Una mujer, una traición, un matrimonio sin amor.
¿Realmente valdrá la pena?....
Espero que esta carta te encuentre bien, aunque mi corazón late con dolor al pensar que ya no estaré aquí para verte sonreír. Si la estás leyendo, es porque mi tiempo se ha agotado y mi cuerpo ya no puede luchar más.
Quiero que sepas que te perdono. Te perdono por todo el dolor que me causaste, por todas las noches que pasé llorando por ti, por todas las mañanas que desperté con la esperanza de que regresaras a mí.
Te perdono por no estar allí para mí cuando lo necesité, por no escuchar mis súplicas, por no sentir mi dolor. Te perdono por dejar que el tiempo y la distancia nos separaran.
Aunque decidí rendirme y dejar de luchar por nosotros, nunca dejé de amarte. Siempre te amé, y siempre te amaré. Recuerdo cada momento que pasamos juntos, cada beso, cada abrazo, cada mirada...
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Capitulo 17
Durante el festejo, la fiesta se fue apagando y solo se quedaron Lewis, Max y Elena. Max era el único que estaba sobrio, mientras que Lewis y Elena habían bebido demasiado.
De repente, Elena sacó su teléfono y marcó un número.
—¿Quién es? —preguntó Max.
—Sergio —dijo Elena, sonriendo—. Quiero invitarlo a unirse a nosotros.
Max se sorprendió.
—¿Estás segura? —preguntó.
Elena asintió.
—Sí, estoy segura, quiero verlo feliz.
Sergio llegó unos minutos después y se unió a la fiesta. Comenzó a beber mucho, igual que Lewis y Elena.
La noche se fue volviendo más y más borrosa, y Max decidió irse a casa.
—Me voy —dijo—. Creo que ya han bebido suficiente.
Elena se rió.
—No te vayas, Max —dijo—. La noche apenas comienza.
Max se fue, pero decidió regresar, dejando a Elena, Lewis y Sergio solos o eso parecía.
La noche siguió adelante, y la bebida siguió fluyendo. Sergio y Elena se fueron acercando, sus cuerpos cada vez más cerca.
Al día siguiente, después de medio día, Elena despertó con Sergio abrazados desnudos en su habitación. Se sintió confundida y desconcertada.
—¿Qué pasó? —preguntó, su voz baja.
Sergio se despertó, sonriendo.
—No lo sé —dijo—. Pero creo que pasamos la noche juntos.
Elena se sentó en la cama, cubriéndose con la sábana.
—Dios mío —dijo—. ¿Qué hemos hecho?
Sergio se sentó junto a ella, su mirada llena de arrepentimiento.
—Lo siento, Elena —dijo—. No sé qué pasó. Estaba bebido.
Elena se levantó de la cama y se dirigió al baño.
—Necesito una ducha —dijo—. Y necesito pensar en lo que ha pasado.
Sergio se quedó en la cama, su mente llena de preguntas y dudas.
—¿Qué hemos hecho? —se preguntó—. ¿Qué va a pasar ahora?
Carola se enteró de la noticia a través de un amigo en común. Se sintió devastada y traicionada.
—¿Cómo pudo hacerme esto? —se preguntó—. Estoy embarazada de su hijo.
Carola no tardó en filtrar la noticia a la prensa. Pronto, todos los medios de comunicación estaban hablando de la infidelidad de Sergio y Elena.
—Elena se metió con un hombre casado y con hijos —decían los titulares—. Y para empeorar las cosas, Carola está embarazada.
La opinión pública se volvió en contra de Elena. La prensa comenzó a sacar a la luz todos los secretos de su pasado.
—Elena, la huérfana que se convirtió en una seductora —decían los titulares—. Su ex relación con Lewis, otro corredor de la Fórmula 1.
La prensa no se detuvo allí. También sacaron a la luz la historia de su aborto después de la relación con Sergio.
—Elena, la mujer que abandonó a su hijo —decían los titulares—. Y ahora se mete con un hombre casado.
Elena se sintió abrumada por la atención negativa. Su reputación estaba siendo destruida.
—No puedo creer que esto esté pasando —se dijo—. Mi vida está siendo destrozada.
Sergio también se sintió abrumado por la culpa y la vergüenza.
—No puedo creer que haya hecho esto —se dijo—. He decepcionado a Carola y a mis hijos, no importa que tan mala haya sido ella, yo no puedo ser igual.
La situación se estaba volviendo cada vez más complicada. La relación entre Sergio y Elena había sido expuesta al público, y ahora todos estaban esperando a ver qué pasaría después.
Mientras tanto, Lewis, el ex novio de Elena, se enteró de la noticia y se sintió sorprendido.
—No puedo creer que Elena haya vuelto con Sergio —se dijo—. Después de todo lo que pasamos juntos, creí que si alguien regresaba sería ella y yo
Lewis decidió hablar con Elena para entender qué había pasado.
—Elena, ¿qué estabas pensando? —preguntó—. Sabías que Sergio estaba casado y tenía hijos.
Elena se sintió ofendida.
—No fue planeado —dijo—. Fue un error.
Lewis sacudió la cabeza.
—Un error —repitió—. Tu vida está siendo destruida por un error.
Al día siguiente Max Verstappen se presentó en la conferencia de prensa, rodeado de periodistas y cámaras.
—Quiero aclarar algo —dijo—. Las fotos filtradas de Elena y Sergio no muestran la verdad completa.
Los periodistas se inclinaron hacia adelante, ansiosos por escuchar más.
—Tengo las mismas fotos desde otros angulos —dijo Max—. Y puedo asegurar que solo están abrazados. No hay nada más.
Un murmullo de sorpresa recorrió la sala.
—¿Y qué pasa con la habitación? —preguntó un periodista—. ¿Por qué estaban solos en la habitación?
Max sonrió.
—Eso es fácil de explicar —dijo—. Elena y Sergio se habían emborrachado mucho esa noche. Elena había vomitado encima de ambos y necesitaban un lugar para limpiarse.
Los periodistas se miraron entre sí, confundidos.
—Y yo estaba ahí con ellos —agregó Max—. En la habitación solo que salí un poco antes de que tomarán las fotos pero tengo evidencia que lo comprueba, además no estaban completamente desnudos, como se ha dicho. Solo estaban vestidos con ropa interior.
La sala se llenó de un murmullo de discusión.
—Entonces, ¿qué pasó realmente? —preguntó un periodista.
Max se encogió de hombros.
—Nada más que una noche de borrachera —dijo—. Nada más que una mala interpretación de las fotos.
A pesar de las declaraciones de Max, Elena aún se sentía culpable. Sabía que había cometido un error, aunque no había sido intencional.
—Max, gracias por defenderme —dijo Elena, cuando se encontraron después de la conferencia de prensa—. Pero sé que aún he hecho algo malo.
Max la abrazó.
—No te culpes, Elena —dijo—. Todos cometemos errores. Lo importante es que aprendamos de ellos.
Elena asintió, sintiendo un poco de alivio.
—Tienes razón —dijo—. Voy a intentar aprender de mi error y seguir adelante.
Mientras tanto, Sergio se sentía aliviado por las declaraciones de Max. Sabía que había cometido un error, pero estaba agradecido de que la verdad hubiera salido a la luz.
—Gracias, Max —dijo, cuando se encontraron—. Me has salvado de una gran vergüenza.
Max sonrió.
—No hay problema, Sergio —dijo—. Somos compañeros de equipo y amigos, los amigos se ayudan mutuamente.
Elena se enfrentó a Sergio, su mirada firme y decidida.
—Adiós, Sergio —dijo—. No puedo seguir con esto.
Sergio se sintió sorprendido y preocupado.
—¿Qué pasa, Elena? —preguntó—. ¿No puedes perdonarme? además todo ya ha sido aclarado y solo fue una malinterpretacion
Elena sacudió la cabeza.
—No es eso —dijo—. Es que no quiero ser la amante. No quiero estar en una relación que no es honesta.
Sergio se sintió desesperado.
—Pero te amo, Elena —dijo—. Y quiero estar contigo.
Elena se mantuvo firme.
—No importa —dijo—. No puedo ser la amante de un hombre casado, incluso si Carola es una arpía.
Sergio se sintió abrumado por la culpa y la vergüenza.
—Entiendo —dijo—. Pero por favor, no te vayas. Quiero que mis hijos crezcan y luego podré estar contigo.
Elena se rió, amargamente.
—¿Crees que puedo esperar años para que estés listo para mí? —preguntó—. No, Sergio. No puedo hacer eso.
Sergio se sintió desesperado.
—Por favor, Elena —dijo—. No me dejes.
Elena se volvió y se alejó, sin mirar atrás.
—Adiós, Sergio —dijo—. Que seas feliz con tu familia.
Sergio se quedó solo, sintiendo una profunda tristeza y arrepentimiento. Sabía que había perdido a la mujer que amaba debido a sus propios errores.
Mientras tanto, Elena se sentía libre y aliviada. Sabía que había tomado la decisión correcta y que podría seguir adelante con su vida.
—No voy a permitir que nadie me haga daño de nuevo —se dijo—. Voy a ser fuerte y feliz.
Carola, por su parte, se enteró de la noticia y se sintió aliviada.
—Finalmente —dijo—. Sergio está libre de esa mujer.
Pero Sergio no estaba libre. Estaba atrapado en su propio arrepentimiento y culpa, sabiendo que había perdido a la mujer que amaba debido a sus propios errores.