Se conocieron una noche, la vida de ella estaba destruida y él no pudo sacarla de su mente. Le ofreció un contrato...
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Capítulo 22
Lisa
Dormir abrazada a Máximo fue muy extraño pero me brindó seguridad. Cuando me dijo que nuestro matrimonio no era creible si no podía tenerlo cerca lo pensé y era lógico. Él tiene algo en su manera de ser que me tranquiliza pero también me pone nerviosa aunque no se que es.
Como si fuera un experimento o una práctica me besó hasta que le correspondí, supongo que para poder ser capaces de besarnos así en público cuando la situación lo requiera.
Su suavidad, su sabor a menta, su exquisito perfume y el calor de su cuerpo mientras me besaba con total destreza me nublaba los sentidos. Intenté seguirle el ritmo pero era muy difícil, mis nervios me traicionaban, nadie jamás me había besado así. Recuerdo que el imbécil al que me entregué no me hacía sentir nada y sus besos no duraban más que unos pocos segundos.
Cuánto más me besaba más lograba sentir y menos deseaba apartarme de el. ¿Así se siente un beso cuando es bien dado? Finalmente cuando habló me levanté y pude recuperar mi cordura. Ese beso me había dejado muy acalorada y confundida.
Cuando él se encerró a trabajar lo que supuse duraría todo el día salí con su chófer. Él me había acreditado los cincuenta mil pesos mensuales y quise ir a comprarle algo por su cumpleaños pero no sabía qué. Lo menos que se merecía era un detalle por todo lo bueno que fue conmigo.
-Señora, ¿Adónde le gustaría ir?
-Ni yo lo sé, solo conduce al centro de la ciudad
-¿Está buscando algo?- pregunto viéndome por el espejo retrovisor
-Dime ¿Que se le regala a una persona que lo tiene todo en un día especial?- él soltó una pequeña risa pero rápidamente volvió a su semblante habitual
-¿Puedo darle un consejo?
-Por favor
-Màximo tiene todo lo material que imagine y más también pero eso no es lo que más le importa
-Es el consejo que menos entendí en mi vida
Con una sonrisa me dijo -Señora el tiene más dinero del que podría gastar en toda una vida y puede comer en los mejores restaurantes cinco estrellas del país, o mejor aún contratar a los mejores chefs para que preparen sus platillos favoritos cada dia de la semana- pensé en mis insignificantes comidas y quise llorar- Señora, aún así ¿Lo ve ir a comer a esos sitios o contratando esa gente?
-No, ¿Por qué no lo hace?
-Porque prefiere su comida, porque le gusta el detalle de usted cocinandole y compartiendo tiempo con él. Y como una pequeña pista déjeme decirle que ama el chocolate
-Deten el auto
-¿Aquí?- me bajé del auto y fui corriendo a la veterinaria, unos hermosos cachorros podían verse y pensé que como en la mansión no hay ninguna mascota sería un lindo regalo para él
-Señorita, ¿Que se le ofrece?
-Quiero este cachorrito- ni bien lo ví fue amor a primera vista, se veía tan tierno y adorable que no pude resistirme
Compré una camita, plato para agua y comida, collar, correa para pasarlo, alimento y todo lo que pudiera necesitar. Salí con el pequeñito en brazos y dos bolsas con cosas y subí al auto
-Señora ¿Sabe usted que raza es ese animal?
-Dejame ver- leí la libreta- es... Pitbull
-Dios nos ampare
-Lo amarás, ahora necesitaremos una caja con un gran moño para dárselo mañana y ¿puedes parar allí?
Fui a una panadería y compré un gran pastel de chocolate y regrese feliz al auto. Tenía los regalos y aún me quedaba dinero
-Necesito que lo cuides por mi hasta mañana
-Si el señor me despide le diré que solo seguí sus órdenes, aunque es muy lindo. Espero que le guste
Cuando entramos a la mansión esperaba no encontrar a Máximo pero le pedí que se fuera a la habitación para así poder esconder todo, me pidió un favor y a la ligera respondí que haría lo que quisiera sin pensar. Las empleadas guardaron el pastel y él chófer entró con el cachorrito y fue a guardar las cosas en un pequeño depósito de cosas de limpieza
Fui a la habitación donde Máximo me esperaba y necesitaba ese favor. Me abrazó, puso mis brazos en su cuello y me puse nerviosa. Sus labios se acercaron a los míos y en voz muy baja me dijo que quería un beso y cerró los ojos.
Mi corazón se agitó, de repente me dió calor y acorte la distancia que nos separaba uniendo nuestros labios en un beso. Una mano suya estaba en mi cintura mientras que la otra la puso en mi nuca. No me permitió escapar, se adueñó de mi boca y me besó sin dejar que me aleje hasta que así lo quiso. Si había creído que los besos anteriores eran los mejores de mi vida, simplemente pasaron a ser insignificantes ante semejante beso.
-Gracias por el favor hermosa esposa, ¿Puedo preguntar a dónde fuiste?
-No, mañana lo sabrás, por favor no preguntes nada ahora
-Esta bien, vamos a cenar
Comimos en silencio, aún sentía mis labios algo sensibles pero definitivamente había valido la pena. Pensaba en ese hermoso cachorrito y esos ojitos hermosos hasta que Máximo me sacó de mis pensamientos
-¿En qué pensabas? Estabas sonriendo, oh por Dios eres aún más hermosa cuando sonríes
-¿Que? No yo no, es que... mañana verás, yo... espero que te guste- sentía mi rostro caliente, su modo de decirme hermosa y la expresión de su rostro entre sorpresa y felicidad me puso nerviosa
-Te llevé de viaje a países hermosos, te besé y hasta te lleve de compras, jamás te vi sonreír. Pero ahora lo haces, quiero saber por qué, quiero que seas feliz pero no sé cómo lograrlo
Así fue como me quedé sin palabras