Ava Becker nunca imaginó que cumplir su sueño de ser modelo la llevaría a un mundo de luces y sombras. Dulce, hermosa y con una figura curvy que desafía los cánones de la moda, logró convertirse en la musa de Aurora Lobo, la diseñadora más influyente de Italia. Sin embargo, detrás de las pasarelas y los reflectores, Ava sigue luchando contra sus inseguridades y el eco de las voces que siempre le dijeron que no era suficiente.
Massimo Di Matteo, miembro de la mafia italiana, jamás creyó en el amor a primera vista. Rodeado de mujeres perfectamente delgadas y dispuestas a todo por tenerlo, su vida parecía marcada por el poder, el control y el deseo superficial. Hasta que la ve a ella. Una mirada basta para romper todos sus estándares y derrumbar cada una de sus certezas: Ava no es como las demás… y justamente por eso, la quiere para sí.
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Mudanza.
Ava Becker 💖
Han pasado Cinco días desde que acepté oficialmente ser el rostro de la nueva colección de Aurora Lobo, y todavía siento que camino en una especie de sueño. Me miro en el espejo del vestidor cada mañana antes de salir hacia la casa de moda y todavía cuesta creer que yo, Ava Becker, la chica curvy que siempre escuchó un “no” en cada agencia, ahora soy la modelo principal de una de las diseñadoras más importantes de Italia.
Me siento bien. Mejor dicho, me siento viva. Aurora tiene un modo especial de hacerte creer en ti misma, incluso en los días donde las inseguridades muerden más fuerte. Siempre me dice frases que se me clavan en la piel: “eres perfecta tal como eres, Ava, no dejes que nadie te haga dudarlo”.
Durante estos días he hablado con mi madre todos los días por teléfono. Sus palabras me llenan de fuerza. Ella me conoce como nadie y siempre sabe leerme incluso sin verme. Mis hermanos, en cambio, son más prácticos: Cedric me manda mensajes cortos, del tipo “orgulloso de ti, hermana”
Aurora me anima a mudarme a Milán cuanto antes. Me dice que aquí estará el corazón de la colección, que necesito estar cerca, vivir la experiencia completa. Y tiene razón. Hablé con mi universidad en Alemania, arreglé los papeles, y puedo trasladar mis estudios de finanzas aquí. Los horarios son flexibles y eso me permitirá compaginar mis clases con el modelaje. La idea de mudarme a un penthouse en Milán me da un poco de vértigo, pero también ilusión.
Con el equipo de trabajo me he integrado bastante, sobre todo con las otras modelos curvys. Con ellas me siento acompañada, entendida. Compartimos miradas cómplices cuando alguna prenda aprieta más de lo normal, cuando los fotógrafos piden posturas imposibles. Con las modelos delgadas la relación es cordial, aunque noto reservas. No faltan los comentarios pasivo-agresivos cuando Aurora no está.
—Qué suerte tienes de ser la favorita de Aurora, ¿no? —me dijo una morena de piernas larguísimas mientras ajustaba su vestido.
—Sí, una suerte increíble —respondí con una sonrisa falsa, mientras por dentro me hervía la sangre.
Sé que debo sobrevivir a esas pullas. Este es mi sueño, y no voy a dejar que un par de comentarios envenenen lo que estoy construyendo.
Hoy, después de organizar todo con mi universidad, viajé a Alemania. Necesitaba recoger mis cosas personales, mis cuadernos, algunos recuerdos que no podía dejar atrás. Al llegar, mi madre me recibió con los brazos abiertos y lágrimas en los ojos. Estar con ella siempre me calma, me devuelve al lugar donde todo empezó. Cedric también se mostró protector, como siempre.
Dos días después emprendimos el viaje de regreso a Milán. Mi madre insistió en acompañarme, y Cedric, tozudo como es, dijo que no me dejaría instalarme sola sin supervisar primero dónde iba a vivir. Así que los dos viajaron conmigo. Me sentí querida, respaldada.
Al llegar, Aurora nos recibió en su oficina. La recuerdo perfectamente: los ventanales gigantescos dejando entrar la luz de Milán, la decoración sobria y elegante, las estanterías repletas de libros de arte y diseño. Yo estaba nerviosa, intentando parecer relajada.
De repente tocaron la puerta y escuché a la secretaria anunciar:
—Señorita Aurora, Ava Becker ha llegado con su madre y su hermano Cedric.
Sentí un nudo en el estómago. Aurora parecía sorprendida, pero enseguida se levantó, alisándose el vestido.
—Hazlos pasar —dijo con su tono firme, elegante.
Entré primero, sonriendo con algo de timidez, seguida de mi madre en su silla de ruedas —empujada por Cedric—. Aunque la vida la obligó a esa condición, mi madre sigue siendo radiante, hermosa, con esa dignidad natural que jamás perdió.
—Ava hermosa, qué alegría verte —me dijo Aurora, y yo sentí el calor en el pecho. Luego se inclinó hacia mi madre—. Señora Becker, cuánto tiempo sin verla.
Aurora la abrazó y la besó en ambas mejillas. Luego miró a mi hermano.
—Hola, Cedric.
—¿Cómo estás, Aurora? —respondió él con una leve sonrisa.
—Muy bien, gracias.
—Aurora, gracias por recibirnos —dijo mi madre con voz suave pero firme—. Quería agradecerte personalmente por la oportunidad que le estás dando a Ava de ser tu modelo principal.
Aurora le sonrió de esa manera que siempre parece sincera.
—Lo hago con gusto. Ava es una chica muy bella, y su presencia en mi colección es un honor para mí. En realidad, la colección está inspirada en ella desde el día que la vi en Francia.
Me sonrojé inevitablemente. Mi madre me miró con ternura, como diciendo te lo dije.
—Es un honor para mí trabajar en una casa de moda como la tuya —alcancé a decir, sintiendo el corazón acelerado.
—Gracias, Aurora —añadió mi madre—. Significa mucho para nosotros. Ser modelo ha sido el sueño de mi hija desde que era muy niña.
Cedric, en silencio, observaba todo con sus ojos castaños calculadores.
Aurora me miró de nuevo, con esa energía que transmite confianza.
—¿Estás lista para empezar a trabajar en la colección?
—Sí, estoy lista —respondí sin dudar, aunque por dentro un torbellino de emociones me hacía temblar.
—Eso me alegra. Sé que serás increíble para mi colección. Hay cositas en las que debemos trabajar, pero tienes potencial y pasión. Con eso es suficiente.
—Bueno, creo que estamos listos para ir al estudio de la sesión de fotos —dijo Aurora, mirando a mi madre—. ¿Señora Sabine, nos acompañará?
—Por supuesto —respondió ella, con esa elegancia que siempre me inspira.
Aurora llamó a su asistente.
—Camille, acompaña a Ava y a la señora Becker al estudio. Quiero que todo esté perfecto.
—Sí, por supuesto —dijo Camille con una sonrisa—. Las atenderé personalmente.
Me giré hacia Aurora y la abracé.
—Gracias. Estoy emocionada de trabajar contigo.
—Yo también, querida —me respondió, y en su voz no había duda alguna.
Mi madre también le agradeció. Cuando nos disponíamos a salir, Cedric se acercó a Aurora.
—Aurora, ¿puedo hablar contigo un minuto a solas?
Me sorprendió, pero Aurora asintió con naturalidad.
—Claro, Cedric. Camille, por favor, acompaña a Ava y a la señora Becker al estudio.
Camille nos guió hacia la salida, mientras Cedric se quedaba atrás. Lo miré de reojo, preguntándome qué tendría que decirle a Aurora. Mi hermano siempre fue protector, incluso demasiado. Quizás quería asegurarse de que nadie me hiciera daño en este nuevo mundo.
Mientras caminaba junto a mi madre por los pasillos impecables de la casa de moda, mi corazón latía con fuerza. Sabía que estaba dando un paso grande, decisivo. Y aunque había miedo, inseguridades y sombras, había también algo más fuerte: la certeza de que este era mi camino.
El sueño que siempre tuve comenzaba a hacerse realidad.
Me encantó 💕
Gracias 🌹 Rositha!
Se porto bien mi bombón 😘
se las recomiendo
pero tu todavía bo lo sabes 😉 paciencia
que todo llega a su tiempo.