Oliver es un joven aventurero que quiere recuperar el alma de su hermana mayor, pero el mundo le recarcará lo difícil que será su deseo para alguien como él. ¿Podrá cumplir con su cometido? Acompáñalo junto a su grupo de compañeros: Evelyn, Richard, Ginna y Victoria, quienes a pesar de tener distintos motivos, comparten un mismo destino, el continente oscuro. Para ello, deberán unirse a la Unión de Asalto antes de su excursión hacia el continente oscuro.
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de camino
—¡Uuuuuy, qué frío!, murmuró con voz temblorosa mientras soltaba un estornudo que resonó en la tranquila mañana. Oliver temblaba, envolviéndose con torpeza para cubrir cualquier abertura por donde el viento helado pudiera colarse.
—Llegas un poco tarde, Oliver, observó Ginna, quien lo esperaba con los brazos cruzados en la puerta del punto de reunión. Su voz tenía un toque de reproche, pero sus ojos reflejaban comprensión.
Oliver, aún adormilado y con la voz arrastrada, murmuró entre bostezos—: Me había convertido en uno con las sábanas; casi no me levanto.
Ginna asintió, reconociendo esa sensación familiar, mientras comentaba—: Me pasa lo mismo casi siempre, pero Sachi no me deja seguir durmiendo.
Oliver se dispuso a continuar la conversación cuando la llegada de los demás aventureros lo interrumpió—: ¡Qué hay, chicos!, saludó, extendiendo una cálida sonrisa que contrastaba con el frío ambiente.
Al voltear, vieron dos figuras destacadas. Una lo hacía por su armadura de un color dorado brillante, pesada y resistente, pero claramente flexible; la otra figura se destacaba por un imponente bastón y una capa que rozaba el suelo, demostrando su maestría como mago.
—Hola, Oliver, Ginna, saludó uno de ellos—. Aprovechando que estamos todos y aún es temprano, deberíamos salir ya.
Sin más preámbulos, todos aceptaron y comenzaron su camino hacia el lugar de la misión.
El camino serpenteaba a través de parajes pintorescos, pero pronto detectaron vestigios de tiempos anteriores; terrenos llenos de agujeros y cráteres que a simple vista habían sido campo de intensos entrenamientos mágicos.
El trayecto a pie hasta el lugar de la misión tendría una duración de medio día, por lo que decidieron avanzar sin detenerse. Conforme el tiempo pasaba, el sol empezaba a alzarse en el cielo, aumentando el calor del día y haciendo que el viaje se tornara más tedioso y agotador.
Un poco más adelante, dos explosiones hicieron que el suelo temblara violentamente, el humo y fragmentos de rocas volaron por todos lados. La polvareda dejó a la vista la figura de dos gusanos de tierra. Aunque aún eran pequeños, su tamaño alcanzaba al menos la altura de 11 personas.
—Ya se estaban tardando, comentó uno de los aventureros mientras desenfundaba su espada, su mirada decidida y llena de determinación. Oliver y Ginna intercambiaron una mirada y adoptaron una postura de combate, sus corazones latiendo con intensidad ante el inminente desafío.
Uno de los gusanos tomó la iniciativa y se lanzó contra el suelo en dirección hacia ellos. El mago se adelantó, su rostro reflejando confianza:
—De esto me encargo yo, dijo con voz firme, canalizando su magia de localización. Justo al sentir la vibración en el aire, apuntó—: ¡A la izquierda!, gritó, y el grupo saltó en esa dirección, apenas esquivando la embestida.
Sin dar tiempo a que el gusano se escondiera de nuevo bajo tierra, Oliver, Ginna y el otro aventurero cargaron con valentía, asestando cortes certeros. La adrenalina les recorría el cuerpo, mientras el aventurero, con la fuerza de su armadura y su gran espada, ejecutó un salto prodigioso. Golpeó al gusano con un corte profundo, provocando que la criatura soltase un rugido ensordecedor antes de escabullirse otra vez.
*Puuuumm*, varias explosiones resonaron a su alrededor, como ecos lejanos anunciando la llegada de más gusanos. Una ola de temor heló sus venas al comprender que estaban superados.
—Esto ya está fuera de nuestras posibilidades, toca el plan B, dijo Lyam, con un tono urgente, mientras una mezcla de miedo y decisión marcaba su rostro. Todos emprendieron la huida hacia un lugar lejano y seguro, sus mentes todavía asimilando el peligro al que se enfrentaban.
—Buuuah, no esperaba que salieran tantos, expreso uno de los aventureros, dejándose caer al suelo, exhausto, su voz reflejando una mezcla de alivio y fatiga mientras recuperaba el aliento.
—Por cierto, ¡qué buen golpe has dado, Henry!, dijo Oliver, extendiendo la mano para ayudar a Henry a levantarse.
—Tú tampoco estuviste mal, Lyam. Dedujiste rápidamente la trayectoria del gusano, expresó Ginna, elogiando al mago con una sonrisa de aprobación en sus labios.
—No es casualidad que aspiremos a ser rangos de categoría S. Seremos los más fuertes de la ciudad y salvaremos muchas vidas. Tal vez así podamos dejar una huella, afirmó Henry con determinación en su mirada.
—¿Una huella, dices?, Oliver los miró con curiosidad, frunciendo el ceño ligeramente.
Uno de ellos notó la intriga en los ojos de Oliver y le respondió; —Dime, Oliver, ¿no te da miedo ser olvidado? A nosotros sí.
—Verás, somos hermanos y compartimos una enfermedad que nos consume; la putrefacción. No solo está descomponiendo nuestro cuerpo lentamente, sino que también se lleva partes de nuestros recuerdos. Olvidaremos todo lo vivido e incluso a nosotros mismos. Es un pensamiento un poco triste, ¿no te parece?, explicó Lyam con un tono melancólico en su voz, sus ojos perdidos en la distancia.
—Sí, lo es, respondió Oliver, bajando la vista con tristeza—. No hay nada peor que perderse a uno mismo.
—Por eso nos convertimos en aventureros. Queremos dejar una huella para no desaparecer completamente. Puede que sea egoísta ser aventureros por este motivo, cuando otros tienen razones más genuinas y heroicas. A veces me siento melancólico al pensar en ello, confesó Henry, sus palabras llenas de anhelo y un leve pesar en su rostro.
—Es por ello que esta es nuestra huella, dijo, mientras alzaba una de sus manos apuntando hacia arriba—. Nuestra huella llegará hasta lo más alto; todo el mundo conocerá esta señal. Esta señal será de esperanza y fuerza, será el simbolismo de la voluntad contra las adversidades, comentó con gran orgullo, sintiendo un fuego interno que se reflejaba en su mirada decidida.
La atmósfera alrededor vibraba con la intensidad de estas palabras. El cielo, teñido de colores cálidos por el crepúsculo, parecía acompañar su declaración con una luz que inspiraba coraje.
—De hecho, se me hace bastante genuino, respondió Oliver, desviando la mirada hacia el horizonte—. Hay muchos aventureros que solo lo hacen por dinero y por motivos mucho más egoístas.
Henry soltó una pequeña carcajada, cuyo sonido amigable resonaba en la calma del entorno—. Jajaja, eres bastante interesante, Oliver, dijo, mientras sus ojos brillaban con una chispa de camaradería que parecía iluminar sus preocupaciones.
—Ya llegamos, expresó Ginna con maravilla, mientras se detenía. Frente a ellos, una gran vista dejaba a todos perplejos: una entrada rocosa, monumental, con antiguos grabados que parecían contar historias del pasado. Aunque no eran legibles, su presencia dotaba al lugar de un aura misteriosa y solemne, anunciando el comienzo de la mazmorra con un susurro casi sagrado.