Un acuerdo nada convencional. Bryan Roignz, un famoso empresario y abogado, es un hombre apuesto y deseado por muchas, por su dinero, belleza, fama y poder. Sin mencionar que su apellido ya tiene su propia fama. Él ve una gran oportunidad, pero necesita ayuda. Samantha, una mujer fuerte, decidida y con habilidades únicas, se encuentra sin nada. De un día para otro, su vida da un giro total. Él necesita un acuerdo y ella dinero. El destino decide ponerlos cara a cara. Ven conmigo, viajemos juntos en esta historia de amor, comedia, superación y fe...
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Capítulo 1
Madrid - España
Carlos - ¿cómo has podido hacer eso Samantha?
Samantha- ¡¡¡Papá!!! ¡Ya te dije que no hice nada!
Carlos – si no hubieras hecho nada, no estarías en esta situación, sabes que me lo contaron todo.
Lucía – tranquilízate, es nuestra hija, y la más joven, los errores ocurren.
Samantha – ¡¡¡Mamá!!!! Por favor, créanme, no hice nada malo, me sabotearon.
Carlos- deja de inventar historias niña, sabes que no es verdad.
Julia (cuñada) riendo- te pillaron Sam\, mírate\, lo diste todo por esta carrera y ahora estás ahí\, sin nada porque la cag***!
Carlos- cuida tus modales Julia, te considero como una hija, pero solo yo puedo hablarle así a Samantha.
Júlia – Discúlpeme señor Carlos, pero por favor, mírenla, tiene 42 años y ni hijos ha tenido, ni marido ni nada.
Carlitos- Julia ya basta, es mi hermana, ¡ya está!
Julia simplemente se calla, pero su mirada era de desaprobación........ Ella y Samantha nunca se llevaron bien.
Samantha – Gracias Carlitos, solo quiero compartir con ustedes lo que pasó, estoy perdida.
Sabrina (hermana) – ¿diste tu vida por la carrera y mira en qué ha quedado? Te lo advertí, Sam. Me cansé de decirte que te casaras, que formaras una familia, que dejaras de lado un poco tu carrera.
Samantha – exactamente Sa, di mi vida por una carrera y ahora…
Carlitos – ahora has visto que deberías haberte casado con Ramón, ¡era un buen tipo!
Samanta – ¡no! Él no era quien yo pensaba que era y además Carlitos, no porque sea tu amigo tiene derecho a defenderlo, no sabes ni la mitad de nuestra historia.
Carlos- Pues es mi hija, tiene una tienda, le va muy bien en la vida, ¡una esposa e hijos! Debería estar con él Samantha, pero siempre priorizando su carrera y ahora está sola, sin rumbo y se ha convertido en una mujer seca.
Lucía – por favor, Carlos, deja de hablarle así a Sam, ¡ya basta!
Samantha – saben que iba a cambiar de profesión y descubrí su traición.
Lucía – hija, deberías haberlo perdonado o haber buscado a otro.
Samantha- Nunca, ni aunque volviera a nacer. La traición para mí, ¡no tiene perdón!
Sabrina – vale que Samantha se equivocó, pero nos necesita.
Samantha – está bien Sá, gracias por ver más allá de lo que todos ven. ¡Solo que yo no me equivoqué!
Ah, olvídenlo.....
Hasta luego.
Lucía – hija mía, ¿adónde vas?
Samantha – me voy a casa mamá, si me necesitáis, llamadme.
Lucía- Sam, solo estamos preocupados por ti, disgustados por tus decisiones y puedes quedarte aquí,
tu padre y yo estamos solos, hay una habitación libre y...
Julia – creo que no debería dejarla quedarse.
Carlitos – estoy de acuerdo con Julia, debería arreglárselas sola.
Samantha – me das pena Julia, mucha pena.
Julia – nunca te necesitaré.
Samantha – reza para que nunca me necesites.
Carlos- chicas, compórtense. Sam por favor, Julia solo quiere ayudarte.
Samantha - siempre igual ¿no papá? No pasa nada. Estoy acostumbrada a no tener razón.
Carlos- ¡cállate Samantha! Aunque tengas 42 años, ¡me debes respeto! Soy tu padre.
Samantha- lo sé, nunca les he faltado al respeto ni a usted ni a mi madre, al contrario que (respira) olvídalo papá, discúlpenme por haberles molestado a usted y a mamá con mis problemas.
Lucía – pero hija…
Samantha – no se preocupe, me las arreglaré. Si necesita algo para usted o para papá, llámenme.
Julia burlona – siempre que no sea dinero ¿verdad Sam?
Samantha ignora a su cuñada y se va.
Sabrina – vale que no estés de acuerdo con lo que hizo Sam, pero Julia se ha pasado.
Júlia – ¿yo?
Sabrina – sí señora, usted y Carlitos, ¿dónde está su actitud?
Carlitos- no empieces Sabrina, sabes que Sam siempre ha sido difícil.
Se quedan discutiendo entre ellos.
Samantha
Vuelvo a casa y ahí sí me permito llorar, aunque ya no me queden lágrimas.
Me siento en el pequeño sofá que tengo en el salón.
Miro y lo que veo es un apartamento minúsculo, vacío y ni parece que viva en él.
No hay flores, nada bonito o colorido. Ni siquiera tengo un perro, siempre me he centrado tanto en mi carrera que ni siquiera he tenido tiempo para eso, me encantan los perros y ni siquiera tengo uno.
Di mi vida por una carrera y olvidé que un día envejecería o que podría acabar así.
¡¡¡Saboteada!!!
Mis padres no me creen, ¡mi padre no! Mi pobre madre, no sabe qué creer. Ya son mayores, han pasado de los 80 años y no puedo hacer que cambien su forma de pensar.
¡Mi hermano y mi cuñada, como siempre, solo juzgan y piensan en su propio ombligo!
Sabrina nunca aprobó mis decisiones y ¡tal vez tuviera razón! Tal vez debería haber escuchado más sus consejos.
¡Qué situación, además de que mi apartamento es una mierda! ¡En un barrio horrible! Voy a tener que venderlo y seguro que por debajo del precio, ¡necesito dinero! Mi cuenta está a cero y ¡ni siquiera sé por dónde empezar!
Me sacan de mis pensamientos el sonido de mi móvil, es mi sobrina. La única de la familia en la que puedo confiar.
Luna – ¡Hola tía Sam!
Samantha – Hola Luna.
Luna – ¡Oye, deja de lado esa actitud! Sabes que esto pasará y quiero que vengas a cenar a casa.
Samantha – No puedo, lo siento.
Luna – Tía mía querida, deja de decir tonterías, aunque nos veamos poco, no significa que no puedas confiar en mí.
Samantha – Lo sé, querida, de hecho, eres la única en la que confío.
Luna – Pues entonces, vente tía. Hace tiempo que no te veo, por no hablar de que Olivia va a estar aquí ¡y con su novio! ¿Recuerdas que quiere presentártelo? Hace tiempo que quiere hacerlo, pero nunca estás en casa.
Samantha – Estoy sin cabeza Luna, esta semana ha sido terrible para mí, ¡quiero aprovechar este fin de semana para pensar!
Luna – Ni hablar, ¡si no vienes, olvídate de mí! Y además, ¡Sam! Necesitas salir un poco.
Samantha- Vale, ¿a qué hora es la cena?
Luna – A las 20:00 hrs, ¡pero intenta venir un poco antes!
Samantha – Vale.
Miro el reloj y son las cinco de la tarde, a que no lo adivinas.....
Me pongo una sudadera y me voy a correr....