La Luna Oscura Del Rey Lycan

Emily despertaba de aquel profundo sueño, el dolor en todo su cuerpo ya no estaba, había sido sustituido por una calidez profunda, trato de moverse, pero se percató de que estaba en brazo del Rey. Contuvo su respiración al levantar su mirada y encontrarse con su rostro. Draven dormía tan tranquilamente.

Su respiración era pausada y rítmica, totalmente diferente a la imagen imponente que mostraba cuando esta despierto, su brazo estaba sobre su pequeña cintura de una manera posesiva.

Ella seguía observándolo en silencio, su cabello negro caía sobre la almohada, era tan apuesto, tan sexy, sus labios carnosos y tentadores que la besaron ayer de una manera tan posesiva y encantadora. Levantó su mano con lentitud, rozando la barba que cubría su mandíbula, no se atrevió a tocarlo más, por miedo a despertarlo y que él se enojara.

Draven suspiro, apretó alrededor, de ella atrayéndola un poco más hacia su cuerpo, haciendo que en la mejilla de Emily se topara contra el pecho desnudo del Rey, sintiendo el fuerte latido de su corazón.

Emily se dejo llevar por aquel momento, cerró sus ojos y se hundió un poco más en el abrazo, nunca antes se había sentido de esa manera, envuelta en una seguridad total.

Draven despertó, sonrió al darse cuenta que no había sido un sueño, realmente tenía a su mate en sus brazos, aunque la noche anterior fue una tortura por aquellas heridas que tenía en su cuerpo, por fortuna, su sanación empezó a funcionar al recibir los medicamentos correspondientes.

Emily levantó su mirada una vez más, quería ver el rostro del rey, para su sorpresa sus preciosas avellanas se encontraron con sus ojos, del color de la obsidiana, nuevamente contuvo su respiración.

Draven no la soltó, aquella mirada recorría desde sus ojos asustados, hasta sus carnosos y rosados labios entre abiertos. Se veía tan linda, tan tierna. Ella era suya.

- ¿Cómo te encuentras? – Pregunto con su voz grave y áspera.

- Yo…- No podía responder\, sus palabras no salían. – No duele…- Apenas logro decir.

- Tu loba tardo en activar su curación\, pero con ayuda de medicamentos todo fue un éxito – Dijo.

Emily asintió, ahora entendía porque su cuerpo no dolía, pero aun así había cicatrices horribles que no quería que el viera, pues sentía que la repudiaría.

Draven no se contuvo, su mano sobre su cintura descendió lentamente rozando sus glúteos sobre la sábana que la cubría, enviando una ráfaga de escalofríos a ella.

Emily abrió sus ojos de sorpresa, su rostro se coloro en un tono rojo, que le encanto a Draven ver.

- Majestad… - Susurro con su voz temblorosa.

- Draven\, debes llamarme así – Susurró él.

Él inclino su rostro más al de ella atrapando sus carnosos y temblorosos labios en un beso apasionado, su lengua se abrió paso para explorar dentro de ella, mientras su mano en sus glúteos, atravesaba la fina sabana.

Ella respondió al beso al principio de manera torpe, pero fue acostumbrándose y hasta poder seguir el ritmo de la pasión, sus manos se mantenían sobre su musculoso torso. La mano desocupada de Draven se perdió en su castaño cabello, atrayéndola más a él para profundizar aun mas la unión de sus bocas.

El termino el beso, deslizando su boca por su mandíbula hasta su oído, dejando un húmedo camino lleno de calor.

- Te deseo\, pequeña – Susurro con su ronca voz. Mientras su mano ya estaba debajo de la tela de su camisón acariciando la suave piel de sus nalgas.

Emily arqueo la espalda, liberando un gemido mientras sentía el contacto directo de su mano sobre su piel caliente.

Draven cambio de posición, se colocó sobre ella, retirando la sabana que la cubría, ella tenía su rostro rojo, su respiración agitada, por lo que estaba por suceder, tal vez debía negarse, no quería que él se asqueara de ella al ver esas horribles cicatrices, pero también tenía miedo de que, si se negaba, él enfurecería y la golpearía por su imprudencia.

Cerró sus ojos con fuerza, esperando que él reaccionara, que le gritara, que la rechazara, pero nunca llegó ni un solo grito.

Draven inclino todo su cuerpo y reanudo el beso, pero esta vez era lento, suave, haciendo que ella solo se concentrara en ese momento, olvidándose de todo, incluso de aquellas cicatrices.

Los besos de Draven bajaron por su cuello, su lengua caliente se deslizaba dejando un camino ardiente en su piel, hasta llegar al inicio de sus senos cubiertos por un camisón negro de escote corazón que realzaban sus redondos senos, sus pezones ya duros y sensibles se marcaban sobre la fina tela.

Ese camisón era un estorbo tentador, con sus dientes bajo para liberar uno de sus senos y poder saborearlo, succiono con fuerza y hacia movimientos circulares con su lengua. Provocando un largo gemido en ella, arqueo su espalda, mientras sus dedos se enterraban en las sábanas de la cama.

Cuando decidió soltar el primero seno, dejo su piel húmeda y brillante, pero eso solo era el principio, Draven no se detendría, paso al otro devorando con la misma intensidad.

Y mientras sus labios trabajaban con una gran maestría sus senos, una de sus manos se movió, bajando por debajo del camisón, sus dedos rozaron la delicada tela que apenas cubría su centro, un ligero contacto, que ella sintió el calor húmedo y urgente que pedía más.

Dejándose llevar por el instinto, sus piernas se abrieron un poco, era una invitación que Draven aceptaría gustoso, con un dedo encontró su punto más sensible, y comenzó a acariciar su pequeño botón, fue lento al principio, pero poco a poco fue ganando un ritmo deliberado.

Emily jadeaba, sus caderas se empezaron a mover, deseosas de sentir más el placer que Draven le estaba dando en esos momentos.

Draven terminó su caricia en sus senos, levantó su rostro para encontrarse con el de ella, tan rojo, tan lujurioso.

- Pequeña\, estas tan mojada – Gruño\, y mordió su barbilla suavemente.

Ella no pudo responder, solo temblaba bajo la intensidad de la presión en su centro, cerró sus ojos con fuerza, sintiendo vergüenza al ser vista por él.

Draven sonrió, ella era su mate, le gustaba verla así temblando de placer que él le provocaba, quería en ese momento tomarla, hacerla totalmente suya.

- Mírame\, Emily – Ordeno con su ronca y sexy voz.

Emily abrió lentamente sus ojos, mordió sus labios tratando de ahogar sus gemidos, pensó que estaba funcionando, pero Draven quería escucharla gemir por el placer que le estaba dando, sin darle tiempo a reaccionar deslizo un dedo dentro de ella.

Un gemido alto se escapo de ella, fue tan profundo, tan primitivo, evaporando la vergüenza de manera instantánea, el dedo de Draven se movía dentro y fuera con experiencia firme. Ella no podía mantener los labios mordidos más, su boca se abrió en busca de aire, soltando otro gemido.

Draven retiro su dedo, causando una fuerte frustración en ella. Rio al ver el rostro pidiendo más placer.

- Tu cuerpo pide lo que tu boca no puede decir\, me encanta – Gruño con su voz victoriosa.

Aquel dedo que estuvo dentro de ella hace unos segundos, lo llevo a su boca saboreando sus jugos, un delicioso manjar para él, al que se volvería adicto.

Emily observó aquel gesto con una mezcla de shock y una fascinación ardiente, él la miraba con intensidad mientras seguía saboreando su dedo como si se tratara de un dulce.

- No…majestad – Susurró apenas avergonzada de lo que estaba haciendo.

- ¿No qué pequeña? – Se inclino de nuevo a ella\, separo más sus piernas\, rozando su dureza contra la humedad de ella.

Emily gimió una vez más al sentir el roce de aquel duro miembro en su intimidad, que era separado por la tela de los finos pantalones que él aun llevaba puesto.

- Tranquila\, pequeña\, aun no estás lista para mí\, te preparare para que puedas recibirme por completo – Susurro Draven con su aliento caliente.

Draven introdujo dos dedos en ella. El cuerpo de Emily se tensó, mientras sentía como aquellos dedos de movían con lentitud al inicio y luego de manera profunda

- Respira\, Emily – Ordeno\, observando el rostro lleno de placer.

Emily no podía contener sus gemidos, sus caderas se movían al ritmo que los dedos de Draven entraban y salían de ella.

Draven con una sonrisa llena de deseo, añadió un dedo en la caricia interna, provocando una intensa oleada que la hizo soltar un fuerte gemido, presionando el punto exacto que prometía un exquisito éxtasis.

Emily sentía que aquel placer era demasiado, su cuerpo se contraía, mientras sus gemidos se hacían cada vez más intenso, su espalda se arqueaba perfectamente y sus piernas se enredaban alrededor de la cintura de él.

- Suéltalo\, pequeña\, vente para mi – Draven mordió su lóbulo izquierdo.

Esa fue una orden clara y mezclada con la magnifica tortura de sus dedos, fue lo ultimo para que Emily perdiera total control de su propio cuerpo, haciendo una presión maravillosa, insoportable y explosiva, soltó un grito largo y agudo, los temblores recorrieron su cuerpo y el placer la inundó por completo, elevando sus caderas en el aire, inundando aquellos dedos que la habían llevado a la cima.

Draven la sostenía y sonreía victorioso, sintiendo la liberación de ella.

Emily cayó agotada mirando con su respiración entre cortada, mientras los temblores de su cuerpo de calmaban, aunque su calma no llegó totalmente, pues sintió la caliente lengua de Draven en su intimidad, ni siquiera se percató en que momento bajo hasta ahí y saboreaba con precisión ese delicioso manjar de su mate.

La sensación de la lengua del Rey sobre su piel tan sensible después de haber llegado a la cima del placer, la hizo gemir de nuevo, pero ahora de sorpresa.

El solo se estaba asegurando de que reclamar cada centímetro de ella, memorizando su sabor. Después de un instante que pareció una eternidad, Draven se levantó, Emily al verlo sonreír satisfecho del manjar que había saboreado, se puso totalmente roja y cubrió su rostro con sus manos.

Draven rio.

- Tan tierna y lujuriosa – se acostó a su lado\, a pesar de que quería continuar con ella\, no podía hacerlo\, ella aun no estaba totalmente curada por lo de anoche\, por lo que tenía que contenerse. – Emily\, mírame – Ordeno suavemente\, mientras la atraía a él y la aferraba a su cuerpo.

Emily descubrió su rostro y lo miró con su rostro aun rojo.

- ¿Quién se atrevió a dañarte? – Preguntó.

El rostro de Emily se tensó, recordando todo lo que había pasado en la manada Gris, sus ojos se humedecieron, su cuerpo ahora temblaba de miedo, no quería, no quería recordar más, los golpes, los maltratos, el odio de Alfa Mauro, su padre.

- No temas pequeña\, no temas\, ahora yo te protegeré – Draven sintió dolor en su corazón de verla temblar de aquella manera\, acarició su rostro con ternura.

- ¿Por qué me va a proteger? – Preguntó ella – Soy…solo una sirvienta – Agregó temblorosa.

- No\, eres mi Luna – Afirmo Draven\, no entendía porque decía que era una sirvienta\, si podía sentirlo\, ella era una Alfa.

Tenía que saber más de ella, saber de la vida que llevó en Silver Moon, pero ella no parecía que fuera a contarle, así que esperaba que su beta encontrara información sobre ella y su antigua vida en aquel reino.

Emily no podía dejar de observar al rey, le había dado un gran placer hace unos momentos y ahora le decía que la iba a proteger, que era su Luna, pero ¿Estaba bien? ella no era digna de alguien tan imponente como él, tenía miedo, de arruinarle incluso la vida a tan sexy Lycan.

Draven se cruzo con sus avellanas llenos de confusión y miedo, él se encargaría de eliminar todo el dolor, todos los traumas que ella tiene, sobre todo el miedo, la convertirá en una Reina a la que todos respetaran, temerán y no solo por ser su mate. Sino por que sería alguien que no volvería doblegarse ante nadie, hará que todos se arrodillen ante ella, como:

La Luna Oscura del Rey Lycan.