Resiliencia:La Historia De Amelia Hidalgo

Lisa no dejaba de vomitar porque su cuerpo débil debido a que estaba en su primer trimestre de embarazo no soportaba los olores fuertes y reaccionaba con violencia, se mojó el rostro con agua fría y se observó en el espejo, su maquillaje estaba arruinado, pero no quería que se notara su malestar, respiró hondo y se recompuso y salió del baño fingiendo normalidad.

Al llegar al comedor estaba sorprendida porque Amelia no mostró interés por ayudarla como en el pasado y se preguntó si ya sospechaba algo, y al verla tan cercana a Kate se molestó y sintió una punzada de celos como cuando eran adolescentes y tenía que alejar a otras personas de Amelia.

—No entiendo porque todos quieren estar con esa gorda— murmuró Lisa entre dientes con amargura.

Lisa se sentó a la mesa pero cuando observó los alimentos frente a ella volvió a sentirse mal, bebió un sorbo de agua y cuando sintió la mirada de Amelia, intentó sonreír con despreocupación.

—¿Todo está bien? — preguntó Amelia con fingida inocencia.

Lisa asintió con la cabeza y se sentía acorralada, porque en el pasado podía contarle todo lo que le ocurría, sin embargo, ahora todo era diferente.

—Todo está bien, pero me gustaría hablar contigo a solas —dijo Lisa intentando recuperar terreno.

Amelia ya conocía esa expresión, pensaba involucrarla en su drama, pero si ella le confesaba su romance con Tomás antes del día de la boda, entonces se dañarían sus planes.

—Lisa, estoy ocupada con mi trabajo — dijo señalando a Kate.

—Puedo esperar a que te desocupes…

—Mely, va a estar ocupada todo el fin de semana —intervino Kate con insolencia.

El rostro de Lisa se endureció porque no soportaba a esa chica,  además de que estaba alejando a Amelia de ella y eso no podía permitirlo.

—¿Es eso verdad, Mely?

Amelia puso los ojos en blanco pensando en como no se había dado cuenta de lo tóxica y manipuladora que era Lisa, por suerte pronto saldría de su vida.

—Lisa, no todo en esta vida es diversión, las personas tienen responsabilidades.

Desde que se graduaron de la universidad Lisa no tenía un empleo formal y aunque Amelia la aconsejaba para se tomara en serio su vida laboral la verdad es que a ella no le importaba.

—Antes no eras así

—Las personas cambian

—¿En serio no tienes ni 10 minutos para hablar conmigo?

Amelia se estaba impacientando al igual que Miguel, Josefina y Kate, por suerte el teléfono de Lisa sonó y era un mensaje y cuando ella lo leyó se asustó así que se levantó de la mesa de forma abrupta.

—Lo siento me tengo que ir — dijo Lisa sin mirar a nadie.

Cuando la vieron marcharse de forma apresurada todo el grupo continuó desayunando y conversando como si la presencia de Lisa solo hubiera sido un mal recuerdo.

—Hoy cambio la cerradura porque no quiero más visitas inesperadas de personas desagradables — dijo Miguel antes de tomar un sorbo de su café.

—¿En que íbamos antes de que llegara la suripanta? — preguntó Josefina.

—En que ayudaríamos a Amelia a cancelar la boda— respondió Kate.

—El local ya está listo— dijo Amelia con una sonrisa tranquila.

Amelia les contó el mensaje que había recibido, anunciando la cancelación de la reserva del local sin saber que era obra de Kate, la cual le envió un mensaje a su tía quien era la dueña del lugar.

—Ahora solo faltan, las flores, el servicio de catering y el fotógrafo—dijo Amelia haciendo una lista.

—No te olvides de la reserva del hotel y los boletos de avión — dijo Josefina en un tono pragmático.

Amelia sabía que no había manera que recuperara lo gastado en la luna de miel y se lamentaba de eso cuando Kate sonrió y le hizo una propuesta.

—Fina, ¿Puedes tomarte una semana de vacaciones? — preguntó con entusiasmo —porque podemos convertirlo en un viaje de chicas.

—Gracias por hacerme a un lado — dijo Miguel con un fingido tono de aflicción.

Todo el grupo se rio al unísono porque Miguel era un adicto al trabajo, y no era precisamente el alma de las vacaciones, así que sin más discusiones la luna de miel se convirtió en un viaje de chicas, las flores que no podían ser donadas serían donadas a la iglesia, el fotógrafo le haría una sesión de fotos profesionales a Amelia para su portafolio de trabajo, el vestido sería conservado después de todo se había invertido mucho tiempo en su elaboración y era su vestido soñado, solo quedaba el problema del servicio de catering.

—Supongo que tendré que lidiar con esa situación luego—dijo Amelia resignada.

—Yo me encargo de avisarle a la familia para que no vengan — intervino Miguel— Aunque algunos ya compraron boletos e hicieron reservas de hotel.

Amelia era muy apreciada por su familia extendida así que no era de extrañar que para su boda muchos insistieran en venir.

—Quizá podamos convertirlo en un reencuentro familiar —sugirió Kate— Después de todo, es el cumpleaños de papá.

A pesar de que era el cumpleaños de Miguel y que Amelia no estaba muy de acuerdo, Isabel insistió en que se celebrara la boda ese día, y mientras más lo pensaba, más tonta se sentía y se reprochaba pensando en que pasaba por su cabeza en ese momento.

—Luego decidimos eso —dijo finalmente— Lo importante es que la boda está suspendida y que todo el mundo sepa quién es el responsable… y por qué.

—Descuida Mely mi primo ya tiene la grabación de la conversación de esos dos de anoche—dijo Kate con una sonrisa muy maliciosa.

Kate y Amelia trabajaban para una agencia de modelos y usarían las buenas artes de sus compañeros de trabajo, contaban con la ayuda de un editor muy creativo para crear un material sumamente explosivo para exponer a los infieles el día en que debía celebrarse la boda.

Lisa llegó a la casa de Tomás para encontrarse con el rostro endurecido de este, tenía la mandíbula tensa y no la saludó mientras que Isabel por el contrario era toda sonrisas

—Mi querida niña es un gusto verte, ¿Te gustaría algo de comer?

Lisa no comprendía la actitud tan amable de Isabel, pero si notaba que Tomás la observaba con mucha ira contenida como si en cualquier momento pudiera estallar.

—No se preocupe señora, no tengo hambre—respondió Lisa con cautela.

—¿Cómo que no tienes hambre?, en tu estado es importante alimentarse bien — insistió Isabel con una dulzura ensayada.

El cuidado de Isabel se sentía falso, sin embargo, Lisa le siguió el juego porque después de todo era su mejor aliada, Tomás era un niño de mamá, siempre seguía sus órdenes y era evidente cuanto desdeñaba a Amelia por ser de talla plus, este era el mejor resultado ganarse a su suegra porque no quería seguir siendo la amante de Tomás.

—Gracias por ser tan amable —dijo Lisa con expresión angelical.

—No te preocupes después de todo eres la madre de mi nieto— dijo con fingida dulzura tomándola de la mano y haciendo que se sentara a la mesa.

Tomás las observaba a ambas y negaba con la cabeza, porque eran la viva imagen de la suegra y nuera ideal, pero eso no era lo que había planeado, estaba enojado con Lisa por enviarle la foto del ultrasonido a su madre y con su madre por usar esto como excusa para presionarlo a cancelar la boda.

—Ustedes dos sigan disfrutando de su armonía familiar—dijo Tomás con sarcasmo—En cuanto a ti Lisa ya teníamos un acuerdo y no tenías derecho a romperlo.

Tomás salió de su casa dando un portazo, necesitaba hablar con Amelia porque desde la noche anterior no había recibido ni un solo mensaje de ella y se preguntaba si sospechaba algo.

Como  se suponía que ya estaba de regreso de su viaje de trabajo decidió ir hasta su casa, pero en ese momento Amelia le escribió un mensaje tan tierno como siempre para decirle que Kate ese fin de semana tenía una sesión de fotos fuera de la ciudad y que ella la acompañaría como su estilista.

—Así que por eso es que no me había escrito— Tomas esbozó una sonrisa—Estoy paranoico … ella jamás va sospecharía lo que está pasando.

Tomás se recostó en su asiento del auto mirando al techo y se devanaba los sesos pensando en que hacer, tal vez lo mejor sería celebrar la ceremonia de bodas con Amelia como estaba planeado, pero antes registrar su matrimonio con Lisa, así complacería a todos, y luego de que naciera el bebé se divorciaría y se casaría legalmente con Amelia, era absurdo y retorcido, pero en su mente era lo único que podía hacer en ese momento, era su única salida.

—Es lo que voy a hacer y nadie tiene porque enterarse—murmuró convencido de su plan.

Era una solución cobarde disfrazada de estrategia y en medio de su arrogancia pensaba que tendría éxito y que pondría  toda la situación de su parte sin saber que ya había sido descubierto por Amelia y  ella no pensaba dejarlo pasar.