Luana Martínez es una joven de 23 años que ha dedicado su vida a la repostería, siguiendo los pasos de su madre en la pastelería familiar. A pesar de ser sociable y tener un fuerte vínculo con su hermano Mike, Luana es reservada y prefiere la tranquilidad de su hogar a las fiestas. Su vida da un giro inesperado cuando recibe una invitación a la fiesta de Logan Harris, un atractivo empresario de 27 años conocido por su vida social agitada y su carisma.
A medida que Luana se adentra en el mundo glamuroso de Logan, comienza a cuestionar sus propias limitaciones. Él, con su espíritu aventurero y despreocupado, es todo lo contrario a ella. A través de encuentros inesperados y conversaciones profundas, Luana se encuentra cada vez más atraída por su manera de ver la vida. Luana debe enfrentar sus miedos y abrirse a nuevas experiencias, mientras descubre que el amor puede florecer en los lugares más inesperados.
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Capítulo 7: El día de la cita
Luana
Al salir de la pastelería, la ciudad se extendía ante mí, con un cielo azul y despejado, con el sol brillando con fuerza. La brisa fresca me acarició la cara, llenándome de una nueva energía.
Al llegar a casa, encontré a mi hermano Mike y a mi madre en la sala, charlando animadamente.
— Hola, Cariño — dijo mi madre, con una sonrisa. — ¿Cómo te fue en la pastelería?
— Bien, mamá. — respondí, con una sonrisa. — Todo está listo para mañana.
— Me alegro. — dijo mi madre, con una sonrisa. — ¿Y tú, Mike? ¿Cómo te fue en el trabajo?
— Bien, mamá. — respondió mi hermano, con una sonrisa. — Tuve una reunión importante con el señor Logan.
— ¿Con Logan? — pregunto mi madre, con un tono de voz curioso.
— Sí, con Logan Harris. — respondió mi hermano, con una sonrisa. — Es el dueño de la empresa.
— ¿Y cómo es? — pregunté, con un tono de voz curioso.
— Es un hombre de negocios muy astuto, con mucha energía. — respondió mi hermano, con un tono de voz respetuoso. — Me gusta trabajar con él.
— ¿Y qué te parece? — pregunté yo está vez.
— Me cae bien. — respondió mi hermano, con una sonrisa. — Es un buen jefe y se preocupa por su equipo.
— Eso suena genial — exclamé, aliviada. — Me alegra que estés aprendiendo y progresando.
— Gracias. — respondió Mike, con una sonrisa. — La empresa tiene mucho potencial. Estoy aprendiendo mucho.
— Estoy feliz de que te estés sintiendo bien en tu trabajo. — añadí, con una sonrisa. — Bueno, yo voy a subir a mi habitación.Tengo que prepararme para mañana.
— De acuerdo. — respondió mi madre, con una sonrisa. — Buenas noches, cariño.
— Buenas noches, mamá. — respondí, con una sonrisa.
— Buenas noches, Luana. — respondió mi hermano, con una sonrisa.
Subí a mi habitación y me preparé para dormir. La imagen de Logan seguía en mi mente, junto con la sensación de nerviosismo y emoción que me invadía.
Me acosté en la cama y cerré los ojos, tratando de dormir. Algo que me fue difícil ya que no podría dejar de pensar en la cita de mañana. ¿Qué debía ponerme? ¿Qué debía decir? ¿Cómo debía comportarme?
Las preguntas se repetían en mi mente, impidiéndome dormir.
Finalmente, me dormí, con la imagen de Logan en mi mente y la sensación de nerviosismo y emoción que me invadía.
La cita de mañana estaba cerca.
Y yo aún no me sentía lista.
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Al día siguiente, desperté con los primeros rayos del sol filtrándose por la ventana. La luz dorada llenaba la habitación, y el canto de los pájaros me dio la bienvenida a una nueva jornada. Me sentía un poco inquieta, pero también emocionada. La cita con Logan estaba a solo unas horas de distancia.
Me levanté de la cama y me estiré, sintiendo el sol calentar mi piel. La mañana era fresca y prometedora, con un aire renovado que me llenaba de energía. Mientras me preparaba, una mezcla de nervios y anticipación me acompañaba, como si la vida misma estuviera invitándome a dar un paso adelante.
Me di una ducha caliente, tratando de relajarme y de ordenar mis ideas. Me vestí con un vestido sencillo pero elegante, un vestido que me hacía sentir segura y cómoda. Me maquillé ligeramente, tratando de realzar mi belleza natural sin exagerar.
Mientras me miraba en el espejo, no pude evitar sonreír. Me sentía bien, me sentía preparada para la cita con Logan.
La duda seguía ahí, pero ahora era más débil, más tenue. La esperanza se había apoderado de mi corazón, llenándome de una nueva energía.
Bajé a la cocina, donde el aroma del café recién hecho me recibió. Mi madre estaba preparando el desayuno, y al verme sonrió.
— ¡Buenos días, cariño! — dijo, con su habitual calidez. — ¿Cómo te sientes hoy?
— Buenos días, mamá. — respondí, mientras me servía un tazón de avena. — Estoy un poco nerviosa, pero emocionada por la cita con Logan.
Recordé cómo le mencioné la cita durante la cena, y su reacción de felicidad por mí. Sabía que estaba contenta de que estuviera abierta a vivir nuevas experiencias, y eso me reconfortó.
— Me alegra oír eso. — dijo ella, mientras ponía un plato de frutas en la mesa. — Tu hermano ya se fue a trabajar. Tuvo una reunión temprano.
— Está bien. — respondí, sonriendo. — Espero que tenga un buen día.
— Estoy segura de que sí. — dijo mi madre, sirviendo un poco de café en mi taza. — Y tú también tendrás un gran día. Recuerda disfrutar cada momento.
— Gracias, mamá. — dije, sintiéndome un poco más tranquila. — Estoy lista para disfrutarlo.