"El Misterio del Bosque Encantado" es una emocionante novela de aventuras que sigue a Lucas, un joven aventurero que, desafiando las advertencias de su pueblo, explora un bosque misterioso lleno de secretos. Tras encontrar una puerta oculta y enfrentarse a una criatura mítica, Lucas descubre que su destino está ligado a una espada ancestral y a un portal que lo transporta a un mundo desconocido. Allí, es recibido por un grupo de guerreros que lo guiarán en una nueva misión, mucho más peligrosa de lo que jamás imaginó. Esta es la historia de un viaje lleno de valor, misterio y descubrimientos.
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Capítulo 2: El Encuentro con la Criatura
El túnel era oscuro y frío, con una humedad que parecía aferrarse a su piel. Las paredes, hechas de piedra rugosa, reflejaban vagamente la luz de las antorchas dispersas a lo largo del camino. Lucas avanzaba con cautela, sus pasos resonando en el silencio abrumador. A medida que caminaba más profundo en la oscuridad, no podía sacudirse la sensación de que estaba siendo observado. Las palabras de la misteriosa voz seguían resonando en su mente: “Si buscas respuestas, deberás enfrentarte a tus miedos”.
—¿Quién eres? —preguntó en voz alta, esperando alguna respuesta.
Solo el eco de su propia voz le devolvió la pregunta, burlándose de su incertidumbre. Avanzó un poco más, tratando de mantener la calma, pero con cada paso que daba, el temblor del suelo se hacía más fuerte. Un rugido sordo resonaba a lo lejos, y Lucas sabía que algo grande lo estaba esperando más adelante.
Conforme el túnel se ensanchaba, Lucas comenzó a ver una tenue luz al final. Respiró hondo y se preparó para lo que vendría. Al llegar al final del túnel, entró en una vasta caverna, tan grande que su techo se perdía en la penumbra. En las paredes había antorchas colgando, ardiendo con una llama inusualmente brillante que parecía danzar al compás de los latidos de su corazón.
Pero lo que realmente captó su atención fue la figura que se erguía en el centro de la caverna. A primera vista, parecía una estatua, inmóvil y colosal. Sin embargo, al dar un paso más, Lucas vio cómo la figura lentamente comenzó a moverse, como si hubiera estado esperando su llegada. Una criatura descomunal, mitad hombre y mitad bestia, con cuernos retorcidos y ojos rojos que brillaban con malicia, lo observaba desde las sombras.
—He estado esperando por ti, Lucas —dijo la criatura, con una voz que resonaba como el eco de muchas voces superpuestas.
Lucas dio un paso atrás, sorprendido por el hecho de que la criatura conociera su nombre. No estaba preparado para esto. Sabía que el bosque escondía secretos, pero jamás había imaginado enfrentarse a algo tan… irreal. Tragó saliva, tratando de no dejarse dominar por el miedo que se apoderaba de su mente. Tenía que mantener la calma.
—¿Quién eres? —preguntó, su voz temblando ligeramente.
La criatura soltó una risa baja y siniestra.
—Soy lo que siempre has temido encontrar, y al mismo tiempo, lo que siempre has buscado —respondió, dando un paso hacia adelante.
Lucas podía sentir el calor de su aliento, y el suelo bajo sus pies vibraba con cada movimiento de la criatura. El aire en la caverna se volvió más denso, como si la misma atmósfera estuviera cargada de una energía oscura y pesada. Lucas miró a su alrededor, buscando desesperadamente una salida o algo que pudiera usar para defenderse. No había mucho en la caverna, pero entonces, algo llamó su atención.
En el rincón más alejado, apenas visible entre las sombras, había una roca enorme, y sobre ella descansaba una espada. Parecía fuera de lugar, como si hubiera sido dejada allí por alguien que sabía que, algún día, sería necesaria. La espada no era brillante ni reluciente como las de las historias, sino más bien rústica, pero irradiaba un poder antiguo. Lucas, con el corazón acelerado, sabía que esa espada era su única oportunidad.
La criatura, notando hacia dónde estaba mirando Lucas, soltó otro rugido.
—¿Crees que esa espada puede salvarte, muchacho? —gruñó—. Eres un simple mortal. Esa arma pertenece a los antiguos, a aquellos que ya no existen en este mundo.
Pero Lucas no lo escuchaba. Todo lo que podía pensar era en cómo llegar a la espada antes de que la criatura lo alcanzara. Respiró hondo, intentando planear su próximo movimiento. Sabía que si se quedaba paralizado por el miedo, no tendría ninguna posibilidad de sobrevivir. Sin pensarlo más, corrió hacia la roca.
La bestia, sorprendida por su repentino movimiento, reaccionó tarde. Aunque lanzó un zarpazo en su dirección, Lucas fue más rápido. Saltó por encima de una grieta en el suelo y se deslizó justo debajo de las garras de la criatura, alcanzando la roca. Ahora estaba frente a la espada.
Sin perder tiempo, tomó la empuñadura con ambas manos. Al hacerlo, sintió una descarga de energía recorrer su cuerpo, como si la espada lo estuviera evaluando, juzgando si era digno de empuñarla. Durante un breve momento, el miedo y la duda lo invadieron, pero rápidamente se disiparon cuando escuchó una voz, distinta a la de la criatura, resonar en su mente:
—"La Espada de los Ancestros. Solo un corazón puro puede empuñarla. Eres el elegido".
Lucas sintió cómo su miedo se desvanecía, reemplazado por una renovada confianza. Empuñó la espada con fuerza y se dio la vuelta para enfrentar a la criatura, que ahora lo miraba con una mezcla de rabia y sorpresa.
—¡Vamos, monstruo! —gritó Lucas, su voz fuerte y decidida.
La bestia rugió, furiosa, y cargó contra él. Sus garras, largas y afiladas, brillaban bajo la luz de las antorchas. Lucas esperó hasta el último segundo y luego esquivó el ataque, moviéndose con una agilidad que ni él mismo sabía que poseía. Con un giro rápido, levantó la espada y cortó el aire, logrando golpear el brazo de la criatura.
Un grito ensordecedor llenó la caverna cuando la espada hizo contacto con la carne de la bestia. La criatura retrocedió, tambaleándose, claramente herida. Pero no estaba derrotada. Con un rugido que hizo vibrar las paredes de la caverna, volvió a lanzarse sobre Lucas, esta vez con más furia.
Lucas, respirando con dificultad, se preparó para el siguiente ataque. Sabía que no podía permitirse bajar la guardia. Levantó la espada una vez más, concentrando todas sus fuerzas en el próximo golpe. La bestia atacó, y esta vez, Lucas no esquivó. En lugar de eso, enfrentó a la criatura de frente, levantando la espada y clavándola directamente en el pecho de la bestia.
El impacto fue tan fuerte que la caverna entera pareció temblar. La espada atravesó el pecho de la criatura, y durante un momento, todo se detuvo. El rugido de la bestia se convirtió en un grito agónico antes de que comenzara a desvanecerse en una nube de polvo dorado.
El silencio cayó sobre la caverna. Lucas, exhausto, dejó caer la espada y cayó de rodillas, respirando con dificultad. Miró a su alrededor, tratando de procesar lo que acababa de suceder. Había vencido a la criatura, pero algo le decía que esto no era el final.
De repente, el suelo comenzó a temblar nuevamente. Lucas levantó la mirada y vio cómo, en el centro de la caverna, donde antes estaba la criatura, se formaba un portal brillante. Un resplandor dorado emanaba del suelo, iluminando la caverna con una luz cálida y misteriosa.
—"El portal de los elegidos", resonó la voz en su mente—. "Tu misión apenas comienza, joven guerrero".
Lucas sabía que no podía ignorar lo que estaba sucediendo. Con un último esfuerzo, se levantó y caminó hacia el portal. Sabía que, al cruzarlo, su vida cambiaría para siempre.