Tras años lejos de casa, Camila regresa solo para descubrir que su hermana gemela ha muerto en circunstancias misteriosas.
Sus padres, desesperados por no perder el dinero de la poderosa familia Montenegro, le suplican que ocupe el lugar de su hermana y se case con su prometido.
Camila acepta para descubrir que fue lo que le ocurrió a su hermana… sin imaginar que habrá una cláusula extra. Sebastián Montenegro, el hombre con quien debe casarse, es tan frío como enigmático.
Pronto, los secretos de las familias y las mentiras que rodean la supuesta muerte de su gemela la arrastrarán a un juego peligroso donde fingir podría costarle el corazón… o la vida.
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Tratos.
A la mañana siguiente escucho que hablan en el piso de abajo.
Salgo de la cama yendo al baño donde me cambio rápido.
Bajo para encontrar a mis padres en plena sala.
—Hola hija buenos días.
saluda mi padre y Sebastián está de espaldas.
— ¿que quieren?
Les digo y ellos no disimulan la mala cara.
—Nuestro yerno nos citó.
Dice mi padre y Sebastián se ajusta la camisa azul a la medida.
Les desliza una carpeta por la mesa.
Y mi padre la abre leyendo.
—Esto no fue lo que acordamos.
Le dice molesto.
— Es lo que les daré, me engañaron entregandome a una hija que al principio fingio ser otra persona dócil, pero ahora es una mujer insoportable, ustedes no cumplieron a si que no tengo por qué cumplir tampoco yo.
—Se atreven a hablar de mi cómo si fuera un cachorro o un objeto.
Mi padre se levanta molesto y avienta la carpeta en la mesa.
—No tienes palabra.
Sebastián se recuesta en el sillón sonriendo.
—Ire hablar con tu abuelo.
—Ahi está la puerta.
Les dice y se levanta, la empleada le entrega el saco que se pone.
Toma su maletín y lo veo salir mientras mi madre me quiere matar lo se, por la mirada que me da.
Mi madre se acerca a mi dándome una bofetada.
—Siempre arruinas todo.
Me dice y trago la sangre que siento en la boca.
Mi padre la hace a un lado viniendo hacia mi.
—Quedamos en algo.
Me susurrra intentando tocar mi rostro y lo veo mal.
—Llevate a tu esposa, los quiero fuera de mi casa.
—Es tu madre.
—Lo dejo de ser cuando me vendieron así que salgan los dos.
—Lo que tienes ahora es gracias a nosotros.
Me dice entre dientes respirando fuerte.
— No tengo nada.
Le digo y mi madre lo sujeta para que empiece a caminar a la salida.
—¿Esta bien?
Me pregunta la empleada y no respondo subiendo las escaleras.
me miro al espejo y maquillo el golpe.
Tomo mi bolso y salgo de la casa
—¿A dónde la llevo señora?
—A la casa del abuelo.
Le digo al chófer y el asiente, conduce entre las calles y observo por la ventana del carro.
Llegamos al enorme complejo.
En la puerta está el parado con un bastón, extiende un brazo.
—Mi nieta consentida.
Dice cuando me ve bajar del carro.
—¿Y Sebastián? Creí que me traían buenas noticias.
Me dice y llegó hasta el, lo saludo y me hace seguír adentro.
Se sienta en un sofá y me señala el que tiene enfrente.
—¿Dime a qué debo tu visita querida nieta?
—Quiero un puesto en la empresa.
Le digo y el se ríe.
—Nunca te vi interesada en tal cosa. Cualquiera en tu lugar se quedaría en casa malgastando dinero o incluso viajaría.
—¿Podra o no?
Le digo y el se ríe una más fuerte.
—Claro que puedo querida nieta, ahora toma.
Me dice extendiendome una carpeta.
— Son las escrituras de la casa que habitan ahora, está a tu nombre. La única regla es que no puedes correr a Sebastián.
Me dice y suspiro haciendo que el sonria.
—Lo se es un muchacho difícil.
—Eso se queda corto.
Le digo y me levanto.
—¿Eso es todo? Creí que venían por otra cosa.
—¿Por lo de mis padres?
Le digo y el asiente.
—¿No me pedíras que se les cumpla?
—No, lo que yo quiero es que se me considere en su trató.Quiero que se me considere en el trato que hicieron ustedes después de todo yo fui a quien subastaron al mejor postor, ¿o no fue así?
Le digo y el me ve serio.
—Asi es, se que los socios quisieron hacer el trato con mis padres pero ustedes les ofrecieron más.
Le digo y los pasos a mis espaldas me hacen voltear para ver a Sebastián quien llega acompañado de varios sujetos.
—Dejenme a solas con mi nieto.
Dice molesto y quedamos a solas.
—Sebastian te preguntaré esto solo una vez, ¿fuiste quien golpeó a Carina? Si fuiste tu te juro que....
—¿Que? —Dice el molestó. — No le he puesto una mano encima a tu adorada nieta.
Dice lo último con coraje.
—Ha ya veo ¿de eso se trata? Estás celoso.
Le dice su abuelo.
—Por mi puedes adoptar hasta a un perro si quieres.
Le dice Sebastián y se aleja molestó y yo suspiro.
— Elige el área que tomarás en la empresa a partir de hoy, ya quiero que ver la cara de mi nieto. Por fin alguien que no se deja.
Dice sonriendo y yo le doy la espalda hasta que escucho que vuelve a hablarme.
—Dame un bisnieto, uno solo y tendrás lo que quieras a tus pies.
Yo crei que era la cuñada pero ahora dudo porque ella tenía ese trastorno.
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