quedó pasmada al verme.

Tomé distancia y Tiffany observó hacia Emiliana, con una sonrisa en sus labios.

Emiliana me lanzó una mirada que no comprendí y salió sin dejar que la presentara.

Alber venía entrando.

— Oiga... Lady Roster — La llamó, pero ella ya estaba alejándose por el pasillo — Lleva prisa.

— Pasearemos al jardín — Dijo Tiffany.

— Aquí no hay nada divertido — Suspiró Alber.

— Entonces no vengas más a visitarme.

Fui al jardín con mis primos, más por deber que por gusto. Estuvimos caminando por los alrededores, noté una mirada, Emiliana estaba observando desde lejos, oculta entre los arbustos.

Se marchó al verme.

Despedí a mis primos al final de la tarde y entré en la mansión.

Caminé por los pasillos y Emiliana apareció frente a mí.

— ¿Para qué quiere una amante si me tiene a mí? — Preguntó, fulminando con mi la mirada.

Me tensé — ¿De qué habla?

— Lo observé abrazando a esa fulana — Se aproximó, elevando su rostro para dar con el mío, sus mejillas estaban muy rojas — ¿Por qué no usa lo que tiene en los pantalones en mí?

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Vero Pina
Al paso que van tendrán trillizos como los duques. 😍😍😍🎈😁
Francisca Miranda Garcia
excelentes historias seguiré con las que siguen, gracias
Francisca Miranda Garcia
hermosas sus historias autora me han encantado de verdad, muchas felicidades y gracias
Francisca Miranda Garcia
eso quiere decir que Celia se irá con William y su hijo Leandro
Francisca Miranda Garcia
todo me imaginé del Márquez menos que fuera un viejo cochino
Sol
Maravillosa trama, excelente tus escritos más aun cuando aparecen en las historias d esta saga y sus personajes.... Emi única y cm.supo deleitar sus ojitos /Facepalm//Facepalm/... con mente positiva q continúe la.saga x q aun hay personajes q merecen su historia /Pray/.... felicidades 👏 /Plusone/
Francisca Miranda Garcia
hijos de su pintara máscara no podían llegar otro dia
Francisca Miranda Garcia
bueno al menos sirvió para que se lleven mejor los cuñados
Sol
ja ja ja y ese es su toque y lo hace ser lindo hermoso /Drool/
Sol
/Facepalm//Slight/ se te irritó x abusar del amiguito
Sol
hay Emi si eres buza no pierdes el tiempo para deleitar tu vista /Smirk//Smirk/
Francisca Miranda Garcia
hay por Dios hasta los perros oliendo que tienen la misma sangre
Francisca Miranda Garcia
me derrito por ese Sebastián
Francisca Miranda Garcia
es Chester el padre
Francisca Miranda Garcia
a caray no quiero imaginar que ese hombre tal vez era alguien importante
Francisca Miranda Garcia
esto está color de ormiga
Sol
vamos Emi cierra el ñico x la embarra más sin querer /Facepalm//Facepalm//Facepalm//Facepalm/
Sol
Emi es tenaz y no cualquiera la.va embaucar .... /Good/
Sol
es impresionante cm llevas la relación de las tramas felicidades 👏
Raquel Sanchez
Pienso en el tigre de los Cheetos
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