Desde Que Te Bese (Saga 2)

Darío

Cuando la vi justo en frente de mí me quede estático por unos segundos. Ella me miraba con una mirada que no supe descifrar al momento, pero después vi rabia, dolor, decepción ¿Pero por qué vino justo cuando estaba por follarme a esta desconocida y no podía sacarla de mi mente? ¿Qué hacia aquí?

Trate de hablar con ella, pero prácticamente salió corriendo de la oficina y como no estaba del todo vestido no pude ir detrás de ella al momento. Para cuando logre alcanzarla ya se había ido.

_¿Darío que paso? ¿Quién era la bella mujer a la que perseguías y que casi me atropella?

_Era Maya_ Digo resignado.

_¿Esa sexy diosa, era la mujer que me contaste?

_¡Si!

_¿Y me lo dices así? ¿A qué vino? _No lo sé, no me dijo por qué me encontró prácticamente con una mujer en pelotas en la oficina.

_Ahora si estás jodido, es obvio que ella venía a hablar contigo. Ya que aunque no la detalle bien, se veía espectacular. La has cagado hermano. _Y que quieres que haga, ya está hecho, y lo que sea que haya venido a hacer nunca lo sabré. Así que mejor ocúpate tú de cerrar el bar y de sacar a la mujer de la oficina si todavía está ahí. Nos vemos a mi regreso a California.

Mientras conducía rumbo a mi departamento no pude evitar pensar en ella y de como se veía. La imagen de su cuerpo en ese espectacular vestido me nubla la razón y aunque solo la detalle unos segundos, no hubo necesidad de más.

Golpeo el volante con frustración y aprovechando que las calles están casi desiertas, me meto contra el tráfico y voy rumbo a su casa. Necesito saber para qué me fue a buscar y si eso tiene que ver con nuestra discusión de ayer.

Al estacionar bajo del auto y voy directo a su apartamento, llamando así la atención de algunas personas. Una vez junto a su puerta toco y al abrirse, una Maya con ojos tristes esta delante de mí llevando solo un pulóver grande para dormir. Ella al verme intenta cerrar la puerta otra vez, pero yo se lo impido, poniendo el pie para después entrar en su departamento y cerrar la puerta.

_¿Qué quieres? ¿Qué demonios haces aquí?

_Vine a que habláramos sobre lo que viste en el Bar. _No tienes que explicarme nada, yo solo fui la intrusa que arruino tu polvo de esta noche. Así que si eso es lo que vienes a reclamar, recuerda que ya te pedí perdón y me importa muy poco lo que hagas o dejes de hacer. Ahora sale de mi casa.

_Dices que no te importa lo que yo hago y supongamos que te creo. Entonces dime para qué fuiste al Bar, que querías de mí.

_Yo de ti no quería nada, aparte a que fui ya no tiene importancia, si me haces el favor de irte quiero dormir.

_Pues no, no me voy _Camino hasta estar muy cerca de ella, arrinconándola casi a la pared.

No lo entiendo yo nunca me había fijado tanto en el rostro de una mujer. Como tampoco me había desesperado tanto al estar cerca de una. Y en cambio con esta mujer que tengo delante de mí, no puedo ni siquiera dejar de pensar, ni de soñar con ella. Ella provoca en mí unas ganas locas de besarla y sin embargo nadie antes me había causado todo eso. Me siento frustrado y enojado conmigo mismo por no poder explicarme esto. ¿Por qué las mujeres no pueden ser como una ecuación simple de matemáticas?

Tal vez en estos momentos el juicio y la poca cordura que me quedaban se fueron a la basura al posar mis ojos en sus labios. Por lo que sin pensarlo dos veces por miedo a arrepentirme, me lanzo a sus labios sin darle tiempo a nada, acortando así el poco espacio que yo había dejado entre ambos para estampándola después contra la pared.

Nunca había besado a alguien con tanta intensidad como estaba besando a Maya. Ella respondía a mí como una fiera ambienta y deseosa de más. Por lo que eso me excitaba y me hacía acordarme del beso en el auto. Ese beso que aunque me moleste aceptarlo, no ha salido de mi mente.

Ninguno le da tregua al otro y mis manos viajan por su cuerpo con total libertad. Acariciando cada espacio accesible de este, sintiendo también como sus delicadas manos desabrochan mi camisa, para después acariciar mi pecho a su antojo. Ambos nos separamos unos minutos por obligación para perder respirar y al hacerlo nuestras miradas dilatadas por ese húmedo y apasionado beso se conectan. Dejo caer mi frente sobre la suya y ella acaricia mi rostro con mucha delicadeza, haciéndome sentir una corriente eléctrica por todo el cuerpo.

_Dime que no estuviste con esa tipeja _Ella me pide en un susurro que me erizo aún más la piel. Obligándome a decir la verdad.

_No estuve con ella porque salí detrás de ti, aunque no te haya alcanzado. Aparte no hubiera podido acostarme con ella, ya que tú no sales de mi cabeza ¿Qué me hiciste?

La miro por unos segundos a los ojos, para después volver a besarla y empezar a deshacerme de su ropa, dejándola solo en una sexy lencería negra. Ella se deshace de mi camisa por completo y yo la cargo en mis brazos y ella enrolla sus piernas en mi cintura.

Una vez la tengo bien entre mis brazos, voy dando tumbos por el pasillo buscando su habitación sin dejar de besarnos. Ya dentro no pedimos tiempo y la recosté sobre su cama colocándome encima de ella sin aplastarla. Bajo por el sendero de su cuello y reparto besos húmedos que la hacen retorcerse de placer. Continuo con mi trabajo y voy hacia su pecho, para dar placer en las partes que no cubre su sostén.

Ella gime por mis ligeras, mordidas en sus gemelas y yo hábilmente me deshago de su sostén, lanzándolo a otro lado de la habitación.

Deslizo una de las manos que tengo libre por su vientre regalándole unas deliciosas cosquillas, para luego meter mid dedos entre sus bragas y acariciar su suave intimidad.

_Ahaaa... _Gime por mi invasión en su zona rosa y jala de mi cabello para soportar los espasmos.

De manera suave, meto uno de mis dedos en su mojada intimidad, la cual esta así por mí y sin que se lo espere deslizo el segundo y hasta un tercero. Muevo los tres con agilidad y fuerza sintiendo como su estreches se siente mas caliente. Esta por conseguir su tan necesitada liberación, así que acelero mis motivos y ella se corre.

Me levanto de la cama aun mirándola con sus bragas puestas, sus espasmos a flor de piel y bajo su atenta mirada. Me despojo de mi pantalón y mi bóxer.

Ella al ver el tamaño de mi fiel amigo, se muerde su labio inferior de manera sexy y desliza su mano hasta sus bragas y acaricio su sensible entrepierna. Dándome así una excelente vista de todo lo que puedo disfrutar.

Me arrodillo frente a ella y deslizo por sus torneadas piernas el pedazo de tela, que me impide apreciar su belleza completa. Una vez despojada de todo, le doy una sonrisa de lado maliciosamente y hundo mi cabeza en su rosada flor. Ella arquera la espalda por mis fuertes lamidas y mordísqueos, aprieta las sabanas y jala de mi cabello, maldice entre dientes y vuelve a gemir mi nombre. Sin dudas de su boca se escucha genial. Entrelazo nuestras manos y sigo con mi tarea de darle placer, ya que al hacerlo también siento placer yo.

Una vez consigue su segundo orgasmo y pruebo de su sabor, me parece exquisito. Me coloco sobre ella otra vez y espero a que sus espasmos pasen, pero cuando ya tengo todo listo para entrar en ella recuerdo que no tengo condones. Maldita sea, no justo ahora que mi erección esta que revienta y mi amigo palpitante me pide consuelo dentro de ella.

_ ¡Mierda! _ Exclamó.

_¿Qué pasa?_Me pregunta sofocada.

_No tengo condones.

_No te preocupes yo tengo la inyección anticonceptiva. Entra en mí de una vez, quiero sentirte.

Eso era lo que necesitaba escuchar para poder hacela mía.