– ¡ESE NO ES MI HIJO!.
Eso fue lo último que Jake le dijo a Natasha, su esposa. Así la hecho de la mansión y de su vida, estando embarazada de su bebé, haciéndole caso a las malas lenguas que decían que lo había engañado.
Pero la vida le jugaría una doble jugada y literalmente doble.
Natasha decidió irse al campo a iniciar una vida nueva, criando sola a sus dos hijos Adler y Nicole, mellizos. Muchos años más tarde, a la mansión vecina a su granja se muda Jake con su nueva mujer e hijo de la misma edad que los suyos.
Intentará luchar por su perdón pero... ¿Que pasará cuando el corazón de Natasha se vea invadido por otro hombre?.
Oliver, un hijo ilegítimo del padre de Jake, un guapo hombre que creo su propio y exitoso negocio con el cual se hizo conocido además de ser llamado "El Vassil ilegítimo".
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Capítulo 8: *La verdad...*
• ESA NOCHE •
NATASHA
Son las 22:30 de la noche, acabo de terminar mí turno, espero a que cierren el café y me despido de todos. Salgo afuera por la puerta trasera, hay una linda brisa está noche, refresca un poco el insoportable calor.
Apenas salgo veo una alta y grande figura apoyada en el borde la pared del lado de la calle. Me acerco a quien está ahí.
– Eres su ex esposa –me dice Oliver.
– Imagino que ya debes conocer la historia –le digo–. ¿Te lo dijo?
– De hecho siempre lo supe –me contesta–. Tiene fotos de ustedes guardadas.
– No me importa –digo–. Ya no me importa. ¿Vienes a insultarme o que?. Todo lo que me quieras decir ya me lo dijeron ellos.
– Nah... Te confieso que no me importa lo que haya pasado –me dice–. No es asunto mío.
– Mmhh... Pensé que vendrías a insultarme ya que Jake es tu hermano –le digo.
– No pienso hacer por él lo que se que no haría por mí –suspiro–. Además... Se que no lo hiciste.
– ¿Estás jugando conmigo? –pregunta–. Porque me cuesta creerte.
– Entiendo que no lo hagas –dice–. El idiota de mi hermano te lastimó mucho.
– Lo hizo y por eso acabo con toda la confianza que tenía hacia las personas –bajo la mirada.
– ¿Caminamos, Natasha? –me pregunta.
– Bien, hasta el estacionamiento –le digo–. Ahí tengo mí auto.
...****************...
OLIVER
Vamos caminando lentamente por la vereda, la brisa nos da en la cara. Miro a Natasha mira al suelo.
– ¿Por qué no volviste con él? –pregunto–. Quizás podían haber vuelto.
– Aamm... Bueno, se había casado –me responde–. Además me humilló, me quito mí orgullo.
– Es lo peor que te puede hacer una persona –digo–. Que pregunta más estúpida.
– La verdad es que si –ríe–. Ya no lo quería ni ver, lo ame y no le importo. Ahora él no me importa.
– ¿Cómo hiciste? –le pregunto–. ¿Cómo hiciste para criar a dos hijos sola?.
– El amor... amor hacia mis hijos me impulso –me dice–. Cuando nacieron me hice la misma pregunta... "¿Cómo rayos voy a hacer con dos niños?".
Ella se ríe, una risa que acelera mí corazón. ¿Por qué estoy tan interesado en seguir escuchando esto?.
– Los vi, tan pequeños e indefensos. Me enamoré de ellos –sonríe–. Jure cuidarlos más que a mí vida y así lo hice. Solo espero que el futuro me demuestre que lo hice bien.
– Tus hijos son dos chicos maravillosos –le sonrío–. Inteligente y buenos... No sé que dirá el futuro pero hiciste un gran trabajo con ellos.
– ¿Tu crees? –me pregunta.
– Lo creo... Lo hiciste excelente –sonrío–. Además de ser una buena madre eres un mujer increíblemente valiente.
Ella me mira y sonríe.
– ¿Quien eres, Oliver Vassil? –me pregunta.
– Quiero creer que soy un Vassil, pero no estoy seguro –me detengo y ella también–. Hasta ahora creo que soy lo que tu ves.
– Veo que eres un buen hombre –me dice–. Que intenta encontrarse a si mismo.
– Espero poder hacerlo... –le sonrío–. Aunque tengo miedo de lo que vaya a encontrar.
Llegamos al estacionamiento, ella abre la puerta de su auto.
– Deberíamos tomar un café algún día –le digo–. ¿Que me dices?
– Digo que... si, está bien –sonríe–. Solo, dime cuándo.
– Jamás pensé que dirías que si –me río–. El sábado es una buena idea
– Está bien. Es una... –se aclara la garganta–. Una reunión de amigos.
Sube a su auto y se va. Bien el sábado... Sábado.
...****************...
NATASHA
Llego a casa, los chicos deben estar por irse a la fiesta de máscaras del pueblo. Todos los adolescentes van ahí, lo hacen todos los años después de Halloween.
Llego a la casa, Adler ya está vestido para irse.
Viene a saludarme con un abrazo y un beso.
– Pero que guapo estás... –le digo–. ¿Ya se van?
– Si, mamá –me responde y suspira–. Solo estoy esperando a la lenta de tu hija.
Salimos afuera para que él prepare el auto.
– Pues ella está emocionada porque va a ir Ethan –me dice–. ¿Recuerdas al muchacho rubio? ¿El amigo de los Vassil?
– Si, creo que si –digo de mala gana–. ¿Es él quien le gusta a tu hermana?
– Es él, pero su amigo Erick Vassil está también enamorado de ella –me dice.
Me quedo helada. ¿El hijo de Jake enamorado de Nicole? ¡SON HERMANOS!. No puede ser.
– ¿D-de verdad? –pregunto nerviosa–. ¿De tu hermana?
– Si, lo está –me dice–. Deberías ver cómo la mira.
– ¿Quien mira a quien? –la voz de Nicole se escucha.
Me giro hacia Nicole quien tiene un hermoso vestido azul con toques celestes y blancos. Su cabello vuela con el viento.
– ¿Cómo me veo? –pregunta.
– Te vez hermosa, mí niña –le doy un beso en la frente.
– Te vez bien, pequeña monstruo –dice Adler–. Jamás te viste mejor. ¿Por qué será? –pregunta burlón.
– Cállate, Adler –le grita.
Charlamos un poco y luego suben al auto, los despido y ellos se van. Estoy un poco preocupada. Erick enamorado de su propia hermana sin saberlo, tiene que hacerse algo.
Vuelvo a entrar a la casa.
...****************...
• UNAS HORAS DESPUÉS •
JAKE
Aquí estoy frente a su casa. Tiemblo como hoja y no por el frío, tengo que hablar con ella... Quiero que me perdone por lo que hice hace años.
Bajo de mí auto y me encamino hacia la puerta, antes de que pueda acercarme está se abre, ahí aparece ella.
– ¿Que haces aquí ahora? –me pregunta molesta–. ¿No entiendes que no quiero verte cerca de nosotros?
– Quiero hablar contigo –le digo–. Hace años cometí un error.
– ¿Hasta ahora te das cuenta? –me pregunta–. Ya es muy tarde, llegaste muy tarde... dieciséis años tarde, Jake.
– Te pido que me perdones –me pongo de rodillas–. Estoy aquí, frente a ti pidiéndote perdón.
– No hagas eso, no te lo permito –niega–. Me enamoré de ti tanto que soporte dos años de tortura y humillaciones de tu madre... y al final... Mira donde nos llevo.
– Quiero estar en tu vida... y de nuestros hijos –digo derramando lágrimas–. Me voy a divor...
– Detente ahí ahora mismo –me ordena–. ¿Sabes que está pasando ahora? –sonríe–. Cada lágrima que derramas ahora y derramarás en el futuro son las mismas que yo derrame.
– Natasha... Mí a... –intento hablar.
– Sufrí y llore por ti y luego deje de hacerlo, ahora te toca a ti –me dice–. Enfrenta las consecuencias de tus actos.
– Quiero estás contigo y con mis hijos –le digo–. Son mí familia, mí amor. Tu y mis hijos.
– Aquí no tienes familia que te pertenezca, excepto de la que te espera en la mansión –me dice.
– ¡Maldición Natasha! –le digo–. ¡ADLER Y NICOLE TAMBIÉN SON MIS HIJOS!
– ¿¡QUE!? –gritan ambos.
Natasha y yo miramos a los chicos, Adler y Nicole nos miran atónitos.
Ay dios.
