Sarah es una bailarina de ballet que, por primera vez, logró firmar con una compañía. Durante uno de sus tours, conoce a un hombre que está completamente enamorado de ella. Él amenaza con arruinar su carrera si ella no firma un contrato con él. ¿FIRMÓ ELLA EL CONTRATO? ¿QUE QUIERE EL DE ELLA?
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Capitulo 7
Una Noche Inesperada
A medida que la gira avanzaba, mi nombre se iba haciendo cada vez más conocido en el mundo del ballet. Las críticas elogiaban mi talento y mi presencia en el escenario, y los directores de otros teatros comenzaron a acercarse a mí con ofertas tentadoras.
Sin embargo, a pesar de mi creciente éxito, no podía dejar de preocuparme por la amenaza que representaba el señor Volkov. La advertencia de la directora artística seguía resonando en mi mente, y a menudo me sorprendía buscando su presencia entre el público.
Afortunadamente, durante las siguientes semanas, no volví a tener ningún encuentro con él. Pude enfocarme por completo en mi danza, disfrutando de cada función y sintiéndome más viva que nunca.
Una noche, después de una actuación particularmente aclamada, me encontraba en mi camerino, quitándome el maquillaje y el elegante vestuario del ballet. Estaba exhausta, pero satisfecha con mi desempeño.
De pronto, llamaron a la puerta. Al abrirla, me sorprendí al encontrarme con un hombre vestido de traje elegante.
"Señorita Sarah, lamento interrumpirla", dijo el hombre, haciendo una leve inclinación. "El señor Volkov solicita su presencia en una reunión privada."
Sentí que el miedo se apoderaba de mí. ¿Volkov? ¿Qué podía querer de mí ahora?
"¿El señor Volkov?" pregunté, tratando de mantener la calma. "¿Dónde se encuentra?"
"Lo espera en el salón VIP del teatro", respondió el hombre. "Me ha pedido que lo acompañe hasta allá."
Dudé por un momento, recordando las advertencias de la directora. Pero, a la vez, sabía que no podía ignorar una solicitud de uno de los principales mecenas de la compañía.
"Muy bien, lo acompañaré", dije, con determinación.
El hombre asintió y me guió a través de los pasillos hasta el salón VIP. Al entrar, vi al señor Volkov sentado en un elegante sillón, con una copa de vino en la mano.
"Señorita Sarah, me alegro de que haya podido venir", dijo, con una sonrisa suave.
"Señor Volkov", respondí, tratando de mantener la compostura. "¿Qué es lo que desea de mí?"
Él se puso de pie y se acercó a mí, observándome con detenimiento.
"Simplemente quería tener la oportunidad de conversar con usted en privado", explicó. "Desde nuestra última reunión, he estado pensando mucho en su propuesta."
Sentí que mi corazón se aceleraba. ¿A qué se refería con eso?
"Señor Volkov, yo ya le he dejado claro que no puedo aceptar su oferta de patrocinio", le recordé, con firmeza.
Él asintió, sin dejar de mirarme.
"Lo sé, y lo respeto", dijo. "Pero me temo que no puedo aceptar un 'no' como respuesta."
Un escalofrío recorrió mi espalda. ¿Acaso estaba amenazándome?
"Señor Volkov, no entiendo a qué se refiere", dije, tratando de mantener la calma.
Él se acercó aún más, invadiendo mi espacio personal.
"Verá, señorita Sarah, usted es demasiado valiosa para que yo la deje escapar", susurró, su aliento rozando mi rostro. "Estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para tenerla a mi lado."
Sentí que el miedo me paralizaba. ¿Acaso este hombre pretendía secuestrarme o algo peor?
"Señor Volkov, le ruego que se aleje de mí", dije, con voz temblorosa. "No puedo aceptar su oferta y no voy a dejar que me amenace."
Él esbozó una sonrisa burlona.
"Temo que no tiene opción, querida", dijo, con un brillo peligroso en sus ojos. "Usted va a venir conmigo, quiera o no."
En ese momento, la puerta del salón se abrió y entraron varios hombres fornidos, que se dirigieron hacia mí.
Sentí que el pánico se apoderaba de mí. ¿Qué iba a hacer? ¿Cómo iba a escapar de esta situación?
Retrocedí, buscando desesperadamente una forma de huir, pero los hombres me rodearon, impidiéndome el paso.
"¡Suéltenme!" grité, sintiendo que las lágrimas de miedo y frustración rodaban por mis mejillas.
Volkov se acercó a mí, con una expresión de triunfo en su rostro.
"No tiene sentido que se resista, señorita Sarah", dijo, con una voz fría y cruel. "Ahora, es mía."
En ese momento, la puerta se abrió de golpe y una figura familiar entró en el salón.
"¡Sarah!" gritó Natalia, con una expresión de horror en su rostro.