Alexandra nuestra protagonista tenía una vida tranquila al lado de su hermana y su mamá, pero el dia de la graduación de su hermana aparece después de tanto tiempo el ex novio de su ex mejor amiga, con una noticia inesperada, diciendole que su ex mejor amiga estaba desaparecida, esté le pide que le ayude a buscarla, pero lo que ella no sabe es que él guarda un secreto detrás.
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CAPÍTULO 16: VELOCIDAD
¿Desde cuando mi vida está llena de peligros? ¿Por qué mi vida pacífica se convirtió en esto? Solo sé que quiero mi vida de vuelta, volver a leer libros de fantasía, acción y aventura, un poco de todo de lo que había en mi habitación ¿por qué tuvo que ser de un modo tan cruel? Volver a escribir las críticas de cada libro en mi diario. Daría lo que fuera por volver.
—Este es el auto de un amigo —dije, observando por el espejo retrovisor.
Ese cabello rubio platino y esa mirada azul creí saber de quién se trataba y enseguida grité su nombre.
—¿Noah? —dije, sorprendida con los ojos de par en par.
—¿Alexandra? —dijo, un poco sorprendido.
—Quita tu cuchillo de mi cuello —dije.
—Lo siento —dijo, mientras retiraba el cuchillo y se acomodaba en uno de los asientos.
—¿Qué te sucedió? ¿Cómo entraste al auto? —pregunté.
—Es mi auto. Tengo copia de la llave —respondió—. ¿Por qué dejaste el auto aquí?.
—Está a unas cuadras de mi casa —respondí—. ¿Pero por qué tienes un cuchillo? ¿Y por qué sigues estacionado aquí? —pregunté.
—No quiero volver a casa ahora —dijo—. Tenía planeado quedarme aquí y no ir a ningún lugar.
¿Qué? ¿Este tipo está loco? Aunque si se hubiera ido, estaría perdida de verdad sin tener otro lugar al cual ir ¿Pero qué hay de él?.
—Gracias —dije.
—¿Por qué? —preguntó.
—Por todo lo que hiciste por mi hoy—dije—. Espero que no haya sido muy difícil para tí.
—Eso no fue nada —dijo—. Mis padres y tu padre están enojados, pero no me importa. Por cierto, le encargaron a Richard que te llevará de vuelta a la mansión ¿no lo viste?.
—¿Qué? —pronuncié, sorprendida.
Pero si Richard tenía que llevarme de vuelta ¿por qué no lo hizo?.
—¿Por qué te sorprendes? —pronunció Noah, en un susurro—. ¿Te encontraste con él?
—Sí —confirmé—. Hasta conocí a su hermana.
Vi la cara de Noah y este estaba frunciendo el ceño tipo sorpresa.
—Te llevo a su casa. Eso no es típico de él —respondió.
—¿Cómo que no? Él se portó muy bien —comenté.
Noah miraba una parte fija.
—¿Qué te sucede? —pregunté.
—No es nada —respondió—. ¿Tú también pensabas dormir aquí?.
Bueno, esa pregunta me saco de onda ¿qué debería responder? Se supone que él tiene dinero ¿por qué se quedaría a dormir en su auto? ¿No creé que es un poco incómodo?.
—Sí —respondí, alargando un poco la palabra.
Noah y yo nos miramos fijamente por un unos cuantos segundos. Yo lo tomé con incomodidad, mientras que él cambió su expresión neutra a una de coqueteo. Casi olvido su estúpida personalidad.
—¿Qué está pasando por tu cabeza? —pregunté.
—¿Por qué no vas a un hotel? —preguntó, acercándose a mi—. O no sé, ¿quieres que vayamos a un motel? —susurró en mi oído.
Mi reacción fue a abrir los ojos de par en par aunque ya me esperaba que dijera una de sus ocurrencias. Entonces cambié mi expresión a una seria total y lo miré tan fijamente hasta hacer que desistiera de su pretenciosa idea.
—¿Quieres morir? —dije, pero él solo se rio.
—Está bien, cálmate. Solo es una broma —respondió, riéndose a carcajadas.
—Una broma de mal gusto —dije— ¿por qué no vas tú a un hotel? Yo no tengo dinero, ni celular.
—Puedo pagarte uno —dijo—. Mis padres me castigaron congelando mis tarjetas, pero siempre tengo suficiente efectivo.
—Te castigaron ¿en serio? —dije, con sorpresa—. Fue mi culpa ¿verdad?.
—Ya estoy acostumbrado —sonrió—. No te preocupes.
Noah suspiró y salió del auto para sentarse en el asiento del copiloto. Ya adentró me miro con una expresión de complicidad.
—Conduce —habló.
—¿Cómo? —pregunté, confundida—. Creí que tu ibas a conducir.
—Ya que estás en el asiento del piloto conduce tu —respondió—. Quiero ver cuál es tu estilo de conducir.
—De acuerdo —dije, sonriendo—. Vas a ver que soy mejor que tú.
Entonces encendí el auto y empecé a conducir.
—¿No piensas volver a tu casa? —pregunté.
—No por ahora —explicó—. Mi padre debe estar furioso y ni hablar de mi madre.
—¿No sientes preocupación por lo que pueda pasar después? —pregunté.
—No —admitió—. Después de todo, soy su único hijo.
Noah reclino el asiento hacia atras y se deslizó hasta quedar mirando hacia arriba.
—No es para tanto, créeme —remarcó, en un suspiro.
—Me preguntó ¿qué pasará conmigo? —exclamé.
—No lo sé, pero tu padre se veía preocupado —soltó Noah, mientras tenía la mirada fija a la ventana.
—No tiene derecho —pronuncié—. Él no tiene derecho a preocuparse por mí.
Noah me miro con desconcierto y cambió su postura relajada a una rígida.
—¿Qué pasa? —pregunté.
—¿Por qué no le das una oportunidad? —sugirió—. Aunque haya llegado de sorpresa a tu vida y la haya cambiado es tu padre.
—Para ti es fácil decirlo —dije, un poco desanimada.
De pronto, el celular de Noah empezó a vibrar, pero él en vez de responder hizo una mueca de fastidio y tiró el celular a los asientos de atrás.
—¿Por qué hiciste eso? —exclamé.
—Por qué es mi padre —dijo, un poco irritado.
Luego noté que Noah no dejaba de ver el espejo retrovisor. Él miraba con atención hacia la ventana de atrás.
—¿Qué pasa? —solté.
—Creo que nos están siguiendo —señalo, sin dejar de mirar.
—No puede ser —dije, observando el retrovisor.
—Tengo algo importante que decirte —declaró Noah, muy serio.
—¿Qué es? —pregunté, mientras aumentaba la velocidad.
—Si nos atrapan —pauso, para mirar hacia atrás—. No nos veremos por un tiempo.
—¿Qué quieres decir? Habla claro —grité.
—Tengo prohibida la entrada a la mansión por dos meses —informó.
Noah aunque estuviéramos en esta situación no dejaba de reírse. Él al igual que antes, parecía divertirse.
—¿Por qué te ríes maldito lunático? —grité, más fuerte.
—Pisa más fuerte el acelerador —comentó.
—Esto te divierte ¿verdad? —solté.
Él me miro a los ojos, pero yo desvié mi mirada para ver al frente.
—Sí —confirmó, soltando una risa después.
—Bueno, como digas —respondí y pise más fuerte el acelerador.
Acelere al máximo viendo todo a mi alrededor como si se tratase de un videojuego que debía ganar, pero que también podría perder. Pero me temo que no sea una buena decisión, temo a que podamos chocar en cualquier momento, a no girar el volante a tiempo a pesar de mis buenos reflejos, temí a perder este juego.
Al final decidí rendirme. Pise el freno hasta detener el auto.
—Alexandra ¿qué haces? ¿porqué te detuviste? —dijo Noah impaciente—. Enciende el auto. Nos atraparan.
Me quede callada, mientras veía a aquellos hombres detenerse detrás, bajandose del auto y viniendo hacía nosotros.
—Ellos al parecer no van a desistir —hablé—. Igualmente creo que terminaré sí o sí de nuevo en la mansión. Lo siento Noah, tú también deberías ir a casa.
Miré a Noah a los ojos, pero él no parecía estar de acuerdo.
—Entonces bajate —dijo—. Yo continuaré solo.
—¿Qué? —exclamé preocupada.
—No iré a casa todavía. Ellos vienen por tí, no por mí —declaró, agachando su cabeza.
—¿Por mí? —pregunté— ¿Por qué no me dijiste? Estaba preocupada por que te llevarán a ti también.
Noah poso sus ojos en mi.
—¿Te preocupaste por mi? —dijo, un poco sorprendido.
—Eso que importa —expresé—. Eres un loco amante del peligro por lo que sé de ti hasta ahora.
Noah de repente se rio de mi, y mi reacción fue asestar un golpe en su hombro lo más fuerte que pude.
—¿Por qué me golpeaste? —preguntó, mientras se tocaba su hombro—. Eso dolió.
Alguien toco la ventana, e hizo señas para que prestaramos atención.
—Noah, conduce con cuidado —expresé, mientras abría la puerta para salir.
—Sí, no te preocupes. Estaré bien —susurró, mientras lanzaba una sonrisa pícara—. Cariño.
Su última palabra me hizo reir, creó que podría acostumbrarme a su personalidad. Él es realmente un chico unico.
Continuará...