El Omega Del Dragón.

— omega encarcelado, omega malvado, cometió un crimen en su pasado, omega quiere libertad, no la puede obtener ya, porque es un omegaaaa~ de la cárcel.— aúlla.

— ya cállate, son las tres de la madrugada y no dejas dormir.— le grita el prisionero de a lado.

— si cállate maldita perra.— grita otro.

— vengan a callarme si pueden, ratas inmundas...ups, no puede, porque están encerrados como yo.— deja salir una carcajada.

Y así empieza el abucheo en los calabozos en medio de la noche, todos gritan y se insultan, mientras que Beryl sigue cantando. Al día siguiente, los guardias le informan a Frederick sobre lo sucedido durante la noche y incluso ahora, Beryl esta discutiendo con los prisioneros.

— ya pueden sacarlo.— ordena.

Nunca imaginó que un solo omega sería un dolor de cabeza.

— sabe majestad, quizás ya va siendo hora de que consiga una esposa y el joven Beryl es un omega muy lindo.— sugiere Rina mientras le sirve té.

— ¿casarme con él?, debes de estar bromeando Rina, en todo caso, si quiero casarme, no sería con él.— se queja.

—¿por qué no?, a mi me agrada, los caballeros les agrada y los sirvientes también gustan de él, creo que si se va, todos sentiremos el castillo muy silencioso.— expresa Rina.

—¿que tiene ese omega que todos lo quieren?, al menos ustedes, porque su familia no.— le muestra a Rina un documento.

Este es un informe sobre la vida de Beryl, el espía relata que Beryl es hijo ilegitimo del conde Farreli, este nació de su aventura con una doncella, pero cuando esta murió, Beryl quedo bajo el cuidado del conde, obviamente su esposa sabía que era hijo del conde, por lo que lo trataba como sirviente, al conde no le importaba, incluso no decía nada cuando la condesa castigaba al pequeño Beryl de manera física, dándole golpes en la espalda con una vara de madera. Incluso algunas veces vieron al hermano de la condesa intentando abusar de Beryl, pero este era salvado por una sirvienta que era la única que lo trataba bien, pero esa mujer falleció hace un mes y como la hija de la condesa comenzó un amorío con el príncipe heredero, entonces decidieron entregar a Beryl como reemplazo. Rina se veía triste al terminar de leer la información.

— tiene sentido que no quiera ser un sirviente, ha vivido de esa manera toda su vida y no le trae buenos recuerdos.— menciona Rina.

— aún así, dejar que se quede sin hacer nada...—

— no me molesta majestad, yo elegí ser una sirviente de este castillo, mis antecesoras, eligieron irse, no creo que tenga nada de malo dejar que ese joven se quede.— responde Rina.

— no se me hace justo y no creo que pueda trabajar como mi asistente, no le dieron la oportunidad de estudiar.—

— majestad...— Rina deja salir suspiro.— usted tiene la última palabra.

Rina se retira para dejar que Frederick trabaje. Aunque ella se quedo a trabajar como doncella, en realidad su vida ha sido buena, además ella si tuvo una buena infancia, pues no fueron sus padres quienes la entregaron como sacrificio, fue elegida por el templo y sus padres fueron golpeados hasta casi morir cuando no quisieron que dejar que se la lleven. El dragón se contacto con ellos y por eso Rina tuvo la oportunidad de irse, pero, ella quiso quedarse a trabajar, sus padres estaban enfermos por lo sucedido y los cuido en una pequeña cabaña dentro de los muros del castillo hasta que fallecieron por vejez, pero, con Beryl todo es diferente, desde niño fue maltratado, tiene sentido que no quiera seguir viviendo como un sirviente, porque le trae malos recuerdos.

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Beryl finalmente recupero su libertad, aunque jamás olvidará lo mal anfitrión que es ese dragón, encerrarlo con esa bola de delincuentes, a él, el omega más bello del mundo, eso si que no se lo perdona. Lo ha decidido, se marchara de ese castillo, conquistara reinos y cuando sea poderoso, regresará para vengarse, si, eso hará. Pero no revelará sus planes. Toco la puerta del estudio del dragón y al recibir el permiso de pasar, así lo hizo. Frederick puede notar que el omega estaba molesto, supone que una noche en el calabozo no fue de su gusto.

— me voy, he decidido que quiero recorrer el mundo, no viviré como sirviente y como prisionero, pésimo servicio, la avena estaba rancia.— frunce los labios.

Frederick se sorprende por la decisión, creyó que seguiría insistiendo en quedarse sin hacer nada.

— ¿viajar?, eso es mucho más peligroso para un omega. No tienes escoltas, eres un blanco fácil.— responde Frederick.

— yo me veré como me las arreglo, pero vivir en un calabozo no es lo mio, esos presos son escandalosos.— se queja.

— creo que fue lo contrario. En fin, si decides irte, puedo darte una cantidad de oro, dependerá de ti el como lo uses, pero no será fácil para ti.— agrega nuevamente.

— si, ya me se de memoria, que siendo omega corro peligro, lo repites tanto...— sonríe con burla.— ¿no será que en realidad te gusto y no quieres que me vaya? Jijijiji...— ríe.

Frederick solo rueda los ojos por su comentario.

— solo te hago saber la realidad del mundo. Pero si esa es tu decisión.— abre un cajón y saca una cajita la cual deja sobre el escritorio.— aquí hay oro suficiente para que te consigas una casa pequeña y podrías usarlo para hacer un negocio que te ayude a subsistir.

— bien.— toma la caja.— se lo agradezco señor dragón, ahora si me lo permite, iré a empacar.—

Se da la vuelta para salir de esa oficina. Para Frederick todo había sido extraño, el omega estaba demasiado callado y las veces que hablo con él, fue muy hablador. Será mejor vigilarlo, algo se trae entre manos y por eso, esta muy tranquilo.

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Al día siguiente, preparo un pequeño bolso, con las pocas mudas de ropa que Rina le había dado y escondió entre estas su cajita de oro. Rina aun le insiste en que debería pensar mejor, no puede irse solo, es peligroso, el bosque es extenso y no puede quedarse a dormir ahí, los demonios podrían atacarlo, pero Beryl no piensa cambiar de opinión, así que sube al carruaje que se preparo para llevarlo al pueblo con algunos escoltas, y aunque los caballeros del castillo están bien preparados, Rina aún le preocupa, los demonios salen al anocher y son peligrosos.

— Rina, agradezco que me hayas ayudado, también a ti Angela, me han tratado muy bien estos días.— hace una reverencia.

Angela estaba triste, se había acostumbrado a la presencia del omega, era divertido platicar con él, lástima que haya decidido marcharse.

— joven Beryl, si siente que el pueblo es peligroso, regrese, por favor.— suplica Angela.

— joven Beryl.— le entrega una nota y un sobre.— vaya a esta dirección y entregue esta carta, esa persona lo ayudará.— Rina quería que el omega este a salvo.

— esta bien, se lo agradezco a las dos. Espero verlas pronto.— mira atrás de las chicas.— a ti no.— señala a Frederick.

Frederick solo gira los ojos, ese omega demasiado dramático.

— al menos agradece que salve tu vida y ya no estás en manos de esa familia.— le responde.

— de hecho ya tenía planes de escapar, pero la idiota de mi media hermana, arruinó todo.— no se imaginan las ganas de tiene de vengarse.

Cuando sea rico enviará a una mujer sensual a seducir al príncipe para que su matrimonio se arruine, si, eso hará. Subió al carruaje y se puso en marcha, Rina y Angela regresan a sus labores, aunque extrañaran al omega. Por otro lado, Frederick solo observa el carruaje alejarse.

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