Amaris creció en la ciudad capital del magnífico reino de Wikos. Como mujer loba, fue entrenada para proteger su reino por sobre todas las cosas ya que su existencia era protegida por la corona
Pero su fuerza flanquea cuando conoce a Griffin, aquel que la Luna le destino. Su mate que es... un cazanova, para decirlo de esa manera
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El Regreso a Amanecer
El viaje de vuelta a Amanecer fue largo, pero para Griffin, representó algo más que el simple retorno tras una misión. Había enfrentado a los adoradores de Joryit y purgado la oscuridad que habían sembrado en la selva, pero mientras cabalgaba hacia el norte, a través de campos y colinas, se dio cuenta de que el verdadero desafío no estaba en la batalla, sino en lo que lo esperaba en Amanecer. Amaris.
La confesión de ella seguía grabada en su mente como una llama que no podía apagar. Tú eres mi mate. Esas palabras habían encendido una tormenta de emociones en su interior que no sabía cómo manejar. Había aceptado esta misión para escapar de esa tormenta, para tener tiempo de pensar, y aunque había encontrado respuestas, también había nuevas preguntas. ¿Qué significaba realmente el lazo de mate? ¿Estaba dispuesto a aceptar esa conexión, a entregarse completamente a algo tan profundo?
Pero, mientras más pensaba en ello, más se daba cuenta de que no podía seguir huyendo. Amaris merecía una respuesta, y él merecía saber qué era lo que realmente sentía. La batalla en la selva lo había ayudado a ver las cosas con mayor claridad. Sí, era el cazador solitario, el hombre que valoraba su libertad por encima de todo, pero también había algo en Amaris que lo atraía de una manera que nunca había experimentado. Había una conexión que no podía ignorar, una que, por primera vez en su vida, le hacía preguntarse si estar con alguien no significaba perder su libertad, sino ganar algo más.
Mientras cabalgaba hacia Amanecer, Griffin tomó una decisión. No se entregaría completamente al lazo de mate de inmediato, no sin antes comprenderlo. Pero le daría una oportunidad. Con Amaris, se tomaría las cosas lentamente, conociéndose como lo harían los humanos, no dejándose arrastrar por la intensidad de la magia que los unía, sino construyendo algo genuino, algo que pudieran sostener sin perderse a sí mismos.
El sol ya estaba bajo en el horizonte cuando las murallas de Amanecer comenzaron a vislumbrarse a lo lejos. Griffin sintió una mezcla de alivio y nerviosismo al ver la ciudad de nuevo. Sabía que esta vez, su regreso sería diferente. No solo traía consigo la victoria de una misión cumplida, sino también el peso de las decisiones que tendría que enfrentar.
Al llegar a las puertas de la ciudad, los guardias lo recibieron con una mezcla de respeto y sorpresa. No había sido un viaje largo en términos de tiempo, pero para Griffin, había parecido una eternidad.
—Bienvenido de vuelta, cazador —dijo uno de los guardias, inclinando la cabeza—. El señor feudal estaba preocupado por tu regreso, pero parece que has completado tu misión con éxito.
Griffin asintió, pero sus pensamientos ya estaban en otra parte. Aunque sabía que tendría que reportarse con el señor feudal, había algo mucho más importante que hacer primero.
Desmontó de su caballo y, tras asegurarse de que Azrael estaba bien atendido en los establos, se dirigió directamente al castillo. Su corazón latía con fuerza mientras atravesaba los pasillos familiares, su mente inundada de recuerdos de Amaris. Sabía que ella también habría estado pensando en él, y lo que más temía era el dolor que podría haber causado con su partida abrupta. No había querido herirla, pero necesitaba ese tiempo para reflexionar. Ahora, estaba listo para enfrentar lo que fuera que el destino tuviera preparado para ellos.
Al llegar a la puerta de la habitación de Amaris, dudó por un momento. ¿Cómo debía abordar esto? ¿Qué palabras serían las correctas después de todo lo que había sucedido? Sabía que no podía simplemente presentarse sin más. Había que tener cuidado, pues el vínculo de mate era algo serio, y no quería hacer promesas que no pudiera cumplir.
Respiró hondo, y con un suave toque, llamó a la puerta.
Por un largo momento, no hubo respuesta. El silencio en el pasillo se volvió ensordecedor, y justo cuando Griffin estaba a punto de llamar de nuevo, la puerta se abrió lentamente. Allí estaba Amaris, sus ojos ámbar iluminados por la luz de las velas de la habitación. Parecía sorprendida al verlo, y por un momento, no dijo nada. Solo lo miró, como si no pudiera creer que él estuviera allí.
—Griffin… —susurró, su voz temblando ligeramente.
Él asintió, forzando una pequeña sonrisa.
—Estoy de vuelta —respondió, sus palabras cargadas de más significado de lo que él había planeado.
Amaris lo miró por un largo segundo, sus ojos escudriñando los de él, como si buscara una respuesta a una pregunta no formulada. Griffin sabía que ella estaba esperando algo más, algo que él aún no estaba listo para dar por completo, pero que había venido a ofrecerle una oportunidad.
—¿Puedo pasar? —preguntó suavemente.
Amaris asintió, apartándose de la puerta para dejarlo entrar. Una vez dentro, Griffin sintió la calidez de la habitación, un marcado contraste con la frialdad de la noche exterior. Las llamas de las velas bailaban suavemente en las paredes de piedra, creando sombras que se movían lentamente, como si el propio ambiente reflejara la incertidumbre entre ellos.
—Pensé que no volverías tan pronto —admitió Amaris, rompiendo el silencio mientras cerraba la puerta detrás de él.
—Lo necesitaba —respondió Griffin, caminando lentamente hacia el centro de la habitación—. Necesitaba tiempo para pensar, para entender lo que está pasando entre nosotros.
Amaris se quedó de pie frente a él, sus brazos cruzados, pero no con defensividad, sino como si intentara protegerse del peso de lo que él pudiera decir. Había algo en su mirada, algo que Griffin no había visto antes: vulnerabilidad.
—Y… —comenzó ella, su voz suave, pero cargada de ansiedad—. ¿Lo entiendes ahora?
Griffin la miró a los ojos, y en ese momento, supo que no podía seguir esquivando el tema.
—He estado pensando mucho en lo que me dijiste, sobre el lazo de mate —dijo lentamente, eligiendo cuidadosamente sus palabras—. Y debo ser honesto contigo, Amaris. No estoy seguro de poder aceptar todo eso de inmediato. No es que no quiera… —Hizo una pausa, luchando por encontrar las palabras adecuadas—. Es solo que necesito tiempo. Necesito entenderlo mejor.
Amaris asintió lentamente, y aunque había un leve destello de dolor en sus ojos, también había comprensión. No era la respuesta que ella esperaba, pero al menos no era un rechazo.
—¿Tiempo? —preguntó, con un leve temblor en su voz—. ¿Para… qué?
Griffin dio un paso hacia ella, tratando de suavizar la tensión que sentía.
—Tiempo para conocernos mejor —respondió con sinceridad—. No quiero que este vínculo nos defina desde el principio. Quiero conocerte como lo hacen los humanos, aprender más sobre ti, entender quién eres antes de que todo el peso de este destino nos caiga encima. No quiero apresurarme y, honestamente, no quiero perderme en algo que aun no comprendo del todo.
Amaris lo miró con sorpresa. Había esperado muchas cosas de Griffin, pero no esto. La mayoría de los lobos aceptaban el vínculo de mate sin dudarlo, pues era parte de su naturaleza. Sin embargo, Griffin no era un lobo, y lo que él proponía era algo que ella no había considerado. Lentamente, comenzó a relajarse, sintiendo una pequeña chispa de esperanza en su interior.
—¿Quieres… tomarte tu tiempo para conocerme? —repitió, como si tratara de entender completamente lo que eso significaba.
Griffin asintió, manteniendo su mirada fija en la de ella.
—Sí. No quiero que esto sea solo una imposición de la magia o el destino. Quiero que sea algo real. Y para que eso suceda, tenemos que empezar de cero, sin la presión del lazo de mate. Si vamos a estar juntos, quiero que sea porque ambos lo queremos, no solo porque estamos predestinados a ello.
Amaris sintió cómo su corazón se aceleraba. Las palabras de Griffin resonaban en su interior de una manera que nunca había esperado. Para ella, el lazo de mate siempre había sido algo sagrado, algo que debía ser aceptado sin cuestionamientos. Pero ahora, se daba cuenta de que, aunque el vínculo era fuerte, había algo aún más importante: la voluntad de elegir estar juntos. Y eso era lo que Griffin le estaba ofreciendo. Una oportunidad de construir algo más allá del destino, algo que ambos pudieran elegir conscientemente.
Por primera vez en semanas, Amaris sonrió, una sonrisa suave y sincera.
—Me gusta cómo piensas —dijo suavemente, sus ojos brillando con una mezcla de alivio y curiosidad—. Si eso es lo que quieres, entonces estoy dispuesta a intentarlo.
Griffin soltó un leve suspiro, aliviado de que ella lo entendiera. No quería apresurarse, no quería que su vida cambiara de la noche a la mañana solo porque la magia lo exigía. Si iba a aceptar ese vínculo, quería hacerlo a su propio ritmo, conociendo a Amaris en todas sus facetas, no solo como la cazadora fuerte que había visto en las batallas, sino como la mujer que también sentía dolor y vulnerabilidad.
—Entonces, ¿cómo empezamos? —preguntó él, sintiendo que una nueva etapa en su vida se estaba abriendo frente a él.
Amaris se quedó en silencio un momento, como si pensara en cómo abordar la situación.
—Quizás podríamos salir a caminar por el bosque, hablar sobre nuestras vidas, nuestros intereses… —sugirió, sintiendo una mezcla de nerviosismo y emoción.
Griffin sonrió ante la idea. Algo tan simple como una caminata por el bosque parecía un buen comienzo.
—Me parece perfecto —respondió, su tono más ligero—. Pero primero, cuéntame más sobre ti. No solo lo que hacen los hombres lobo, sino lo que te gusta, tus sueños, tus miedos.
Amaris sintió que una nueva oleada de confianza la invadía. Con el tiempo, había aprendido a confiar en él, pero había un nivel más profundo de conexión que ahora estaba empezando a sentir. Hablar de sus sueños y miedos con Griffin era algo que no había hecho antes, y aunque su corazón latía con fuerza, también sentía una excitación que hacía tiempo no experimentaba.
—Está bien —dijo finalmente, su voz suave pero decidida—. Comencemos.
Y así, mientras la luna iluminaba el camino que llevaban por delante, Griffin y Amaris dieron un paso hacia un nuevo comienzo, uno que sería construido con la confianza y el deseo de conocerse verdaderamente, uno donde el destino podría esperar, pero su voluntad no.