Me Obligaron A Casarme Con El Duque Ciego.

Sabía que Noah tenía dedos largos y gruesos y, sin embargo, era un caballero. No solo sus dedos, sino también sus...

Negué con la cabeza de un lado a otro casi como si tuviera un ataque "¿qué diablos estoy pensando delante de un cura?" era obvio que me había vuelto loca.

Ian, que me estaba mirando detenidamente conteniendo un poco la risa, dijo.

-Si tiene alguna pregunta, puede preguntarle usted misma a nuestro señor. No hay nadie en estas tierras que se atreva a desafiarla, señora. Por un tiempo más... -su expresión se volvió un poco amarga. Quizá estaba pensando en algo - Todos los preocupamos por usted señora. Especialmente nuestro señor.

Negué con la cabeza.

-Gracias por decir eso. Pero no tienes que ir tan lejos.

-Yo estoy diciendo la verdad. ¿no te permitió llamarlo por su título? Hay nobles a los que le han arrancado la lengua mientras lo llamaban así sin saber las consecuencias.

Mire al sacerdote con la boca abierta de asombro.

-No tenía idea. El Duque, no, el señor no dijo nada...

-Mira eso. Si hay algo que la señora quiera, él se lo dará. Eso significa que puedes hacer cualquier cosa.

Al ver que todavía estaba congelada por sus palabras, Ian apoyo los brazos con orgullo en el respaldo.

-Asi que si quieres ver su rostro, dilo. Puedes hacerlo en cualquier momento. Incluso hoy mismo.

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Las manos de las sirvientas revoloteaban afanosamente sobre mi cuerpo mientras me sentaba frente al espejo de cuerpo entero. Ellas intentaban coincidir el color del abrigo con el vestido que llevaba puesto.

Una sirvienta miro a Cloe.

-Los conjuntos van bien con todo lo que ella usa, así que quiero que sea lo más llamativo posible.

Cloe puso una silla detrás de mi, se subió y me miró.

-Señora, ¿cuál le gusta? todo el mundo recomienda el azul, pero creo que será bueno combinar tu abrigo con el color de su cabello. ¡Se verá usted genial bajo la nieve!

-Todo está bien a mis ojos, así que elige apropiadamente. -dije con torpeza.

Toda la ropa y los accesorios eran tan lujosos que me daba vergüenza siquiera atreverme a usarlos. Por eso elegí el más modesto. Aunque nadie, ni siquiera la nobleza, tiene autoridad para comentar sobre mi, un suspiro de desilusión estalló entre las sirvientas.

Ian llamo nerviosamente a la puerta.

-Solo ponte lo que tengas. Si vuelves a coger un resfriado tan pronto como te recuperas, verás la rara visión de un sacerdote quemado en fuego durante el invierno.

Al final, termine usando varias capas de calcetines de lana, guantes de piel y todo tipo de ropa para el clima frío debajo de la capa blanca de zorro que le llegaba hasta los tobillos.

Sin embargo, debido a la fuerte insistencia de Cloe, use un pendiente en lugar de un feo sombrero de piel.

Al terminar, trote tras el sacerdote Ian, sintiéndome como una enorme bola de algodón.

-No esperaba poder probarme ropa lujosa diseñada para la familia imperial.

-Tienes buenos ojos. Bueno, no es ninguna sorpresa. Era la hija del Conde Suárez a quien le han concedido permiso para entrar al palacio imperial.

El simple de escuchar tal noticia acerca de mi padre hizo que me detuviera en seco, sentía fuertes ladidos de mi corazón. Cuando Ian se dió la vuelta, fingi estar tranquila.

-Mi padre... Lo logró.

-Si. Felicidades. El conde es ahora oficialmente uno de los pocos nobles de alto rango. Encontró muchas joyas en las minas de diamantes. No puedo imaginar lo bien que le va a su padre ahora mismo.

El proyecto de entregas de diamantes imperiales, en el que mi padre había puedo su corazón y su alma, parecía estar en camino al éxito. Reí amargamente.

-Si. Eso es genial

Era algo por lo que debería estar feliz, pero extrañamente mi estómago se sentía como si hubiera tragado una piedra. Cómo ya sabía, mi padre era un hombre ingenioso.

Sin embargo, estaba claro que sí este matrimonio no se hubiera llevado a cabo, el proyecto no se habría permitido en lo absoluto.

La empresa tardaría varios años en establecerse, por lo que antes de eso, debía tener un hijo.

Cada paso que cada, solo aumentaba mi nerviosimos.

El castillo era tan grande que para verlo completo tardaría varios días.

-Señora. Si respondes de esta manera a todos los saludos de los sirvientes, llegarás a la orden de los caballeros el próximo año.

-Pero es un simple asentimiento.

-no hay nadie con quien tengas que inclinarte. Eres la Duquesa. La dignidad del señor también está en juego, así que, por favor, consideralo también.

Asentí con torpeza ante su consejo.

-Lo voy a intentar.

Ella venía de una familia Aristócrata, pero los sirvientes daban por sentado que los iba a saludar, probablemente porque provenía de un entorno más común como ellos.

Cuando salimos de la torre principal y llegamos al patio, la luz del sol invernal se reflejo en la nieve que se había amontonado por todas partes.

Al llegar, Ian me miró.

-Esa es la orden de los caballeros. El terreno baldío que se ve desde la puerta de hierro no es un campo de entrenamiento, es para los herreros y talleres de reparación en el lado izquierdo y derecho. El otro lado de ese edificio es el campo de entrenamiento.

Seguí con estudiamos las yemas de sus dedos, asintiendo con la cabeza para mostrar mi sincero interés. "¿estará mi esposo ahí justo ahora?

Sentía como si mi corazón estuviera siendo presionado contra mis costillas.

Por un momento me pregunté si estos guantes serían necesarios. Sentía mis manos sudorosas dentro de esos guantes calientes.

Me alegre de que fuera invierno. Parecía que podría ocultar mi nerviosismo siempre y cuando mantuviera una expresión tranquila.

-En realidad, es hora de autoaprendizaje, así que el señor...

Un golpe repentino estuvo las palabras de Ian. Fue un ruido fuerte, como si las cosas explotarán una tras otra. Agarre rápidamente el brazo de Ian.

-¡Sacerdote, creo que algo explotó! Tenemos que ir lo ahora. ¡Si el señor está herido...!

Lo que regreso en lugar de la respuesta de Ian fue una voz ronca desde atrás.

-Sacerdote, ¿cree que fue sensato traer a alguien durante el entrenamiento de tiro? Está persona es la dueña de nuestro castillo, una que ha estado enferma desde que llegó.