Tu Maltrato Mato El Amor

Una semana después

_Jimena._

Germán buscaba como loco a Jimena, ebrio y molesto por no tenerla cuando él quería, sentía amor y odio a la vez.

Llegó a la habitación y la despertó a cachetadas casi fuertes, ebrio como casi siempre, solo deseaba molestar a su esposa.

_Voy, Germán._

Jimena se levantó asustada, bajo entre dormida y despierta las escaleras, sentía tanto miedo que no sabía dónde había dejado la comida.

_No sirves para nada._

Le dio un empujón que Jimena pego su espalda fuerte de la pared, se quedó algo privada hasta sentir algo bajar por sus pies, llena de miedo pidió ayuda a quien menos deseaba pedirla.

_Germán, ayúdame._

Hablo casi en susurros.

_No es asunto mío que lo gorda que estés, no te dejé caminar._

_Mi hijo._

Logro decir Jimena, llamando la atención de Germán, en ese momento cayó en cuenta que había sido rudo con ella, se quedó viendo unos segundos y salió corriendo con ella en brazos, nuevamente había cometido un error, de esos que solo un imbécil los comete muy seguido.

Jimena ya estaba en labor de parto, fue tan doloroso para ella, ese miedo de perderlo nuevamente la invadió, la vida de quienes estaban a su lado, fue muy bueno, de esa manera logro traer al mundo a quien se convirtió en su único motor para seguir en el duro matrimonio que ella escogió.

Los primeros meses, fue lo mejor, sus padres estaba presente y la familia Germán era un amor, su esposo se comportaba como el mejor de todos, haciendo que Jimena se alegrara, sintiera un poco de esperanza de que si esposo volviera a ser el mismo, cariñoso y detallista de antes.

Pero no, su realidad llegó tres meses después, cuando sus padres se marcharon, su hijo solo estaba con ella cuando necesitaba su teta.

Y no podía decir algo o terminaba cachetada por su esposo, Jimena sentía ya yo odio por sus suegros, era los principales responsables de que Germán tomara esa actitud con ella, lo obligaban hacer todo lo que ellos querían y si lograban que su rabia y frustración, la sacará con su esposa.

_Jimena, he pensado en contratar una chica que cuide a mi nieto._

Hablo Carmen, con Joaquín en sus brazos.

_Con todo respeto, señora Carmen, no me quite ese derecho, por favor deje que yo me encargue de mi hijo, lo haré mejor que cualquier chica._

Carmen se quedó viendo con arrogancia las súplicas de Jimena, hasta eso tenía que hacer, suplicar por algo que era de ella, que nació de sus entrañas, que ella amaba con locura.

_Déjala, igual, no hace nada más que estar encerrada, que por lo menos cuide bien a mi nieto._

Hablo Carlos, sin siquiera ver a quién se dirigía, con su tabaco y vaso de whisky, Jimena agradeció al cielo, que aceptarán dejarla cuidar a su hijo.

Las noches y días eran cantos que salían de su boca, palabras motivadoras a ella misma, promesas a su hijo, consejos que aunque él no los entendía, ella los seguiría diciendo hasta que él los entendiera, jamás permitiría que si hijo se convirtiera en lo que es su padre era, un ser sin corazón, un hombre que aparenta algo y cuando ya es tarde para su víctima, saca su verdadera identidad, una que no es deseada conocer.

Los años fueron pasa do y los maltratos seguían, aunque físico no muchos, ya que su hijo estaba grande y Germán vivía para él, después de verlo crecer, su corazón sé hablando, pero su actitud con su esposa, seguía y el amor en Jimena iba muriendo cada vez más.