Jimena una joven de un pueblo de España vieja a los Estados Unidos en busca de un sueño y una vida próspera, allí luego de estudiar comienza a trabajar para Gabriel, un hombre con un oscuro pasado que logra captar su atención, acompañemos a Jimena para ver qué le depara el destino en esta ocasión
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Capítulo 8
Gabriel
Verla entrar me hizo recordar el pasado, un pasado que llevo intentando olvidar desde hace cinco años, un pasado que se quedó en mi corazón arraigado como la raíz de un frondoso árbol, dejando mi corazón seco y marchito con su partida. No entendía cuál era la broma del destino que hizo a Jimena venir a mi encuentro, justo a mí para recordármela. No era capaz de mirarla a la cara, Jimena era una copia exacta de mi esposa fallecida, si la miraba estaba seguro que intentaría abrazarla, tocarla, sé que no podría resistirme, aún sabiendo que no es ella, la tentación sería mayor que el sentido común entonces prefiero ignorarla, solo no la despidió por compasión, una parte de mí le tiene respeto por ser igual a ella, otra entiende que no tiene la culpa de parecerse.
Rachel era la mujer más bella del mundo, mi esposa, la amaba con locura, estábamos juntos desde que tengo conciencia, fuimos juntos al kínder, la escuela, universidad, todo, era ella y yo, no había sitio para nadie más, siempre unidos. Había imaginado mi vida entera a su lado, envejecer juntos, tener hijos, todo. Pero la vida tenía otros planes para nosotros, fue un día lluvioso cuando la perdí, recuerdo que ella me dió un beso en los labios y corrió apurada, se le hacía tarde para su vuelo, yo tenía una junta temprano así que no pude acompañarla al aeropuerto, nos dijimos te amo, sin saber era nuestro dulce e inolvidable adiós.
Aún retumba en mis oídos su voz y quisiera volver a ese instante solo un momento, besar su boca, abrazarla y no dejarla ir, vivir en ese instante eternamente, sin interrupciones, ni ruidos, en la nada solo ella y yo, cómo siempre debió ser. Una hora después de su partida hacia el aeropuerto, recuerdo que estaba en la sala de reuniones cuando recibí una llamada urgente, llamada que me paralizó mi cuerpo entero y un temblor enorme se apoderó de mí.
La llamada era sobre Rachel, su vuelvo había tenido un problema y el avión había hecho un aterrizaje de emergencia casi al poco tiempo de salir, el aterrizaje fue tan abrupto que el avión explotó, no se creía que hubiese sobrevivido alguien, pero estaban en búsqueda de algún sobreviviente, recuerdo que salí corriendo hacia el lugar, deseando que ocurriese un milagro, solo necesitaba un milagro y que estuviese con vida.
Al llegar al lugar no pude pasar, fueron las horas más desesperantes de mi vida, miraba a los bomberos apagar el fuego y buscar sobrevivientes, luego de unas horas dieron un parte, no había nadie con vida y los cuerpos estaban tan dañados por el fuego que era prácticamente irreconocibles, serían clasificados por la dentadura. El mundo se me hizo inmenso sin ella en el, me sentí tan pequeño, vulnerable.
Lloré, lloré tanto hasta que no tenía ni una sola lágrima que saliese de mi cuerpo, ese día parte de mí murió allí también, mi alegría, mi motivación, mis ganas de vivir. Pasé un año entero en una profunda depresión, mi madre llegó a temer por mi vida, pidiéndome que pensara en ella, por ella no acabe con mi sufrimiento, no quería que pasara por lo que yo siento al perder a Rachel así que me contuve de hacerlo por ella . Con el tiempo retome el mando de la empresa y fuí poco a poco incorporándome a la sociedad, aunque era un zombi, yo estaba muerto por dentro y nada ni nadie podría cambiar eso.
Aún vivía en la casa que compre con Rachel, todo estaba igual a como ella lo había dejado, estaban sus fotos, su ropa, todo. Mi madre se empeñaba en que vendiera el apartamento, o al menos guardara sus ropas, cambiara la decoración pero yo me negaba, de cierta forma ella seguía viva allí y yo solo fingía que había salido y regresaría luego.
Mi familia guiada por mi madre inventó mil excusas y estrategias para que conociera a otras chicas, saliera con alguna de ellas, fuera feliz, pero todo fue en vano, mi cupo de amor ya fue agotado y no tenía planeado volverme a enamorar, solo viviría mi vida en espera de mi muerte. Por eso me molesté tanto cuando ví que mi madre contrató a Jimena, sabiendo cuanto daño me haría.
Al enfrentar a mi madre fingió que no existía tal parecido que yo estaba delirando, no seguí con la discusión para no faltar a mi madre, ya que merecía todo el respeto de este mundo, ella sola me crío sin la ayuda de mi padre y fue construyendo el camino para todo lo que tenemos hoy, ella, mi hermana y yo.
Los días iban pasando y yo seguía ignorando a Jimena, la pobre ingenua a todo se esforzaba por intentar crear un vínculo conmigo ocasiones y yo la seguía castigando por algo en lo que no tenía culpa ni control ella, debería hacer un esfuerzo por intentar tratarla de mejor forma si iba a seguir aquí o de no ser posible despedirla y explicarle el motivo, así no había quién trabajará, no sería sanó ni de beneficio para la empresa.