Novela finalizada. Escribo con amor, por lo que espero lo mismo de ustedes.
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Cap 5
Capítulo 5
Divorcio, 2da parte.
—¡Cómo te atreves a romper los documentos! —exclama Margaret, furiosa. Sus ojos se clavan en mí con una mezcla de odio y desesperación. — ¿Es que acaso quieres más dinero? —Me froto las mejillas con las manos temblorosas mientras la miro, intentando no dejar que el desdén en sus palabras me afecte más de lo que ya lo ha hecho. Sus palabras resuenan en mi mente, pero me esfuerzo por mantenerme firme.
—Volveremos a hacer la demanda porque en la vida de mi hijo no eres más que una cualquiera que va detrás de la fortuna de mi familia —añade, su voz cargada de ponzoña. La ironía de sus palabras sobre la “fortuna” de la familia es palpable; la misma fortuna que nunca quise y que ha sido la causa de tanto dolor.
Margaret, en su furia, avanza hacia mí con intención de golpearme. La situación se vuelve tensa y Derek, al ver a su madre a punto de atacar, se levanta rápidamente y la obliga a sentarse. Mi corazón late con fuerza mientras le hago una súplica silenciosa a mi abogado con la mirada.
—Si ya terminó el drama —dice Thomas, poniéndose de pie con una mezcla de indignación y profesionalismo—, mi cliente ha estado esperando esto desde hace meses. Previendo la maniobra de ustedes, me convocó para representarla hoy, acertando afortunadamente con sus sospechas. —Se vuelve hacia Derek—. La pregunta es, señor Johnson ¿Quién está casado con mi cliente, usted o su madre? la falta de hombria en usted es insultante.
Derek no dice nada, y sus mejillas se tiñen de rojo carmesí, revelando la incomodidad de la situación.
—No te molestes. Lee los documentos y que los firme de una vez para que pueda largarme de aquí y no volver nunca más —ordeno con un tono decidido. No estoy dispuesta a soportar más humillación.— Le pido a mi abogado.
Thomas asiente y comienza a leer los documentos en voz alta. Su voz es firme y clara, un contraste reconfortante con la confusión y el caos que me rodea.
—Nos encontramos aquí para formalizar el divorcio entre la señora Samantha Moore Williams y el señor Derek Johnson Price, quienes han decidido poner fin a su matrimonio de tres años. En los términos acordados, mi cliente, la señora Moore Williams, ha renunciado voluntariamente a cualquier compensación económica y a la división de las propiedades.
Mi abogado hace una pausa, permitiendo que sus palabras calen en el silencio helado del comedor. Margaret, que me ha despreciado durante años, parece paralizada por la revelación, mientras Derek muestra una mezcla de sorpresa y resignación.
Thomas retoma la lectura, su voz gelida, implacable y firme. Es el mejor abogado del maldito pais y esta furioso conmigo por lo que tendra que leer a continuación.
—El acuerdo que les presenta mi cliente establece que la señora Moore Williams no recibirá la suma de dinero pactada originalmente, ni reclamará derechos sobre las propiedades compartidas durante el matrimonio, ni está interesada en las ganancias de su esposo. Desde que contrajeron nupcias, no ha utilizado ni un solo dólar del patrimonio Johnson, manteniéndose a sí misma con los ingresos de las sucursales a nombre de mi cliente en New York, Dallas, Austin, Nueva Orleans y Chicago. Las cuales cede voluntariamente a su exesposo para que su fortuna se expanda aún más COMO ULTIMO ACTO DE CARIDAD A SU ESPOSO Y SU FAMILIA.
Sonrío tristemente, sabiendo que si Margaret supiera cuánto dinero realmente tengo, me rogaría de rodillas para que no abandonara a su hijo. Ese es uno de los motivos por los cuales no revelé mi verdadera identidad ni hablé de mi familia.
Continúa mi abogado dejando los documentos frente a Derek —Si ambas partes están de acuerdo con lo aquí expresado, pueden proceder a las firmas pertinentes y dar por concluida la demanda de divorcio por la señora Moore al señor Johnson. ¿Lo están?
Asiento con firmeza, mientras que Derek niega con la cabeza.
— ¡Firma los documentos! es su problema si quiere quedar en la miseria por orgullosa —exige Margaret con un tono que revela su verdadero rostro, quitándose el último vestigio de la etiqueta que tanto aparentaba tener. Su grito primitivo y desenfrenado resuena en el comedor.
Suelto una sonrisa desganada y plasmo mi firma en cada línea punteada, extendiéndole los documentos a Derek.
—No entiendo por qué lo haces. No voy a dejarte sin nada, Samantha. Si no tomaste dinero de nuestra cuenta en común, no es justo que no te lleves nada.
Sacudo la cabeza, una última vez, con un suspiro resignado.
—Firma los documentos, a no ser que quieras que siga siendo tu esposa por más tiempo —le digo, mi voz cargada de una esperanza que ya empieza a desvanecerse.
Derek, visiblemente conflictuado, finalmente toma el bolígrafo y firma los documentos, dandome la puñalada final, el golpe de gracia a este matrimonio que nunca llego a ver felicidad. Duda despues de las firmas y la cara de odio de su madre hacia mí esta vez tienen un brillo especial, se ha salido con la suya. Su proposito despues de tres años al fin resultaron como ella queria.
Me quito los anillos de compromiso y boda que llevé con amor y fidelidad en mi dedo anular durante estos tres años y envío el mensaje que estaba escribiendo a mi personal, los que me acompañan cuando hago viajes de negocios.
Salgo de la propiedad echando el último vistazo a mi ex casa, sintiendo la punzada de dolor en mi pecho. Mi abogado me ayuda con mi equipaje y segundos después Derek sale de la casa con un cheque en la mano.
—No puedes quedarte sin nada —dice con voz temblorosa y un tono que revela su conflicto interno—. Trabajaste duro para conseguir tus pastelerías y… y no me corresponde a mí decidir lo que te queda o lo que no te queda.
Sus palabras, aunque sinceras, suenan ahogadas y cargadas de una tristeza profunda. Sus manos tiemblan ligeramente al sostener el cheque, y sus ojos, que normalmente destilan determinación, ahora están llenos de una mezcla de arrepentimiento y dolor. Cada palabra que pronuncia parece costarle, como si estuviera desgarrado entre el deseo de enmendar el daño hecho y la presión insoportable de la situación que su madre ha orquestado. Derek evita mirarme directamente, sus ojos fijados en el suelo mientras su rostro se contorsiona en una expresión de agónico desconsuelo.
Derek extiende su mano para tomar la mia y deja el cheque con la suma de diez millones de dolares, pero Margaret, implacable como siempre, no pierde ni un segundo y arranca el cheque de las manos de Derek con un gesto brusco. Su rostro está enrojecido por la furia y la frustración, y su desdén hacia mí es evidente en cada palabra que pronuncia. El sol abrasador del mediodía hace que el calor sea aún más insoportable mientras me preparo para abandonar esta casa que alguna vez llamé hogar.
—¡Déjala sin nada! Se lo merece por Interesada y trepadora al engatusarte para quitarte lo que es nuestro. — Se vuelve a entrometer en nuestra conversación la mujer que detesto y le quita el cheque a su hijo de la mano. —
¡Que se largue de una vez!
Derek me sorprende al apartar a su madre de un tirón, sus movimientos son rápidos y decididos, como si finalmente estuviera haciendo algo en lugar de ser un espectador. La mirada en su rostro es una mezcla de ira y desesperación, su mandíbula tensa y sus ojos se inyectan de rabia.
—¡Puedes por una maldita vez en la vida cerrar la jodida boca, madre! — Su grito retumba en el patio delantero, y por un instante, el odio y la frustración que ha reprimido durante años estallan sin control. La furia en su voz no deja lugar a dudas de que está cansado de la intromisión constante de su madre en su vida.
La señora Johnson se queda paralizada, sorprendida y herida por la explosión de su hijo. La abogada de los Johnson observa el drama en silencio, claramente incómoda, y su mirada pasa de Derek a mí, sin saber a dónde mirar.
Derek saca de su bolsillo otro cheque conla misma cifra, esta vez la tomo y Margaret n se contine esta vez, me abofetea una vez mas y lejos de llorar como lo hice el dia de mi boda, le sonrio, pero es Thomas, quien al ver la falta de respeto de mi ex suegra le exige a derek qe haga algo con la salvaje de su madre.
—No preguntare que clase de hombre eres, orque se nota a kilometros, Derek Johnson, pero manten las maos de tu madre lejos de mi cliente.
—Madre, basta. Ve adentro. — Le dice a su madre pero esta ni se inmuta, ero no es a ella a uine observa, es a mi. — Aceptalo, por favor.
Niego nuevamente en un gesto triste y rompo el cheque en pedazos y le lanzo los trozos de papel a Margaret Johnson, dejándolos caer sobre su rostro sientiendome por primera vez aliviada.
—Nunca me casé contigo por dinero, Derek. ¿Acaso no lo entiendes? —Las lágrimas que había tratado de contener ahora se deslizan por mi rostro sin que pueda detenerlas. En ese momento, el sonido de tres camionetas negras blindadas llegando a la propiedad llena el aire. Diez hombres descienden de los vehículos con una presencia que no deja lugar a dudas sobre su propósito.
Dos de ellos se acercan y me hacen una inclinación respetuosa. Con precisión y sin mediar palabra, toman mi equipaje y lo cargan en la camioneta de atrás. La confusión se pinta en los rostros de madre e hijo, incapaces de comprender la magnitud de lo que está sucediendo.
—Señora Moore, un placer volver a verla. —Dice mi jefe de seguridad parandose junto a mi.
—Hace tres años, le decía a Emilie que era dueña de una fortuna y lo único que quería era casarme contigo. Pero yo me refería a mi fortuna, no a la tuya ni a la de tu familia. Pero jamás me diste la oportunidad de explicártelo. —Mi voz tiembla con la mezcla de rabia y tristeza, y la realidad de mi situación se hace palpable.
Mi abogado no puede contener la risa, disfrutando con una satisfacción morbosa la situación. La expresión en su rostro refleja el placer de ver cómo los Johnson reciben una dosis de su propia medicina.
—Nunca me diste la oportunidad de explicarte nada, y durante tres años me abandonaste en esta mansión de lujo, demostrando que nunca me amaste realmente y si lo hacías, lo fingiste muy bien. siempre permitiste que la palabra de tu madre siempre tuviera más peso que la mía. Ahora eres libre de mí, y espero que mis pastelerías sirvan para incrementar la fortuna de los Johnson que tanto proteges. —Con estas palabras, le doy la espalda y me dirijo hacia la camioneta del medio, donde ya me espera mi abogado, acompañado por uno de mis hombres que me extiende la mano para ayudarme a subir.
Derek corre hacia mí y antes de que la puerta se cierre, la abre con desesperación.
—¿Quién eres, Samantha? —Su voz está cargada de confusión y dolor, un reflejo de su propia humillación.
Sonrío, intentando ocultar el dolor punzante en mi corazón, y le respondo con calma, pero con un toque de tristeza que no puedo disimular.
—Solo soy una chica que amaba a su esposo, pero la verdad que no me dejaste contarte es que en realidad, llegue aqui desde New York con un perfil bajo.
—¡No estas respondiendo a mi pregunta, Samantha.
Respiro hondo y busco su mirada por ultima vez.
—Bien, soy la única hija y heredera de Robert Moore, uno de los empresarios más importantes y adinerados del mundo. Bueno, lo fue hasta que murió y me hice cargo del conglomerado empresarial que de ninguna manera dejaría en manos de tu familia. —La expresión de Derek es un reflejo de pura consternación, mientras que la cara de Margaret, escuchando a distancia y retenida por uno de mis hombres, es un cuadro de absoluta incredulidad.
—Hace seis años llegué a este pueblo con la ilusión de ser feliz. Lo fui, hasta que nos casamos. Pero los últimos tres años han sido una cadena de desdichas y humillaciones. Y ahora que sabes la verdad, espero que encuentres felicidad en tu nueva vida. Adios, amor mio. Te deseo de corazon que encuentres en otra mujer lo que yo tenia para ofrecerte y sobre todo, que los millones que acabo de dejarles a ti y a tu familia les recuerden que no me case por dinero, yo me case contigo por amor.— Mi voz se quiebra al final, cargada de tristeza y resignación. Cierro la puerta de la camioneta con un suave clic, dejándolos atrás, atrapados en la ignorancia de sus propias suposiciones mientras yo me alejo con el peso de mi dolor a cuestas.