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Hilos Del Destino

Hilos Del Destino

Status: En proceso
Genre:Magia / Superpoder
Popularitas:755
Nilai: 5
nombre de autor: Víctor Solórzano

Siempre nos hablan del tiempo como algo lineal, primero el pasado, luego el presente y por último el futuro y también nos hablan de que el único tiempo real es el presente, porque el pasado ya pasó y el futuro no está hasta que llega, pero ¿Qué tal si no fuera así? ¿Qué pensarías si te digo que el tiempo, paradójicamente, es y no es línea a la vez? ¿Y que vivimos varios momentos al mismo tiempo y esto no se limita para nada al presente?

Te invito a descubrir poco a poco la complejidad de esta historia y a sumergirte en un océano de emoción a medida que leas su trama.

NovelToon tiene autorización de Víctor Solórzano para publicar esa obra, el contenido del mismo representa el punto de vista del autor, y no el de NovelToon.

Capítulo XVI, Andrew

     Hoy era el día de enfrentar a los Tigres Plateados, era el tres de diciembre. Cada equipo estaba en un lado de la cancha, esperando el sonido que anunciaría el inicio del partido. Sonó el silbato y el balón fue arrojado hacia lo alto, nuestro capitán Esteban logró hacer que el balón cayera hacia nuestro lado, nos apoderamos del balón, pasamos a la ofensiva, Armando anotó dos puntos con un tiro sencillo.

     Yo podía leer los movimientos de todos, tanto de mi equipo como del equipo contrario, con mi clarividencia y ya no era necesario sumergirme en una visión profunda, en lugar de eso cada movimiento futuro de ellos era un libro abierto para mí, así como el futuro que se escribiría si yo intervenía para cambiar eso. Lo cierto es que ver el futuro no era sólo verlo, también era alterarlo y en algunos casos fijar ese suceso como algo inevitable, así de determinante podía ser el ver algo antes de que pasara, era como escribir el destino de uno y los demás involucrados. Y en parte yo estaba haciendo eso cuando leía las jugadas. Además, había perfeccionado mi técnica para jugar y la velocidad a la que podía correr, estuviera o no driblando.

     Por supuesto, no todo el mérito era mío, todos mis compañeros, incluso los que no eran titulares del equipo, se habían esforzado mucho en los entrenamientos y jugaban muy bien.

     Pronto anoté un tiro de tres puntos. Justo después, Antonio, el capitán de los Tigres Plateados, se apoderó del balón y se dirigió hasta quedar justo detrás de la línea de tres puntos, lo alcancé a tiempo para bloquearlo, pero entonces hizo un pase y su compañero hizo el tiro un poco después de la línea de tres puntos y fue cesta liquida. Habían disminuido la ventaja que les llevábamos y aún quedaba bastante del primer tiempo.

     Nos vimos obligados a concentrarnos en la defensa, pero entonces logré apoderarme del balón interceptando un pase, corrí rápidamente, driblando e hice mi tiro poco antes de llegar a la línea de tres puntos, pero, tal como había previsto, el tiro reboto y quien encestó fue mi compañero Eric, con una clavada muy oportuna.

     Podía ver el futuro, influenciar sobre este e incluso empezar a escribirlo de manera tan absoluta como si estuviera tallando en piedra.

     Sin embargo, también sabía cuándo algo era inevitable, aunque yo no quisiera que pasara, mi poder sobre la corriente embravecida del futuro no era absoluta, había ocasiones en la que no podía hacer otra cosa que aceptar los designios del destino. Como claro ejemplo de eso, vi a Antonio hacer una clavada desde dos minutos antes de que pasara y supe desde el inicio que eso era inevitable y aunque aun así hice el esfuerzo junto con mi equipo de evitar que sucediera, terminó sucediendo.

     El partido iba siete a cuatro a favor nuestro y pronto, León, uno los jugadores del equipo contrario, anotó un tiro de tres puntos. A partir de este punto nos sentimos un poco desesperados, pues el marcador había quedado empatado y el equipo contrario amenazaba con tomar la delantera.

     Tuvimos el balón en cuanto se cayó de la cesta luego de esa anotación, el capitán me hizo un pase y en cuanto me hicieron doble marcación le hice el pase a Armando, que anotó una espectacular clavada. dos puntos de ventaja, eso era todo lo que teníamos y el primer tiempo terminó estando así, con el marcador nueve a siete a nuestro favor.

     —¡Tenemos que acabar con ellos en el segundo tiempo! —dijo Esteban, dirigiéndose al resto de titulares.

     Lamentablemente, en el principio del segundo tiempo terminaron superándonos por ocho puntos. Luego de eso estuvimos esforzándonos al máximo por voltear el marcador, mientras que ellos se mantenían completamente a la defensiva, para cuando faltaba un minuto para concluir el partido, estábamos a un solo punto de desventaja y entonces anoté un tiro de tres puntos. Hacer esa última anotación se sintió como pisar el terreno de los mismos dioses.

      Estábamos duchándonos luego del partido, ya el equipo rival se había ido en un autobús. Las duchas estaban en un mismo espacio compartido, con dos metros de separación entre cada una. Y mientras recorría mi cuerpo con el jabón, fui forzado a otra proyección psíquica hasta la época y lugar donde su inmunda majestad me esperaba y, por supuesto, mi cuerpo quedó inconsciente en medio de la ducha, mis compañeros me vieron desmayarme.

      —Bien, muchacho, la última vez me hablaste de la poca información que, como súbdito común y corriente, tienes acerca de tu otro rey, Enrique II, así como de los grandes edificios de tu época, que superan la altura de los castillos, además de la tecnología usada para construirlos, ahora quiero que me hables sobre las mujeres de tu época, las mujeres que tú conoces y aquellas de las que has oído hablar, y no sólo quiero saber de su físico, quiero saber sobre su carácter, no te guardes ningún detalle, incluyendo si has estado íntimamente con alguna de ellas. —dijo mi nuevo rey, Francisco.

     —Rey Francisco, acaba de hacer que me desmaye frente a mis compañeros de equipo…

     —¡Obedece!

     Sentí que mi cuerpo ardía de adentro hacia afuera, fue como si alguien encendiera un encendedor microscópico a cada célula de mi cuerpo para quemarlas a llama lenta.

     —¡Ah, es demasiado doloroso, por favor deténgase!

     En lugar de acceder a lo que le estaba suplicando, hizo que el dolor fuera más intenso y noté como las quemaduras comenzaban a exteriorizarse.

     —No te preocupes, no morirás.

     Las quemaduras sanaban y luego volvía quemarme, el dolor no hacía otra cosa que incrementarse.

     Eso se prolongó por lo que estimo que debieron ser los veinte minutos más largos de mi vida. Al final todas mis heridas estaban sanadas y no había cicatrices, el dolor se estaba yendo, pero había sido demasiado.

     —Cuando te de una orden, debes obedecer inmediatamente.

     —Sí, su majestad Francisco.

     —Bien, cumple con la orden que te di o tendré que quemar de nuevo tu cuerpo psíquico y recuerda que si te envío devuelta a tu cuerpo físico conservando alguna de esas heridas, tu cuerpo físico también recibirá esas heridas y dependiendo la gravedad es posible que mueras y ninguno de los dos quiere eso.

     —Bien, su majestad, algunas de las mujeres de mi época, las que conozco, son bastante altas, más que la mayoría de hombres, tienen cuerpos muy delgados, con senos de tamaño generoso y posaderas pequeñas, pero redonditas y de aspecto firme, otras son un poco gordas y de mi misma estatura, la mayoría de todas ellas son de piel muy blanca y otras son de piel oscura…

     —Como las esclavas ¿Tienes esclavas como parte de tu propiedad, muchacho?

     —En mi época la esclavitud ya no es legal, señor y aunque algunos tienen esclavos ilegalmente, no se necesita ser de piel oscura para terminar siendo un esclavo y no, no tengo esclavos y nadie que yo conozca los tiene.

     —Para ti soy rey, majestad o su alteza, vuelve a decirme señor y te mato.

     —Sí, su majestad… como le iba diciendo, las mujeres que conozco son de carácter fuerte, no se dejan dominar por los hombres, en especial mi madre.

     —Por como lo dices, esas mujeres son interesantes, en especial tu madre, aunque yo en lugar las domesticaría a todas.

     «No puedo responder a sus provocaciones.»

     —Y aquellas de las que he oído hablar, bueno, en mi época hay mujeres muy famosas, como Natasha Red, la mujer más hermosa del reino Iron, la fantasía de todos los hombres del mundo.

     —¿De qué color son sus ojos, cabello y piel? ¿Es delgada o es una de esas mozas gordas?

     —Es una dama y es delgada… su cabello es rojo natural, su piel es blanca y sus ojos son azules, su majestad.

     —Dudo mucho que alguna mujer de tu época sea una autentica dama y, dime ¿Esa tal Natasha al menos pertenece a una familia noble?

     —No, su majestad, ella no es de familia noble, pero con sólo verla uno puede saber que es una dama.

     —Tomaré tu palabra como cierta, muchacho.

     —En cuanto a si he estado íntimamente con alguna mujer, sí, con una sola, una hermosa prima lejana llamada Alexandra.

     —Dije que no te guardaras detalles, muchacho.

     Entonces le di lo que él quería, le conté cada detalle acerca del cuerpo de Alexandra y de las veces que estuve íntimamente con ella. Esto había ocurrido por primera vez hace un año y hace nueve meses ocurrió por última vez y, quizás, no se repetiría nunca más. Al contar esto sentí que le faltaba de forma enorme el respeto a Alexandra, pero carecía de opción.

     —Bien, muchacho, largo.

     Me hizo volver a mi cuerpo inmediatamente después de darme esa orden. En la sala del trono había pasado más de una hora, pero no sabía cuánto tiempo había transcurrido en mi época, en las duchas, donde mis compañeros me veían preocupados.

     —No has metido un susto de muerte, chico, has estado desmayado por veinte minutos —dijo Esteban.

     Luego de eso terminé de bañarme y me vestí, fui a la enfermería del liceo y la enfermera me dio una nota para dársela a la directora y de esta forma no tenía que completar el día de clases y un familiar debía venir a buscarme y, desde luego, a quién llamé y me vino a buscar fue mi madre, pues no tenía un padre que lo hiciera por ella y tampoco tíos o tías. Además, que hace años mis abuelos están muertos.

     Durante el viaje a casa en el auto de mi madre, ella se la pasó hablando muy preocupada, pero yo no podía hablarle acerca de la proyección psíquica y, de hecho, si le hablaba sobre eso sólo conseguiría preocuparla más. Ella me dijo que luego de almorzar en casa me llevaría a una clínica.

     —Mamá, no es necesario…

     —Sin peros, hijo.

     —Está bien.

     El médico no detecto nada anormal con el examen clínico, pero me mandó a hacer varios exámenes de laboratorio. Los resultados llegarían en una semana y luego de eso debíamos volver con ellos a otra consulta, entonces, él esperaba llegar a un diagnóstico.

     Tenía mis dudas, pero la verdad es sabía muy bien que él no hallaría nada, la ciencia no tenía la respuesta acerca de mis desmayos.

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EIOC 23
Venezolanos, desde el primer capítulo lo supe... /Smile/
bombastickbook
buena historia bro
Anthea
Tu historia parece ser emocionante. ¡Por favor, un nuevo capítulo! 🙏
Victor Solorzano: Subí el nuevo capítulo hace unas horas.
total 1 replies
Vòng một lép nhưng tôm tép có đầy
Me interesó la trama, no puedo esperar a ver qué pasa después.
Victor Solorzano: Hasta ahora he publicado cuatro capítulos.
total 1 replies
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