El Beso De La Bestia

El Beso De La Bestia

Arthur y Titania

Arthur caminaba por el oscuro bosque, era una noche sin luna, llevaba días tratando de reencontrarse con su manada, pero había algo extraño, ese bosque parecía un camino sin fin, no, parecía que tenía vida propia y no dejaría que saliera, algo lo detenía.

Arthur se detuvo, el aire volviéndose denso. En ese instante, la única señal de vida en la vasta oscuridad no fue el peligro, sino un aroma inesperado, rosas silvestres. El perfume, extrañamente familiar, era el mismo que perturbaba sus pesadillas.

El aroma a rosas silvestres se esfumó de inmediato, cortado de golpe, como un hilo de seda. Arthur aspiró de nuevo, y la dulzura fue reemplazada por un hedor espeso y metálico.

Sangre.

Fue rodeado por criaturas idénticas a las que había abatido mientras estaba en el territorio de las Hadas. Arthur suspiró con pesadez. Era obvio que venían por la venganza de sus hermanos caídos.

Se colocó en posición de combate. Pelearía, no importaba cuántos fueran, él podía contra ellos, los derrotaría fácilmente. La adrenalina recorría sus venas, lista para la masacre.

Pero repentinamente, el aire se detuvo.

Aquellas aterradoras bestias, impulsadas por la sed de venganza, se arrodillaron ante él, inclinando sus cabezas hacia abajo. No había agresión en el gesto, solo una sumisión total, como si la Bestia que tenían delante no fuera un enemigo, sino su rey.

Arthur se quedó rígido ante la acción de esas criaturas. No era miedo, era confusión.

¿Qué demonios estaba pasando?  Pensó

********

La misteriosa dama de cabellos rubios y ojos verdes cristalinos se adentró en el corazón del bosque sombrío. Era una noche sin luna, el tipo de oscuridad peligrosa que aterrorizaba a cualquier hada, pues las bestias feroces acechaban el reino, buscando a aquella que se atrevió a castigar a su Dios, a Némesis.

Sin embargo, para ella era simplemente otra noche. No conocía el miedo a la oscuridad; de hecho, las noches sin luna eran su refugio. Solo en esa ausencia de luz, podía abrazar sin esfuerzo los recuerdos profundos de una vida que se había esfumado.

Sus pasos se detuvieron en seco y su mirada voló mucho más allá del bosque de las hadas. Allí, un hombre de presencia imponente y corazón que intuía gélido estaba rodeado por las bestias, que se doblegaban en silencio ante él.

De repente, su propio corazón latió con una fuerza abrumadora. La razón era totalmente desconocida, preguntandose: ¿Quién era ese hombre? ¿Por qué hacía que su corazón se desbocara de esa manera tan extraña y poderosa?

—Señorita Titania —una voz la interrumpió, quebrando de sus pensamientos—. Por fin la encontramos. Su hermana ha estado muy preocupada. ¿Dónde se había metido? —cuestionó el hombre de llamativas alas de libélula.

—Me perdí —respondió Titania con una sequedad distante.

Ni siquiera se molestó en mirarlo. Sus ojos verdes cristalinos seguían fijos, con gran intensidad , en la figura sexy de aquel hombre lejano.

—Es peligroso que siga aquí. Regresemos. Su hermana solicita su presencia —dijo el hombre, un tono de autoridad absoluta resonando en su voz.

Titania suspiró. Aquella urgencia la había sacado momentáneamente de su trance, pero no de su obsesión. Juraría que el hombre lejano la estaba mirando. Sus extraños y encantadores ojos oscuros la contemplaban con una intensidad profunda e inexplicable. Le gustó, más que eso le encantó.

Titania se dio la vuelta para seguir al hombre alado tenía que volver, después de todo, habían pasado algunos días desde que había escapado de aquel lugar que, aunque era su hogar sentía más bien como una jaula.

************

Arthur no se movió. Hubo un breve y fugaz momento en que su vista se perdió en el brillo de aquellos ojos verdes, cristales preciosos que ejercían una extraña hipnosis. Se preguntó, con una punzada de duda: ¿Fue real lo que sintió? ¿O acaso su mente le estaba jugando una mala pasada?

Parpadeó algunas veces, volviendo bruscamente a su realidad. Estaba solo de nuevo. Las bestias se habían ido, desvanecidas en la penumbra. Y lo más extraño era que el bosque, que antes lo retenía con su densa energía, ahora le mostraba un camino despejado hacia el exterior.

************

Titania contemplaba el inmenso palacio real, el lugar que llamaba hogar. No era un lugar agradable, era una prisión de oro, siempre custodiada y restringida. Solo en sus fugaces escapadas en busca de hierbas, encontraba sus preciados instantes de paz y libertad genuina.

—Me alegro de que hayas regresado. Áine te necesita —comentó un hombre de brillante armadura y dos pares de alas de libélula a su espalda.

—Ethan ¿acaso Áine empeoró de nuevo? —preguntó Gin, el hombre que había ido a buscarla, con su voz cargada de alarma.

Ethan, de cabellos castaños y ojos azules, asintió con pesadez.

—No debiste escapar —la sujetó Gin del brazo con dureza.

—¿Es mi culpa? —cuestionó Titania, clavando la mirada en cómo él apretaba su delicado brazo.

—Gin, no es el momento. Áine necesita la atención médica de Titania —intervino Ethan.

Gin, de cabellos oscuros y ojos claros, la soltó, aunque la molestia seguía ardiendo en su mirada. Hizo un gesto brusco para que avanzara. Ethan tenía razón; Áine era lo primordial ahora, y solo las habilidades curativas de Titania podían salvarla.

Titania avanzó con pasos pesados, adentrándose de nuevo en su jaula de oro. Sabía que allí su vida se resumía en una farsa bien disfrazada. Con cada paso hacia el interior, su mente huía. Pensaba en el hombre, en esos ojos oscuros y encantadores que imitaban perfectamente la noche que ella tanto amaba y que representaba su única libertad.

************

Arthur finalmente salió de aquel bosque tenebroso y oscuro. Pero la libertad aun se sentía inquieto por lo sucedido en aquel misterioso bosque. Durante todo el camino, no pudo sacar la imagen de aquellos preciosos ojos verdes. La pregunta lo carcomía: ¿Quién era ella? ¿Fue solo un espejismo, producto del agotamiento de tantas noches sin dormir, o había sido tan real como lo sentía en su corazón?

Miró a su alrededor. Estaba muy cerca del límite con el país del Sur.

De los tres reinos, ese era el que imponía la defensa más formidable era una muralla casi imposible de destruir para cualquier enemigo. Sin embargo, su rey era conocido por su nobleza, un hombre bondadoso, mitad humano y mitad lobo.

—Alfa —la voz Matías lo sacó de sus pensamientos.

Matías era su mano derecha, su beta, aunque técnicamente él mismo también era un Alfa. Pero en las manadas nómadas como la suya, esos títulos de jerarquía no tenían tanta importancia como el respeto que se habían ganado al liderar manadas qué no tenían como tal un lugar establecido.

- ¿Pasa algo? – Pregunto Matías al notar a su alfa algo extraño.

- No, ¿Tienes listos los permisos para entrar al país del Sur? – Comento dejando a un lado esa extraña sensación.

- Si, pero hay un problema Alfa, dado a que se han estado reportando ataques sorpresas, no podremos ir directo a la capital del País – dijo Matías.

Arthur asintió, podía entender por qué el país se defendía de esa manera, después de todo su rey de reyes es mitad humano y su vida era tan valiosa.

- Bien, nos instalaremos en alguna manada- Sugirió, pero Matías saco una lista y se la mostro.

- Es una lista de las manadas a las que podemos accesar además también hay un límite de manadas nómadas que pueden recibir.  – Explicó con preocupación.

- Mierda, incluso tienen un horario para recibir, no llegaremos a la más cercana – Comentó sin dejar de leer el documento que Matías le entrego.

Arthur miró a su alrededor. Estaban en los límites del País del Sur, sí, pero eso no significaba seguridad, los reinos cercanos eran enemigos mortales entre sí.

Miro la oscura noche, tenía que tomar una decisión por el bien de su manada.

—No tenemos opción —dijo, con la vista clavada en la oscura noche — Preparen el campamento, pasaremos la noche aquí, pero, en cuanto amanezca nos moveremos.

Matías no perdió tiempo, dando indicaciones al resto de las manadas con una seriedad que nadie discutió. Solo levantaron tiendas para las mujeres, los niños y los ancianos. El resto, los hombres, sabía exactamente cuál era su puesto.

La cercanía del territorio de las Bestias y las Hadas no permitía confiarse. Aunque entre ellos había lobos fuertes, nadie se atrevería a poner en riesgo la seguridad del resto. Aquella noche, el debían de proteger a todos los indefensos, dormir ya, estaba descartado.

Arthur mantenía una distancia prudente, sus sentidos enfocados en la tierra. Para él, la vibración bajo sus pies era el único detector confiable de un enemigo. Confiaba muy poco en su olfato últimamente, y había una razón, pues desde que había salido del bosque, su nariz seguía completamente impregnada de aquel exquisito y persistente aroma a rosas silvestres.

—¿Quién eres? —susurró, pero la pregunta era para sí mismo. Recordar aquellos ojos verdes cristalinos, hermosos como piedras preciosas, lo hacía sentir extraño, con una dulce y peligrosa inquietud que rompía su concentración.

Aquel exquisito aroma a rosas silvestres no era solo una distracción; era la clara amenaza de su perdición.

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Comments

Mitsuki G

Mitsuki G

Que emoción nueva novela me gustan mucho tus novelas de hombres lobos pero será que Arthur al ver matado a esas bestias se volvió su rey o tiene una parte de bestia dentro de el por eso la sumisión pero en verdad me da pena la hada que ayudo a Hazel y Xavier que se nota que más que estar en un hogar vive solo para curar a su hermana siendo solo su sirvienta sin derechos a nada en verdad pobre debería curarla una vez mas e irse de ahí

2025-10-08

10

🌷Marien🌷💕🇻🇪✨

🌷Marien🌷💕🇻🇪✨

Asuna Pero en el juego se llama Titania ✨ sword art online..... me encantó esa serie de anime 🤩🧚🏻‍♀️

2025-10-07

7

Iris Martínez

Iris Martínez

Excelente desde un principio sospeche que esté Arthur es el amigo de Xavier y esa hada es la que ayudo a Xavier,Hazen y Dani y Artur y está hada tuvieron sus historia y Arthur es mitad bestia y hombre lobo bueno eso pienso pero está super

2025-10-08

7

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