Diana es una mujer de personalidad tranquila y muy trabajadora, pero es alguien solitaria, tiene muchas deficiencias. Hasta que tuvo un accidente.
Su esposo es el protagonista principal de su libro favorito, y ella ¡Es la villana que muere sola al final! Pero, espera ¡Este marido es tan lindo que quiere quedárselo!
¡Qué se pierda la protagonista principal, este esposo solo puede pertenecerle a ella!
No importa si todos la odian, el protagonista masculino nunca lo hará. Pero entre cambios tan inmensos ¿Qué tan fácil es saber sí su amor por él es sincero?
¡Es tan complicado!
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Desesperado por el amor de su esposa.
El viaje tardó al menos hora y media, pues el parque estaba algo lejos al pertenecer a una zona boscosa.
Al llegar al sitio, el mayordomo Qiao se dio cuenta de que efectivamente había una zona privada donde el paso era prohibido, pero esto también lo preocupó ¿Su joven señora conocía a los dueños de esta propiedad?
Y como si supiese sus preocupaciones, Diana le explicó -Esta propiedad me pertenece desde hace cuatro años, puedes pasar con confianza.- y a decir verdad, no metía.
A la villana le encantaba tanto este parque que compró una gran propiedad aquí para venir a pasar el tiempo luego de grabar los vídeos.
El camino estaba rodeado de árboles de arce, sus hojas rojas y anaranjada adornaban el camino, volviéndolo cautivador a la vista. De vez en cuando se podían ver ciervos, conejos, zorros e incluso aves grandes y hermosa a los laterales del camino.
Diego miró con gran atención este lugar, nunca pensó que a su esposa le gustaran este tipo de lugares exóticos, y realmente no lo hacían, a la villana no le gustaban los animales, pero probablemente esto era algo que él no sabía.
El camino terminó justo delante de un hermoso y ligeramente pequeño lago de aguas cristalinas, patos salvajes y cisnes nadaban en él, provocando pequeñas ondulaciones en el agua.
Incluso se podían ver algunos patos mandarines entre los arbustos alrededor del lago.
'¡Qué lugar tan hermoso! El autor de este libro si que tiene gustos.' Pensó asombrada Diana mientras miraba el hermoso paisaje con gran satisfacción ¡Ahora todo esto es de ella!
Entendía a la perfección porque a la villana le gustaba tanto este lugar.
Al lado del lago, había una hermosa cabaña hecha de pino, un amplio corredor decoraba la entrada de la casa, en sus parales, hermosas extensiones de rosas los cubrían, incluso adheridas a sus barandas y paredes como enredaderas.
Entre todas las rosas, las rojas eran las que resaltaban más.
Para suerte de Diana, el corredor tenía una rampa lisa y no escaleras que le dificultarían el subir a Diego.
El hombre miró con ojos serios la parte de la cabaña que estaba a solo unos centímetros de la superficie del agua del lago. Una buena parte de la cabaña estaba sobre el lago, lo que le daba un ambiente cálido y relajante.
Se sintió muy tranquilo y satisfecho en este lugar.
-Mayordomo Qiao, puedes irte, si necesitamos algo, me asegurare de hacértelo saber.- Diana sacó las compras y se volvió hacia el mayordomo, diciéndole con un aire serio.
El hombre de mediana edad abrió la boca y volvió a cerrarla, demasiado preocupado como para decir algo ¿Tenía que dejar solos a su Joven Maestro y a su Joven Señora? ¿Qué pasaba si ambos discutían aquí y su Joven Señora trataba de asesinar a su Joven Maestro?
¡ESTE LUGAR ES PERFECTO PARA DESHACERSE DE UN CUERPO!
-Mi Joven Señora, yo...- Él estaba a punto de negarse cuando sintió la mirada de su Joven Maestro sobre él, éste parecía insinuarle con la mirada que se fuera, pues su ojos se veían extremadamente fríos.
Si se atrevía a negarse, probablemente tendría problemas "¡Joven Maestro ¿Cómo puede consentirla tanto?¿Tan desesperado esta por conseguir el amor de su esposa?!" Pensó con ganas de llorar el mayordomo.
-Yo... me iré entonce, sin necesitan algo, haganmelo saber, por favor.- Dijo el hombre de mediana edad, hizo una reverencia de despedida hacia ambos y regresó al coche.
Diana vio el coche desaparecer lentamente de su vista, y no pudo evitar levantar cejas, un poco divertida ¿Tanta desconfianza le tenían?
¿Acaso el Señor Qiao pensaba que mataría a su Joven Maestro y lo lanzaría al lago? Esa duda se hizo presente en su mente, sin saber que estaba muy cerca de los pensamientos del mayordomo.
Pero... pensándolo bien ¿Sí mataba a su marido y fingía que fue un accidente, no quedaría todo el dinero para ella sola e incluso una compañía con varias sucursales internacionales? La idea no estaba tan mal.
-No hay ropa.- La voz de Diego sonó, sacándola de sus pensamientos, ella lo miró con los ojos entrecerrados -¿Quién dice que no?No?- Preguntó con una pequeña sonrisa en su rostro.
Diana se quitó el velo y agitó la mano delante de su esposo, de hecho, se había preparado muy bien para esto.
Si quería ganar la confianza de su marido y que este no intentara matarla en el futuro por culpa de la protagonista principal, tenía que volverse muy cercana a él.
Volverse su mejor amiga se volvió su meta ¡Solo así podría sobrevivir! Al menos necesitaba asegurar un lugar en el corazón de Diego antes de que conociera a la protagonista principal.
Pensando en esto, Diana se colocó detrás de su esposo y empujo la silla de ruedas hacia el interior de la cabaña, la decoración sencilla y elegante apareció a la vista.
La sala sólo tenía tres sofás de un color azul oscuro, una alfombra de terciopelo color blanca qu cubría el piso de madera y una mesa de té grande en el centro. Habían algunos cuadros de pinturas en las paredes y unas cuantas plantas naturales en jarrones de porcelana en las esquinas.
Al lado de la sala estaba la cocina, la cual, tenía una ventana grande con repisa, permitiendo que se viera la zona de la cocina.
Uno perfectamente podría ver a la persona cocinar desde los sofás.
En la cocina había un refrigerador grande, algunos estantes de madera blanca, dos grifos y una cocina de estilo occidental con algunos electrodomésticos.
Diego frunció el ceño al ver que no había comedor ¿Dónde comerían Diana y él?
Diana suspiro y se sentó en una de las sillas colocadas al lado de la repisa en la ventana, apoyo los brazos en la repisa y lo miró con una sonrisa, como si aclarará lo que él pensaba.
Los labios de Diego se crisparon, aún así, él no podía comer allí, su piernas eran inconvenientes.
-Comeremos en la mesa de té, tiene buen espacio y es alta. Además, yo prefiero comer sentada en los sofás cada vez que vengo.- Explicó Diana con una sonrisa.
Solo quería que Diego se sintiera cómodo con ella.
aora biene lo buena para esa jente mala